Expertos: del aplauso a los gritos // Economía: 36 años de raquitismo
Carlos Fernández-Vega
Ojalá México hubiera contado, en los pasados 36 años, con las experimentadas voces que hoy gritan, se rasgan las vestiduras, advierten sobre posibles cataclismos y pronostican un aciago futuro económico para el país, porque el producto interno bruto resultó miserable en el primer trimestre del nuevo gobierno.
Pero como el hubiera no existe, en esos 36 años esas experimentadas voces se dedicaron a utilizar todo tipo de pretextos para justificar, precisamente, lo que se ha observado en los primeros tres meses de la 4T, es decir, el perennemente raquítico comportamiento de una economía que en más de tres décadas se ha mantenido en el suelo, entre los aplausos de los hoy sorprendidos, por mucho que los resultados siempre han sido rascuaches.
El punto es que lo registrado entre enero y marzo de 2019 es más de lo que se reporta desde que Miguel de la Madrid (la cara visible de la tecnocracia que asaltó el poder) dio un giro de 180 grados a la política económica mexicana para, según decía, reflotarla y, a partir de ahí, construir un futuro venturoso para los mexicanos.
Lo cierto es que ninguno de los seis gobiernos previos al de López Obrador ni lejanamente cumplió con su oferta económica. Por el contrario, en el periodo referido los números fueron de menos a mucho menos, con todo y el centenar de reformas y ajustes estructurales que en su momento todas las experimentadas voces aplaudieron a rabiar, por ser –decían– el único camino para reactivar la enclenque economía nacional y llevarla al primer mundo.
El resultado es por todos conocido y padecido: en 36 años, la tasa anual de crecimiento promedió dos y piquito por ciento, cuando las promesas (incumplidas, desde luego) de los seis tristes inquilinos de Los Pinos fluctuaron entre siete (Fox) y cinco por ciento anual de crecimiento. Pero este fracaso rotundo en las experimentadas voces provocó elogios y muchos aplausos, porque, decían, la economía sigue creciendo, en una proporción igual de raquítica que la que hoy critican.
Tal vez estaríamos hablando de otro México si en lugar de aplausos, justificaciones, pretextos, alabanzas y conexos los expertos se hubieran dedicado –con la misma insistencia de hoy– a corregir lo que a todas luces se hacía mal y a levantar la voz, porque el problema económico del país no es del primer trimestre de 2018, sino de hace 36 años.
El problema de la economía mexicana es estructural, debido a un mal diseño y una pésima implementación, de tal suerte que si siguen por la misma ruta obvio es que se toparán con los mismos resultados: 2 por ciento, en el mejor de los casos, pero como el propio López Obrador ha dicho, si a esa proporción se resta el crecimiento poblacional, entonces el resultado es cero o cercano a él.
El presidente de la República tampoco ayuda, porque resolver el daño estructural de la economía mexicana no es cuestión de apostar. En la mañanera de ayer así lo dijo: Que no vamos a crecer a dos (por ciento), dicen. Todavía no termina el año. Vamos a esperar. Ya tenemos hasta una apuesta. Les vamos a ganar en sus pronósticos, porque hay una variable, como ellos mismos dicen en su lenguaje tecnocrático, que ahora nos ayuda mucho, ya no hay la corrupción que existía cuando ellos gobernaban. Cuando hay corrupción no hay crecimiento.
De cereza, expresó que los tecnócratas, corruptos, conservadores, están muy molestos y han agarrado esa cantaleta de que se va a caer el crecimiento, como si ellos hubieran garantizado mucho crecimiento en 36 años.Es cosa de ver cómo fue en el primer año del gobierno de Salinas, Zedillo, Calderón, Peña. Entonces, estamos empezando bien.
Las rebanadas del pastel
Pues bien, en esto último López Obrador tiene razón. ¿Cómo les fue a los seis tristes inquilinos de Los Pinos en su primer año? Si se promedian sus resultados, el balance es de -0.27 por ciento. Pero en esos tiempos no se escuchaban mentadas de madre, sino los aplausos de los expertos.
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