jueves, 25 de abril de 2024

Pedro Sánchez analiza dimitir a la presidencia del gobierno español.

Grupo de ultraderecha acusa a su esposa de corrupción
Pregunta si todo esto vale la pena // El lunes, su decisión
Armando G. Tejeda  Corresponsal
Periódico La Jornada  Jueves 25 de abril de 2024, p. 27
Madrid. El presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, anunció ayer de manera sorpresiva que analiza su posible renuncia, y calificó de falsas las acusaciones de tráfico de influencias y corrupción por las que la justicia decidió investigar a su esposa, Begoña Gómez, tras una demanda presentada por la organización Manos Limpias, que se ha caracterizado por entablar querellas principalmente por causas de la derecha.
Necesito parar y reflexionar. ¿Merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. Me urge responderme a la pregunta de si debo continuar al frente del gobierno o renunciar a este alto honor, indicó Sánchez en carta abierta dirigida a la ciudadanía y divulgada en sus redes sociales, después de una sesión parlamentaria en la que tanto el derechista Partido Popular (PP) como la extrema derecha de Vox cuestionaron su responsabilidad en la actuación de su esposa, que según versiones periodísticas, utilizó su posición para hacer negocios personales y auxiliar a empresarios afines con rescates para los que usó fondos públicos.
La investigación preliminar sobre Begoña Gómez por sospechas de tráfico de influencias y corrupción fue abierta el 16 de abril, tras la denuncia de Manos Limpias, colectivo cercano a la extrema derecha, anunció ayer el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
Las diligencias son secretas, atajó la corte.
Sánchez, de 52 años, relegido por el Parlamento en noviembre pasado, informó que el próximo lunes dará a conocer su decisión.
El presidente del gobierno español rechazó la denuncia que, a su juicio, está basada en hechos inexistentes.
No soy ingenuo. Estoy consciente de que denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, sino por ser mi esposa, escribió.
▲ El socialista Pedro Sánchez, presidente del gobierno español, en imagen de archivo.Foto Afp
Se trata de una operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire, para hacerme desfallecer en lo político y en lo personal atacando a mi esposa. Esta estrategia lleva meses perpetrándose, por tanto, no me sorprende la sobreactuación del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y del dirigente de Vox, Santiago Abascal. En este atropello tan grave como burdo, ambos son colaboradores necesarios junto a una galaxia digital ultraderechista y la organización Manos Limpias.
La decisión de la justicia se conoció después de que el medio digital El Confidencial reportó que los investigadores examinaban los vínculos de Gómez con con el grupo turístico español Globalia, propietario de la aerolínea Air Europa, cuando esta última mantenía conversaciones con el gobierno para conseguir un rescate durante la pandemia de covid-19.
Entonces, Gómez dirigía el IE Africa Center, fundación relacionada con la escuela de negocios Instituto de Empresa (IE), cargo que abandonó en 2022.
El Confidencial publicó que el IE Africa Center firmó en 2020 un acuerdo de patrocinio con Globalia y que la esposa del jefe de gobierno “se reunió en privado con el consejero delegado del holding turístico, Javier Hidalgo, en las oficinas de la compañía”.
En noviembre de 2020, el gobierno de Sánchez ofreció una línea de ayuda de 475 millones de euros a Air Europa, surgida de un fondo de 10 mil millones de euros destinados a apoyar a empresas estratégicas en dificultades por la pandemia.
La compañía española fue la primera de muchas otras que se beneficiaron de ese fondo.

Cerca de 282 millones sufrieron inseguridad alimentaria aguda en 2023: informe
La gente de Gaza intenta desesperadamente conseguir comida en un punto de distribución de UNRWA. Foto UNRWA   Foto autor
Afp
24 de abril de 2024 17:39
París. La inseguridad alimentaria empeoró en el mundo en 2023 y cerca de 282 millones de personas necesitaron ayuda de emergencia a causa de los conflictos, especialmente en Gaza y Sudán, así como por episodios climáticos extremos y crisis económicas, reveló un informe divulgado el miércoles.
El número de personas en situación crítica aumentó en 24 millones respecto a 2022, según este informe elaborado conjuntamente por 16 agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y organizaciones humanitarias.
Situación preocupante en Haití
En América Latina destaca el caso de Haití, donde la violencia y la inestabilidad política provoca que 1.8 millones de personas se encuentren en una situación de extrema vulnerabilidad alimentaria, es decir 200 mil más que en 2022.
Globalmente es el quinto año consecutivo en el que el número de personas en estado de inseguridad alimentaria aguda aumenta en el mundo.
Unas 700 mil personas se hallaban al borde de la hambruna en 2023, de las cuales 600 mil se encuentran en Gaza. Una cifra que aumentó en ese territorio palestino en los últimos meses a causa de la guerra entre Hamás e Israel.
Peor es la situación en Sudán, protagonista de la peor crisis de refugiados mundial y en guerra desde hace un año, y donde otros 8.6 millones de personas se agregaron a la lista de afectados por la inseguridad alimentaria (20.3 millones en total en el país).
“Hay un claro deterioro en el contexto de crisis alimentarias clave como Sudán y la Franja de Gaza”, explicó a la agencia de noticias AFP Fleur Wouterse, directora adjunta de la oficina de urgencia y resiliencia de la agencia de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Desde el lanzamiento del informe en 2016 por parte de la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias, una alianza que reúne a organizaciones de la ONU, la Unión Europea, los Estados Unidos y otras organizaciones humanitarias, “el número de personas en situación de inseguridad alimentaria ha aumentado de 108 millones a 282 millones, mientras que la prevalencia (la proporción de la población afectada dentro de las áreas concernidas) ha aumentado de 11 a 22 por ciento”, señala Fleur Wouterse.
Y la crisis alimentaria ha persistido desde entonces en Afganistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, Nigeria, Siria y Yemen, destaca.
La vulnerabilidad de los refugiados
En América Latina, la llegada constante de migrantes y refugiados a Colombia, Perú y Ecuador constituye una fuente de preocupación, además del impacto del fenómeno climático El Niño.
En Colombia, por ejemplo, mientras que solamente 3 por ciento de la población autóctona se enfrentó a una situación alimentaria severa (1.6 millones de personas), el 62 por ciento de los migrantes y refugiados (2.9 millones) se hallaba en esa situación de vulnerabilidad.
Venezuela también es uno de los países “que ha sido identificado como preocupante en todas las ediciones” de este informe, recuerdan los autores.
A pesar de que la producción de cereales aumentó, la inflación fue el gran problema del país caribeño, donde “el precio de la canasta básica siguió siendo cuatro veces más alta que el salario mensual”.
“En un mundo de abundancia, los niños mueren de hambre. Las guerras, el caos climático y la crisis del costo de vida, combinados con una acción inadecuada, resultan en cerca de 300 millones de personas enfrentando una crisis alimentaria aguda en 2023”, lamenta el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, en el prólogo del informe.
“Los gobiernos deben fortalecer los recursos disponibles para el desarrollo sostenible”, insta. Especialmente porque los costos de distribución de la ayuda han aumentado.
“La crisis alimentaria mundial es fundamentalmente una crisis moral”, reaccionó la organización Oxfam mediante un comunicado.
Para 2024, el desarrollo “dependerá del cese de las hostilidades”, señala Fleur Wouterse. “Tan pronto como los accesos humanitarios” a Gaza y Sudán sean posibles, por ejemplo, la ayuda podría “mitigar rápidamente” la crisis alimentaria, dice.

26 de abril de 1937: Guernica no se olvida
Claudio Albertani
En 1933, H. G. Wells publicó una novela distópica, La forma de las cosas por venir, en la cual formulaba advertencias apocalípticas sobre el futuro de la humanidad. Los magníficos horrores del pasado, anotaba el escritor, se quedarían cortos ante la Nueva Guerra (con mayúsculas), misma que desembocaría en la masacre científica de la humanidad borrando la antigua distinción entre combatientes y población civil.
Muy pronto se supo que no era ciencia ficción. Narra el historiador británico Paul Preston en La muerte de Guernica que el 19 de julio de 1936, tras el levantamiento militar contra la República Española, Emilio Mola, uno de los generales golpistas, sermoneó así a los alcaldes de la provincia de Navarra: “Hay que sembrar el terror… hay que dar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros”.
Lo peor estaba por venir. Hacia principios de 1937, los nacionales atestados frente a Madrid y derrotados en Guadalajara, abandonaron la idea de una ofensiva generalizada optando por avanzar palmo a palmo. El primer objetivo fue el norte, aislado del resto de la república a causa del bloqueo naval y la caída de las ciudades fronterizas de Irún y San Sebastián. Controlar esa región era de­cisivo, pues contaba con la mayor parte de la industria metalúrgica, fábricas de armamento y abundantes reservas minerales.
Encargado de la operación, Mola contaba con el apoyo aéreo de la aviación legionaria de Mussolini y, sobre todo, con la aguerrida y tecnológicamente avanzada Legión Cóndor, conformada por unos 3 mil 800 hombres al mando del general Hugo Sperrle. Su jefe de estado mayor, el coronel Wolfram von Richthofen, era un nazi conocido por su crueldad y altanería.
Desde el comienzo de la campaña, los alemanes habían estado experimentando técnicas de combate, los tristemente célebres bombardeos en alfombra destinados a causar terror en la población civil. Pero Franco pensaba que no era suficiente: a los vascos lealistas había que propinarles un castigo ejemplar. Escogió Guernica (Gernika, en vasco), pequeña ciudad de unos 7 mil habitantes símbolo de la independencia y la identidad vascas.
El 26 de abril de 1937, lunes, era día de mercado. Las calles de Guernica estaban repletas de hombres, mujeres y niños pues, además de los vecinos, se encontraban cientos de refugiados y otros tantos campesinos que acudían a vender sus productos. El bombardeo se inició a las 16:40 y se extendió por más de tres horas interminables. El plan –nombre en clave Operación Rügen (castigo, en alemán)– seguía una lógica implacable: en un primer momento, los bombarderos arrojaron bombas pesadas y granadas de mano de manera metódica, área tras área. Luego, los aviones de caza ametrallaron a la multitud aterrorizada para que buscara resguardarse en los refugios subterráneos y, por último, los Junkers 52 lanzaron unas 3 mil bombas incendiarias pesadas para que las casas se derrumbasen sobre sus víctimas.
La operación perseguía dos objetivos distintos: el de Franco y el de los alemanes. El Generalísimo quería asestar un golpe definitivo a la moral del pueblo y del ejército vascos; los alemanes, en cambio, experimentaban nuevos artefactos bélicos, los mismos que emplearían en la Segunda Guerra Mundial. Como fuere, de las 300 casas que tenía Guernica, 71 por ciento fueron destruidas, 7 por ciento quedaron gravemente dañadas y 22 por ciento sufrieron daños parciales. Según el gobierno vasco, hubo mil 654 muertos y 900 heridos, todos civiles. Había nacido un nuevo paradigma bélico: la guerra total en la cual el conjunto del territorio enemigo y de sus habitantes se torna objetivo militar. Richthofen anotó en su diario: Me porté en Guernica de manera algo maleducada.
Los nacionales hicieron lo posible por negar la realidad. A las 9:30 del día 27, Franco –quien al principio de la guerra había manifestado la necesidad de matar a un millón de obreros españoles– mintió descaradamente desde Radio Salamanca: “Hemos respetado a Guernica como respetamos todo lo español. Los rojos destruyeron a Guernica para lanzar la propaganda que tenían preparada”. Sin embargo, el mundo no tardó en conocer la verdad gracias al valiente periodista inglés George L. Steer, quien se encontraba en la región como enviado especial del The Times de Londres. Atraído por el resplandor del incendio que se apreciaba desde lejos, llegó a Guernica horas después de la tragedia. En el hospital, contó 40 cadáveres de mujeres tendidos en el piso tapizado de sangre. Deambulando por las calles saturadas de cuerpos sin vida, encontró el trozo de una bomba con un águila alemana dibujada y en otro artefacto leyó la palabra Roma.
En ese momento, Pablo Picasso había re­cibido el encargo de una obra por parte del gobierno republicano español, en vista de la Exposición Universal de París que tendría lugar del 25 de mayo al 25 de noviembre. Cuando leyó el reportaje de Steer –publicado en Francia por el diario comunista L’Humanité– se puso a trabajar en lo que sería una de sus creaciones más famosas e impactantes: Guernica . En este óleo de 3.50 por 7.80 metros, en el que se cruzan elementos de cubismo, expresionismo y surrealismo, la estética dialoga con la protesta social y la creatividad con la crítica política. El cuadro produce un efecto sobrecogedor, enfatizado por la dimensión monumental y los colores blanco y negro. Preguntado sobre su significado, Picasso contestó que la pintura no está hecha para decorar paredes, sino que es un instrumento de guerra defensivo y ofensivo contra el enemigo. Tenía razón: durante la dictadura franquista, poseer una imagen de la obra era un delito. Hoy, 87 años después, la obra sigue siendo el emblema de la bestialidad nazifascista.