domingo, 16 de marzo de 2025

Nunca habrá divorcio entre pueblo y gobierno, afirma Sheinbaum en Chiapas.

La presidenta Claudia Sheinbaum cumple su segundo y último día de una gira de trabajo en el estado de Chiapas. Foto Cuartoscuro   Foto autor
Elio Henríquez, corresponsal
15 de marzo de 2025 12:26
Las Margaritas, Chis. La presidenta Claudia Sheinbaum afirmó que "no va a haber nunca divorcio entre pueblo y gobierno, somos uno solo y eso es lo que nos da la fuerza; si no tuviéramos esa fuerza no podríamos negociar con ningún país del mundo".
La mandataria dijo lo anterior al recordar que un periodista le preguntó una vez que si no le tenía miedo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump y ella le contestó: "¿Cómo le voy a tener miedo si estamos juntos el pueblo y el gobierno; somos uno solo?".
Añadió que "aunque en todo el período neoliberal quisieron hacernos creer que México era un país menor, que los mexicanos y mexicanas no teníamos la fuerza que otros países del mundo, ahora decimos que México es una potencia cultural y esa se la dan los pueblos originarios".
Ante cientos de personas, muchas de ellas hablantes de lenguas maternas como el tojolabal, tseltal y tsotsil, remarcó que " no tiene ningún país del mundo la fuerza que tiene México porque aquí hay pueblos originarios que han resistido y nos muestran todos los días lo que representa el amor al prójimo, el amor a sus comunidades y el amor a la patria. Eso es lo que nos distingue".
Sheinbaum encabezó en el municipio tojolabal de Las Margaritas un acto sobre el programa Pensión Mujeres Bienestar ante cientos de personas.
En su mensaje sostuvo que los programas sociales "son un sello" y "la esencia de la cuarta transformación, ejemplo para el mundo".
Sostuvo que cuando los recursos se distribuyen abajo no sólo se combate la pobreza, sino que se apoya el mercado y la economía del país.
La presidenta cumplió este sábado su segundo y último día de trabajo por Chiapas, lo que le dio pie para comentar que antes de que asumiera el cargo, su antecesor, Andrés Manuel López Obrador le dijo que no dejara de salir al país todas las semanas, que siguiera cerca del pueblo y que no se quedara sólo en el Palacio Nacional, lo cual ella ya había pensado
"La verdad, fue uno de los mejores consejos que me dio. No hay nada más hermoso que estar cerca del pueblo porque eso es lo que nos distingue a los gobiernos que venimos de la cuarta transformación; no somos gobiernos que venimos de las élites, de alguien que nos puso desde arriba, somos gobiernos del pueblo, gobernamos para el pueblo y vivimos por el pueblo de México".

Rumbo a la seguridad energética
Antonio Gershenson
A lo largo de las ponencias en el Congreso de la Unión (Cámara de Diputados) quedaron expuestos nuevamente los motivos que durante los sexenios neoliberales impusieron la Reforma Energética de Peña Nieto. El resultado, como ya lo conocemos, fue la enorme libertad que las empresas privadas tuvieron para disponer de nuestros recursos sin mayor recato y con la fantasía de que, por fin, desaparecerían por siempre las empresas estatales.
A partir de 2018, con el triunfo de la coalición Morena, Partido del Trabajo y el Verde, inició el difícil rescate de la industria energética nacional. Han sido innumerables los obstáculos para concretar lo que en la presente Legislatura se ha logrado: devolverle el carácter de empresas públicas del Estado, tanto a Petróleos Mexicanos (Pemex), como a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ya ha firmado lo que, por ley, nos correspondía al pueblo mexicano, ser el beneficiario de los recursos naturales que se encuentran sobre y bajo el suelo nacional.
Este no es un simple rescate. El estudio de cómo desentrañar los contratos tramposos y superlucrativos con empresas extranjeras y nacionales privadas, permitió el análisis del posible perfeccionamiento de todas aquellas leyes que van a permitir la investigación y la extracción más adecuada y óptima de los recursos con los que todavía contamos para algunas décadas próximas. La reforma presentada por la Presidenta de la República es un eje estratégico para el desarrollo nacional, según lo ha declarado.
Tampoco es sólo una simple herencia para las actuales y futuras generaciones, es el inicio de una nueva propuesta de conceptos y de lenguaje, ya que por primera vez se ha utilizado el término justicia energética cuyo significado tendrá una gran trascendencia. Y así seguirán apareciendo nuevas propuestas para conocer más a fondo lo que tenemos en nuestro haber nacional. Esta reforma es un eje estratégico para el desarrollo nacional, según lo ha declarado Sheinbaum.
Entendemos que los partidos de derecha representantes de la oligarquía nacional y extranjera en el Congreso, no se darán por vencidos en su intento por revertir todo aquel avance relacionado con la desprivatización de los recursos naturales.
Estamos en una etapa de transición en varios rubros de la vida nacional. Y aunque todavía continúe la inversión de empresas privadas nacionales y extranjeras para avanzar con mayor rapidez en el crecimiento y consolidación de la industria energética, sabemos que las desventajas para el país serán cada vez menos.
Reiteramos nuestra posición histórica a favor del cambio profundo de la realidad. Y reiteramos, asimismo, que nuestra ideología de izquierda es a favor de que la conservación, así como la industrialización de todos los recursos naturales, sean en beneficio absoluto para nuestros pueblos y naciones de México.
Coincidimos en ese sentido con las declaraciones del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando dejó en claro que México no está en venta y apoyamos, ciento por ciento, a la presidenta Sheinbaum cuando reitera que a México se le respeta. La ciudadanía debe estar alerta para que ninguna reforma energética saqueadora vuelva a repetirse.
Las críticas a las políticas públicas del actual gobierno, se desdibujan cada vez más pues, hasta el momento, ninguna de las escasas propuestas por parte de los partidos de oposición garantizan una certeza energética clara para los años próximos.
Regresar a las inversiones extranjeras con contratos leoninos con empresas de dudoso origen monetario de sus fondos, sería un suicidio. Por esa razón, el surgimiento de un nuevo lenguaje comercial, está naciendo en esta nueva etapa del rescate de las empresas más importantes para la economía nacional: Pemex y la CFE.
Tenemos la seguridad de que las nuevas tareas de la Secretaría de Energía, como es la creación de una comisión nacional que aplique la justicia energética, se logrará en corto tiempo. Ya que es importante acelerar la transición hacia las energías limpias que ya conocemos y que han sido avaladas por, no sólo la comunidad científica nacional y mundial, sino por la misma población: energía eólica, geotérmica, nuclear, solar y marítima entre otras.
(Colaboró Ruxi Mendieta)     antonio.gershenson@gmail.com

¿Despolitizar a Vlady?
Claudio Albertani*
Este año se conmemora el 20 aniversario del fallecimiento de Vlady (Vladimir Kibalchich Rúsakov, Petrogrado 1920–Cuernavaca, Morelos, 2005), uno de los mayores pintores contemporáneos de México. Fue un artista completo: muralista, pintor de caballete, grabador, dibujante, paisajista, retratista, figurativo y también abstracto, sin dejar de tener un toque surrealista.
Nombró Las revoluciones y los elementos al portentoso conjunto muralístico que pintó en la Biblioteca Lerdo de Tejada y El despertar de las revoluciones al que realizó en el Palacio Nacional de Managua, Nicaragua. Entró así en la historia del arte como protagonista de una nueva estación del muralismo, trastocando la idea de revolución tal y como la entendían, por ejemplo, Siqueiros y Diego Rivera. Dedicó además un tríptico de grandes dimensiones a León Trotsky convirtiendo al fundador del Ejército Rojo en un héroe mítico, más allá de su papel histórico. Gracias al pincel de Vlady, la gesta de un personaje que –con razón o sin ella– encarna a la revolución traicionada, adquiere los rasgos de la lucha épica de la libertad contra el poder y de la vida contra la muerte, como dice Araceli Ramírez Santos, investigadora del Centro Vlady.
Habría que añadir que el pintor ruso-mexicano nunca se presentó a sí mismo como un revolucionario. No lo necesitaba; la revolución era su planeta espiritual, de ahí venía. Era uno de sus hijos rebeldes. Jamás hizo alarde de militancia alguna, a pesar de que, en Francia, a finales de los años 30 y luego aquí en México, fue integrante del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), el partido comunista disidente de España, exterminado por la acción conjunta de Franco y de Stalin. En los años 40, ilustró, junto a otros pintores que se volverían famosos –el catalán Josep Bartolí, por ejemplo– la revista Mundo, una publicación antitotalitaria, importante, aunque poco conocida, en la que colaboraban su padre, el escritor Victor Serge, socialistas, anarquistas, poumistas y tránsfugas del comunismo soviético.
Y, sin embargo, no se podría definir a Vlady como un artista comprometido, en el sentido tradicional de estar al servicio de una ideología política. El pintor ruso-mexicano no buscaba explicar ni convencer; tampoco interpretaba el mundo. Pintaba sus fantasmas y sus obsesiones: el erotismo, sin duda, pero sobre todo el trauma de ser sobreviviente de la aventura humana más grandiosa del siglo XX convertida en pesadilla.
La contradicción es el motor del mundo, solía decir. Rechazaba las vanguardias postimpresionistas y, en la pintura, fue un revolucionario conservador que para renovar el oficio mantuvo un diálogo constante con los clásicos del pasado: venecianos, españoles, flamencos… Tal y como lo señaló Avelina Lésper –en Vlady y sus mitos, memorable conferencia dictada en el Colegio de San Ildefonso– optó por instalarse en una ficción del Renacimiento italiano. Por esta vía el afán de perfección que lo devoraba se volvió un acicate para seguir buscando, experimentando y revolucionando.
En el camino, creó un mito más: la técnica veneciana. Algunos lo tomaron al pie de la letra, pero es evidente que es una imagen poética entre las muchas que creó. En realidad, Vlady tiene poco que ver con los maestros renacentistas; cuando mucho se puede decir que inventó su propia técnica inspirado en dichos maestros. Para convencerse es suficiente visitar la Escuela Grande de San Rocco o la Galería de la Academia, en Venecia donde están colgados los cuadros de sus héroes: Giorgione, Tiziano, Veronese, Tintoretto, Tiepolo... En Italia, por cierto, el término técnica veneciana ni siquiera se usa, sencillamente porque nunca existió como tal. Hubo, eso sí, una escuela veneciana con pintores que emplearon distintas técnicas a lo largo de por lo menos cuatro siglos.
Tiene razón Avelina: la obra de Vlady no es veneciana, sino romántica, saturada de nostalgias y heroísmos. Sus colores –añado yo– le deben más a México que a los pintores de la ciudad lagunar. Es claro, por otra parte, que dicha obra se presta, como cualquier otra, a múltiples lecturas, no a una sola. Sabemos que toda interpretación está en movimiento y que la ortodoxia es una cárcel del pensamiento, más aun cuando se intenta comprender a un pintor tan entregado a la transgresión como Vlady. No obstante, percibo un intento pernicioso de hacer a un lado las implicaciones políticas de su legado. Se dice, por ejemplo, que transitó de la Revolución al Renacimiento, como si en la madurez hubiese al fin encontrado su lugar en el mundo dejando atrás la pasión subversiva de sus años juveniles. Nada más alejado de la realidad. En el otoño de su vida, Vlady se entusiasmó tanto con la rebelión indígena de México que viajó a Chiapas, armado con sus famosos cuadernos. De esta manera, los zaratustras de la selva –así nombra a los zapatistas en sus notas– motivaron el último ciclo de su saga de las revoluciones modernas, plasmado, entre otras, en dos grandes obras: Descendimiento y ascensión (también conocido como Rokera zapatista) y Tatic Samuel.
Encasillar a Vlady en la llamada Generación de la Ruptura, a la cual contribuyó a crear, tampoco me parece acertado. Es otra manera de descafeinarlo. Sin duda, compartió con aquellos creadores un potente afán de libertad y la urgencia de emancipar el arte del control estatal. Sin embargo, con la notable excepción de Bartolí que procedía de otra revolución traicionada –la española–, a los demás integrantes de la Ruptura la política importaba poco. A la postre, como lo he señalado en varias oportunidades, Vlady rompió con la Ruptura y con la vanguardia mexicana. Preguntado al respecto en una ocasión, declaró que la única verdadera ruptura en la historia del arte mexicano había sido el muralismo. Así que Vlady no es de nadie: desde 2023 es patrimonio de la nación y, yo diría, de la humanidad.
* Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México