Víctor M. Toledo
De los innumerables acontecimientos ocurridos en la contienda electoral durante las dos semanas recientes destacan dos. Primeramente, la síntesis o agregación de encuestas efectuadas por Bloomberg, Oraculus, El País y GpPolls, que a principios de mayo siguen dando una amplia ventaja a Andrés Manuel López Obrador (42-48 por ciento del voto) sobre sus dos mayores contrincantes: R. Anaya (27-32) y J. A. Meade (16-22). Sigue sorprendiendo la enorme coincidencia en los resultados de los sondeos, tanto de las encuestas (unas 15) como de los análisis de la agregación realizados por esas cuatro fuentes. El segundo es el encuentro de AMLO con siete de los periodistas y comentaristas estelares de Televisa. Si a este acto se le agregan el debate de AMLO en Milenio Tv y su encuentro con la comunidad académica del Tecnológico de Monterrey, todo ciudadano dispone ya, gracias a YouTube, de tres documentos con casi cuatro horas de duración en los que queda revelado con toda claridad el pensamiento del candidato puntero. Esta vez no sólo se trató de respuestas a preguntas y cuestionamientos sino también de soluciones a los principales problemas que hoy sufre el país (corrupción, impunidad, falta de empleos, bajos salarios) e incluso de esbozos de verdaderas políticas públicas. A mi juicio, estas intervenciones echan por tierra buena parte de la catarata de infundios y falsedades levantados sin excepción contra López Obrador por sus cuatro contrincantes. Es decir anulan la batería de anuncios con que la propaganda de los partidos inunda los medios de comunicación de manera perversa. Al momento de escribir esta colaboración en conjunto los tres documentos sumaban ya 10. 6 millones de visitas, además de las audiencias que vieron los eventos en tiempo real. Esta cifra está en el mismo rango del número de los que siguieron el primer debate oficial.
El encuentro de López Obrador en Televisa tuvo varios ingredientes de gran interés. Destacó en primera instancia el clima de respeto, incluso de cortesía, que privó durante el evento. También la disposición de todos los participantes por arribar a conclusiones verdaderas y por mantener un espíritu crítico pero positivo. En hora y media, el candidato argumentó de manera serena cada propuesta. Primero, ofreció elementos para trazar con claridad que en la contienda no hay más que dos proyectos encontrados. El de la continuidad neoliberal, representado por sus cuatro contrincantes, y el de un cambio verdadero de rumbo. Por lo anterior un objetivo central de sus propuestas es la del rescate del Estado, hoy secuestrado por una minoría, para ponerlo al servicio de todos los mexicanos. Como en los dos encuentros anteriores, fue notable su profundo conocimiento de las problemáticas mayores, el manejo de datos y cifras y su rigor en el uso de los argumentos en favor o en contra de algún suceso. Destacó igualmente su experiencia tanto sobre el terreno (ha recorrido dos veces todos los municipios del país) como los seis años en que gobernó Ciudad de México. Un momento supremo lo alcanzó cuando compartió su visión sobre lo que él llama la cuarta gran transformación en la historia de México (que se vendría a sumar a la Independencia, la Reforma y la Revolución) con base en dos ventajas comparativas: la enorme riqueza natural del país y su diversidad cultural herencia de una historia de miles de años.
Más allá de los encuentros en espacios cerrados, aunque difundidos ampliamente por los medios audiovisuales y las redes digitales, en las arenas de la realidad terrenal las intervenciones exitosas de AMLO en las plaza públicas fueron también notables. Faltan 50 días para las elecciones y el asombro sigue. Asombra la reacción desbordada de los ciudadanos apoyando a López Obrador: mítines inesperados por su número en los estados del norte del país, gremios enteros sumándose a la campaña (mineros, maestros democráticos, organizaciones campesinas, universitarios), personajes políticos de todo el espectro agregados a esa opción electoral y miles de ciudadanos inscribiéndose en las filas de Morena en todas las entidades. Ello habla de un fenómeno inesperado. Si AMLO operó durante 12 años como el activador de una conciencia nacional, como el defensor de los valores legítimos de una nación y como la flama encendida de la resistencia, hoy parece que ha quedado desbordado por un flujo o una marea ciudadana que crece y que no parece tener límite. Mientras, las cuatro opciones del neoliberalismo parecen circunscribirse a las acciones que les dan sus propios aparatos, pero incapaces de incidir realmente en el electorado.
Ante la trágica visión de un país con el tejido desgarrado, ¿estamos en el final y en el comienzo?, ¿en el año del cambio?, ¿en la era de la regeneración nacional? Treinta años de devastación neoliberal parece que han sido ya suficientes. Treinta años de destrucción de las riquezas del país y de la explotación inmisericorde del trabajo de los mexicanos. E igualmente incide en la percepción de los ciudadanos la presencia de los 240 mil asesinados y de los 30 mil desaparecidos, las cifras macabras dejadas por una minoría rapaz, por una élite de seres despiadados que creen ser los dueños eternos de la nación. Treinta años de un Estado secuestrado y puesto al servicio de los mercaderes, obliga a su rescate. Similarmente urge recobrar la congruencia, la decencia y la eficacia en todos los entramados del quehacer nacional. Más allá de elecciones, partidos y dirigentes, parece que ahora sí la sociedad mexicana ha dicho ¡basta! Y ello se va a expresar de manera contundente el primero de julio y, lo que es más importante, después de esa fecha y de manera permanente.