jueves, 25 de abril de 2024

A 60 años de la Lucha contra Bandidos en Cuba.

Rosa Miriam Elizalde
La ritualidad del poder es cosa probada. Hace 60 años, cuando le preguntaron al jefe de una expedición para liberar a Cuba de los comunistas por qué había dejado Miami y se había lanzado a semejante aventura –fue capturado y pasó 22 años en prisión–, respondió que los exilados quieren que se mate mucha gente para levantar presión con los estadunidenses y empujarlos a una guerra. Eloy Gutiérrez Menoyo había sido comandante del ejército rebelde y luego director militar de Alpha 66, organización terrorista creada por la CIA.
Las declaraciones de Gutiérrez Menoyo se produjeron en un contexto particular, la llamada Lucha contra Bandidos, como se conoce la ofensiva contra los grupos armados que intentaron imitar la guerrilla dirigida por Fidel Castro, pero con signo contrarrevolucionario, entre 1960 y 1965. El Programa de Acción Encubierta contra el Régimen de Castro, propuesto por la CIA y aprobado por el presidente Dwight D. Eisenhower el 17 de marzo de 1960, autorizó la creación de una organización secreta de inteligencia y acción dentro de Cuba, con los fondos necesarios para sostener un foco militar en las montañas de El Escambray, cordillera del centro de la isla.
El próximo 28 de abril se cumplen 60 años del asesinato de Alberto Delgado Delgado, un campesino que logró infiltrarse en los grupos más violentos que operaban en El Escambray. Gracias a su habilidad e inteligencia se pudieron detener a más de 40 alzados sin disparar un tiro, pero atrajo las sospechas de la banda restante. Murió bajo terribles torturas sin revelar su verdadera filiación política. La vida de este hombre ejemplar se convirtió en un clásico del cine cubano, El hombre de Maisinicú (1973), del director Manuel Pérez Paredes, y fue uno entre muchos episodios heroicos que condujeron a la extinción de los alzados.
Pero la historia es circular: vuelve una y otra vez al mismo punto. La Casa Blanca sigue apostando a la misma trama y alentando los alzamientos que, desde luego, deben ejecutar en Cuba los primos o antiguos vecinos del ala terrorista de la emigración cubana. Llevamos seis décadas de repeticiones en las que Miami pone las arengas de combate y la orquesta con sus himnos de guerra transmitidos a toda potencia desde las emisoras de Florida y, ahora, en las plataformas sociales. Del otro lado, el heroísmo se sitúa a la altura del hombre y la mujer de la calle que tienen que bregar con este drama nacional y su poderosa mezcla de dificultades: la escasez, los apagones, la inflación, las colas para comprar alimentos, la precariedad del transporte público...
Nadie sale indemne de este ciclo infinito. La idea del conflicto permanente como método es un ostensible ejercicio de crueldad y una bomba de tiempo. La larga duración, la aspereza y la incapacidad de las sucesivas administraciones estadunidenses para despojarse del espíritu de la guerra fría han envenenado una relación que podría haberse conducido en términos de mayor racionalidad, algo que parece alejarse aún más del horizonte si llega Donald Trump a la Casa Blanca.
No olvidemos que la guerra fría ha dado muchas ventajas a Washington y sirvió, entre otras cosas, para asustar a la gente y generar sumisión al poder y espíritu patriótico. En los años 50, el gobierno de EU construyó refugios contra bombardeos y radiaciones y alentó a la población civil a que construyera sus propios búnkeres en los sótanos de sus casas. La Internet que hoy conocemos surgió de la idea de crear redundancia en los sistemas de comunicación ante la supuesta inminencia de un ataque atómico de la Unión Soviética.
Hay nostalgia por la guerra fría, sólo que en otra era de la humanidad en que la capacidad de inventar, adoptar y adaptar las llamadas nuevas tecnologías no está sólo en manos de un par de países. Las invasiones militares han sido sustituidas por la guerra a distancia, mercenarios, asesinatos selectivos y operaciones especiales puntuales. Los pretextos para violentar la soberanía de cualquier nación suelen ser ridículos. Las redes, donde convive habitualmente más de 70 por ciento de la población mundial, son máquinas de lavado para la desinformación, mientras la capacidad de engaño de la inteligencia artificial multiplica de manera exponencial la mentira, la polarización y el odio. El bandidismo de antaño florece bajo el cuidado de los uniformados que han convertido el ciberespacio en la última milla de control militar.
Si a ese coctel se añade lo que se está viviendo en el Medio Oriente, con el hijo putativo de Estados Unidos masacrando a Palestina sin freno alguno, el mayor riesgo para Cuba no radica en que la fórmula de la que hablaba Gutiérrez Menoyo siga repitiéndose hasta el infinito y más allá, con su cuota de fracaso incluida. El peligro real es que logren escalar hacia la guerra caliente en el Caribe, gracias a la actitud negligente y sonámbula del gobierno de Estados ­Unidos, que apuesta a replicar en el próximo verano las protestas de julio de 2021.
La guerra fría, moldura que condicionó hace 60 años la Lucha contra Bandidos en Cuba, jamás tuvo tanta capacidad como ahora para la creatividad perversa al servicio de un objetivo racional de poder.

Arriban cientos a Ciudad Juárez
▲ Unas 800 personas procedentes de países como Venezuela, Colombia, Ecuador y Guatemala, entre ellos varios menores de edad y bebés, llegaron ayer a Ciudad Juárez sobre un tren de carga. Antes estuvieron varados por casi tres horas en un retén militar y del Instituto Nacional de Migración conocido como Precos, donde tomaron piedras y palos para evitar ser bajados de los vagones. Ante las amenazas y la presencia de reporteros, los encargados del puesto permitieron el paso del convoy, que avanzó sin más interrupciones hasta la urbe fronteriza.Foto Afp, con información de Jesús Estrada, corresponsal

Juzgan por delitos menores a 139 personas que entraron de forma violenta en EU
Rubén Villalpando  Corresponsal
Periódico La Jornada  Jueves 25 de abril de 2024, p. 12
Ciudad Juárez, Chih., De 220 migrantes detenidos por el Departamento de Seguridad Pública de Texas el 22 de marzo pasado, cuando más de 300 indocumentados cruzaron de manera violenta la malla ciclónica y agredieron a elementos de la Guardia Nacional texana en el río Bravo para llegar a la puerta 36 y solicitar asilo político, 141 de ellos fueron judicializados.
Con un gran jurado de 12 personas en El Paso, el fiscal de distrito Bill Hicks fincó cargos a 140 extranjeros por participación en disturbios menores y acusó a uno de delitos mayores, a pesar de que un juez del tribunal del condado dictaminó que no había causa probable para los arrestos de los migrantes por parte de las fuerzas de operación del estado de Texas.
El juez del tribunal de ley 7 del condado, Rubén Morales, dictaminó el pasado 22 de abril, después de una audiencia de casi tres horas, que los agentes de operación no proporcionaron una causa probable para arrestar a 140 personas por un disturbio en el muro fronterizo, cerca de la zona del Valle Bajo de El Paso.
Por lo anterior ordenó liberarlos de la cárcel del condado, aunque su situación jurídica fue cambiada por el fiscal Hicks y el gran jurado.
El mismo fiscal expresó que el fallo del juez local se limitaba a la declaración jurada de la denuncia que tenía delante, (y eso) nos permitió llevar el caso de manera más amplia al gran jurado.
Funcionarios de El Paso que se encargaron de la defensa de los migrantes presos en la cárcel del condado explicaron que la fiscalía estatal hizo que se imputaran 140 casos menores y otro de mayores básicamente de la noche a la mañana, mientras tenemos cientos y cientos de casos graves en espera de ser acusados por más de un año. Pueden decir todo lo que quieran, que no se trata de política y no se trata de leyes de migración, pero sus acciones gritan lo contrario, señalaron.
El fiscal Hicks indicó que tradicionalmente, reservamos el gran jurado para la acusación de delitos graves y no les llevamos los delitos menores; sin embargo, cuando hay una pregunta sobre la causa probable, creo que es justo llevar estos casos ante 12 ciudadanos de nuestra comunidad como lo hicimos.
Además, por este incidente y otros en días posteriores, de centro y sudamericanos, en su mayoría venezolanos, que intentaron ingresar por la fuerza a Estados Unidos, el gobernador de Texas, Greg Abbott, envió 700 elementos extras de la Guardia Nacional a la zona.