Lunes 31 de marzo de 2025, p. 25
Washington. El presidente estadunidense, Donald Trump, dijo ayer estar furioso con su homólogo ruso, Vladimir Putin, por cuestionar el liderazgo del presidente Volodymir Zelensky en Ucrania, informó la cadena NBC.
En un cambio de tono radical respecto de su actitud moderada con Rusia, Trump declaró a la periodista de NBC Kristen Welker que se enojó cuando Putin empezó a atacar la credibilidad de Zelensky, a quien echó de la Casa Blanca el pasado 28 de febrero y acusó de ser un dictador.
Welker refirió que Trump la llamó para expresar su disgusto, y en su programa Meet The Press citó directamente la conversación.
Si Rusia y yo no somos capaces de lograr un acuerdo que detenga el derramamiento de sangre en Ucrania, y si me parece que es por culpa de Rusia, entonces impondría aranceles secundarios a todo el petróleo procedente de Rusia, afirmó Trump.
Explicó que los aranceles secundarios implicarían que si compras petróleo a Rusia, no puedes hacer negocios en Estados Unidos.
Trump comentó que Putin sabe que él está enojado, pero aclaró que tiene una muy buena relación con el mandatario ruso y que el enojo se disipa rápidamente... si él hace lo correcto.
En tanto, el senador ruso Alexséi Pushkov publicó en su canal de Telegram que la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) pagó 4 millones de dólares en 2022 a la revista Time para que el semanario declarara persona del año a Zelensky. Precisamente de esto hablan las partidas de gastos de Usaid que se hicieron públicas. Y así se fabrica la información en Occidente, afirmó el legislador.
En otro frente diplomático, Trump amenazó a Irán con bombardeos y aranceles secundarios si no llega a un acuerdo con Estados Unidos sobre su programa nuclear, durante la entrevista con NBC. Añadió que hay funcionarios estadunidenses e iraníes hablando, pero no dio más detalles.
Antes, el presidente iraní rechazó entablar negociaciones directas con Estados Unidos sobre su programa nuclear, al ofrecer la primera respuesta a una carta que Trump envió al líder supremo del país, el ayatollah Ali Jamenei, pero mantuvo su disposición a negociaciones indirectas.
La resistencia popular a Trump se gesta en decenas de ciudades de EU
El pueblo no permitirá que este gobierno nos lleve a la oligarquía, confía el senador Bernie Sanders
Jim Cason y David Brooks Corresponsales
Periódico La Jornada Lunes 31 de marzo de 2025, p. 24
Washington y Nueva York., La resistencia popular al presidente Donald Trump y su gobierno está creciendo en el país expresada en protestas contra los despidos masivos de trabajadores públicos, en apoyo de los inmigrantes, contra el arresto y deportación de estudiantes internacionales que se han expresado contra el respaldo estadunidense a la guerra contra el pueblo palestino, contra el intento de establecer una oligarquía en Wa-shington en pueblos y ciudades, y con nuevas manifestaciones nacionales anunciadas para principios de abril y para el 1º de mayo.
Muchos subestiman la resistencia al gobierno republicano actual porque la perciben por un lente estrecho, escribe la politóloga Erica Chenoweth, de la Universidad Harvard, en un artículo publicado en Waging Nonviolence y después en The Guardian. Afirma, en su texto escrito junto con dos colegas, Jeremy Pressman y Soha Hammam, que las protestas en las calles hoy son mucho más numerosas y frecuentes de lo que suponen los escépticos. Datos ofrecidos a La Jornada de su proyecto Crowd Counting Consortium muestran que hubo protestas en cada uno de los 50 estados del país y hubo el doble del total en febrero comparado con el mismo periodo hace 8 años, cuando Trump asumió la presidencia por primera vez.
La semana pasada, miles participaron en una protesta cerca de la Universidad Tufts, en Boston, contra el arresto público de la estudiante de posgrado Rumeysa Ozturk, detenida por oficiales enmascarados sin uniformes al salir de su departamento para ir a una cena de Ramadán. Fue arrestada porque fue coautora de un artículo en el periódico estudiantil de Tufts reportando sobre una resolución aprobada por estudiantes que condena el genocidio de Israel en Gaza y llamaba por un boicot de empresas con inversiones en Israel. En Nueva York, más de mil judíos se manifestaron frente a las oficinas de la agencia de inmigración federal para exigir la liberación del estudiante palestino Mahmoud Khalil, de la Universidad de Columbia, arrestado por su participación en protestas contra la complicidad de Estados Unidos en la guerra de Israel contra los palestinos.
Ozturk y Khalil son dos de, hasta la fecha, 300 estudiantes internacionales cuyas visas estudiantiles han sido revocadas por el gobierno, informó el secretario de Estado, Marco Rubio, el jueves pasado. Profesores en varias universidades del país informaron a La Jornada que persiste el temor y angustia entre aproximadamente 1.5 millones de personas con visa para estudiar en este país. No pocos de estos académicos –de California a Florida– también se están sumando a las protestas por defender la libertad académica y de expresión, así como las ciencias y las humanidades contra los ataques que se lanzan desde la Casa Blanca.
El gobierno de Trump está enfrentando desafíos a sus acciones en los tribunales, como deportaciones y despidos masivos, entre otros. Unas 146 demandas ya se han interpuesto ante tribunales contra el gobierno de Trump, según el monitoreo de la revista Just Security.
Pero más alla de las acciones de organizaciones de defensa de derechos en los tribunales, la resistencia se expresa en una ola creciente de protestas en las calles y espacios públicos. El senador socialista democrático Bernie Sanders continúa en una gira con el lema: Lucha contra la oligarquía, que sigue generando una respuesta más allá de las expectativas, y en varios lugares han tenido que contratar espacios más grandes para realizar las reuniones. Fue el mitin más grande que jamás he tenido, escribió Sanders en redes sociales después de un acto en Denver, Colorado. Y eso me dice que el pueblo estadunidense no permitirá que Trump nos lleve a la oligarquía y el autoritarismo, repitió. Sanders, junto con otros colegas, incluyendo los diputados progresistas Alexandria Ocasio Cortez y Greg Casar, continuarán con esta gira por el país, y en particular en entidades con grandes poblaciones de trabajadores que podrían haber votado por Trump.
Estos mítines que convocan a crear mayor resistencia y acción para frenar la agenda de Trump y su desmantelamiento de programas de bienestar social y en contra de mayores beneficios para los más ricos, también se expresarán en manifestaciones y marchas nacionales programadas para el 5 de abril en más de 150 ciudades. Esta protesta denominada Saquen las manos, organizada inicialmente por la organización MoveOn con 9 millones de seguidores, el Movimiento Indivisible con 6 mil secciones en el país, y el Working Families Party, es para demandar que el presidente no toque los fondos y programas de salud pública, educación, apoyo a trabajadores y ciencias, entre otros.
Hay razones sólidas para el optimismo político, escribe Eric Blanc, historiador laboral progresista y profesor en la Universidad Rutgers. Las políticas del nuevo gobierno no son populares. Sus ya bajos niveles de apoyo continúan en deterioro. Y porque el movimiento anti-Trump de hoy está mas enfocado sobre preocupaciones económicas, más enraizado en sindicatos, y más antimultimillonarios que la resistencia de la era 2017 (al inicio de su primera presidencia), tiene el potencial para, definitivamente, superar a MAGA (el movimiento trumpista) al tener raíces mas profundas entre los trabajadores.
Los sindicatos serán claves en las protestas
Blanc y otros ha señalado que los sindicatos –muchos de los cuales perderán agremiados si proceden los despidos masivos de servidores públicos y hasta están amenazados de desaparecer si prospera la orden de Trump de anular los contratos colectivos de más de un millón de burócratas, así como en el sector privado, con los efectos potenciales de los aranceles– serán claves en la organización de protestas y otras expresiones de resistencia popular. El Sindicato de Maestros de Chicago trabaja con otras 80 organizaciones para planear una serie de acciones para el 1º de mayo, que incluye boicots a empresas que colaboran con el gobierno de Trump y hasta un paro de trabajadores. Vale recordar que, de manera oficial, esa fecha no se reconoce en Estados Unidos como el Día del Trabajo, el cual nace en este país, ese día el resto del mundo recuerda a los mártires de Chicago. Sin embargo, los trabajadores inmigrantes han resucitado el día en la memoria de sus compañeros estadunidenses en años recientes.
Los inmigrantes estuvieron entre los primeros de manifestarse en plazas públicas y calles del país, con algunos de sus líderes pidiendo que los blancos y otros ciudadanos se sumen para proteger a este sector que es el más vulnerable bajo ataque del nuevo gobierno.
A la vez, también hay acciones de otro tipo de protesta que han alarmado hasta al presidente. Por todo el país, activistas han realizado boicots y actos de desobediencia civil contra Tesla, la empresa de Elon Musk. Además, ahora se suman a estas movilizaciones veteranos militares de guerra, científicos, estudiantes de preparatorias y muchos otros que usualmente no han participado en protestas públicas.
Estas manifestaciones separadas podrían parecer más pequeñas que algunas de las movilizaciones de gran escala en el pasado reciente, reconoce Chenoweth, pero subraya que la diversificación de los métodos de resistencia coloca a Estados Unidos en una trayectoria similar a la de varios movimientos democráticos del pasado.
American curios
David Brooks
▲ El presidente Donald Trump habló con la prensa en el Air Force One durante el vuelo de regreso de Florida a Washington. Aseguró a los reporteros que hay formas de que logre un tercer mandato, pese a que la Constitución lo prohíbe.Foto Afp
Para imponer el nuevo orden derechista en este país se requiere fomentar la incultura.
El pasado jueves, Trump emitió una orden ejecutiva titulada Restaurando Verdad y Sanidad a la Historia Americana, en la cual, entre otras cosas, instruye a la Institución Smithsonian –que administra el complejo de 21 museos y 14 centros de educación nacionales– a eliminar ideología inapropiada, divisiva o antiestadunidense de todos sus programas.
En su orden, Trump escribió que los museos en la capital de nuestra nación deberían ser lugares donde individuos van a aprender y no a ser sujetos al adoctrinamiento ideológico o narrativas divisivas que distorsionan nuestra historia compartida. La orden incluye instrucciones para asegurar que el financiamiento a futuro de ese complejo no sea gastado en programas que degradan nuestros valores, dividen a los estadunidenses con base en la raza, o promueven programas o ideologías inconsistentes con la ley y políticas federales.
Este es sólo un frente más de la guerra desatada por Trump contra la cultura desde que llegó a la Casa Blanca hace sólo nueve semanas. En acciones anteriores, el 8 de febrero despidió al ex director y la mayoría de la junta directiva del Kennedy Center, centro nacional de artes vivas, y ordenó cambiar la programación y festejar su visión por una edad dorada en artes y cultura, escribió en su medio social. Ahí declaro que pronto nombraría una nueva junta directiva y un increíble director, ¡Donald J. Trump!
En el Fondo Nacional de las Artes (NEA) se modificaron los requisitos para los que solicitan fondos y becas al cumplir las órdenes ejecutivas para toda entidad federal bajo control del Ejecutivo de anular todo programa y medida para promover la diversidad, equidad e inclusión. Ese trío de palabras conocidas como DEI son referencia a esfuerzos para promover la diversidad e inclusión de minorías –razas, géneros sexuales, etnias y hasta mujeres– en todos los ámbitos culturales, así como en universidades, equipos deportivos y empresas, entre otros. La derecha encabezada por Trump ha acusado al DEI de racista, divisivo y producto de la agenda liberal a la cual siempre se refiere como producto de la izquierda radical.
A la vez, la ofensiva contra la cultura, bajo el pretexto de anular el DEI, entre otros horrores liberales, se ha empleado contra universidades, bibliotecas y otras instituciones culturales, obligando a muchos a anular programas de inclusión y diversidad que son, en parte, logros de los movimientos de derechos y libertades civiles de las últimas décadas. El ataque contra organizaciones culturales también incluye a la Radio Pública Nacional y la televisión pública nacional PBS, donde Trump y republicanos amenazan con recortes masivos a su financiamiento federal.
Por supuesto: se empieza a ver la resistencia contra todo esto por artistas, estudiantes y figuras culturales. Varios programas ya contratados por el Kennedy Center se retiraron en protesta por los cambios, incluyendo la obra Hamilton, de Lin Manuel Miranda, y la música de Rhiannon Giddens, entre otros. Casi 500 artistas –visuales, bailarines, poetas, dramaturgos– hicieron un llamado público en contra de los cambios de la NEA.
Historiadores y comentaristas señalan que este tipo de esfuerzo contra la cultura tiene sus ecos claros en la historia del fascismo en España, Italia y Alemania del siglo pasado, y advierten que esos regímenes como éste entienden que controlar la expresión cultural y, sobre todo, la narrativa histórica de un país, son claves para establecer un nuevo orden derechista.
El Smithsonian también administra el Zoológico Nacional en Washington, pero aún no se sabe si el nuevo régimen buscará someter a los animales a su orden patriótico, aunque fuentes revelan que varios de los orangutanes ya están organizando una rebelión si lo intentan (seguro se acusará a los osos panda chinos de estar detrás de ese complot). Ojalá.
Monty Python sobre legitimidad de gobiernos https://www.youtube.com/watch?v=en28Dankfd4
Simon & Garfunkel. At the zoo. https://www.youtube.com/watch?v=cDu7eitZrgw