Javier Flores
La semana pasada José Antonio Meade presentó algunas de sus ideas en materia de educación superior e investigación científica en el marco de la asamblea general de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies). En su intervención, el candidato a la Presidencia de la República por la coalición Todos por México explicó no solamente lo que piensa hacer con estas áreas en caso de obtener el triunfo en las elecciones del próximo primero de julio; también, de forma por demás interesante, dejó al descubierto las razones de su proceder frente a la ciencia al actuar como secretario de Hacienda durante el gobierno que está por concluir.
Se ha dicho que los lastres que impiden el crecimiento de Meade en las preferencias electorales son el PRI y el presidente Enrique Peña Nieto. Yo añadiría que él mismo lo es; por lo menos desde la óptica de su desempeño como secretario, al haber sido el encargado de truncar el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación en el país (evaluado por los continuos recortes en el presupuesto para estas áreas desde su llegada a Hacienda), lo cual no es de entrada una carta de presentación muy amigable frente a este sector.
Quién es él y qué es lo que piensa sobre estos temas queda claro cuando se refiere al presupuesto para la ciencia, el cual se propone elevar a 1.5 por ciento del producto interno bruto (algo poco creíble de entrada, cuando la anterior promesa surgida del mismo partido político que lo postula, uno por ciento, se quedó a la mitad). En este tema, Meade advirtió con toda claridad que no todo depende del presupuesto. Explicó que en los años recientes se duplicó el gasto del gobierno (lo que ocurrió antes de su llegada a Hacienda) y, sin embargo, las patentes no aumentaron, tampoco el número de publicaciones en revistas especializadas, ni la participación en consorcios internacionales y la inversión del sector privado tampoco creció.
Lo anterior muestra una visión de muy corto alcance, pues supone que lo invertido en ciencia tiene que traducirse casi de inmediato en resultados muy tangibles, ignorando que muchos de los logros en este campo requieren tiempos de maduración mayores que los que pueden exhibirse en uno o dos años. Uno entiende ahora por qué, cuando tuvo que definir dónde hacer recortes, éstos fueron sobre la ciencia y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, ya que las patentes no crecieron en dos años, ni las publicaciones en los Journals, etcétera.
Algo más que preocupante en la concepción de Meade, tanto para la educación superior como la ciencia y la tecnología, es que de acuerdo con lo que dijo, los recursos para las instituciones científicas y de educación superior estarán condicionados a que éstas devuelvan en todo momento algo a la Federación. En otras palabras, cada peso que se invierta deberá traducirse en un resultado tangible dentro de la visión de inmediatez descrita en beneficio de los objetivos del gobierno en este sector. Pero algo que me puso los pelos de punta fue cuando al referirse al tema de las pensiones elogió al secretario general de la Anuies por haber conseguido una sede con base en ahorros con austeridad republicana, para al final decir que si esta asociación cobrara por el uso de sus aulas y auditorios, podría resolver el tema pensionario, en clara referencia a lo que podrían o deberían de hacer las instituciones que la integran, eso me remitió de inmediato al tema de las cuotas en las universidades... En fin, todo eso es Meade.
Pasando a otro tema, quiero agradecer a Víctor M. Toledo la recomendación que hace para leer mi artículo: Impulsar la investigación sobre transgénicos publicado en este mismo espacio el pasado 17 de abril, pues seguramente permitirá a las personas que atiendan su sugerencia, una lectura menos superficial que la que él mismo hace al señalar que ahí sostengo que toda innovación o descubrimiento es por sí mismo moralmente bueno o deseable, algo que no escribí y además no pienso que sea así. Lo que afirmo en mi texto (y sostengo) es que para resolver las controversias que existen en torno a los organismos genéticamente modificados es importante intensificar la investigación en este campo, al igual que en otros temas como la edición genética y la biología sintética con el fin de que México no quede rezagado en estas áreas. La investigación es, en mi opinión, la mejor herramienta con la que contamos para poder determinar con mayor precisión los riesgos y beneficios de todas estas tecnologías, e incluso es indispensable para avanzar en la propuesta de Toledo sobre un modelo agroecológico o sustentable. ¿O este tipo de investigación tampoco?