miércoles, 17 de diciembre de 2025

Presidente ultraderechista Kast enfrentará la doctrina de León XIV

El presidente electo chileno, José Antonio Kast. Foto Xinhua Foto autor
Bernardo Barranco V.
17 de diciembre de 2025 00:01
José Antonio Kast, candidato bajo la sombra de Pinochet, ganó las elecciones presidenciales con una victoria aplastante, muy por delante de Jeannette Jara, de centroizquierda. Ambos encarnan modelos radicalmente distintos. La ola de extrema derecha sigue recorriendo América Latina, bajo la era Trump, mal haría la 4T de no tomar nota sobre el ascenso de la ultraderecha en la región. El triunfo de Kast representa la decepción y el desencanto del gobierno progresista de Gabriel Boric.
Cincuenta y dos años después del golpe fascista que culminó con la muerte de Salvador Allende y una aterradora represión a la población. A 35 años del fin de la dictadura militar de Augusto Pinochet, triunfa en las urnas José Antonio Kast, su autoproclamado heredero pinochetista.
El presidente electo chileno se benefició del apoyo de dos sectores importantes de la derecha: la histórica y la ultra del Partido Libertario. Su oferta de campaña es orden y seguridad ante las principales preocupaciones de los chilenos: la delincuencia, la migración irregular y falta de crecimiento económico. ¿Qué propone Kast? Orden y disciplinamiento institucional mediante medidas estrictas de seguridad, reducción del gasto público, reformas laborales proempresa y una política migratoria centrada en expulsiones masivas, así como de control fronterizo portentoso. Su proyecto se alinea con tendencias globales de derecha radical presentes en Estados Unidos y Europa.
Más a la ultraderecha el presidente chileno electo no puede estar. Hijo de un militante alemán nazi. Militante del catolicismo más rancio del país. Su hermano Miguel Kast fue ministro del gobierno de Augusto Pinochet. Miguel formó parte de la los llamados Chicago Boys, corriente político-económica de actores chilenos formados en la Universidad de Chicago bajo la influencia de Milton Friedman, quienes aplicaron políticas neoliberales radicales en Chile durante la dictadura de Pinochet. Implementaron privatizaciones, liberalización económica y reformas de mercado, buscando crear un “milagro económico”, pero también generando alta desigualdad y controversia que culminó en protestas sociales.
Dada la composición actual del Poder Legislativo, donde la oposición de izquierda tendrá peso, José Antonio Kast deberá gobernar negociando con diversos poderes de la sociedad civil, mediáticos y de la Iglesia. En términos religiosos, José Antonio Kast cuenta con la simpatía de sectores ultraconservadores en la que aún resuena el anticomunismo. Desde hace mucho, Kast ha declarado: “Primero soy católico, después soy político”. Es adherente del movimiento católico de Schoenstatt, movimiento mariano alemán, y de ahí se desprenden sus posturas conservadoras, como la oposición al aborto, al matrimonio igualitario y antiderechos contra el feminismo, alineados con sus creencias y prácticas religiosas.
A pesar de su explícita filiación católica, en los diversos procesos electorales ha contado con el apoyo de diferentes conformaciones pentecostales y neopentecostales chilenas. El respaldo se basa en coincidencias en temas valóricos como la defensa del derecho a la vida, el matrimonio tradicional, la libertad de culto y la oposición a las ideologías de género en la educación.
José Antonio Kast tiene la misma disyuntiva de Pinochet, esto es, buscar la legitimidad de la Iglesia católica. En el régimen militar de Pinochet, la jerarquía católica se mostró ambivalente ante la dictadura. Obispos conservadores amparados por Juan Pablo II apoyaron a Pinochet, así como importantes congregaciones como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo. En cambio, en la capital de Santiago se conformó la Vicaría de la Solidaridad arropada por el entonces cardenal Raúl Silva Enríquez (1907-1999). Ésta defendió los derechos humanos, cuestionó los excesos del pinochetismo y se convirtió en espacio de protección y agregación social abrigando a sectores de oposición perseguida.
Según el analista chileno Aníbal Pastor, el gobierno de Kast profundizará las divisiones dentro de la Iglesia, algo que debería preocupar a la jerarquía y al próximo gobierno. Le llama un conflicto inevitable. Mientras parte del laicado celebraría el giro conservador, otro sector, especialmente en el mundo popular y en las periferias pastorales, vería en este proyecto un retroceso ético y social.
La Iglesia chilena ya no está bajo la sombra de los pontífices conservadores como Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Ahora el papa León XIV tiene una agenda muy distinta en favor de los pobres y de los vulnerables condensadas en su primera Exhortación Apostólica Dilexi te. Seamos claros, el episcopado chileno coincide con Kast en términos de valores y principios como la defensa de la vida, el rechazo al aborto y la protección de la familia tradicional. Una parte significativa de los obispos siente afinidad con el ideario ultraderechista del presidente electo. Sin embargo, en materia social, los obispos están en contra de la narrativa de mano dura para expulsar sin miramientos a migrantes. Los obispos publicaron una carta de felicitación donde marcan su firme oposición a la criminalización de los migrantes, señalando: “Nos preocupa la creciente denigración de migrantes y personas vulneradas, y reiteramos nuestro compromiso por la vida, la dignidad humana y la protección de los más débiles, recordando las palabras del papa León XIV en su Exhortación Apostólica Dilexi te: “en el rostro herido de los pobres encontramos impreso el sufrimiento de los inocentes”. Quizá la frase más fuerte remata así: “En este contexto, la elección presidencial renueva la esperanza de avanzar hacia un país más justo, fraterno y solidario, donde la fuerza de la razón prevalezca siempre sobre la razón de la fuerza”.
Veremos el desenlace y el comportamiento de la Iglesia chilena.

Coridh: extemporánea y oportunista
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Coridh) declaró que el Estado mexicano es responsable por la “violación sexual, tortura y muerte” de Ernestina Ascencio Rosario, perpetradas en 2007 por parte de un grupo de soldados en la sierra de Zongolica, Veracruz. El tribunal, perteneciente a la Organización de los Estados Americanos (OEA), resolvió que el Estado incumplió su deber de brindar atención médica oportuna a las graves lesiones que causaron la muerte de la mujer indígena náhuatl que tenía 73 años de edad. Asimismo, determinó que los hechos no se investigaron con la “debida diligencia reforzada” ni se garantizó el acceso a la justicia en condiciones de igualdad a los hijos e hijas de la señora Ascencio Rosario. Para la Coridh, la indagatoria fue cerrada “prematuramente” sin haber agotado las líneas, no fue conducida con un enfoque interseccional, particularmente relevante por tratarse de una mujer indígena mayor, ni incorporó perspectivas de género, étnica ni etaria.
La violación y asesinato de Ernestina Ascencio fue una especie de aviso del horror que Felipe Calderón desataría sobre el país tras usurpar la Presidencia de la República con la complicidad del Congreso –dominado entonces por el PAN y el PRI–, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) presidida por Mariano Azuela Güitrón y Guillermo Ortiz Mayagoitia, el Instituto Federal Electoral encabezado por Luis Carlos Ugalde, el gran empresariado y la casi totalidad de los medios de comunicación.
El 25 de febrero de 2007, vecinos del pueblo de Tetlatzinga, municipio de Soledad Atzompa, encontraron a la anciana tirada en un paraje ubicado a escasos metros de un campamento militar, la levantaron y subieron a una camioneta. Después de peregrinar por varios centros de salud, lograron que fuera admitida en el hospital regional de Río Blanco, donde falleció horas después. En su agonía, Ernestina Ascencio relató que fue agredida por militares, y el hecho de que padeció una violación sexual y murió como resultado de agresiones fue corroborado en el acta de defunción, la primera necropsia firmada por tres médicos legistas, el dictamen del subprocurador estatal, y declaraciones del procurador estatal, Demetrio López. Las causas de la muerte fueron traumatismo craneoencefálico, fractura y luxación de vértebras cervicales y anemia aguda. De acuerdo con el director del nosocomio, el intestino de la mujer fue perforado por un objeto extraño introducido en el recto. Ese mismo 26 de febrero, el comandante de la 26 Zona Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional, Sergio Arturo Aragón, acudió a los domicilios de los deudos y les presentó a cuatro efectivos militares “que iban vestidos de civil y en calidad de detenidos”.
El entonces alcalde de la localidad ratificó que el mando “dijo que esos eran los posibles responsables de la agresión sexual a nuestra hermana mayor”, como se refieren a las personas de la tercera edad.
Sin embargo, el 13 de marzo Calderón decidió suplantar las evidencias científicas y los testimonios con un relato agraviante: aseguró que la anciana murió de “gastritis crónica” y decidió anular toda la indagatoria previa. A instancias de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos presidida por José Luis Soberanes, el cuerpo de la víctima fue exhumado y se practicó una nueva necropsia, con un dictamen que daba razón al mandatario y que ha había sido adelantado por el ombudsman antes incluso de la diligencia.
Fernando Cervantes Duarte, coordinador de servicios periciales de la segunda visitaduría de la CNDH, quien estuvo a cargo de la observación del proceso, reconoció que “por el estado de descomposición del cadáver ya no es posible validar las muestras externas o visibles”; es decir, la CNDH descartó la violencia a sabiendas de que no contaba con ningún elemento para ello.
En vez de condenar lo ocurrido, la OEA premió a una de las responsables directas en el encubrimiento del crimen: en 2010, nombró presidenta del Comité Directivo de la Comisión Interamericana de Mujeres a Rocío García Gaytán, la titular del Instituto Nacional de las Mujeres del calderonato que descalificó el testimonio de la víctima por haberlo pronunciado en su lengua materna, el náhuatl. García validó la versión de Calderón porque “es el presidente; tiene información privilegiada, tiene que estar enterado, y no es sospechoso que haya adelantado un dictamen”.
En suma, es cierto que el Estado mexicano, como un todo institucional, conspiró para dejar impune el asesinato de Ernestina Ascencio Rosario, con el muy probable objetivo de facilitar la estrategia de violencia de Estado y enriquecimiento ilícito puesta en marcha por Calderón y su mano derecha, Genaro García Luna. Al mismo tiempo, los 18 años transcurridos entre el crimen y la sentencia y el que ésta se produzca ahora dejan pocas dudas acerca de que el fallo se inscribe en el permanente golpeteo de la OEA y sus instancias contra los movimientos progresistas como el que hoy gobierna México.
Si la Comisión y la Corte interamericanas se hubiesen pronunciado de manera oportuna, pudieron haber tenido incidencia en frenar el baño de sangre desatado en los casi seis años que todavía le quedaban al calderonato cuando Ernestina Ascencio fue atacada; a estas alturas, más que una reivindicación de las víctimas, es una prueba de la parcialidad y la ineficacia de dichos organismos.

Espera Sheinbaum que Kast actúe como llegó: de forma democrática
Critica su reivindicación del régimen de /Pinochet
Dictadura chilena se distinguió por la represión, recuerda // Con Honduras, “atentos” por riesgo de golpe de Estado
▲ En México es como si alguien defendiera a Victoriano Huerta, señaló ayer la jefa del Ejecutivo.Foto Presidencia
Alonso Urrutia y Alma E.Muñoz
Periódico La Jornada   Miércoles 17 de diciembre de 2025, p. 3
Aun cuando el nuevo mandatario de Chile, José Antonio Kast, fue elegido democráticamente por el pueblo chileno, sí llaman la atención sus reivindicaciones al régimen del general Augusto Pinochet, caracterizado por su represión y autoritarismo, aseveró la jefa del Ejecutivo, Claudia Sheinbaum. “Y esperamos, evidentemente, cuando llegue el nuevo presidente, que se actúe democráticamente, como llegó”.
Por otro lado, ante las denuncias de la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, sobre el riesgo de un golpe de Estado que prevalece en esa nación, Sheinbaum expresó que su gobierno permanece atento a través de las comunicaciones que mantiene la Secretaría de Relaciones Exteriores con el gobierno hondureño.
Durante su conferencia, aseveró que “estamos atentos a lo que está pasando en Honduras (donde Castro no reconoce los resultados electorales). El presidente Donald Trump dijo por quién había que votar, igual que en otros casos lo ha hecho. Nosotros creemos que cada país tiene que tomar sus propias decisiones y que no haya injerencia extranjera”.
–María Corina es una política de derecha que no reconoce las elecciones en su país, Castro es una política de la izquierda y tampoco reconoce las elecciones en su país...
–Es distinto, porque una de ellas está llamando a la intervención extranjera. Nosotros, por convicción y por Constitución, estamos contra el intervencionismo y el injerencismo. Estamos a favor de la autodeterminación de los pueblos, de la democracia, que se elija lo que el pueblo decida.
Sheinbaum destacó que, con independencia del régimen que haya en cada país, si hay un conflicto interno, debe buscarse una solución pacífica –como lo establece la Constitución–, por eso no estamos de acuerdo.
En una nueva referencia al proceso electoral chileno, la presidenta recordó el golpe de Estado contra Salvador Allende que llevó al poder a Pinochet y la secuela represiva que se instauró en esa nación andina.
Fue un régimen “caracterizado por una represión y aniquilamiento brutal a todos aquellos que habían pertenecido al gobierno de Salvador Allende y a todos aquellos que fueron parte de esta movilización popular. Hay escenas muy difíciles de olvidar, terribles, de asesinatos en un estadio, en donde iban colocando los cuerpos de aquellos que habían detenido y los aniquilaban sin juicio, por el solo hecho de pensar distinto, más allá del modelo económico”.
Por eso, no se puede reivindicar a Pinochet, porque es como si en México alguien defendiera a Victoriano Huerta, quien perpetró el asesinato de Francisco I. Madero.

Felipe Ángeles y el Colegio Militar
Felipe Ángeles Ramírez es uno de los militares revolucionarios más importantes de la Revolución Mexicana y una de las mayores glorias del Colegio Militar. 
Foto Mediateca INAH   Foto autor
Felipe Ávila*
17 de diciembre de 2025 00:03
Felipe Ángeles Ramírez es uno de los militares revolucionarios más importantes de la Revolución Mexicana y una de las mayores glorias del Colegio Militar. Fue uno de los jefes militares más cercanos a Francisco I. Madero, y dentro de la poderosa División del Norte villista el más brillante general de artillería de los ejércitos revolucionarios. 
Felipe Ángeles, cuyo padre fue un coronel republicano que combatió al ejército estadunidense en 1847 y después luchó contra la intervención francesa, nació en Zacualtipán el 13 de junio de 1869. Cuando tenía 14 años, ingresó becado al Colegio Militar en la Ciudad de México. Seguramente en la elección de esta carrera influyó el ejemplo, la educación en el hogar, la disciplina y amor por la patria que le enseñó su padre. Desde niño y en su adolescencia, mostró un carácter introspectivo, reservado, taciturno, reflexivo, con una gran afición por la lectura. Era un mestizo, con sangre indígena en sus venas y gran capacidad de observación, como lo prueban muchos de sus escritos. 
El joven Ángeles fue un alumno muy destacado. Obtuvo las más altas calificaciones. Egresó del Colegio Militar en 1892, con el grado de teniente de ingenieros. Su sólida y reconocida formación académica, sobre todo en matemáticas y física, le valieron para que se le asignaran las cátedras de matemáticas, mecánica analítica y balística interior y exterior en su alma mater. 
Vito Alessio Robles, compañero de Felipe Ángeles, describió así al joven militar de esos años de fines del siglo XIX: 
“Conocí al después general Felipe Ángeles el 14 de enero de 1898. El que esto escribe era entonces alumno de la Segunda Compañía del Colegio Militar de Chapultepec. Su nombre era un orgullo para el Colegio Militar. Estaba rodeado de una aureola de prestigio y de leyenda. Inspiraba respeto y simpatía. Se le consideraba como el oficial más inteligente y culto del ejército, era además, un atleta vigoroso y ágil, un excelente gimnasta y un consumado caballista. Se imponía por su saber y por su fuerza física y moral. Sin embargo, la característica que más se destacaba en aquella varonil y simpática figura, era la modestia, una gran modestia.” 
Al comenzar el nuevo siglo, fue comisionado para supervisar en Francia el material de artillería que había comprado el gobierno de México en ese país. En 1904, sus méritos y servicios le valieron el ascenso como teniente coronel técnico de artillería. Cuatro años más tarde ascendió a coronel y fue nombrado director de la Escuela de Tiro. Ese mismo año se creó la Escuela Militar de Aspirantes, proyecto apoyado por el general Bernardo Reyes, quien había sido secretario de Guerra unos años antes para regresar a gobernar Nuevo León, desde donde controlaba para el gobierno de Díaz la región del norte y noreste del país. 
La Escuela de Aspirantes ofrecía una educación militar técnica básica a los alumnos, que cursaban en tres semestres los fundamentos del manejo de armas. En esa escuela, Ángeles fue profesor de teoría y práctica de tiro. No obstante, aunque era un buen proyecto, para él, desde el punto de vista académico no se comparaba con la formación que daba el Colegio Militar, equivalente al bachillerato y a una carrera universitaria. 
Se atrevió a publicar en el periódico El Diario un artículo en el que afirmó que “la instrucción adquirida por los aspirantes en sus tres semestres de estudios, podía ser repasada por un alumno de años superiores del Colegio de Chapultepec, durante una sobremesa”. Proponía reformar el sistema educativo militar. 
En una institución caracterizada por el respeto a la institucionalidad, una opinión pública como ésa, a pesar de sus buenas intenciones, no podía ser entendida sino como un acto irresponsable que merecía un castigo. Y, en efecto, así ocurrió. Se le arrestó ocho días. 
En marzo de 1909, se le envió nuevamente a Francia, para estudiar en la Escuela de Fontainebleau y en Mailly. Al decir de algunos, por presiones del general Manuel Mondragón, uno de los más influyentes jefes del ejército, para que no obstaculizara –como ya lo había hecho antes–, la compra de material de guerra del ejército, pues Ángeles era miembro del comité de adquisiciones. 
Mondragón se había enriquecido en esas compras y estaba en trámite una compra de cañones a la fábrica alemana Krupp. Según Friedrich Katz, en ese nuevo contrato Mondragón había inflado 25 por ciento el costo de la adquisición. 
Mientras Ángeles cumplía su comisión, estalló la Revolución Mexicana. Leyó con preocupación las noticias que llegaban a Europa. El 24 de noviembre de 1910 pidió permiso para regresar a México: “Deseo compartir la amargura común y espero que se me llamará y se utilizarán mis servicios en el ejército con un mando de tropas”, escribió. Se le contestó que no era cierto lo publicado en Francia, que el país estaba en calma. Si algo ocurría, se le llamaría. 
No se le llamó. En seis meses, el régimen porfirista fue barrido por una revolución popular masiva, en la que múltiples bandas guerrilleras rebasaron la capacidad de respuesta del viejo ejército porfirista, incapaz de aplastar una rebelión rural con gran movilidad e iniciativa. Los jefes y oficiales del ejército demostraron su incompetencia. Ángeles regresaría cuando Madero era ya presidente. Se hicieron muy amigos. El presidente demócrata lo hizo director del Colegio Militar, con la misión de reformarlo. 
*Director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.