viernes, 24 de abril de 2020

México SA

Fox: cinismo copeteado // IVA y multimillonarios
Carlos Fernández-Vega
En la mañanera de ayer el presidente López Obrador narró la siguiente anécdota: “un presidente una vez me dijo –era presidente electo y yo jefe de Gobierno electo– antes de que entráramos (en funciones): ‘ayúdame para aumentar el impuesto al valor agregado, a cobrar el IVA en alimentos y medicamentos’. Le digo: no, no puedo. ‘Es que hay que hacerlo, hay que hacer más grande el pastel, porque ya no alcanza –así, con sus palabras coloquiales–; sólo se tiene 10 por ciento’ (de margen presupuestal); o sea, ya lo tenían convencido”.
El mandatario no dio nombres, pero el aludido es Vicente Fox. López Obrador continuó: “¿quién iba a ser secretario de Hacienda? Pues (Francisco) Gil Díaz, quien había estado de subsecretario de Hacienda con Salinas, o sea, lo mismo. Y de ahí salió la frase aquella de vamos a aumentar el IVA, cobramos IVA en alimentos, en medicamentos; yo alegaba que se iba a afectar mucho a los pobres y él me replicaba: ‘no se va a afectar a los pobres, porque se va a devolver hasta copeteado’; entonces mi respuesta fue: cuando se les devuelva copeteado, ya van a estar muertos, como decía Keynes. Pero, en fin, era y siguen siendo todavía. ‘No hay (presupuestalmente) para dónde hacerse’. Claro que hay, los sueldos de los altos funcionarios públicos”.
Y más: ¿qué decían siempre? Dos cosas: Una, hay que pagarles bien (a los funcionarios) para que no roben, como si dinero no llamara a dinero y como si con eso iba a resolverse el problema de la corrupción. ¿Cuánto tiempo fueron los funcionarios de México los mejores pagados del mundo? Y fue el tiempo en que más corrupción hubo en el país. Lo segundo, es que ganan más en el sector privado. Mentira, no es cierto. Los gerentes, directores generales en el sector privado no ganan mucho, eso se tiene que ver. Entonces, (hay que) ajustarnos nosotros; que le cueste menos el gobierno a la sociedad.
Efectivamente, ya como inquilino de Los Pinos, Fox insistió en aumentar la tasa de IVA a todos y en todo (con alimentos y medicamentos a la cabeza) y a los pobres les prometía regresárselo completo y copeteado, y con la cara más dura que el concreto, a ellos les decía: No tienen por qué preocuparse, no los vamos a tocar, porque es una propuesta bondadosa que les traerá enormes beneficios; lo que vamos a hacer es devolverles en efectivo lo que pudiera afectarles, y algo más; no estoy aquí para engañar a nadie (¡!).
Y en los mismos tiempos, López Obrador –ya en funciones de jefe de Gobierno del Distrito Federal– advertía que la reforma fiscal promovida por Fox (quien pomposamente la denominaba nueva hacienda pública redistributiva) no era otra cosa que un pase de charola a todo el pueblo de México para pagar los intereses del Fobaproa. Lo que se quiere es aumentar los impuestos, y desde luego que esto no es aceptado; nosotros no estamos de acuerdo con que se cobren impuestos a medicamentos y alimentos, que son los más consumidos por la gente humilde; es un alza de impuestos regresiva que afecta a la mayoría de los mexicanos. Si el presidente Fox quiere dinero, que aplique un plan de austeridad, que combata la corrupción a fondo y que revise el expediente del Fobaproa.
La anécdota y el recuento valen como cápsula de memoria, porque Fox (que rápidamente amortizó los cuantiosos pagarés del Fobaproa –algo así como 240 mil millones de pesos– que beneficiaron a los barones del dinero), fue quien el mismo año de su intentona del IVA (2001) no sólo permitió, sino aplaudió, la compraventa de Banamex y Bancomer al estadunidense Citibank y al español BBVA (en cada caso) totalmente libre de impuestos.
Y el monto tributario evadido (con el beneplácito de Fox y Gil Díaz) por las partes vendedoras (Roberto Hernández, Alfredo Harp, el tóxico Germán Larrea, María Asunción Aramburuzavala, Eugenio Garza Lagüera –hoy su viuda–, Alberto Baillères y algunos más, todos multimillonarios Forbes; también apareció Claudio X. González Laporte) fue cercano a 5 mil millones de dólares.
Las rebanadas del pastel
Entonces, ¿no estoy aquí para engañar a nadie?
cfvmexico_sa@hotmail.com

Pandemia a la mexicana: entre golpistas y bufones
Juan Carlos Ruiz Guadalajara*
En su crónica sobre la peste de Atenas, ocurrida entre los años 430 y 429 aC en plena guerra contra Esparta, Tucídides nos legó una inquietante descripción del hundimiento moral que experimenta un pueblo en medio de una epidemia: en aquella catástrofe los atenienses, ante el giro de la fortuna, se entregaron sin contención al menosprecio tanto de lo divino como de lo humano, multiplicando con ello los efectos desgraciados de una enfermedad letal e indescifrable para aquella época. El relato de Tucídides es uno de los más antiguos testimonios de la manera en que las epidemias dejan al descubierto los extremos de la persona humana: por un lado, las acciones más altruistas de algunos individuos; por el otro, el rostro más abyecto de los más, historia que ahora se repite bajo el matiz de nuestro tiempo.
Díganlo, si no, las violentas expresiones de golpismo que han surgido en diversas naciones occidentales, donde gobernantes y grupos de poder ven en la actual pandemia de Covid-19 la oportunidad para concretar sus vendettas. El ejemplo global lo representa Donald Trump, quien ante la debacle sanitaria de su país decidió intensificar el bloqueo militar sobre Venezuela, con la esperanza de que la pandemia haga el trabajo sucio para derrocar al gobierno legalmente constituido del presidente Nicolás Maduro. En Italia, en el periodo más crítico de la pandemia, las ultraderechas unidas no han cesado de atacar al primer ministro Giuseppe Conte, pidiendo su cabeza, responsabilizándolo sin razón por la tragedia humanitaria provocada por el coronavirus en ese país. Algo similar sucede en España, donde la ultraderecha fascista más rancia, españolista, católica, monárquica y franquista, afila sus cuchillos para intentar derribar, en medio de una pandemia que se ha ensañado con los españoles, al primer gobierno de coalición de su historia democrática. En este escenario, el caso de México resulta patético ante las estrategias que sectores de la derecha empresarial, asociados al primitivismo de varios gobernadores, han desplegado en sus intentos por desestabilizar al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO); es criminal que quienes alientan el golpe a nuestra democracia pongan sus esperanzas en los efectos letales y socioeconómicos del coronavirus para lograr sus objetivos. Esos factores de poder golpista cuentan con plumas a modo y con sus caudillos mediáticos, como los esperpénticos Alatorre y Ferriz de Con, este último en su papel de Guaidó en salsa verde.
La tragicomedia nacional en tiempos de Covid-19 está lejos de agotarse en el golpismo. Actores políticos de todos los niveles realizan acciones de oportunista miseria humana. En San Luis Potosí (SLP), por ejemplo, el presidente municipal de su capital, Xavier Nava, lucra con la contingencia haciéndose fotografiar con guantes y lujoso cubrebocas mientras carga una despensa, todo como parte de su permanente y onerosa propaganda personal con cargo al erario y a costillas de una ciudad sumida en la mediocridad y la anomia. Otro bufón del Covid-19 en SLP es el diputado federal Ricardo Gallardo, quien donó al Hospital General de Soledad un túnel sanitizante que, además de llevar estampado varias veces su nombre, fue inaugurado con un acto de agradecimiento hacia el donante. Un bufón más lo encontramos en Óscar Bautista, diputado federal por SLP, quien ataviado con cubrebocas y guantes regaló en su distrito botellas de alcohol gel etiquetadas con su nombre y logo del Partido Verde. Ejemplos similares de miseria moral se han multiplicado por todo el país.
AMLO tampoco ha desperdiciado la oportunidad de sacar provecho de una pandemia que, de acuerdo con su dicho, le ha venido como anillo al dedo. Así, frente al excelente manejo sanitario e informativo que de la contingencia ha desarrollado el equipo de la Secretaría de Salud, en contraste, el Presidente, en connivencia con su secretario de Medio Ambiente Víctor Toledo, se dispone a imponer los devastadores megaproyectos del Tren Maya y el Corredor Transístmico, tomando la ruta contraria a la necesidad de la desglobalización estratégica para combatir el cambio climático, preservar la biodiversidad del planeta y revertir la crisis civilizatoria. Lo cierto es que más allá de los numerosos pronósticos sobre un posible nuevo orden mundial pospandemia, lo que no cambiará será la condición miserable de buena parte de los miembros de nuestra especie.
Mas no todo está perdido: la pandemia también ha permitido visualizar la otra cara de la persona humana. Un caso cercano y doloroso ha sido el del activista franco-mexicano James del Tedesco, quien vivió muchos años en SLP, se nacionalizó mexicano y fue un actor fundamental en la defensa del Cerro de San Pedro y el valle de San Luis en contra de la criminal Minera San Xavier. Hace unos años regresó a Francia, donde en marzo pasado, con sus 78 años de edad, se integró a la batalla contra el coronavirus para servir a sus semejantes. Infectado en este lance, James falleció el primero de abril, dejándonos una enorme herencia de dignidad y amor por el planeta. En 2018 viajó a México para votar por AMLO, confiado en que ello sería el fin de los megaproyectos de muerte que tanto combatió.
*Investigador del Colegio de San Luis Potosí