miércoles, 5 de noviembre de 2025

Los tamales de Noriega, Nicolás Maduro el narcoterrorista y Gustavo Petro, narcotraficante.

Marcos Roitman Rosenmann
El 20 de diciembre de 1989, el gobierno de George Bush ordenaba a sus fuerzas armadas invadir Panamá. El ejército, la aviación y los marines estadunidenses entraban en Ciudad de Panamá. El fraude electoral, la salvaguarda de los intereses de empresas y ciudadanos estadunidenses, en primer lugar. Pero en la recámara, bloquear los Tratados Torrijos Carter, que obligaban a evacuar sus bases militares y entregar la administración de la Zona del Canal a Panamá en el año 2000. Hasta el nombre de la operación, Causa Justa, era significativo. El número de víctimas panameñas superó un millar. Sin embargo, el Pentágono reconoció 516 muertos: 202 civiles y 314 militares. Pero algo chirriaba. Por primera vez, se mencionaba la lucha contra el narcotráfico, aplicando el calificativo de narcoguerrillas a los movimientos populares insurreccionales.
La derecha neoconservadora habitaba la Casa Blanca. Ronald Reagan y a continuación George Bush pusieron en marcha una nueva política exterior para América Latina cuyo ideario se plasmó en los documentos de Santa Fe I y II. Revertir procesos revolucionarios, la lucha contrainsurgente y la batalla contra el narcotráfico fueron sus pilares. Con este trazado, el gobierno de Panamá, con Manuel Antonio Noriega, fueron calificados de narcotraficantes. En medio de la invasión, buscando alijos, entraron en la residencia del presidente. El agente de la DEA, responsable del operativo, René de la Cova, posteriormente detenido por lavado de dinero de los cárteles colombianos, abrió la nevera y, ¡sorpresa!, ahí encontraría la prueba del delito. Paquetes envueltos en hojas de plátano ocultaban, dirán, cocaína. Fotos, declaraciones y mucha publicidad. Poco duró el entusiasmo, eran lo que parecían ser, tamales. La anécdota, que no deja de ser un mal chiste, pasó a la historia como los tamales de Noriega. Mientras tanto, el 27 de diciembre, el presidente designado por Estados Unidos, Guillermo Endara, tomaba posesión en la Zona del Canal jurando lealtad ante el general estadunidense Marc Cisneros.
Hoy, con Donald Trump en la Casa Blanca, las guerras de baja intensidad son reditadas con amenazas de intervención si los gobiernos díscolos no acatan sus órdenes. En otras palabras, deben renunciar a la soberanía, entregar las materias primas, petróleo, níquel o tierras raras a empresas estadunidenses para su explotación y control estratégico, aceptando el control de la DEA y la presencia de fuerzas armadas estadunidenses en sus territorios. Todo, bajo el paraguas de “guerra contra el narcoterrorismo”. Política que ha llevado a bombardear embarcaciones pesqueras en el mar Caribe, so pretexto de ser narcolanchas. Sumisión o desestabilización, parece ser el lema de la Casa Blanca.
En el siglo XXI, año 2025, los tamales de Noriega reaparecen para cumplir el mismo rol, justificar invasiones. Pero los tamales toman la forma de narcolanchas. Ninguna prueba, salvo imágenes y declaraciones de Marco Rubio, Donald Trump y su ministro de guerra, Pete Hegseth. En la mira, los gobiernos de la República Bolivariana de Venezuela y Colombia. Nicolás Maduro será adjetivado de narcotraficante y Gustavo Petro considerado su aliado. A Maduro se le une a cuanto cártel exista. Sea mexicano, colombiano o inventado. Tren de Aragua, cártel de Sinaloa, el cártel de Los Hijos y cabecilla del ficticio cártel de Los Soles.
Para dar verosimilitud a las acusaciones, la fiscal general de Estados Unidos, Pamela Bondi, el 7 de agosto declara: “la DEA lleva incautadas 30 toneladas de cocaína vinculadas a Maduro, de las cuales siete serían de su propiedad (…). Maduro es uno de los mayores narcotraficantes del mundo y una amenaza para nuestra seguridad nacional. Por lo tanto, hemos duplicado la recompensa por él a 50 millones de dólares (…). Maduro mezcla la cocaína con fentanilo, lo cual ha provocado la pérdida y destrucción de innumerables vidas estadunidenses”. ¿Y las pruebas? Los tamales de Noriega a la vista.
El siguiente en la lista es el presidente de Colombia, Gustavo Petro. El 15 de septiembre, Estados Unidos eliminó a Colombia de la lista de países que luchan contra el narcotráfico y declara asociados al narcotráfico al presidente Gustavo Petro, su hijo mayor, el ministro del interior, armando Benedetti, y la primera dama, Verónica Alcocer. En el delirio, Donald Trump le imputa aliarse al gobierno narcoterrorista de Venezuela. Mientras, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, sentencia: “desde que el presidente Gustavo Petro llegó al poder, la producción de cocaína en Colombia se ha disparado a su nivel más alto en décadas, inundando Estados Unidos y envenenando a los estadunidenses (…). El presidente Petro ha permitido el florecimiento de los cárteles de la droga y se ha negado a detener esta actividad”. A las acusaciones, el presidente Gustavo Petro respondió con dignidad y convicción defendiendo la soberanía de Colombia: “Le recomiendo a Trump leer bien a Colombia y determinar en qué parte están los narcos y en qué parte están los demócratas”
En América Latina, Donald Trump busca aliados que corroboren su mentira. Ecuador, El Salvador, Paraguay, Argentina, República Dominicana son buenos ejemplos. También Panamá ha sucumbido. Hoy, su presidente, José Raúl Mulino, quien fuese ministro de Exteriores del gobierno de Endara, declara exento de aranceles el transporte marítimo estadunidense en la Zona del Canal, al tiempo que facilita a la DEA, la CIA y los marines, en un país sin fuerzas armadas, controlar el tráfico y lavado de dinero del crimen organizado. Así entrega la soberanía de Panamá a Estados Unidos, mientras regurgita los tamales de Noriega.

Jefe del Pentágono elogia gasto militar de Corea del Sur
Ap
Periódico La Jornada   Miércoles 5 de noviembre de 2025, p. 29
Seúl. El secretario de Guerra de Estados Unidos, Pete Hegseth, elogió ayer los planes de Corea del Sur para aumentar su gasto militar, al afirmar que su socio asiático asumirá un papel más importante en la defensa contra las agresiones de Corea del Norte, ya que los aliados deben prepararse para “contingencias regionales”. La modernización de la alianza de décadas entre Washington y Seúl es un tema clave entre ambos países, ya que aparentemente la Casa Blanca desea que Corea del Sur aumente sus capacidad de defensa convencional para que Washington pueda centrarse más en China.
Hegseth dijo a los periodistas que se sentía “muy alentado” por el compromiso de Seúl de aumentar el gasto en defensa y realizar mayores inversiones en las capacidades sudcoreanas.

Bombardea EU otra lancha en el Pacífico; analiza Trump opciones bélicas en Venezuela
Repudian en AL una posible invasión
El Pentágono prevé atacar unidades que protegen a Maduro, indica NYT
▲ El secretario de Guerra estadunidense, Pete Hegseth, difundió en su cuenta de X una imagen sobre el embate contra una embarcación, en el cual murieron dos personas.Foto tomada de la cuenta del funcionario
Afp, Ap y Sputnik
Periódico La Jornada   Miércoles 5 de noviembre de 2025, p. 27
Washington. El ejército de Estados Unidos perpetró ayer otro ataque contra una embarcación en el Pacífico, al acusar, de nuevo sin pruebas, que transportaba drogas. En el bombardeo dos personas fueron asesinadas, informó el secretario de Guerra, Pete Hegseth.
“Localizaremos y destruiremos todos los buques que tengan la intención de traficar drogas a Estados Unidos para envenenar a nuestros ciudadanos. Proteger la patria es nuestra máxima prioridad. Ningún terrorista de un cártel tiene posibilidad alguna contra las fuerzas armadas estadunidenses”, alegó Hegseth en su cuenta de X, junto al video del bombardeo.
La campaña de bombardeos de Trump ha dejado al menos 67 personas asesinadas en 16 ataques.
Más temprano, The New York Times reveló que el presidente Donald Trump analiza una serie de opciones para realizar acciones militares en Venezuela, entre las que se incluyen ataques directos contra las unidades militares que protegen al mandatario, Nicolás Maduro, y medidas para tomar el control de los campos petroleros del país.
De acuerdo con el NYT, los asesores del magnate solicitaron al Departamento de Justicia directrices adicionales que proporcionen una base legal para realizar operaciones militares más amplias. Una de ellas podría ser una justificación jurídica para atacar a Maduro sin autorización del Congreso.
Trump aún no ha tomado una decisión, ni siquiera sabe si procederá. Según el Times, que citó a fuentes oficiales, el mandatario se muestra renuente a aprobar operaciones que puedan poner en riesgo a sus tropas o que resulten en un fracaso vergonzoso.
Diálogo para solucionar los problemas: Lula
Horas antes, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, rechazó una eventual incursión terrestre de Estados Unidos en Venezuela, y reiteró su disposición a mediar entre las partes. “Le dije a Trump que América Latina es una región de paz. No quiero que lleguemos al punto de una invasión”.
El mandatario brasileño expresó que Washington podría ayudar a los países en su combate al narcotráfico “en lugar de dispararles”.
Indicó que comentó con el presidente estadunidense que “los problemas políticos no se resuelven con armas. Se solucionan mediante el diálogo”.
Agregó que el despliegue militar del Pentágono será abordado durante la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), prevista para 9 y 10 de noviembre en Colombia.
El papa León XIV criticó el despliegue estadunidense en el Caribe, sin mencionar a Trump, y afirmó que “con violencia” no gana nadie.
El mandatario de Colombia, Gustavo Petro, denunció que hay “fuerzas ajenas a la paz” que buscan el fracaso de la Celac e instó a sus simpatizantes a enviar cartas al gobierno estadunidense para pedir que levanten las sanciones en su contra.
“Fuerzas ajenas a la paz de América han querido que la cumbre Celac/Europa fracase. Y claro que en la nueva geopolítica fósil y antidemocrática se busca que los pueblos que desean la libertad y la democracia no se junten”, aseveró.
Agradeció también a Lula por su apoyo en “el momento más duro para Latinoamérica y el Caribe”.
Pese a las sanciones que el gobierno de Estados Unidos mantiene contra Petro, tras calificarlo de “narcotraficante”, más de dos semanas después de que el magnate amenazó con detener “todos los pagos” a Colombia, no ha habido ninguna interrupción en la asistencia, informó CNN.

Murió Cheney, ex vicepresidente de EU, promotor de invasiones a Panamá e Irak
Estableció los interrogatorios reforzados // Logró contratos millonarios para su firma Halliburton
▲ El arquitecto de la “guerra contra el terrorismo” fue conocido por ser el principal operador de influencias y nexos en la Casa Blanca.Foto Afp
Ap y Afp
Periódico La Jornada   Miércoles 5 de noviembre de 2025, p. 28
Washington. El ex vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney, arquitecto de la “guerra contra el terrorismo” y considerado el personaje en ese cargo más influyente en la historia estadunidense, falleció antier a los 84 años, debido a complicaciones de neumonía y de una enfermedad cardiovascular.
A Cheney se le atribuye un papel clave en persuadir al presidente George W. Bush (2001-2009) de atacar Irak bajo un pretexto falsificado contra el gobierno de Saddam Hussein en 2003, tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 (11-S). Antes, dirigió el Pentágono bajo la administración de George H. W. Bush (1989-1993), cuando Washington emprendió la invasión de Panamá en 1989 y la guerra del Golfo entre 1990 y 1991.
Bush lo describió ayer como un “hombre decente y honorable” y consideró su muerte como “una pérdida para la nación”.
El también ex congresista por Wyoming dirigió en 1989 la operación Causa Justa, que movilizó a 26 mil soldados para derrocar al general de Panamá Manuel Antonio Noriega, tras acusarlo de traficar drogas. La invasión duró más de un mes y dejó unos de 500 muertos, según cifras oficiales, aunque organizaciones de derechos humanos sostienen que fueron miles más.
Condenada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el Parlamento Europeo por considerarla una violación al derecho internacional, la Casa Blanca justificó la invasión como una acción para “restaurar la democracia”.
En 1991, Cheney impulsó la operación Tormenta del Desierto cuando Estados Unidos lideró una coalición internacional en el golfo Pérsico, bajo el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU, para expulsar de Kuwait a tropas iraquíes, que lo invadieron un año antes.
De vuelta en el gobierno con el presidente Bush hijo, luego de los ataques del 11-S perpetrados por Al Qaeda, con el argumento de una supuesta vinculación de la organización islamita con Sadsam Hussein y con base en falsas afirmaciones de que el gobernante iraquí tenía armas de destrucción masiva, Cheney impulsó la invasión de Irak en 2003, que dejó al menos un millón de muertos y millones de desplazados, además de un país sumido en la inestabilidad política y social.
En una entrevista de 2015, Cheney dijo no tener remordimientos por la invasión de Irak; en cambio, celebró que gracias a su “programa de interrogatorios reforzados” para combatir el terrorismo pudo ser abatido Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda, en 2011.
Con Cheney la vicepresidencia estadunidense cobró relevancia y fue conocido por ser el principal operador de influencias y nexos tras bambalinas, detrás de las decisiones del gobierno.
En una ocasión Bush llamó a su vicepresidente el “Darth Vader de la administración”, en una alusión al villano de la película La Guerra de las Galaxias que el propio Cheney festejó: “¿Soy el genio malvado en la esquina que nadie ve salir de su agujero?”, preguntó. “Es una buena manera de operar, en realidad”, afirmó.
En 2021, tras los esfuerzos del presidente Donald Trump por mantenerse en el cargo a cualquier costo, Cheney fue la voz crítica de los republicanos al afirmar que “nunca hubo un individuo que representara una mayor amenaza para la república” y el año pasado sorprendió al anunciar que votaría por la candidata demócrata, Kamala Harris.
Cheney supo aprovechar su carrera política para impulsar sus intereses empresariales, como el caso de la firma de ingeniería y construcción para la industria petrolera Halliburton Corp –que dirigió entre los dos gobiernos de los Bush–, la cual obtuvo contratos multimillonarios para la reconstrucción en Irak después de la invasión.