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Houston, 9 de mayo .-- A unos 16 kilómetros del Río Bravo, la granja de Mike Helle sufre tal escasez de trabajadores inmigrantes que ha reemplazado 180 hectáreas de verduras de hoja verde, cuya cosecha se hace a mano, por cultivos que se pueden cosechar con máquinas.
En Houston, Al Flores aumentó los precios en su restaurante porque el costo de la carne se duplicó por la falta de personal inmigrante en las líneas de producción de las plantas empacadoras de carne. En la zona de Dallas, Joshua Correa elevó en 150.000 dólares los precios de las viviendas construidas por su empresa debido en parte a los aumentos de costos provocados por la falta de mano de obra inmigrante.
Después que la inmigración disminuyó en Estados Unidos durante la presidencia de Donald Trump —y se detuvo casi totalmente durante los 18 meses de la pandemia de coronavirus_, el país descubre que hay una escasez de mano de obra debida en parte a esos frenos.
Se calcula que el país tiene dos millones de inmigrantes menos de los que tendría si el ritmo se hubiera mantenido. Esto ha provocado una disputa desesperada por mano de obra en muchos sectores, incluyendo el empaquetamiento de carne y la construcción de viviendas, que también contribuye en la escasez y aumentos de precios.
“La falta de esos dos millones de inmigrantes explica en parte la razón por la que tenemos una escasez de mano de obra”, dijo Giovanni Peri, economista en la Universidad de California en Davis, que calculó el déficit. “En el corto plazo, nos ajustaremos a ese déficit en el mercado laboral mediante aumentos de salarios y precios”.
El factor laboral es uno de los que contribuyen a que Estados Unidos padezca su mayor inflación de los últimos 40 años; otros son los trastornos en las cadenas de suministro a causa de la pandemia de coronavirus y el aumento de los precios de combustibles y materias primas desde la invasión rusa a Ucrania.
Steve Camarota, investigador del Center for Immigration Studies, partidario de reducir la inmigración, cree que durante la presidencia de Joe Biden habrá un fuerte aumento de la inmigración no autorizada que compensará la escasez que aún persiste después de la pandemia. Sostiene además que los aumentos de salarios en sectores de bajos ingresos como la agricultura contribuyen poco a la inflación.
“No creo que los aumentos de salarios sean algo malo para los pobres, y pienso que matemáticamente es imposible reducir la inflación con límites a los salarios más bajos”, dijo Camarota a The Associated Press.
La inmigración está regresando rápidamente a sus niveles prepandemia, de acuerdo con los investigadores, pero Estados Unidos necesitaría una fuerte aceleración para compensar el déficit. Dado el marcado declive de natalidad registrado en las últimas dos décadas, algunos economistas pronostican que la fuerza laboral potencial empezará a disminuir para 2025.
Mientras tanto, el sistema político muestra poca voluntad de aumentar la inmigración. Los demócratas, que controlan la Casa Blanca y el Congreso y en años recientes han sido el partido más proinmigrante, no han presentado proyectos de ley importantes que permitan un mayor ingreso de nuevos residentes al país. Una encuesta Gallup reciente revela que los temores por la inmigración no autorizada son los más altos en dos décadas. Ante la inminencia de las elecciones legislativas de noviembre, que serán difíciles para los demócratas, el partido del presidente Biden está dividido sobre el intento de Washington de poner fin a las restricciones por pandemia al proceso de solicitud de asilo.
“En algún momento o decidimos hacernos más viejos y achicarnos o cambiamos nuestra política de inmigración”, dijo Douglas Holtz-Eakin, economista y un exfuncionario del gobierno del presidente George W. Bush que ahora preside el Foro de Acción de Estados Unidos de centroderecha.
Holtz-Eakin reconoció que es improbable un cambio en la política de inmigración
“Las bases de ambos partidos están muy cerradas”, sostuvo.
Sin duda es el caso en Texas, bajo dominio republicano, que abarca la franja más larga y más transitada de la frontera sur.
En 2017, la legislatura obligó a las ciudades a hacer que sus agentes federales de inmigración buscaran a personas que viven en Estados Unidos sin autorización legal. El gobernador Greg Abbott envió a la Guardia Nacional de Texas a patrullar la frontera y causó en fecha reciente enormes congestionamientos de tránsito cuando ordenó que se aumentaran las inspecciones en los cruces fronterizos.
El vuelco en contra de la inmigración angustia a algunos propietarios de negocios en Texas.
“La inmigración es muy importante para nuestra fuerza de trabajo en Estados Unidos”, reconoció Correa. “Simplemente la necesitamos”.
Correa está viendo que sus proyectos se están retrasando dos o tres meses debido a que él y sus subcontratistas —desde montadores de muros de mampostería a plomeros y electricistas— tienen dificultades para armar equipos de trabajo.
Correa ha elevado el precio ordinario de sus viviendas de 500.000 a unos 650.000 dólares.
“Lo estamos sintiendo, y si a fin de cuentas lo estamos sintiendo como constructores y desarrolladores, el consumidor paga el precio”, dijo Correa, quien hizo declaraciones desde Pensacola, Florida, adonde llevó una cuadrilla de trabajadores como un favor para un cliente que no ha podido encontrar empleados para arreglar una casa de playa dañada por el huracán Sally en 2020.
Con información de AP
El esperpento
José Blanco
Desde fines del siglo XVIII las sociedades occidentales han vivido sin poder revisar a fondo sus arduas cuentas pendientes con el liberalismo; actualmente, con su versión (neo)liberal. Esas sociedades nacieron en entrañas liberales y fueron formadas bajo su canon. El liberalismo nació con el capitalismo, y es la ideología y pensamiento concorde con la matriz primordial de las relaciones sociales de la sociedad burguesa, una en la que la producción de la vida material ocurre sobre la base de la propiedad privada de los medios de producción y el consiguiente yugo del salario. Con el capitalismo y su discurso liberal, nació también el individuo autónomo, portador de la libertad (la del liberalismo). Con su desarrollo, el engendro capitalista se volvió abominable. Aquí estamos los individuos de todos los lares, con nuestra libertad, viviendo el largo naufragio capitalista, mientras el neoliberalismo busca reinventarse.
Los liberales creen que el universo teórico, lógico, semántico, del discurso liberal, comprende todas las posibilidades de mirar e imaginar la realidad social económica y política. Para ellos hay un solo modo de reproducirla, sujeto a las especificidades de tiempo y geografía, conceden.
Esa realidad es la de unos desiguales unidos por el abismo. Se cuentan entre ellos –en geografías como la mexicana– mares insondables de excluidos. La base que construye la desigualdad es la relación capital-trabajo. A despecho de la creencia de fines del siglo XIX e inicios del XX, el capital desordenó gravemente la vida comunal, pero no pudo incorporarla a esa relación maestra del capitalismo: al poder concentrador del capital, se unió la resistencia opuesta por las comunidades. La sociedad básica, creada bajo las condiciones históricas de México, es un esperpento; y como dijera Ramón del Valle-Inclán, un esperpento es a la par tragedia.
No puede ser superado el esperpento si no es desde miradas y decisiones ajenas al canon liberal, económico y político. Hacerlo de un solo golpe revolucionario ha probado, hasta ahora, su ineficacia. Es preciso entonces hacerlo hasta donde la situación social lo permita, mediante el método que pruebe sus bondades para los más, y donde haya individuos y comunidades dispuestos a contradecir al esperpento. Hacerlo así, añadirá siempre nuevas contradicciones y conflictos a los que de suyo generan el capitalismo dependiente y las decisiones dogmáticas, económicas y políticas, propias de este liberalismo ramplón que ha buscado siempre imponerse a rajatabla.
Es imperativo superar la libertad abstracta propuesta por el liberalismo. Es imperativo hacerlo también respecto de las mil trampas derivadas de la igualdad abstracta propuesta y decidida mediante su canon. Llevarlo a grandes números en términos de población sólo es posible mediante la disputa por la creación de un sujeto nacional popular que pueda ser base social del desenfoque: de salirse del foco liberal e intentar nuevas soluciones. Nada de esto es nuevo, pero no es asequible en todo tiempo y lugar.
El sujeto al que aludo es, en el México de hoy, el obradorismo. En América Latina han venido presentándose coyunturas históricas que han abierto algunas nuevas avenidas (¡vamos, Lula!).
La mirada liberal mexicana sólo puede ver lo distinto a su canon como barbaridad. Con esos bueyes hay que andar. La convivencia entre la propuesta liberal, y cualquier idea no convencional es, para los liberales, inaudita e imposible. Serán parte rabiosa de la oposición; parte agria, porque es la que razona. La descubierta, y parte principal de la oposición es y seguirá siendo Va por México, avanzadilla de un bloque de poder empresarial.
La nación y lo nacional es un tema que ya había sido superado por los (neo)liberales. En Europa, por un tiempo dilatado el asunto fue objeto de agudos debates entre dos ideas distintas. En los países cuyo Estado era una inapelable realidad política previa, como Francia o Inglaterra, donde habían sido construidas grandes concentraciones de poder absolutista, dotadas de administraciones e instituciones centralizadas con territorios relativamente definidos, prosperó la idea de la nación política.En otros países se guiaron por lo que los autores alemanes llamaron la nación cultural, cuyo fundamento era un grupo étnico con cultura y lengua propias, que se desarrolló antes que el Estado. A partir de la segunda mitad del siglo XIX la idea de nación cultural sería sustento programático de movimientos nacionalistas de Europa central y oriental (también de algunos occidentales), en la búsqueda de su independencia mediante la creación de un Estado propio.
Cuando ya se había debilitado, el neoliberalismo enterró el debate sobre la nación, con su propuesta de la globalización: una nueva y mayor libertad y movilidad para los individuos (capitalistas): una nueva patraña. Hoy por hoy, no hay sujeto nacional popular sin nación. El debate sobre la reforma eléctrica mostró el valor de lo nacional y quiénes son sus enemigos.