lunes, 31 de octubre de 2022

El rugido de un avión de guerra de EU en un aeropuerto civil irlandés.

Vijay Prashad*
Este no es un aeropuerto normal, me dijo Margaretta D’Arcy mientras oíamos el estruendo de un Hércules C-130T que se preparaba para despegar del aeropuerto irlandés de Shannon, después de las 3 de la tarde del 11 de septiembre de 2022. El avión de la Marina estadunidense (matrícula 16-4762) había volado desde Sigonella, estación aeronaval de EU en Italia. Antes, un C-40A de la misma Marina (16-6696) partió de Shannon hacia la base militar estadunidense de Stuttgart (Alemania), tras volar desde la Estación Aérea Naval Oceana, en Virginia. Shannon no es un aeropuerto normal, dijo D’Arcy, porque –a pesar de que es un aeropuerto meramente civil– permite que entren y salgan aviones militares estadunidenses, y la puerta 42 del aeropuerto funciona como su base de operaciones avanzada.
D’Arcy (88 años), legendaria actriz y documentalista irlandesa, es miembro habitual de Shannonwatch, grupo activista que –desde 2008– celebra vigilias mensuales cerca del aeropuerto. Los objetivos de Shannonwatch son frenar el uso militar estadunidense del aeropuerto de Shannon, detener los vuelos de entrega por el aeropuerto y obtener la rendición de cuentas de ambos por parte de las autoridades irlandesas competentes y los líderes políticos.
Según un informe de Shannonwatch titulado El aeropuerto de Shannon y la guerra del siglo XXI, el uso del lugar como base de operaciones avanzada de EU comenzó en 2002-03, y esta transformación fue y es profundamente ofensiva para la mayoría de los irlandeses.
El artículo 29 de la Constitución irlandesa de 1937 establece el marco de la neutralidad del país. Permitir que un ejército extranjero use suelo irlandés viola el artículo 2 de la Convención de La Haya de 1907, de la que Irlanda es signataria. No obstante, según John Lannon, de Shannonwatch, Dublín ha permitido, desde 2002, el paso de casi 3 millones de tropas estadunidenses por Shannon, e incluso ha asignado un oficial permanente al aeropuerto.
A D’Arcy le brillan los ojos cuando relata su paso por el Campamento de Mujeres por la Paz de Greenham Common, en Berkshire (Inglaterra), en el que participaron activistas de Gales, quienes acamparon para impedir el almacenamiento y el paso de misiles de crucero estadunidenses en esta base militar británica. Ese campamento comenzó en 1981 y duró hasta 2000. D’Arcy fue a la cárcel tres veces durante esta lucha (de al menos 20 veces que estuvo en prisión por su activismo antibélico). Fue bueno, me dijo, porque nos deshicimos de las armas y la tierra fue devuelta a la gente. Se necesitaron 19 años. Las mujeres luchamos constantemente hasta conseguir lo que queríamos. Cuando D’Arcy fue detenida, las autoridades penitenciarias la desnudaron para registrarla. Se negó a volver a ponerse la ropa y realizó una huelga de hambre y una protesta desnuda. Con ello, obligó a las autoridades a poner fin a la práctica de los cacheos al desnudo. Si actúas con dignidad, los obligas a tratarte con dignidad, me dijo.
Parte de este acto de dignidad incluye resistirse a permitir que el aeropuerto de su país sea usado como instrumento de las guerras de EU en Afganistán e Irak. Desde 2002, varios valientes han entrado en el aeropuerto y han intentado intervenir aviones estadunidenses. El 5 de septiembre de 2002, Eoin Dubsky pintó No way (de ninguna manera) en un avión estadunidense (por lo que fue multado); luego, el 29 de enero de 2003, Mary Kelly sacó un hacha a la pista y golpeó un avión, causando 1.5 millones de dólares en daños (también fue multada). El 3 de febrero de 2003, los Pitstop Ploughshares (cinco activistas que pertenecían al Movimiento de Trabajadores Católicos) atacaron un avión C-40 de EU –el mismo que Mary Kelly había dañado anteriormente– (una historia relatada vívidamente por Harry Browne en Hammered by the Irish, 2008). También pintaron Pitstop of Death (la parada de la muerte) en un hangar.
Aunque Dublín ha declarado que se opone a esta práctica, la policía irlandesa no ha subido a estos vuelos para inspeccionarlos. Como signataria del Convenio Europeo de Derechos Humanos y de la Convención de Naciones Unidas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, Irlanda tiene el deber de impedir la colaboración con las entregas extraordinarias, una postura adoptada por el Consejo Irlandés para las Libertades Civiles. En 2014, los parlamentarios irlandeses Mick Wallace y Clare Daly fueron detenidos en Shannon por intentar registrar dos aviones estadunidenses que, según ellos, transportaban tropas y armamento. No confiaban en las falsas garantías de Dublín. ¿Cómo lo saben? ¿Registraron los aviones? Por supuesto que no, declararon.
En 2006, Conor Cregan conducía su bicicleta cerca de Shannon. La inspectora de policía del aeropuerto, Lillian O’Shea, que le reconoció por las protestas, se enfrentó a él, pero Cregan se marchó. Finalmente fue detenido. En el juicio de Cregan, O’Shea admitió que la policía había recibido órdenes de detener y acosar a los activistas en el aeropuerto. Zoe Lawlor, de Shannonwatch, me contó esta historia y luego dijo: estos acosos refuerzan la importancia de nuestra protesta.
En 2003 y 2015, el Sinn Fein –el mayor partido de la oposición en la Asamblea de Irlanda del Norte– presentó un proyecto de ley de neutralidad para consagrar el concepto de neutralidad en la Constitución irlandesa. El gobierno, dijo Sean Crowe, del Sinn Féin, ha vendido la neutralidad irlandesa pieza a pieza en contra de los deseos del pueblo. Si el pueblo irlandés asume la idea de la neutralidad, será gracias a los sacrificios de personas como Margaretta DArcy, Niall Farrell y Mary Kelly.
*Globetrotter

Migrantes retornan a Venezuela para empezar de cero
La Jornada Sin Fronteras
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Foto/AFP
Maiquetía, Venezuela, 30 de octubre .-- Entre abrazos, llantos de alegría y frustración, cientos de migrantes venezolanos regresaron este miércoles a su país luego de un intento fallido por llegar a Estados Unidos, que los deportaría si cruzaban la frontera sin papeles para pedir asilo.
Dos aviones provenientes de Panamá con unos 70 migrantes llegaron
al aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía (La Guaira, norte), que sirve a Caracas.
Otro, con unos 300, llegó un poco antes de la medianoche procedente de México. La víspera, regresó otro centenar.
Alejandrina González corrió a abrazar a su hijo Yorvis Carrasquel al verlo en la terminal.
Emigre "para buscar una vida mejor, buscando un mejor futuro, pero no se prestó", señaló el joven de 25 años, que luce un tatuaje en el cuello que dice: "te amo mami y papi".
Ahora toca "trabajar y echar pa'lante. Uno se cae y se levanta", afirma resignado Carrasquel que, como muchos de estos migrantes, cruzó la peligrosa selva del Darién, que separa Colombia y Panamá, con el objetivo de llegar hasta Estados Unidos y pedir asilo.
El 13 de octubre, después de que en un año más de 150.000 venezolanos llegaran a Estados Unidos por la frontera terrestre, Washington impuso un nuevo protocolo para poner freno a esta oleada migratoria, que se convirtió además en una controversia política de cara a las elecciones de mitad de mandato.
La nueva normativa prevé el ingreso de 24.000 venezolanos a través de un programa que obliga a entrar vía aérea y avalado por un patrocinador. Y conforme a un acuerdo, Washington podrá expulsar a México a todo aquel que entre ilegalmente por la frontera terrestre.
Como Venezuela y Estados Unidos no tienen relaciones diplomáticas desde 2019, tampoco pueden deportar a indocumentados de vuelta a su país.
- "El sueño americano" -
La nueva política del gobierno de Joe Biden tomó por sorpresa a Emmanuel Montero, que decidió regresar en un vuelo desde Panamá tras ver frustrados sus planes.
"Ya habíamos cruzado cuatro países, estábamos en Honduras", explica el joven de 21 años. "En la selva duramos cinco días, porque nos fuimos por la ruta más corta, que es la más cara".
"Todo iba súper bien", aunqe el paso por el Darién "fue difícil" porque llovía.
Ahora no tiene una visión clara sobre su futuro. Sabe que la situación económica es compleja y agotó los últimos 300 dólares que le quedaban para pagar el boleto que lo trajera de vuelta.
Muchos de estos venezolanos vendieron bienes para realizar el viaje a Estados Unidos. Jorge Luis Piñeda, de 39 años, era taxista y vendió su auto para ir tras "el sueño americano que todo el mundo busca para poder obtener un poquito más" para su familia.
Llegó a la frontera entre México y Estados Unidos el 19 de octubre --tras el veto migratorio-- con la esperanza de poder entregarse a las autoridades y quedarse en el país. "Dijimos 'bueno, vamos a ver qué pasa y nos echaron para acá (a México) otra vez'", explicó a la AFP en Ciudad de México antes de abordar un vuelo especial de la estatal venezolana Conviasa por el que pagó 210 dólares.
Se considera "engañado" por Estados Unidos y prefirió regresar a su país, porque tiene a su familia "y de alguna u otra forma, pues uno trabaja y vuelves a salir adelante". No cree que vuelva a intentarlo.
"Vamos a empezar prácticamente desde cero cero", expresó por su parte Ernesto Laitano, de 24 años y natural de Maracaibo, en el golpeado estado de Zulia (oeste, fronterizo con Colombia).
Vendió sus auto y casa para pagar el viaje, que comenzó el 25 de septiembre. Cuenta que salió con unas 50 personas de su barrio.
Otros venezolanos emprendieron su viaje desde países donde se encontraban radicados, como José Gregorio Guevara, de 40 años, quien llevaba cinco años en Ecuador.
Su travesía fue "horrible" por las extensas caminatas, los peligros con mafias y la selva. Regresó ante el llamado de sus hijos. "Papá no, no pudiste, regrésate, es hora de que estemos juntos", cuenta tras llegar a Caracas.
La semana pasada una veintena de venezolanos regresaron desde Guatemala. Está previsto que vuelvan más migrantes.
Con información de AFP