Más allá de que la Federación Rusa haya lanzado el 24 de febrero una invasión injustificable y lamentable en territorio ucranio, debe reconocerse que ese acto bélico habría podido evitarse si los países integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no hubieran sido tan insensibles a las legítimas preocupaciones rusas por la seguridad de sus fronteras, si Estados Unidos no hubiera visto a Moscú como un enemigo tras la caída de la Unión Soviética y si los gobernantes occidentales no se hubieran empecinado en ampliar hacia el oriente la Alianza Atlántica, al punto de rodear Rusia con bases e instalaciones militares. Sean verdaderos o falsos los señalamientos de Putin de que el gobierno de Kiev planeaba hacerse con armas nucleares, lo cierto es que Washington y Bruselas miraron hacia otro lado ante las atrocidades perpetradas contra las poblaciones de etnia rusa del este de Ucrania e impulsaron la integración de gobiernos rusófobos y, para colmo, con componentes filonazis.
Este último dato se vincula directamente con la conmemoración de ayer, en la que Rusia recordó la dolorosa victoria sobre el fascismo que cobró a los pueblos soviéticos –incluido el ucranio– decenas de millones de muertes y una destrucción material incalculable. Un agravio adicional es la narrativa implantada por los gobiernos y los medios occidentales que minimiza, o incluso omite el protagonismo de las naciones que integraron la extinta Unión Soviética –Rusia y la propia Ucrania, entre ellas– y sugiere, contra todo rigor histórico, que la caída del Tercer Reich fue básicamente resultado del desembarco aliado en Normandía.
Por lo demás, la desconfianza rusa hacia Occidente se origina en acontecimientos muy anteriores a la Segunda Guerra Mundial: desde los intentos de conquista suecos y teutónicos del principado eslavo de Nóvgorod en el siglo XIII hasta la mencionada invasión nazi de 1941, pasando por la fallida incursión napoleónica y la expedición militar de 1918 lanzada con el propósito de destruir a la naciente Rusia soviética y en la que participaron Estados Unidos, Inglaterra, Australia, Canadá, Checos-lovaquia, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Japón, Polonia, Rumania y Serbia.
Con estos antecedentes, es claro que una condición ineludible para desactivar la actual guerra en Ucrania pasa necesariamente por abandonar el absurdo militarismo de la OTAN ante Rusia, ofrecer a ésta garantías de seguridad en sus fronteras occidentales y construir soluciones pacíficas para las poblaciones de Ucrania que se reivindican rusas. Por desgracia, Washington y Bruselas han hecho todo lo contrario: atizar el conflicto bélico mediante envíos masivos de armas al gobierno de Volodimir Zelensky y aislar, bloquear, sancionar y satanizar a Moscú. Tales medidas prolongarán innecesariamente el sufrimiento de la población ucrania y, eso sí, dejarán cuantiosas ganancias a las industrias armamentistas de Estados Unidos y Europa occidental.
México y Francia piden reunión del Consejo de Seguridad de ONU sobre Ucrania
Una bandera de Ucrania ondea en la ciudad de Kyiv. Foto Afp
El Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sostendrá el jueves una nueva reunión pública sobre la invasión de Rusia a Ucrania en vista de la "degradación continua de la situación humanitaria", indicaron este lunes fuentes diplomáticas.
Solicitada por Francia y México, esta sesión será la número 16 del Consejo de Seguridad desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania el 24 de febrero.
Los países occidentales aseguran que la organización de una reunión del Consejo de Seguridad sobre la guerra en Ucrania, al menos una vez por semana, permite mantener la presión sobre Rusia y su aislamiento de la escena internacional.
Para el jueves, Francia y México exigieron presentaciones de la agencia de asuntos humanitarios de la ONU (Ocha) y del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), precisó un diplomático.
Esta reunión tendrá lugar tras el bombardeo de este fin de semana sobre una escuela en el este de Ucrania, en el que unos 60 civiles perdieron la vida, según Kiev.
La reunión se celebrará el mismo día que una sesión extraordinaria del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, solicitada por Ucrania sobre "el deterioro de la situación de derechos humanos en Ucrania".
La nueva cita hará seguimiento a la adopción, el pasado viernes, de una declaración unánime del Consejo de Seguridad, iniciada por Noruega y México, dando su "firme apoyo" al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, "en la búsqueda de una solución pacífica" al conflicto.
Esta fue la primera manifestación de unidad desde el inicio de la invasión rusa, pues se realizó con el apoyo de Moscú, que hasta entonces bloqueaba las iniciativas del Consejo.