lunes, 31 de octubre de 2022

Reanuda Rusia bloqueo de puertos y granos ucranios.

AP
El barco Navi-Star lleno de granos en el puerto marítimo de Odesa, en Odesa. Foto Ap / Archivo
Rusia reanudó el bloqueo de los puertos ucranianos el domingo, cortando las exportaciones de granos que se necesitan con urgencia en otras partes del mundo, en lo que el presidente estadunidense, Joe Biden, calificó como un acto “realmente escandaloso”.
Hablando en Wilmington, Delaware, Biden advirtió el sábado que el hambre mundial podría aumentar porque Rusia suspendió un acuerdo negociado por la ONU para permitir el paso seguro de barcos que transportan granos desde Ucrania, uno de los graneros del mundo.
“Es realmente escandaloso”, dijo Biden. “No hay mérito en lo que están haciendo. La ONU negoció ese acuerdo y ese debería ser el final”.
Biden habló horas después de que Rusia anunció que detendría de inmediato su participación en el acuerdo con el argumento de que Ucrania organizó un ataque con drones el sábado contra los barcos de la flota rusa en el Mar Negro ante la costa de la ocupada Crimea. Kiev ha desmentido el ataque.
Un barco que transportaba 40 mil toneladas de grano con destino a Etiopía bajo el programa de ayuda de Naciones Unidas no pudo salir de Ucrania el domingo como resultado del bloqueo ruso, tuiteó Oleksandr Kubrakov, ministro de infraestructura de Ucrania. No especificó de qué puerto ucraniano iba a zarpar el Ikraia Angel.
Esta iniciativa ha permitido que más de 9 millones de toneladas de cereales en 397 barcos salgan de forma segura de los puertos ucranianos desde que se firmó el acuerdo en julio. El jefe de la ONU, António Guterres, instó el viernes a Rusia y Ucrania a renovar el acuerdo cuando expire el 19 de noviembre. El pacto logró reducir los precios mundiales de los alimentos en un 15% desde su punto máximo en marzo, según la ONU.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, describió la decisión como predecible y dijo que Rusia ha agravado de forma deliberada la crisis alimentaria desde septiembre. En este momento hay unos 176 barcos cargados con grano que no pueden salir de puertos ucranianos, dijo.
“Esto es comida para más de 7 millones de consumidores (…) ¿Por qué un puñado de personas en algún lugar del Kremlin puede decidir si habrá alimento en las mesas de la gente en Egipto o Bangladesh?”, dijo el sábado en su mensaje nocturno a la nación.
Rusia solicitó una reunión el lunes del Consejo de Seguridad de la ONU para discutir el presunto ataque y la seguridad del corredor de granos del Mar Negro. Guterres retrasó un día un viaje a Argel para entablar conversaciones destinadas a poner fin a la suspensión del acuerdo de exportación de granos por parte de Rusia.
Las acciones de Rusia han provocado condenas internacionales. El jefe de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, instó a Rusia a revocar su decisión en un tuit el domingo. Stephane Dujarric, vocero del secretario general de la ONU, dijo que el organismo está en contacto con las autoridades rusas y que es vital que todas las partes eviten acciones que puedan socavar la iniciativa.
Rusia llevaba un tiempo fijando condiciones para no retirarse del acuerdo, según indicó el Institute for the Study of War, un centro de estudios con sede en Washington. Incluso si Ucrania ordenó el ataque a la flota del Mar Negro, habría sido proporcional a la campaña rusa de bombardeos contra infraestructura y objetivos civiles ucranianos en las últimas semanas, añadió el centro.
Moscú intensificó este mes sus ataques de misiles y drones contra centrales energéticas ucranianas, instalaciones de agua corriente y otra infraestructura clave. La ofensiva ha dañado el 40% de la red eléctrica ucraniana y obligado al gobierno a programar apagones.
En las últimas 24 horas, los misiles rusos han matado al menos a cinco personas y herido a nueve, según un comunicado de la oficina del presidente. En los intensos combates en el este de Ucrania, Rusia intenta tomar la ciudad de Bakhmut y varios centros y poblados de la zona han sufrido ataques.

De Ricardo Flores Magón a Julian Assange
Carlos Fazio /I
De la muerte de Ricardo Flores Magón en la penitenciaría de Leavenworth, en Kansas, Estados Unidos, el 21 de noviembre de 1922 −donde purgaba una pena de 22 años por el delito de anarquismo, pero formalmente sentenciado por la violación del Acta de Espionaje y el Acta de Enemigos−, al régimen de aislamiento que sufre hoy Julian Assange en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, en Londres, Inglaterra, en espera de ser extraditado a EU para ser sometido a acusaciones por conspiración y espionaje, han transcurrido 100 años.
Dicho lapso marca el intervalo desde el naciente imperio estadunidense de finales del siglo XIX y comienzos del XX, y su declive actual como hegemón del sistema capitalista, con una constante: el uso faccioso de la justicia clasista estadunidense, con la consiguiente vulneración del estado de derecho y la libertad de expresión y de prensa.
A finales del siglo XIX, debilitado por las deudas de guerra y las disputas entre los liberales, el Estado demócrata-burgués mexicano dejó paso a otro oligárquico-dictatorial, dirigido por Porfirio Díaz, quien administró el país como reserva capitalista para sus amigos me­xicanos y extranjeros. Su dictadura de 35 años (1876-1911) desarrolló las comunicaciones, la electrificación, los transportes, la industria y la agricultura comercial mediante concesiones a intereses comerciales extranjeros y nacionales, y el uso de mano de obra asalariada y forzada, aun tiendas de raya. Como auténtica guardia pretoriana del capital privado y del Estado, la policía rural de élite (los rurales) patrullaba el país, mientras un ejército fuerte aplastaba las huelgas.
Hacia finales del porfiriato fue surgiendo un importante proletariado industrial con creciente conciencia de clase, que protagonizó docenas de huelgas mineras, ferroviarias, textiles entre 1906 y 1908, que fueron estimuladas por el ilegal Partido Liberal Mexicano (PLM), organizado oficialmente en 1905 por los anarquistas Ricardo y Enrique Flores Magón y Antonio Díaz Soto y Gama, quienes radicalizaron el anticlericalismo en pro de la democracia y avanzaron sus demandas en una dirección clasista campesina y proletaria, al tiempo que crearon una organización político-militar con una ideología revolucionaria antimperialista, que impulsó revueltas armadas en estados del país.
Aunque reprimidas con gran costo de vidas humanas, las huelgas y esas acciones armadas infructuosas desempeñaron un papel principal en las victorias militares que arrojaron a Díaz del poder en 1910-11. (La huelga en la mina de Cananea, Sonora, cerca de la frontera con EU, reprimida por rangers y 2 mil soldados mexicanos, dejó cerca de mil muertos, saldo similar a la matanza de las tropas federales durante la huelga textil de Río Blanco-Orizaba, Veracruz).
A través del periódico clandestino Regeneración, el PLM –también conocido como el partido de los magonistas−, hizo circular su programa reformista en México y el sur de EU, una parte significativa del cual se incorporaría en la Constitución de 1917. El programa exigía la jornada laboral de ocho horas, el salario mínimo, acabar con el trabajo infantil y el fin del latifundismo. Su grito de guerra: ¡Tierra y libertad!, fue recogido por Emiliano Zapata, un pequeño agricultor que había sido despojado de sus tierras en Morelos. Junto con la consigna tierra para el que la trabaja, los magonistas abogaron por la protección de los derechos de los migrantes mexicanos en EU, el fin de la injerencia de Washington en los asuntos internos de México y un solo periodo presidencial.
En ese contexto debemos ubicar al dirigente revolucionario Ricardo Flores Magón, nacido en San Antonio Eloxochitlán, Oaxaca, en 1874, y emigrado joven a la Ciudad de México, donde cursó estudios en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. No había cumplido 20 años cuando participó en una protesta estudiantil contra la tercera relección de Díaz. Su osadía fue grande al denunciar que el dictador había perdido la memoria respecto de su famoso lema de no relección y que, por su obsesión de perpetuarse, los trabajadores eran amenazados y los campesinos idiotizados con pulque y mezcal para ser arreados como ganado a las urnas. Esa audacia le costó su primer ingreso a las galeras de la cárcel de Belén.
A los 27 años, luego de incursionar en el periodismo en El Demócrata como corrector de pruebas, y de otro encarcelamiento, junto con su hermano Jesús y Antonio Horcasitas, Ricardo Flores Magón fundan Regeneración el 7 de agosto de 1900, publicación considerada proyecto precursor de la Revolución Mexicana, además de referencia para la clase obrera de la época en México, EU y Europa, y emblema del anarquismo y del socialismo mexicano de principios del siglo XX. Regeneración se publicó durante 18 años, la mayor parte desde el exilio en EU, con interrupciones forzadas por la censura, la persecución y la tiranía. Varias veces la policía destruyó sus imprentas, y sus editores, encarcelados.
El 5 de febrero de 1901 Ricardo Flores Magón participó en el primer Congreso Liberal en San Luis Potosí, vinculándose así a la organización política en ciernes de la que llegó a ser el dirigente indiscutible: el Partido Liberal Mexicano. En el Congreso expresó su mítica frase: La administración de Díaz es una madriguera de bandidos. De regreso a la Ciudad de México, la represión al movimiento liberal lo alcanzó el 21 de mayo y fue encarcelado junto con su hermano Jesús. El 7 de octubre, Regeneración publicó el que sería su último número en México.
Tras su salida de la cárcel, el 30 de abril de 1902, Flores Magón se incorporó a la redacción de El Hijo del Ahuizote, publicación satírica cargada de crítica política y con temática antirreleccionista, que través de la caricatura funcionó como arma de doble filo: informar y burlarse de la dictadura porfirista. El 5 de febrero de 1903, de las oficinas de El Hijo del Ahuizote se descolgó una manta con la leyenda La Constitución ha muerto. En la fotografía del momento aparece Ricardo Flores Magón. El 16 de abril, las oficinas de la publicación fueron intervenidas y sus redactores, entre ellos Ricardo Flores Magón, encarcelados.