American curios
David Brooks
▲ El presidente Donald Trump, quien se niega a reconocer su derrota en las elecciones, estuvo el fin de semana en su club de golf en Sterling, Virginia.Foto Afp
En lo más esencial, lo que ocurrió en Estados Unidos fue la derrota de un proyecto neofascista. Las grandes coaliciones de fuerzas progresistas que fueron claves para vencer al inquilino de la Casa Blanca incluyen organizaciones de migrantes de varias esquinas del mundo, sindicalistas, la comunidad gay, integrantes de movimientos por la justicia racial y de derechos civiles, ambientalistas y contra las armas, o sea, el gran mosaico multirracial que está en la lucha por los derechos fundamentales, la dignidad y la justicia.
El sábado bailaron en calles, plazas, barrios y centros de trabajo porque se triunfó contra una bestia derechista. Pero notable por su ausencia, e incluso por su desdén, en esta fiesta popular, es uno de los movimientos progresistas más importantes del mundo, el de México. ¿Qué pasó?
Ha dejado asombrados, indignados y dolidos a progresistas en Estados Unidos, incluidos líderes sociales mexicanos, escuchar a los que suponían eran sus aliados en México y otros países latinoamericanos expresar que la elección estadunidense no era más que una contienda entre dos caras del mismo aparato imperial en Washington y, por lo tanto, daba igual quien ganara. Aún más alarmante, dirigentes y activistas en México circularon opiniones de que incluso Trump sería preferible o más conveniente para la relación bilateral. Y para colmo, algunos hasta emplean los argumentos tramposos seudolegalistas de los estrategas de Trump para justificar su posición en relación con la pugna electoral estadunidense.
Ese argumento en algunos circuitos progresistas en México y otras partes de América Latina de que los demócratas son igual o peores que los republicanos se comparte o por lo menos se entiende por sus contrapartes aquí, pero en esta coyuntura ese no es el punto. Se está luchando contra un proyecto neofascista de una derecha con amplios vínculos con fuerzas derechistas en América Latina y Europa, o sea, contra un enemigo común. Ese es el punto.
Por ahora se logró derrotar a uno de sus líderes más peligrosos para el planeta, y extraña que algunos progresistas al otro lado de la frontera no se sumen a la fiesta o por lo menos envíen felicitaciones a los que dieron esa lucha.
Pareciera que de repente funciona el muro de Trump para la izquierda. De repente los que están en lucha contra las mismas fuerzas de la derecha tanto en Estados Unidos como en México y otros países latinoamericanos son separados por una barrera. Esto no se trata de cúpulas ni de posiciones oficiales (aunque parece que hay algunos progresistas mareados allá arriba), sino de luchas populares democratizadoras y de esos principios básicos de cualquiera que se identifique como progresista: la solidaridad y el internacionalismo.
Aquí ese enemigo llegó al poder declarando que los mexicanos eran criminales y por eso era urgente construir un muro para frenar su ingreso, fue quien giró órdenes para arrebatar a niños de los brazos de sus padres para colocarlos en jaulas, quien estableció un estado de terror permanente contra los migrantes obligando a padres a despedirse de sus hijos cada día recordándoles que si no regresaban a casa es porque fueron detenidos por la migra, con ese temor cotidiano viven los niños. ¿Eso da igual?
Al parecer, algunos en México y América Latina que han luchado por la democratización de sus países, por los derechos humanos y civiles, contra la censura y los ataques a la prensa, por un planeta sustentable, por el agua, por la salud, por un salario digno, contra la represión, se les ha olvidado que tienen sus contrapartes en Estados Unidos que luchan, y por siglos, por eso mismo; sí, en diferentes circunstancias, condiciones y más, pero a fin de cuentas esencialmente por lo mismo.
Los que están en lucha contra ese proyecto neofascista y/o neoliberal en un país son por definición aliados de los luchan contra ese mismo monstruo en sus países. Es así de sencillo. Es un principio básico de quien se diga progresista, ¿no? Una injusticia contra uno es una injusticia contra todos, se decía.
¿Qué nos pasó?
https://www.youtube.com/watch? v=UDi2mJcByns&feature=youtu.be
https://www.youtube.com/watch? v=BlIREcAu0PI&feature=youtu.be