Inmueble dañado por los combates en la región de Jersón, ocupada anteriormente por las fuerzas rusas. Foto Afp / Archivo
Funcionarios rusos de alto nivel llegaron a Teherán para discutir la compra de misiles balísticos, cuando Irán busca mostrar una cooperación más profunda entre los dos países. Vía Graphic News
Moscú. En lo que tiene visos de convertirse –a menos que sea una estratagema para tender una trampa al enemigo– en hasta ahora la mayor derrota militar de Rusia en Ucrania, el ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigu, ordenó este miércoles comenzar la retirada de todas las tropas y armamento hacia el otro lado del Dniéper en la región de Jersón, decisión que implica abandonar la zona completa de la margen derecha del río, incluida la capital regional homónima, en manos del ejército ruso desde comienzos de marzo pasado.
Este repliegue parcial no es, ni mucho menos, el final de la guerra y ni siquiera equivale a abandonar la mayor parte de Jersón. Para ponerlo en cifras, incluyendo lo que se piensa abandonar a partir de este miércoles, Ucrania ha podido recuperar desde el pasado 24 de febrero, cuando empezó la invasión, cerca de 62 mil kilómetros cuadrados de territorio.
Pero Rusia, aun perdiendo los casi cinco mil kilómetros de la zona de Jersón que va a dejar, seguirá teniendo 65 mil kilómetros de suelo ucranio ocupado, sin contar los 43 mil 500 kilómetros de Crimea y la tercera parte de Doniestk y Lugansk que tiene desde 2014.
Sin embargo, la retirada parcial de Jersón por parte de Rusia tiene gran simbolismo por tratarse de la única capital regional de Ucrania, que desde comienzos de marzo pasado se encontraba en manos del ejército ruso y hace apenas 41 días Rusia consumó la anexión de ese territorio, junto con Donietsk, Lugansk y Zaporiyia, sin tener bajo su control la totalidad de ninguno de los cuatro.
En ese sentido, es un duro golpe para la imagen del Kremlin que había proclamado Jersón como parte de la Federación Rusa y, también, para la moral de las tropas rusas y sus generales, ya severamente criticados cuando optaron por el repliegue en la región de Járkov o en el fallido intento, en los primeros días de la invasión, de asaltar la capital ucrania, Kiev.
La televisión pública rusa hizo la tarde de este miércoles una conexión con el centro de mando de las tropas de lo que aquí todavía siguen llamando “operación militar especial”, donde el general Serguei Surovikin explicó al ministro Shoigu la situación en el frente de Jersón y sugirió iniciar la retirada de las tropas como “medida táctica” hacia la margen derecha, también llamada occidental, del río Dniéper, para fortificarse ahí y trasladar parte de los efectivos a otros frentes de combate en Donietsk y Lugansk.
“Estoy de acuerdo con sus conclusiones y recomendaciones. Proceda a comenzar ese repliegue”, ordenó Shoigu en el fragmento transmitido por los distintos canales de televisión, tras escuchar un presumible balance de éxitos y fracasos de Surovikin, quien dijo que lo “más importante es salvaguardar la vida de nuestros combatientes, aparte de que hay fuertes problemas logísticos y los suministros son cada vez más difíciles”.
Desde que hace días comenzó la evacuación de los habitantes de la ciudad de Jersón y de los poblados colindantes, que las autoridades ucranias consideran “deportación” hacia Rusia, funcionarios de ambos países alertaron que estaba por comenzar la “gran batalla por Jersón” (la estratégica capital de la región de igual nombre) y uno de ellos, el vicegobernador impuesto por Moscú, Kiril Stremousov, en trágica coincidencia perdió la vida este miércoles, aparentemente en un accidente de tráfico.
Del lado de Ucrania, nadie duda que la retirada rusa se debe a la ofensiva de su ejército, que amenazaba con rodear a los cerca de 12 mil soldados rusos atrincherados en Jersón, debacle que no podía permitir el Kremlin.
Algunos funcionarios ucranios son escépticos, como Natalia Gumeniuk, vocera del grupo Sur del ejército, y Mikhailo Podolyak, asesor de la presidencia, que señalaron este miércoles que se podrá constatar que las tropas rusas se fueron de Jersón sólo después de que ondee la bandera ucrania en esa capital regional.
Sostienen que podría ser una especie de trampa del general Surovikin, toda vez que desde hace días la inteligencia ucrania tiene reportes de militares rusos vestidos de civil que, dentro de las casas, se preparan para recibir no con flores, sino con balazos y bombazos al ejército ucranio.
Otros, menos adeptos a la conspiradorología, creen que, habida cuenta de la inminencia del invierno que va a dificultar mucho los combates entre rusos y ucranios, el repliegue de Jersón, pese al elevado precio que tiene para el Kremlin, podría dar ahí un respiro al ejército de Rusia hasta la próxima primavera, en una especie de pausa táctica.
Y para que el retiro no parezca una humillación, Surovikin ordenó este miércoles redoblar los ataques rusos en los frentes de Donietsk y Lugansk, donde ambas partes sufren numerosas bajas y, a la vez, ninguna avanza ya durante varias semanas.
Funcionarios rusos de alto nivel llegaron a Teherán para discutir la compra de misiles balísticos, cuando Irán busca mostrar una cooperación más profunda entre los dos países. Vía Graphic News.
Rusia ordena el repliegue parcial de Jersón como medida táctica
La Defensa argumenta que hay fuertes problemas logísticos en la región
▲ En imagen del pasado 20 de mayo, vista aérea de la ciudad de Jersón, en medio de la acción militar rusa en Ucrania. Ayer el Kremlin ordenó la salida de sus tropas de un lado del río Dniéper.Foto Afp
Juan Pablo Duch Corresponsal
Periódico La Jornada Jueves 10 de noviembre de 2022, p. 32
Moscú. En lo que tiene visos de convertirse –a menos que sea una estratagema para tender una trampa al enemigo– en hasta ahora la mayor derrota militar de Rusia en Ucrania, el ministro ruso de Defensa, Serguei Shoigu, ordenó ayer comenzar la retirada de todas las tropas y armamento hacia el otro lado del Dniéper en la región de Jersón, decisión que implica abandonar la zona completa de la margen derecha del río, incluida la capital regional homónima, en manos del ejército ruso desde comienzos de marzo pasado.
Este repliegue parcial no es, ni mucho menos, el final de la guerra y ni siquiera equivale a abandonar la mayor parte de Jersón. Para ponerlo en cifras, incluyendo lo que se piensa abandonar a partir de este miércoles, Ucrania ha podido recuperar desde el pasado 24 de febrero, cuando empezó la invasión, cerca de 62 mil kilómetros cuadrados de territorio.
Pero Rusia, aun perdiendo los casi 5 mil kilómetros de la zona de Jersón que va a dejar, seguirá teniendo 65 mil kilómetros de suelo ucranio ocupado, sin contar los 43 mil 500 kilómetros de Crimea y la tercera parte de Doniestk y Lugansk que tiene desde 2014.
Sin embargo, la retirada parcial de Jersón por parte de Rusia tiene gran simbolismo por tratarse de la única capital regional de Ucrania, que desde comienzos de marzo pasado se encontraba en manos del ejército ruso y hace apenas 41 días Rusia consumó la anexión de ese territorio, junto con Donietsk, Lugansk y Zaporiyia, sin tener bajo su control la totalidad de ninguno de los cuatro.
En ese sentido, es un duro golpe para la imagen del Kremlin que había proclamado Jersón como parte de la Federación Rusa y, también, para la moral de las tropas rusas y sus generales, ya severamente criticados cuando optaron por el repliegue en la región de Járkov o en el fallido intento, en los primeros días de la invasión, de asaltar la capital ucrania, Kiev.
La televisión pública rusa hizo la tarde de ayer una conexión con el centro de mando de las tropas de lo que aquí todavía siguen llamando operación militar especial, donde el general Serguei Surovikin explicó al ministro Shoigu la situación en el frente de Jersón y sugirió iniciar la retirada de las tropas como medida táctica hacia la margen derecha, también llamada occidental, del río Dniéper, para fortificarse ahí y trasladar parte de los efectivos a otros frentes de combate en Donietsk y Lugansk.
Estoy de acuerdo con sus conclusiones y recomendaciones. Proceda a comenzar ese repliegue, ordenó Shoigu en el fragmento transmitido por los distintos canales de televisión, tras escuchar un presumible balance de éxitos y fracasos de Surovikin, quien dijo que lo más importante es salvaguardar la vida de nuestros combatientes, aparte de que hay fuertes problemas logísticos y los suministros son cada vez más difíciles.
Desde que hace días comenzó la evacuación de los habitantes de la ciudad de Jersón y de los poblados colindantes, que las autoridades ucranias consideran deportación hacia Rusia, funcionarios de ambos países alertaron que estaba por comenzar la gran batalla por Jersón (la estratégica capital de la región de igual nombre) y uno de ellos, el vicegobernador impuesto por Moscú, Kiril Stremousov, en trágica coincidencia perdió la vida ayer, aparentemente en un accidente de tránsito.
Del lado de Ucrania, nadie duda que la retirada rusa se debe a la ofensiva de su ejército, que amenazaba con rodear a los cerca de 12 mil soldados rusos atrincherados en Jersón, debacle que no podía permitir el Kremlin.
Desconfianza de Ucrania
Algunos funcionarios ucranios son escépticos, como Natalia Gumeniuk, vocera del grupo sur del ejército, y Mikhailo Podolyak, asesor de la presidencia, quienes señalaron ayer que se podrá constatar que las tropas rusas se fueron de Jersón sólo después de que ondee la bandera ucrania en esa capital regional.
Sostienen que podría ser una especie de trampa del general Surovikin, toda vez que desde hace días la inteligencia ucrania tiene reportes de militares rusos vestidos de civil que, dentro de las casas, se preparan para recibir no con flores, sino con balazos y bombazos al ejército ucranio.
Otros, menos adeptos a la conspiradorología, creen que, habida cuenta de la inminencia del invierno que va a dificultar mucho los combates entre rusos y ucranios, el repliegue de Jersón, pese al elevado precio que tiene para el Kremlin, podría dar ahí un respiro al ejército de Rusia hasta la próxima primavera, en una especie de pausa táctica.
Y para que el retiro no parezca una humillación, Surovikin ordenó ayer redoblar los ataques rusos en los frentes de Donietsk y Lugansk, donde ambas partes sufren numerosas bajas y, a la vez, ninguna avanza ya durante varias semanas.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, declaró que el repliegue evidencia que tienen problemas reales, Rusia y el ejército ruso, mientras el secretario general de la alianza atlántica, Jens Stoltneberg, lo calificó de alentador.