lunes, 22 de diciembre de 2025

Conversión de la termoeléctrica de Tula será un hito para el país: CFE

Comenzará operaciones en 2029
Generará con gas energía suficiente para iluminar más de 5 millones de hogares
▲ La modernización de la central Francisco Pérez Ríos reducirá las emisiones de dióxido de carbono y eliminará las de dióxido de azufre, explicó Javier Maldonado, subdirector de Generación de la Comisión Federal de Electricidad.Foto cortesía de la CFE y Jair Cabrera Torres
Alejandro Alegría
Periódico La Jornada   Lunes 22 de diciembre de 2025, p. 21
Una vez que concluya la conversión de la termoeléctrica Francisco Pérez Ríos, ubicada en Tula, Hidalgo, a una central de gas no sólo será un ícono para la Comisión Federal de Electricidad (CFE), sino para el país, pues dejará atrás todos los cuestionamientos sobre los impactos sociales y ambientales de esta planta, señaló Javier Maldonado, subdirector de Generación de la empresa pública.
“Es un cambio sustancial de tecnología”, indicó el funcionario en entrevista con La Jornada. “Tula es una de las regiones más contaminadas del país, derivado de la influencia de la refinería Miguel Hidalgo de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de la propia termoeléctrica”, añadió.
Explicó que por muchos años la termoeléctrica utilizó combustóleo de Pemex para producir electricidad, pero en 2018 se “mitigó un poco el impacto”, debido a que se comenzó a utilizar una mezcla de 70 por ciento de gas y 30 por ciento de combustóleo.
“Lo que se va a hacer es sustituir la tecnología del uso de combustóleo por una de gas natural 100 por ciento”, sostuvo.
Precisó que esto reducirá las emisiones de dióxido de carbono 60 por ciento y se eliminará el dióxido de azufre, con lo que ya no habría lluvia ácida.
La eficiencia térmica será más del doble de la que tiene la termoeléctrica. “Con la misma cantidad de gas natural con que se genera un megavatio en la central térmica actual, ahora se generarán dos. Eso hace que seamos más eficientes, más productivos y que la mitigación de emisiones a la atmósfera sea sustantivamente buena para la sociedad”, indicó.
“Lo que estamos haciendo es quitar la energía térmica más ineficiente, más contaminante, y sustituirla por energía más amigable con el ambiente”, explicó sobre este proyecto que costará alrededor de 25 mil millones de pesos y será financiado con recursos de la propia CFE.
Agregó que otro beneficio será el menor uso de agua en la generación, pues las instalaciones actuales usan torres de enfriamiento.
Explicó que la “central viejita”, con capacidad de mil 600 megavatios, consumía mil 600 litros de agua por segundo, lo que generaba una gran demanda para los pozos y de agua negra tratada de plantas cercanas.
Gracias al uso de un aerocondensador, el consumo disminuirá a 50-60 litros por segundo, “una reducción impresionante”.
La planta, recordó, usaba agua negra tratada para el enfriamiento, pero debido a un convenio entre las secretarías de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), de Energía (Sener), la CFE, la Comisión Nacional de Agua (Conagua) y el gobierno estatal, se tratará parte del agua del río Tula para regresarla a los cauces o para fines secundarios.
“Este proyecto es un hito muy grande para la CFE, pero también para el país; va a ser un cambio, un punto de inflexión para Tula y en específico para la central Francisco Pérez Ríos.”
Recordó que este punto de generación de energía es crucial para el país, ya que conecta directamente al anillo de 400 kilovoltios del área metropolitana de la Ciudad de México. Subrayó que representa seguridad nacional, pues no faltará suministro en el área metropolitana de la capital del país.
La central generará energía suficiente para iluminar más de 5 millones de hogares o el equivalente a suministrar 10 veces la electricidad que utiliza la refinería Miguel Hidalgo, la cual consume cerca de 135 megavatios.
Maldonado comentó que la central de ciclo combinado beneficiará a toda la megalópolis, no sólo a Tula, al reducir parte de los contaminantes que se emiten, pues no todos son atribuibles a la planta.
Recordó que la CFE tiene la instrucción de apoyar el proceso de transición energética; por ello, los proyectos anunciados el 17 de diciembre en la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo promueven energías renovables y limpias.
Recordó que México se comprometió a reducir las emisiones usando energías renovables e intermitentes, pero también a sustituir fuentes contaminantes por fuentes de transición, como el gas natural.
“¿Por qué ciclos combinados? ¿Por qué no pensar en una o más centrales fotovoltaicas, en más centrales eólicas? Para que exista una transición ordenada, para una adecuada penetración de la energía solar, de la energía eólica, aun cuando se usen baterías hace falta capacidad firme que ayude a esas energías cuando exista intermitencia porque no hay sol o no hay viento para mantener el suministro eléctrico en la red.”
Explicó que sin centrales de última tecnología que ajusten la demanda energética, la red corre riesgo de colapsar o volverse inestable, incapaz de satisfacer la demanda cuando falta sol o viento. Es decir, se necesita capacidad firme suficiente para asegurar y dar confiabilidad al sistema eléctrico.
El complejo termoeléctrico tiene cinco unidades. De ellas, tres serán retiradas y se dejarán dos (que consumen combustóleo), las cuales se usarán en caso de emergencia.
La construcción durará de 30 a 36 meses; a ello seguirá un periodo de puesta en servicio, en el cual se realizarán pruebas operativas. Se prevé que la central esté en operación comercial en 2029. Además, se trata sólo de una primera fase, pues más adelante puede hacerse la sustitución total.

Los engaños de Monsanto para vender el glifosato
El glifosato es un herbicida total, no selectivo, cuya acción se da a través de las hojas de las plantas. Es utilizado en América Latina, Estados Unidos, Europa, Asia, África y Oceanía. 
Foto Cuartoscuro / Archivo   Foto autor
Iván Restrepo
22 de diciembre de 2025 00:03
La Jornada ha sido el medio de información mexicano que más ha señalado los graves problemas que ocasionan los agroquímicos a la población y al medio ambiente. Desde su fundación, el tema lo abordan articulistas y reporteros. Y uno de los productos más denunciados es el Roundup, comercialmente conocido como glifosato, y que fabricó por décadas la empresa estadunidense Monsanto. La adquirió en 2018 la alemana Bayer, la más importante en el mercado mundial de semillas, fertilizantes y plaguicidas. 
El glifosato es un herbicida total, no selectivo, cuya acción se da a través de las hojas de las plantas. Es utilizado en América Latina, Estados Unidos, Europa, Asia, África y Oceanía, en diversos cultivos, como maíz, soya transgénica y trigo. También, para combatir las siembras de coca. En varias ocasiones denunciamos aquí la tolerancia de las autoridades para con Monsanto y la falta de patrocinio para estudios que demuestren los daños que causa donde se aplica como si fuera un producto inocuo. 
Es importante agregar que quienes promueven el uso de plaguicidas en los cultivos aconsejan a los campesinos y propietarios de explotaciones comerciales agregarle al glifosato otras fórmulas químicas para hacerlo más potente. Pero esa mezcla resulta muy nociva para los trabajadores agrícolas y sus familias, para quienes viven cerca de las áreas de cultivo y las corrientes de agua, y para el medio ambiente en general. 
Monsanto invirtió millones de dólares para hacer creer que dicho compuesto no afectaba negativamente a nadie. Para ello, utilizó un influyente artículo que publicó en el 2000 la revista científica Regulatory Toxicology and Pharmacology. En él se sostuvo que el uso del glifosato no representaba un riesgo para la salud humana. El artículo lo elaboraron tres investigadores que gozaban de prestigio en sus lugares de trabajo: Gary Williams, Ian Munro y Robert Kroes. Pero recientemente, la revista se retractó del contenido de dicho texto, pues no refería otras investigaciones que mostraban la toxicidad crónica del herbicida. 
Además, se supo que personas al servicio de Monsanto ayudaron a la elaboración del citado texto y que, como se ha ido descubriendo, pagó ese y otros estudios en los que se afirma que el glifosato no era un peligro para la salud de la gente. Sin embargo es todo lo contrario y cada día aparecen más testimonios que lo demuestran. 
Fue política de Monsanto ocultar los efectos del arsenal químico que elaboraba. Un ejemplo, entre muchos otros: en 2009, dicha empresa fue multada por un tribunal de Francia por mentir en su publicidad, por hacer creer que el glifosato no hacía ningún daño. Lo publicitaba comercialmente como biodegradable, no contaminante de las áreas en que se aplica y por dejar el suelo limpio. 
Por esas mentiras, la trasnacional fue demandada ante la justicia francesa en 2001. Al ser declarada culpable, se inconformó con dicho fallo. Pero ocho años después, una resolución definitiva ratificó la sentencia inicial, dio la razón a los quejosos y acordó multar a Monsanto con 15 mil euros, cifra simbólica si se considera los haberes multimillonarios de la trasnacional y los daños que pudo haber causado a la población expuesta y al medio ambiente. Fue también una resolución histórica por tratarse de una de las empresas más poderosas e influyentes del mundo. 
Cinco años antes, en 1996, se acusó judicialmente a Monsanto, ante el fiscal general del estado de Nueva York, de transmitir publicidad falsa y engañosa de los productos derivados del glifosato. Además, en 1991 dicho compuesto fue declarado en Europa peligroso para el medio ambiente, en especial el acuático. Sin embargo, su aplicación no cesó en muchos países, pese a la huella tan negativa que deja y a las opiniones de científicos, organizaciones sociales, poblaciones y destacados políticos. Décadas de impunidad bajo el amparo y tibieza de los gobiernos y de las organizaciones internacionales responsables de velar por la salud pública y un ambiente sano. 
Bayer sigue ocultando la realidad en torno al mencionado herbicida. Lo continúan aplicando por doquier, dejando enfermedades y otros daños. El lunes próximo ofreceré algunos casos graves ocurridos en América Latina y Estados Unidos.

Futuro anterior
OpenAI, una de las compañías líderes del sector, necesita más recursos y se ha anunciado que busca captar alrededor de 100 mil millones de dólares para seguir operando. 
Foto Europa Press   Foto autor
León Bendesky
22 de diciembre de 2025 00:05
Fortuna, la diosa romana de la suerte y el destino. De naturaleza impredecible. Representada, entre otras formas, por la rueda de la fortuna, que gira a la manera de las alzas y bajas de la vida humana. 
Favorita hoy entre los inversionistas, en pleno auge de la conformación de la industria de la inteligencia artificial. También, de modo simultáneo, en otras formas de presagio asociado siempre con el dinero, como es el caso del célebre bitcóin. 
Tiene hoy la diosa sus templos en las bolsas de valores y los mercados de deuda, en las plataformas de criptomonedas. Donde se mueven las fuerzas del azar en la forma de corrientes ya no millonarias, sino billonarias y hasta de trillones de dólares, que van acaparando las diversas empresas tecnológicas que empujan a la industria, en una fase de creciente competencia por no atrasarse y asegurar posiciones de control. Lo que pase después tenderá a otro punto de dominio del mercado, uno más cercano del oligopolio y con espacios de control monopólico; como ocurre ya en el sector con las llamadas Siete Magníficas. 
En un reciente artículo de Santiago Millán en El País se expone que OpenAI, una de las compañías líderes del sector, necesita más recursos y se ha anunciado que busca captar alrededor de 100 mil millones de dólares para seguir operando. Ya no es posible parar, en lo que se ha ido convirtiendo en un episodio especulativo de creciente relevancia. Pero todo abona a las deudas. 
Otro modo de ver la cuestión financiera tiene que ver con la valuación de esta empresa. Con esta operación, que no será la última, su valor se estimaría en 830 mil millones de dólares. El número es casi tres veces mayor que el alcanzado a principios de 2025, que fue del orden de 300 mil millones y, además, se había revaluado en septiembre en 500 mil millones. Y todo este valor en un entorno en el que en septiembre de 2025 se reportó una pérdida del orden de 13 mil 500 millones de dólares. Todo esto deberá ser resarcido con un eventual flujo constante y significativo de ingresos. 
Otro caso notorio es el de la empresa Oracle. La revista Fortune lo expuso claramente hace unos días: “El rápido descenso de Oracle, de ser la preferida del mercado a convertirse en una advertencia, revela algo profundo en torno a la IA. Los expertos dicen que no importa qué tan eufóricos hayan estado los inversionistas durante los dos últimos años, la industria no puede eludir las leyes de la física ni las realidades del financiamiento mediante la deuda”. Mientras el dinero fluya seguirá la impetuosa actividad del sector y habrá de depurarse en cuanto a su organización y estructura. 
Oracle sostiene que las fuentes de sus ingresos no serán sólo los centros de cómputo, sino la gestión de los sistemas de IA para operar robots en las fábricas, diseñar medicamentos en los laboratorios y poner apuestas en los mercados financieros (sí, apuestas), o bien, automatizar el trabajo legal y en empresas de distinto tipo. La cuestión es que las acciones de Oracle volvieron a subir y de alguna manera esto expresa que los inversionistas esperan que las computadoras se apropien de muchos trabajos y eso beneficie el valor de esa empresa. Para Orwell, sin duda. 
Es una cuestión realmente interesante, o más bien debería decirse crucial, la de prever los posibles escenarios tecnológicos que se están configurando. Esto ocurre en medio de un loco mercado financiero que tiende a un replanteamiento social profundo que exigirá un acomodo que no puede ser neutral. 
Ahí está como una muestra más el caso del modelo Gemini 3 de Google. Según plantea el gigante tecnológico, se espera que aumente la “capacidad de raciocinio y de entendimiento multimodal de los textos, las imágenes y videos”. Si eso no fuera suficiente, se busca también aumentar la “capacidad de la IA para actuar de manera autónoma y deliberada hacia objetivos que incluyen la planeación, el razonamiento y las herramientas de memoria y autocorrección”. Esto se denomina, según la traducción de IBM, IA agentiva. Sostiene que esta tecnología tiene grandes ventajas en algunos campos de evaluación compleja de razonamientos. Y de ahí en adelante. 
Y está Geoffrey Hinton, el llamado padrino de la IA, que desarrolló la investigación del “conocimiento profundo”, proyecto que adquirió Google en 2013 y lo llevó como vicepresidente e ingeniero jefe durante una década. Hinton sostiene que debe confrontarse lo que llama el peligro existencial que entraña la inteligencia artificial.
La empresa Anthropic afirma que construye una IA para servir al bienestar de largo plazo de la humanidad. ¿Qué querrá decir? 
El entorno se compone de un acelerado cambio tecnológico cuyo contenido y consecuencias deberían ser cuestionadas seriamente, desde su origen hasta su contenido y alcance. ¿O es ya tarde para mirar atrás? A esto se suman una actividad financiera desbocada y altamente especulativa y un escenario político general autoritario y socialmente conflictivo.