jueves, 27 de noviembre de 2025

COP30: Sombras y luces.

John Saxe-Fernández
Hoy en día, el mundo en general, América Latina y el Caribe en particular, se mueven, reaccionan y actúan en función de la agenda punitiva y excluyente que ha impuesto el presidente climato escéptico o negacionista que es Trump, cuyo gobierno rechaza la crisis climática, según él, la mayor estafa de la historia, e impulsó un boicot contra la Cumbre Climática de las Naciones Unidas, la llamada COP30, en Belém, Brasil (del 10 al 21 de noviembre) al no enviar ninguna delegación oficial, además de amenazar y sancionar a cualquier país que intente poner coto a las actividades depredadoras de las grandes industrias y consorcios contaminadores.
Como ejemplo, en octubre de 2024 la Organización Marítima Internacional iba a aprobar un impuesto mínimo sobre las emisiones contaminantes del sector marítimo, el cual fue pospuesto porque Trump amenazó con sanciones comerciales a los países que aprobaran las nuevas tasas. “Un drama diplomático que ilustra el poder de interferencia de Estados Unidos para torpedear las políticas ambientales, incluso fuera de sus fronteras” (Raphaël Morán, COP30…www.rfi.fr, 11/11/25).
Es cierto que la presencia del gobierno trumpista en la cumbre climática empieza a ser irrelevante, ya que ante su falta de liderazgo se formó una delegación de gobernadores y alcaldes estadunidenses que sí viajó a Belém para reafirmar sus políticas locales de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 24 por ciento por debajo de los niveles de 2005, “al tiempo que han aumentado el PIB colectivo en 34 por ciento (Morán, Rfi), también es cierto, a decir de Democracy Now!, que en el título de su relato de la cumbre resume los resultados: “El acuerdo climático excluye la eliminación gradual de los combustibles fósiles, mientras los países ricos imponen la carga a las espaldas de los pobres”. Cita a Brandon Wu, director de políticas y campañas de Action Aid USA, cuando dice: “Estoy indignado por un resultado tan débil… con los cabilderos de los combustibles fósiles (se habla de mil 600) que deambulan libremente por el recinto, mientras los activistas indígenas se enfrentan a una represión militarizada” (Amy Goodman, democracynow.org, 24/11/25).
Hay que recordar que uno de los ejes de la política trumpista es el vaciamiento del Estado, la desregulación de todo control sobre los grandes capitales, el enriquecimiento extremo de esta plutocracia y especialmente el sometimiento a la industria de los combustibles fósiles ( gas, petroleo y carbón) y a la industria de manipulación mediática.Es interesante ver que no sólo las organizaciones de la sociedad civil, sino instituciones financieras y de inversión están tomando en cuenta el clima como factor de riesgo, como informa una de ellas: “El año 2024 se cerró como el más cálido jamás registrado, además de que la concentración atmosférica de dióxido de carbono marcó un nuevo record: mas de 50 por ciento respecto a los niveles de 1750, según datos de la Organización Metereológica Mundial (Mapfre, “La cuenta atrás climática entra en fase crítica”).
Quizá estos datos puedan sonar repetitivos, porque los medios corporativos no nos ayudan a relacionarlos con eventos trágicos –incendios e inundaciones–, como los consignados en un estudio de la red internacional de científicos World Weather Attribution, que concluyó que el cambio climático intensificó los 10 eventos metereológicos extremos mas mortíferos en el mundo en las dos últimas décadas, los cuales se cobraron al menos 576 mil vidas.( ibid).
Julia Steinberger profesora de Ecología Social y Economía Ecológica y coautora del sexto informe del IPCC ha venido señalando que la evidencia científica –cada vez más contundente– no es suficiente para concientizar a los y las ciudadanas sobre la urgente necesidad de actuar contra el cambio climático: “No hay victoria posible en la lucha climática en este contexto de desinformación”.
Si bien las campañas negacionistas no son nuevas, el acoso, las amenazas, los insultos acompañados de bulos y mentiras sobre asuntos que tienen que ver con la crisis climática y ambiental han convertido las redes sociales, especialmente X, en un espacio hostil para los ambientalistas. Científicos, investigadores, divulgadores y periodistas denuncian campañas premeditadas que tienen como objetivo desprestigiar sus mensajes sobre el cambio climático, coincidiendo con la catastrófica inundación de la dana en Valencia, la elección de Donald Trump y su alianza con Elon Musk, dueño de X (Tristán, La Vanguardia, 22/11/25).
El gobierno de Trump ha cancelado varios proyectos de energías alternativas, intentando retroceder al siglo pasado, a la era de los combustibles fósiles con todo y sus guerras por recursos y territorio, al mismo tiempo aislándose de un mundo que busca –más allá de que tan alta es la temperatura– un cambio de paradigma, de cómo nos relacionamos con la naturaleza. La presencia de las comunidades indígenas a pesar de estar fuera de los recintos donde se discutía su futuro, fue uno de los indicios más prometedores de que los actores de este proceso tienen que cambiar.

Envío de Bolsonaro a la cárcel, lección de democracia para el mundo: Lula
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Foto Europa Press Foto autor
Afp
26 de noviembre de 2025 10:31
Brasilia. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, elogió el miércoles el proceso que condujo a su antecesor Jair Bolsonaro a la cárcel, donde deberá purgar 27 años, al considerar que fue una "lección de democracia".
"Este país ayer dio una lección de democracia al mundo", afirmó Lula durante un acto oficial en Brasilia, al día siguiente de que la corte suprema de justicia ordenara que el ex presidente ultraderechista comenzara a cumplir su pena por intento de golpe de Estado.

Para un análisis semiótico de la televisora
Toda su historia –desde su privatización exprés hasta la consolidación de su retórica sensacionalista, doctrinaria y mercantil– es una crónica de cómo el capital mediático se fusiona con el poder político que manipula para fabricar consensos, disciplinar percepciones y naturalizar los privilegios. 
Foto Cuartoscuro   Foto autor
Fernando Buen Abad Domínguez
27 de noviembre de 2025 00:03
Tv Azteca no nació como un fenómeno cultural autónomo ni como un emprendimiento empresarial aislado; nació como un manotazo ideológico-mercantil oligarca en sus alianzas neoliberales como vector de una semiótica del poder que encontró en la televisión una prótesis para la reproducción de su estulticia. Los favores del poder fueron televisados. 
Toda su historia –desde su privatización exprés hasta la consolidación de su retórica sensacionalista, doctrinaria y mercantil– es una crónica de cómo el capital mediático se fusiona con el poder político que manipula para fabricar consensos, disciplinar percepciones y naturalizar los privilegios. La frase “los favores del poder fueron televisados” no es un juicio moral, sino una descripción materialista: hubo beneficios, hubo pactos, hubo mecanismos de blindaje político, hubo propaganda disfrazada de entretenimiento, y todo ello se volvió espectáculo para que la relación entre la élite gobernante y la élite mediática pareciera algo normal, inevitable, incluso patriótico. 
Un análisis semiótico-histórico exige revisar el origen del signo televisivo que reproduce Tv Azteca. No se trata sólo de imágenes: es un régimen de signos. La pantalla funciona como dispositivo de simplificación, dramatización y alineamiento. El signo televisivo empresarial se articula alrededor de tres operaciones semióticas: primero, la espectacularización, que convierte todo conflicto social en entretenimiento para neutralizarlo; segundo, la personalización, que reduce la lucha de clases a un drama individual y sentimental; tercero, la mercantilización, que convierte incluso la desgracia en una mercancía. Tv Azteca se especializó en estas operaciones desde su origen, porque así se correspondía con la exigencia política de su nacimiento, ofrecer estabilidad simbólica al mismo poder que le regaló concesiones, ventajas regulatorias y un mercado publicitario prácticamente cautivo. Mucho embute y mucho gasto propagandístico gubernamental. 
Cuando en los años 90 el Estado mexicano transfirió parte de su poder televisivo a la nueva empresa, no estaba democratizando el espectro: estaba sustituyendo un monopolio estatal-privado por un duopolio funcional al modelo neoliberal emergente. Se reconfiguró la semiótica de la obediencia. Tv Azteca aparece como “competencia”, pero en realidad es un doble reforzado, dos bocas para una sola ideología dominante. El signo de la pluralidad operaba como una máscara. Al mismo tiempo, se vendía como un imaginario colectivo en el que la televisión ya no era sólo entretenimiento, sino árbitro moral, juez emocional y orientador político. Aunque la empresa se presentaba como la modernización mediática de México, en realidad actuó como amplificador de la política de despojo económico que avanzaba y como legitimadora de gobiernos que se beneficiaban de la violencia simbólica que ella misma producía. La semiótica del “país que avanza” fue construida a contracorriente de la realidad social que se deterioraba. Con mucho futbol. 
En la pantalla de Tv Azteca, los favores políticos no solamente se mencionaban, se narraban como épica. Se disfrazaban de éxito empresarial, de patriotismo económico o de renovación generacional. El poder político necesitaba un medio que dramatizara la narrativa del nuevo México: competitivo, privatizado, “global”, obediente al capital financiero. Y Tv Azteca cumplió. Sus noticieros fabricaron una estética de la urgencia, en la que el conflicto social era minimizado o presentado como anomalía, nunca como consecuencia estructural. Sus programas de opinión funcionaron como dispositivos de persecución simbólica contra cualquiera que amenazara la estabilidad del régimen. La semiótica no es sólo contenido: es tono, es ritmo, es encuadre, es silencio. Tv Azteca dominó el arte de los silencios estratégicos, que son tan ideológicos como sus editoriales. 
Su televisión privada no se limita a informar: codifica comportamientos. La historia semiótica de Tv Azteca es la historia de cómo una nación fue enseñada a mirar. Mirar con desconfianza al pobre, con fascinación al millonario, con sumisión al poderoso, con morbo al crimen, con indiferencia al origen social de la violencia. La pantalla construyó un país donde la desigualdad aparece como un paisaje natural, donde el sufrimiento se vuelve espectáculo y donde la corrupción es un escándalo momentáneo que no altera el orden jerárquico. En esa narrativa, el poder político siempre aparece como árbitro, nunca como responsable estructural. Así se televisan los favores: convirtiendo la complicidad en paisaje, la violencia en rating y la injusticia en costumbre. 
Esa semiótica histórica de Tv Azteca incluye, necesariamente, la arquitectura legal que la sostiene. Leyes hechas a la medida, concesiones eternizadas, regulaciones laxas o inexistentes y una clase política que utiliza la pantalla como mercado negro de legitimidad. La reciprocidad es total, el poder garantiza el negocio; el negocio garantiza la narrativa. Así, la empresa se convierte en un ministerio no oficial de la ideología, uno que opera sin necesidad de uniformes ni discursos solemnes, porque su poder reside en la naturalidad, en que el espectador crea que lo que ve es “la realidad”. Esa es la victoria suprema de la semiótica burguesa, cuando ya no se siente como ideología, sino como sentido común. Y todo sin pagar impuestos. 
Su historia semiótica como empresa está todavía presente. Cada noticiero, cada novela, cada reality reproduce un orden semiótico que invisibiliza las causas y exhibe las consecuencias, que culpabiliza al de abajo y disculpa al de arriba, que convierte la política en escándalo y el escándalo en mercancía. En ese circuito, el poder se televisa no para ser comprendido, sino para ser aceptado. 
Es la empresa que el poder necesitó y que contribuyó a consolidar un modelo de control social en el que la obediencia es espectáculo. Los favores del poder fueron televisados, sí, pero no como excepciones, como normalidad. La pantalla no mostró la complicidad, la celebró. No la ocultó, la estetizó. No la denunció, la convirtió en parte de la identidad nacional. 
Ese es el núcleo del problema: mientras la televisión siga siendo un aparato para anestesiar la conciencia crítica, cualquier proyecto emancipador deberá confrontar su semiótica, desmontar sus signos, revelar sus operaciones y disputar su hegemonía. Porque la historia de Tv Azteca es una lección sobre cómo el poder se transmite no solamente por decretos, sino por imágenes; no sólo por leyes, sino por narrativas; no sólo por coerción, sino por “seducción”. Y mientras esa maquinaria siga intacta, la democracia será una escenografía y la verdad una mercancía.

Zurdos de mierda
El empresario tramposo, defraudador, embustero, ignorante y copión que es Ricardo Salinas Pliego llama “zurdos de mierda” a los militantes y funcionarios de la fuerza política identificada históricamente como de izquierda, imitando al presidente argentino de inclinaciones perrunas, Javier Milei. Foto Cuartoscuro   Foto autor
Abraham Nuncio
27 de noviembre de 2025 00:01
Alfonso Reyes escribió: “Sólo la cultura política puede precavernos. Pero abogar hoy en día por una cultura política tanto vale como proponer un voto por la izquierda. Querer abarcar a todos en la obligación y el disfrute de la cosa pública –privilegio, hasta ayer, de grupos limitados– es tirar la manta hacia la izquierda. ¡Que ella pueda cubrirnos a todos y no desamparar a nadie! Los espíritus conservadores han de convencerse de que no les queda más salida que irse convenciendo de las novedades de que el tiempo viene cargado. La cultura quiere alumbrar por igual a todos los hombres –y este todoslos-hombres lleva en sí el postulado político”. 
El empresario tramposo, defraudador, embustero, ignorante y copión que es Ricardo Salinas Pliego llama “zurdos de mierda” a los militantes y funcionarios de la fuerza política identificada históricamente como de izquierda, imitando al presidente argentino de inclinaciones perrunas, Javier Milei. 
¿Quiénes han sido, en todo caso, esos zurdos denostados en el vocabulario coprófono de Milei, Salinas y otros en la historia de México? Nada menos que los Padres de la Patria, los constituyentes más lúcidos de la Constitución de 1824, los hombres de la Reforma, así como los protagonistas de los cambios profundos que experimentaría el país con el movimiento armado de 1910-1917. De izquierda ha sido y es, a pesar de sus insuficiencias, ausencias e incluso desvíos –corregibles unos, quizá irremediables otros–, el gobierno de México bajo la conducción de Andrés Manuel López Obrador, seguido –un hecho ejemplar– del de Claudia Sheinbaum Pardo. La prueba de su definición ideológica es la de cualquier grupo o partido político: si son atacados por la derecha nacional y la de Estados Unidos es porque son de izquierda. 
Los políticos, luchadores sociales e intelectuales y artistas de mayor estatura han sido de izquierda, bien que se haya llamado así o no a la fuerza desde la cual comprometieron sus esfuerzos, riesgos y vidas a lo largo de nuestra historia. Habrá incluso individuos cuya praxis sea de izquierda y que no se asuman como pertenecientes a sus filas. Pero los que se han asumido conscientemente como tales han dado a la nación sus referentes, contornos y significados culturales más definidos. De hecho, la identidad nacional se cifra en su legado y en ellos reconocemos a nuestras figuras tutelares. Figuras a las que la derecha ha repudiado, perseguido, encarcelado, asesinado a nombre propio y de los individuos y familias más privilegiados en México. 
En sus iniciativas y estrategias, los insurgentes y quienes consumaron la Independencia lucharon por abolir la colonia, la esclavitud, la discriminación racial, la tortura, los tributos, las gabelas. Lucharon contra el despotismo imperial de Europa y el de México. Sentaron, igualmente, las bases democráticas, republicanas, populares y federales del orden constitucional del país. Se adelantaron más de un siglo a la reforma agraria que cobró cuerpo en las reformas entre 1917 y 1940, y a cerrar la enorme brecha entre la pobreza y la riqueza.
Los hombres que integraron la brillante generación de la Reforma reafirmaron el régimen republicano, la libertad y la soberanía del episodio independentista, en su lucha contra los conservadores vendepatrias, las fuerzas invasoras de Francia y la intolerancia religiosa de la Iglesia católica. 
Los revolucionarios de 1910-1917 derrotaron dos dictaduras –la de Díaz y la de Huerta– y tras una violenta lucha por el poder, crearon una nueva institucionalidad que rescató de la sumisión, la gleba y el abuso patronal a los trabajadores del campo y la ciudad, y en la última etapa de su movimiento nacionalizaron la industria petrolera y dotaron al Estado de una gran fuerza modeladora del México contemporáneo. 
Los nombres de quienes lucharon por la justicia en el ámbito laboral (en el campo, en las comunas indígenas, en las fábricas, en la infraestructura citadina) y por la democracia y los derechos humanos a lo largo del siglo XX se inscribieron en la izquierda. 
En las letras y las ciencias humanas ocurriría algo similar. Los nombres más destacados en ese doble ámbito todos han sido de izquierda. 
De los nombres de periodistas se llenarían planas enteras. 
La caricatura y el umbral más creativo de la fotografía y la plástica mexicanas han sido obra de las y los artistas de izquierda. 
La paradoja siniestra es que la beneficiaria de los esfuerzos, sacrificios, logros y avances de la izquierda ha sido la derecha mediante golpes de Estado e intentos desestabilizadores. 
Detrás de todos ellos ha estado el poder del dinero y sus detentadores. Desde el Consulado del Comercio al Consejo Coordinador Empresarial y desde La Gaceta de México hasta Reforma, Televisa y Tv Azteca, sus organizaciones y medios han cobijado a la violencia cuando su propia legalidad les ha resultado adversa. 
Lo terrible es que los gobiernos, sin distinción, han sido quienes les han entregado ese poder a los empresarios más ricos en bandeja de plata. Y no sólo eso, también les han otorgado impunidad.
Con el tiempo, ellos han podido comprar candidatos, partidos, movimientos, líderes y sicarios que se volverán contra este o aquel hemisferio público del Estado (el gobierno), que no cuadre con su visión e intereses. Esto, por lo menos, hay que dejarlo claro.