Maciek Wisniewski*
I. La de Samir Amir (1931-2018) era –ante todo– una mirada desde las periferias. Allí estaban sus orígenes. Allí estaba el centro (sic) de su análisis. Nacido en Egipto, formado en Francia –donde falleció en agosto pasado (bit.ly/2nGSAny)– y por décadas activo políticamente en África (Mali/Senegal), era uno de los pioneros en escribir la historia –del mundo, del capitalismo– desde el punto de vista de sus márgenes (tercer mundo). No estancados ni atrasados sino integrados perfectamente –según su economía política que extendía la teoría del capital monopolista (Baran/Sweezy et al.) al Sur global– al sistema mundial, pero en condiciones de dependencia e intercambio desigual (Imperialism and unequal development, MR Press, 1977). Una realidad impuesta a estas regiones por países del centro, materializada en siglos de colonialismo, saqueo, robo y desindustrialización, pero que queda oculta, entre otros, por eurocentrismo –término acuñado por Amin (¡sic!)– una ideología inventada a fin de negar la división global centro-periferia al insistir en una sola línea del desarrollo civilizatorio (Eurocentrism, MR Press, 1989, p. 127).
II. En uno de sus libros más importantes – Accumulation on a world scale (MR Press, 1970)– Amin conceptualizó el flujo de los recursos desde las periferias –regiones del mundo que no controlan el proceso de acumulación ni siquiera a escala local– hacia los países del centro mediante la llamada renta imperialista. A diferencia de otros teóricos del intercambio desigual, puso énfasis en el trabajo –cuyo valor es significativamente menor en las periferias que en el centro– haciendo de la superexplotación de los trabajadores en las periferias –cuya movilidad es además estructuralmente restringida (¡migración!)– el concepto central para el entendimiento del capitalismo como tal (bit.ly/2DNPAPH). A partir de este análisis y apuntando a la continua relevancia de los estados-naciones –las diferencias entre salarios en diferentes países son más grandes que las diferencias entre las productividades– tras la crisis de 2008 que marcaba un paso a una nueva fase del capital oligopólico-financiero acuñó su teoría del valor mundial (The law of worldwide value, MR Press, 2010).
III. “(...) la expansión global del capitalismo, dado que este es un sistema polarizador, siempre implica la intervención política de los poderes del centro dominante en las sociedades de la periferia dominada, una expansión que no puede ocurrir solamente gracias a las ‘leyes del mercado’” y –más adelante– “el orden económico liberal y globalizado requiere de una ‘guerra permanente’ (…) como la única manera de doblar a los pueblos de la periferia ante sus demandas” (The liberal virus: permanent war and the americanization of the world, MR Press, 2004, p. 81). Un par de líneas que resumen bien el pensamiento aminiano en cuanto al imperialismo vigente (“no una ‘fase’, sino –yendo más allá de Lenin– una característica permanente del capitalismo”), el liberalismo (cuyo máximo producto son hoy Estados Unidos, el hegemón actual) y la globalización/mundialización (“un fenómeno antiquísimo, antes beneficioso, pero que ahora funge como ‘ apartheid a escala global’”), todo visto desde la periferia donde –además– “la combinación del imperialismo y la ‘superexplotación’ distorsiona habitualmente los gobiernos hacia el poder autoritario”.
IV. También su marxismo, atípico, heterodoxo por no decir hereje en su peculiar modo de ir subordinando las leyes económicas del capitalismo a las leyes del materialismo histórico (sic) (bit.ly/2EqDdL1) –¡no por nada su autobiografía política A life looking forward (Zed Books, 2006) tiene el subtítulo ¡ Memorias de un marxista independiente!– miraba hacia los márgenes. Por un lado Amin seguía fielmente a Marx centrándose en el trabajo (superexplotación), la lucha de clases, la praxis por la causa socialista (su militancia antimperialista era incansable) y al analizar al capitalismo como un sistema histórico que pasa por diferentes fases y es necesariamente global (compuesto por el Norte y el Sur y regido por el capital monopolista y la triada imperial: EU, Europa, Japón), pero al mismo tiempo ampliaba su espectro (las luchas del proletariado periférico) e introducía nuevos conceptos (renta imperialista et al.) como herramientas con las que las víctimas del sistema podrían conocerlo para cambiarlo (bit.ly/2BH8rud).
V. Tras ir observando y estudiando por décadas los obstáculos que encontraban los países periféricos al tratar de salir del subdesarrollo –siendo personalmente involucrado en tales esfuerzos en Egipto y Mali– actualizando de paso parte de su enfoque de Accumulation... para la nueva era neoliberal, Amin planteó la necesidad de una desconexión de las periferias del sistema capitalista y de las agendas desarrollistas para emerger verdaderamente, algo que resultaba imposible mediante puras maniobras estatales (Delinking: towards a polycentric world, Zed Books, 1985). “No se trata de una simple autarquía –decía en otro lugar– sino de la inversión de la lógica actual. En lugar de adecuarse a las tendencias dominantes a escala mundial, debe actuarse para que esas tendencias se adecuen a las exigencias internas” (bit.ly/2E0sTIW). La desconexión –para él– era a la vez una necesaria condición para cualquier avance socialista, tanto en el Sur como en el Norte.
*Periodista polaco
Twitter: @MaciekWizz