David Brooks
▲ Trabajadores de Amazon se manifiestan ayer en Manhattan, Nueva York. Los emplea-dos de una planta de la megaempresa se sindicalizaron hace un mes, lo que retumbó en Estados Unidos, ya que desafiaba los pro-nósticos de políticos y líderes sindicales de que era casi imposible, y ahora hay esfuerzos para replicar eso por todo el pais.Foto Afp
La primera victoria laboral contra la empresa del segundo hombre más rico del país y la ola de triunfos en decenas de tiendas Starbucks a favor de la sindicalización de trabajadores –todo a pesar de esfuerzos antisindicales multimillonarios– en las últimas semanas nutre la esperanza de que los mártires de Chicago están resucitando, una vez más.
El Día de los Trabajadores, que nació con el movimiento por la jornada de ocho horas encabezado por anarcosindicalistas y otros trabajadores rebeldes –muchos de ellos inmigrantes– hace 136 años en Chicago y que se festeja por todas partes del planeta no se celebra oficialmente en Estados Unidos. Pero fueron justo los trabajadores inmigrantes que rescataron la memoria de los mártires de Chicago para los estadunidenses, empezando en el movimiento de millones en la primavera de 2006 –incluyendo el primero de mayo– con marchas y eventos que continúan hasta hoy día en esa fecha.
El extraordinario triunfo de trabajadores en la ciudad de Nueva York que votaron a favor de sindicalizar por primera vez una planta de la megaempresa Amazon en un sindicato independiente llamado Amazon Labor Union hace un mes retumbó alrede-dor del país ya que desafiaba los pronósticos de políticos y líderes sindicales de que tal logro era casi imposible, y ahora hay esfuerzos para replicar eso por todo el pais. Por otro lado, el primer triunfo de trabajadores de Starbucks para sindicalizar una de las miles de tiendas de esa empresa en diciembre, en Búfalo, Nueva York, se está multiplicando (trabajadores en más de 170 tiendas han solicitado una elec-ción sindical) y a la fecha ya son 44 las tiendas que han votado por agremiarse en el nuevo sindicato de Starbucks Workers United. Muchos de estos esfuerzos están encabezados por jóvenes.
A la vez hay triunfos en varios otros sectores en los últimos meses, por ejemplo los casi 500 trabajadores de tecnología del New York Times votaron por agremiarse, al igual que los trabajadores del Instituto de Arte de Chicago.
Sólo en los últimos seis meses se ha registrado un incremento de 57 por ciento en el número de trabajadores y agrupaciones laborales que formalmente exigen ser representados por un sindicato, reporta Reuters.
También hay acciones sin precedente, como el piquete flotante de huelguistas ante una refinería de Chevron en Richmond, California, donde se busca que los buques no crucen esa línea, es resultado de una nueva alianza entre el sindicato siderúrgico United Steelworkers y la organización ambientalista Greenpeace.
Todo esto en el momento mas débil del movimiento sindical en casi un siglo resultado de una ofensiva neoliberal durante los últimos 40 años que ha logrado reducir la tasa de sindicalización del sector privado a sólo un 6 por ciento, y con un incremento dramático de la concentración de riqueza sin precedente entre el uno por ciento más rico.
Pero lo de Amazon y Starbucks no salió de un vacío, ya que a lo largo de la última década hubo estallidos y rebeliones laborales, incluyendo la ola de huelgas de maestros en 2018 y 2019 en varios estados, acciones de trabajadores del sector de comida rápida en todo el país por un salario mínimo digno de 15 dólares la hora (el salario mínimo oficial de 7.25 dólares no ha sido modificado en décadas), nuevos sindicatos universitarios y hasta huelgas dentro de prisiones en 17 estados por reos obligados a trabajar por un dólar la hora, y acciones mas tradicionales, como la huelga de más de un año de los mineros en Alabama.
Desde baristas hasta trabajadores de almacenes y maestros hay algo común, una clase trabajadora machacada década tras década. A través del país, gente trabajadora rehúsa ser pieza en el engranaje de la máquina de la clase multimillonaria. Este primero de mayo recordemos el poder de nuestra solidaridad y concluyo que cuando los trabajadores en nuestro país y alrededor del mundo se juntan, no hay nada que nos puede detener en la lucha por la justicia.
Almanac Singers. Talking Union. https://open.spotify.com/track/0yuKuvDJlOf4GjUtf3OPjf?si=3a90eecd2e824c35
Bruce Springsteen, Tom Morello. Ghost of Tom Joad. https://www.youtube.com/watch?v=B-c6GphpAeY
¿Hacia una geoeconomía bipolar?
Carlos Fazio
El sistema capitalista globalizado está en crisis. Vive una crisis económica, estructural, pero también política, de legitimidad de los estados y de la hegemonía capitalista. El actual conflicto entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia con epicentro en Ucrania, no es la causa sino la consecuencia de la crisis general del capitalismo global. Estados Unidos lucha por mantener la hegemonía intercapitalista, pero existen indicios sobre la inminente desintegración del sistema económico basado en el dólar y su sustitución por un nuevo orden socioeconómico internacional liderado por China, que combina la planificación estratégica centralizada y la economía de mercado, el control estatal sobre la infraestructura monetaria y la participación empresarial privada.
Como ha señalado el economista Michael Hudson, durante más de una generación destacados diplomáticos estadunidenses advirtieron sobre lo que creían representaría la última amenaza exterior del imperio: una alianza de Rusia y China que dominaría Eurasia. La guerra económica, las sanciones y la guerra híbrida de EU contra China y Rusia han terminado uniendo a ambos países, y están empujando a otros a su emergente órbita euroasiática. Lo que a mediano plazo podría configurar una geoeconomía bipolar: Occidente vs Eurasia.
Según Sergey Glazyev, miembro de la Academia Rusa de Ciencias y ministro de Integración y Macroeconomía de la Unión Económica de Eurasia, asistimos a un periodo de cambio de patrones tecnológicos y mundiales que siempre va acompañado de crisis económicas estructurales y guerras, respectivamente. El cambio de patrones tecnológicos comienza con un aumento de los precios de la energía, tras el cual las economías de los países desarrollados se sumergen en una depresión prolongada, de la cual se sale por una tormenta de innovaciones. Durante ese periodo las tensiones político-militares se intensifican y la carrera armamentista impulsa a la economía a entrar en una nueva y larga ola de crecimiento basada en un nuevo orden tecnológico. Glazyev sostiene que hoy ese periodo se está cerrando con el salto de China e India al liderazgo del desarrollo técnico y económico mundial, con base en un nuevo orden tecnológico cuyo núcleo es un complejo de tecnologías nano, bioingeniería, información, digitales, aditivas y cognitivas.
Al mismo tiempo, se transita hacia un sistema alternativo de gestión de desarrollo económico, cuyo núcleo también radica en el sudeste asiático, y como ocurre siempre en esos periodos, apunta Glazyev, la élite dirigente de los países centrales provoca una guerra mundial para intentar mantener la hegemonía intracapitalista global.
En el marco de una estrategia planificada de histerización de la población (rusofobia), en la coyuntura la élite plutocrática y militar estadunidense está desplegando una guerra híbrida informacional-cognitiva y monetaria-financiera contra China y Rusia, para caotizar a ambos países, y también a India.
Michael Hudson y Sergey Glazyev coinciden en que la reciente confiscación (robo) del oro y de 300 mil millones de dólares en reservas extranjeras rusas en cuentas de custodia de los bancos centrales occidentales –como ocurrió antes con Venezuela, Irak, Irán y Afganistán−, junto con el asalto selectivo a las cuentas bancarias de multimillonarios rusos, socavaron el estatus del dólar, el euro, la libra esterlina y el yen como monedas de reserva global, lo que acelerará el desmantelamiento en curso del orden económico global, ya que es poco probable que algún país soberano continúe acumulando reservas en esas monedas, y busque remplazarlas por monedas nacionales y oro, o una nueva moneda de pago digital fundada a través de un acuerdo internacional.
La mayoría de las transacciones entre los países miembros de la Unión Económica de Eurasia ya están denominadas en monedas nacionales y se está produciendo una transición similar en el comercio con China, Irán y Turquía; tendencia que podría incluir a India. En forma paralela se impulsa el desarrollo de un sistema de pago digital no bancario, que estaría ligado al oro y otras materias primas negociadas en bolsa.
La crisis de los precios de la energía y los alimentos –Rusia y Ucrania son grandes exportadores de granos− está afectando a los países del sur global. Pero también a las economías de EU y Europa que tienen que encarar el boicot al gas ruso, y además necesitan cobalto, aluminio, paladio y otras materias primas básicas que podrían ser usadas por el Kremlin como medio de presión para la remodelación de la diplomacia y el comercio mundial.
La estrategia estadunidense de utilizar a Ucrania como cuña entre Rusia y China no ha funcionado. En cambio, el aluvión de sanciones contra Moscú ha tenido el impacto de reforzar la compleja integración integral de las economías rusa y china, que podría fortalecerse con la articulación de la Nueva Ruta de la Seda de Xi Jinping y la Unión Económica Euroasiática impulsada por Putin.
A su vez, como señaló Hudson, la diplomacia de fuerza de EU le ha refregado en la cara a la Unión Europea su abyecto servilismo, por lo que el próximo enfrentamiento podría producirse dentro de Europa, cuando políticos nacionalistas traten de liderar la ruptura del telón de acero impuesto por la Casa Blanca para encerrar a sus satélites en la dependencia de los suministros estadunidenses de gas licuado con tarifas más altas.
En definitiva, en el marco de la actual fase de acumulación militarizada −como la llama William I. Robinson−, que a raíz del suministro masivo de armas a Ucrania dispararon las acciones de megacorporaciones militares y de seguridad estadunidenses como Raytheon, General Dynamics, Lockheed Martin, Northrop Grumman y Boeing, la maniobra del Estado profundo que controla a Joe Biden pudo ser garantizar que Europa contribuya más a la OTAN, compre más material bélico al complejo militar-industrial y se encierre más en la dependencia comercial y monetaria impuesta por EU.
Sin descartar, que como ha ocurrido históricamente con otros presidentes de EU, la administración Biden se involucre directamente en la guerra con fines electorales, o utilice a Polonia y Rumania para desestabilizar más el entorno ucranio.