Iván Restrepo
El próximo viernes concluye la conferencia que sobre el clima (COP24) se celebra en Katowice, Polonia. Los 200 países que acuden a esa cita, convocada por la Organización de las Naciones Unidas, coinciden en que debe hacerse mucho más para limitar los efectos negativos ocasionados por el calentamiento del planeta. Los datos aportados por diversos organismos que trabajan sobre el tema, así como las organizaciones sociales y los centros de investigación, muestran que los desajustes climáticos nunca fueron tan graves como ahora y obligan a la comunidad de naciones a hacer muchísimo más para combatirlos.
Por ejemplo, este año es uno de los cuatro con más altas temperaturas y las emisiones de dióxido de carbono proveniente de la quema de hidrocarburos crecieron 2.7 por ciento en comparación con el año anterior. Dichas emisiones son la causa principal del calentamiento global. Se atribuye tal hecho al crecimiento de la economía basada en los sistemas de producción que se mueven con combustibles fósiles. A ello se agrega el actual sistema de transporte, que descansa en la quema de hidrocarburos. Se trata de un problema presente en todo el planeta y se camina lento en resolverlo vía sistemas eléctricos en el servicio público y en los vehículos individuales. Varios gobiernos europeos (Francia, Inglaterra, Alemania y España) además de India, aseguran que en 2030 ya no tendrán circulando coches de gasolina y diésel. China y Japón van por el mismo camino, pero nada asegura que se cumpla tan importante logro.
Todo lo anterior explica por qué lo acordado en París en 2015, a fin de limitar el aumento de la temperatura a dos grados respecto a la era preindustrial (e idealmente a 1.5), no se está cumpliendo. Igual que reducir para 2030 casi a la mitad las emisiones de C02 teniendo como base el año 2010. Mientras las grandes potencias industriales, como China, Japón, Rusia, Canadá, India y los países que integran la Comunidad Europea (destacadamente Francia y Alemania), han reafirmado su apoyo al Acuerdo de París, Estados Unidos insiste en negar que el cambio climático se deba a las actividades humanas.
El señor Trump despotricó nuevamente contra el acuerdo en la última reunión del Grupo de los 20, y esta vez fue arropado por los legisladores de su partido. En busca de votos para su relección, restó importancia al documento que destacados científicos de su país dieron a conocer y en el que no dejan duda de que el calentamiento global es una realidad y no un invento chino para restarle capacidad de crecimiento a la economía estadunidense y frenar la creación de empleos. En dicho informe consideran un grave retroceso dejarle el campo libre a la explotación y uso del carbón para fines industriales y los servicios. El presidente Barack Obama lo había prohibido. Igualmente destacan que Estados Unidos es una de las potencias que más contamina y que sus más de 300 millones de habitantes cada día soportan más fríos y veranos extremos. Esto conlleva la demanda creciente de energía para sus sistemas tecnológicos a fin de reducir el calor y/o el frío.
A Trump desea unirse en su alegato negacionista el nuevo presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien dijo que se retiraría del Acuerdo de París. Pronto tuvo que rectificar por el temor que a su administración se vea afectada en el campo del comercio. Sin embargo, todo apunta a que dará vía libre a la destrucción del pulmón verde del mundo: el Amazonas, vía el apoyo a las actividades agropecuarias e industriales en ese vasto mundo verde.
En el tema del cambio climático, México es farol de la calle y oscuridad de la casa. Sus planteamientos en los foros internacionales y en los documentos oficiales son claros en cuanto a reducir la generación de gases de efecto invernadero e impulsar las energías limpias. Mas la realidad muestra que vamos a paso de tortuga en cumplir lo prometido. Por ejemplo, en el transporte y la industria generadores de dichos gases. Dudo que el nuevo gobierno tome en serio el combate al cambio climático. El motivo: una de sus prioridades es extraer, refinar y consumir más hidrocarburos. Y en cuanto a reducir el uso del carbón, no hay ninguna buena noticia.