lunes, 29 de diciembre de 2025

¿Esperanza desde EU?

Manuel Pérez Rocha L.*
El 2025 fue un año más, marcado por sangre por el genocidio contra el pueblo palestino, y otros terrores de guerras proxi de la Casa Blanca. El afán destructivo se manifiesta internamente en la persecución racista de inmigrantes, que también se convierte en negocio, y en la destrucción de instituciones en Estados Unidos y de su, ahora más que evidente, endeble democracia.
Sin embargo, Tope Folarin, director del Institute for Policy Studies (IPS) de Washington DC, escribe en su boletín de fin de año, “que a pesar de los implacables ataques contra nuestros vecinos, nuestras ciudades y nuestra democracia, nos sentimos casi... esperanzados. Porque, en muchos sentidos, los movimientos de los que formamos parte en IPS están a la altura de las circunstancias. Mientras la administración Trump se desploma en las encuestas y busca chivos expiatorios, los progresistas han obtenido victorias impresionantes a nivel estatal y local (traducción propia)”.
Folarin cita 10 destacadas victorias resaltadas por Sarah Anderson y Chris Mills Rodrigo en la lucha contra la desigualdad en 2025. Ilustrar logros de luchas cotidianas resulta más importante que nunca, en particular en Estados Unidos en franca crisis política y social, impulsada por un hombre que ha logrado no sólo hacerse del poder por segunda vez sino de orillar a prácticamente toda gran empresa capitalista a aceptar que para alcanzar ganancias económicas sin precedente merece arrebatar de los más pobres lo poco que tienen (https://inequality.org/article/10-inequality-victories-of-2025/).
En contraste con la degradación moral que propaga el presidente estadunidense, pienso en la filósofa Martha Nussbaum y su teoría de la intuición de una vida humana digna en la que las personas tienen la capacidad de perseguir su concepción del bien en cooperación con los demás. Y, por supuesto, en la antítesis del capitalismo que representa el movimiento zapatista, próximo a cumplir 32 años de su levantamiento contra el aplastante pensamiento único del neoliberalismo.
Anderson y Mills, del IPS, enumeran “luchas contra la desigualdad en las urnas” y la victoria del socialista demócrata Zohran Mamdani en la alcaldía de la ciudad más poderosa económicamente del país, Nueva York. En 2025 se suman las victorias de la demócrata Kate Wilson, en la ciudad de Seattle, y las de Ellen Higgins, primera mujer, y demócrata también, a la alcaldía de Miami, y de Abigail Spanberger a la gubernatura del crucial estado de Virginia. Estas y otros triunfos apuntan a una mirada optimista ante las elecciones intermedias de 2026, que definirán el rumbo de Estados Unidos.
Anderson y Mills continúan con victorias de derechos laborales como las de “baristas” de Starbucks, cuya lucha empezó en 2020, y que este año que pasa logró un importante éxito en Nueva York forzando a la empresa a pagar 38 millones de dólares después de que una agencia de gobierno municipal descubriera que la empresa de rancio (digo yo) café, había cometido violaciones sistemáticas acerca de horarios laborales. Y explican cómo mega eventos, como las Olimpiadas, tienden a agravar la desigualdad en las ciudades anfitrionas. Con la proximidad de los Juegos Olímpicos en Los Ángeles, personas trabajadoras luchan por revertir esta tendencia gentrificadora, demandando viviendas y aumentos salariales. En mayo de 2025, consiguieron la aprobación de un “salario olímpico” para empleados de hoteles y aeropuertos. Cuando comiencen las Olimpiadas de 2028, el salario mínimo de Los Ángeles será de ¡30 dólares por hora!
En Utah se dieron victorias significativas para el Sindicato Internacional de Trabajadores Comerciales y de la Alimentación, el cual consiguió el primer contrato nacional con JBS, la mayor empresa procesadora de carne del mundo, que cubre a 26 mil trabajadores, en su mayoría inmigrantes, incluyendo aumentos salariales y prestaciones. Otro triunfo fue la de Enfermeras Nacionales Unidas que “demostró que es posible ganar en el sur de Estados Unidos, profundamente conservador y antisindical”.
Otros éxitos resaltados consistieron en aumentar impuestos a los ricos para financiar necesidades humanas. Citan a votantes en Seattle que aprobaron una medida electoral para gravar las remuneraciones excesivas de ejecutivos (CEO), para financiar viviendas sociales. Citan Anderson y Mills al activista y economista de Seattle John Burbank, quien declaró que esa votación era una victoria contra “oligarcas, Amazon, Microsoft, la Cámara de Comercio local, el sector inmobiliario, (…) los muskistas y los trumpistas”. En Colorado se logró gravar a ricos con ingresos de más de 300 mil dólares anuales para financiar comidas escolares gratuitas, producción de alimentos cultivados localmente, y el aumento salarial a trabajadores de cafeterías.
También se ha avanzado ante los combustibles fósiles. Por ejemplo, para financiar la atención infantil universal en el estado de Nuevo México, familias ahorrarán un promedio de 12 mil dólares al año… “un verdadero cambio para los hogares con bajos ingresos en uno de los estados más pobres del país”. En varios estados como Maryland, Maine, Montana, Nueva Jersey, Rhode Island y Washington también se han adoptado nuevos impuestos a personas acaudaladas. En Illinois, se han tomado medidas drásticas contra la evasión fiscal de las empresas.
A estas victorias podemos sumar muchas más. El periódico The Guardian hace un recuento de 14 historias que han publicado este año “y que nos dan motivos para ser optimistas de cara al año que viene, desde avances científicos hasta comunidades que se unen tras catástrofes climáticas, pasando por hazañas individuales de heroísmo y perseverancia” Dice el rotativo que en 2025 hubo más esperanza de la que cabría imaginar (traducción propia, ver por ejemplo la creciente ola de activismo por derechos humanos, desde migrantes hasta personas LGTB, en Estados Unidos. https://tinyurl.com/4mdf5txx”.
Es difícil y hasta culpa da el intentar sentir optimismo ante la debacle actual, pero como la frase del zapatismo reza “nuestra profesión es la esperanza” y es apremiante y preciso adoptarla.
www.ips-dc.org

Acceso al petróleo, razón ofensiva de EU contra Venezuela: NYT
Otro objetivo es debilitar a Cuba
Rubio buscó convencer a Trump de declarar a Maduro capo de la droga
▲ En medio de las tensiones por la presencia cercana de navíos de guerra de Estados Unidos, en Caucagua, en el Caribe venezolano, los pobladores festejaron este domingo el Día de los Inocentes, con bailes tradicionales de la comunidad afrodescendiente.Foto Ap
De La Redacción
Periódico La Jornada   Lunes 29 de diciembre de 2025, p. 23
Debilitar al presidente venezolano, Nicolás Maduro, usar la fuerza militar contra los cárteles de la droga y asegurar el acceso a las vastas reservas petroleras de Venezuela para las empresas estadunidenses fueron los tres objetivos políticos que se fusionaron el 25 de mayo pasado durante una reunión entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el secretario de Estado, Marco Rubio, y el asesor presidencial, Stephen Miller, afirmó el diario The New York Times.
Dos meses después, el magnate firmó una directiva secreta que ordenó al Pentágono llevar a cabo operaciones militares contra los cárteles de la droga latinoamericanos, solicitando ataques marítimos. Aunque la justificación fue el narcotráfico en general, la operación concentraría un enorme poder de fuego naval frente a las costas de Venezuela, agregó el rotativo en un amplio reportaje el fin de semana.
El resultado ha sido una campaña de presión cada vez más militarizada destinada a sacar a Maduro del poder, marcada por ataques estadunidenses que han asesinado al menos a 105 personas en lanchas en el Caribe y el Pacífico oriental, un casi bloqueo de petroleros que entran y salen de puertos venezolanos y amenazas de Trump de llevar a cabo ataques terrestres en ese país.
Rubio, Miller y el secretario de Guerra, Pete Hegseth, han sido actores claves en el creciente conflicto de Trump en Venezuela. Cada uno ha llegado con el foco puesto en objetivos arraigados: para Rubio, hijo de inmigrantes cubanos y asesor de seguridad nacional de Trump, es una oportunidad para derrocar o debilitar a los gobiernos de Venezuela y su aliado, Cuba; y para Miller, artífice de las políticas antinmigratorias de Trump, la oportunidad de impulsar su objetivo de deportaciones masivas y atacar a los grupos criminales en Latinoamérica, afirmó el periódico.
Se fraguaron pretextos, entre ellos la migración
Según funcionarios actuales y anteriores que hablaron con el rotativo bajo anonimato, entre los hallazgos están que Miller instó a los funcionarios de la Casa Blanca en la primavera a explorar maneras de atacar a los cárteles de la droga en sus países de origen en Latinoamérica, quería operaciones que pudieran atraer la atención generalizada para crear un efecto disuasorio.
La atención sobre Venezuela se intensificó después de finales de mayo, cuando Trump se mostró molesto por las difíciles negociaciones con la petrolera estadunidense que opera en Caracas, Chevron. El petróleo venezolano ha sido tema central en las deliberaciones de Trump de lo que se había informado previamente.
En reuniones a principios del verano, Rubio y Miller hablaron con Trump sobre atacar a Venezuela. El presidente pareció persuadido por el argumento de Rubio de que Maduro debía ser visto como un capo de la droga.
Miller declaró a los funcionarios que si Estados Unidos y Venezuela estuvieran en guerra, la administración Trump podría invocar nuevamente la Ley de Enemigos Extranjeros, del siglo XVIII, para agilizar las deportaciones de cientos de miles de venezolanos a quienes la administración despojó del estatus de protección temporal. Trump y Rubio la utilizaron a principios de año para deportar de forma sumaria a cientos de venezolanos al Centro de Confinamiento del Terrorismo, prisión en El Salvador.
La orden secreta de acción militar contra los cárteles, firmada por Trump el 25 de julio, que convocaba a ataques marítimos, es la primera directiva escrita conocida del presidente sobre tales acciones. Funcionarios de la administración se refirieron a las ofensivas en barco como la “fase uno”, encabezada por el equipo SEAL Seis. Han hablado de una vaga “fase dos”, con unidades de la Fuerza Delta del ejército posiblemente llevando a cabo operaciones terrestres.

Corte de caja
David Penchyna Grub
El 2025 será recordado en los anales de la política exterior como el año en que el multilateralismo tradicional cedió su lugar a una diplomacia transaccional de suma cero. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero pasado no sólo alteró la política interna de Estados Unidos, sino que reconfiguró el equilibrio de poder global a través de un bilateralismo agresivo. La experiencia de haber vivido un Trump presidente en 2016 no ha bastado para que este 2025 se haya sentido como un siglo distinto en materia geopolítica.
Tres sucesos definieron el mapa de poder en 2025. Primero, la “paz con alfileres”, tomando el término prestado a la crisis de 1994-1995: bajo presión de Washington, el conflicto en Ucrania entró en una fase de congelamiento táctico. Aunque los combates de alta intensidad disminuyeron, la soberanía de Kiev quedó en vilo, creando un nuevo telón de acero tecnológico y comercial entre Rusia y la OTAN. Segundo, el colapso del régimen sirio: la sorpresiva caída de Bashar al-Assad a manos de facciones rebeldes reordenó el tablero en Medio Oriente, obligando a potencias como Irán y Rusia a replegarse, mientras Turquía y los estados del Golfo emergieron como los nuevos árbitros regionales. Tercera, la carrera por la “soberanía en IA”: 2025 fue el año de la Guerra de los Chips 2.0. Estados Unidos endureció los bloqueos tecnológicos a China, obligando a terceros países a elegir bando en la cadena de suministro de inteligencia artificial. La economía global en 2025 mostró una resiliencia frágil. A pesar de las amenazas de aranceles generalizados, el crecimiento mundial cerró en 3.2 por ciento. No obstante, esta cifra oculta una divergencia profunda: mientras Estados Unidos se apalancó en el auge de la productividad por IA, Europa coqueteó con el estancamiento debido a los altos costos energéticos y una base industrial erosionada. Para México, 2025 ha sido un año de aprendizaje para la nueva administración federal y de reto permanente a la paciencia y a la serenidad, de cara a la administración Trump. En este sentido, si una imagen se quedará grabada en millones de mexicanos, y probablemente trascienda generaciones, es la crueldad y el terror comunicacional del ICE contra los connacionales que viven y trabajan en Estados Unidos.
Una estrategia de comunicación que tiene dos audiencias: la interna, el votante duro de Trump, que aplaude y celebra la mano dura contra los migrantes, y los propios mexicanos en Estados Unidos, que ven en cada redada en un Home Depot, en cada detención afuera de una escuela, la historia que podrían vivir a manos del ICE.
2025 nos ha abierto una ventana al futuro: esta paradoja en la que la aceleración tecnológica sin precedentes se da en medio de instituciones políticas –la democracia liberal incluida– que crujen y se cimbran. Por eso, el próximo año no veremos el regreso a la globalización abierta que tanto se promovió en los años 80 y 90, sino la consolidación de la “globalización de cuates” y los riesgos por una burbuja económica generada por la IA y, en cierta medida, por el mundo cripto.
Tres elementos económicos que habrá que añadir: el ajuste monetario. Se espera que la Reserva Federal estabilice las tasas en un rango de 3 a 3.25 por ciento, buscando un aterrizaje suave. Segundo, la presión fiscal en países emergentes: el incremento paulatino del gasto público está llegando a un límite. La historia económica muestra que los caminos son pocos y nada fáciles: o se gasta menos o se recauda más. Está claro que con la reforma fiscal que intrínsecamente implicó la reforma judicial, la apuesta es por el segundo camino. Tercero, el factor “Mundial”: la Copa del Mundo 2026 servirá de barómetro para el T-MEC. Más allá del deporte, será la prueba de fuego para la integración logística y migratoria de América del Norte en un entorno de retórica proteccionista. Veremos cómo se comportan nuestros coanfitriones cuando todo el mundo esté observando.
El 2026 exigirá a los países, empresas y personas una capacidad de adaptación brutal. El orden basado en reglas ha muerto. En su lugar ha nacido un sistema basado en intereses y alianzas específicas. Los ganadores de 2026 no serán quienes más produzcan, sino quienes mejor gestionen sus dependencias en un mundo que ha decidido fragmentarse para, supuestamente, protegerse.

El año que vivimos en la angustia
Arturo Balderas Rodríguez
Llega a su fin un año particularmente tempestuoso en todo el orbe, pero especialmente en Estados Unidos, nación desde donde se generaron una buena parte de las tormentas. Desde luego las fatídicas guerras en el Medio Oriente y Europa oriental, donde Israel y Palestina por un lado, y Rusia y Ucrania por el otro, generaron desazón y angustia por los efectos que pudiesen tener en el mundo entero. Pero fue en y desde la nación estadunidense en que los manotazos en contra del statu quo del presidente Trump, los que en forma más clara han tenido mayores consecuencias en contra del multilateralismo y provocaron el rompimiento con los esquemas tradicionales de relaciones comerciales y financieras, los que en forma más profunda amenazaron en desestabilizar al mundo entero y, evidentemente, a la propia Unión Americana.
En la nación que hoy encabeza un grupo empeñado en cambiar la faz de un Estado que ha prevalecido desde hace más de 200 años, las decisiones de su presidente, estampadas en docenas de decretos, han tenido un efecto devastador en la vida y la sociedad estadunidense. Sería muy largo repetir lo que en cierta forma es del conocimiento de cualquier lector atento a lo que sucede en esa nación y el mundo entero sobre la forma en que, paulatinamente, Donald Trump ha intentado demoler los cimientos que a lo largo de años han sido su sostén. Vale mencionar muy esquemáticamente algunos de los más sobresalientes:
Trump negó en principio los planteamientos del documento conocido como Proyecto 2025, elaborado por la organización conservadora Heritage Foundation, cuya esencia ha sido la inspiración para su trabajo de zapa. Pero una vez electo siguió casi literalmente cada uno de ellos y para que no hubiera duda incorporó a su gabinete a quien dirigió dicho documento, Russel Vought, quien maneja la oficina de gasto y presupuesto, una de las más poderosas del gobierno.
Vale dar cuenta nuevamente de sus principales ejes: coartar la inmigración y deportar tantos migrantes como fuera posible, sin importar la forma de hacerlo, violando incluso normas legales y constitucionales; reducción sustancial del gobierno, suprimiendo oficinas y agencias sin importar la necesidad de ellas para el funcionamiento del gobierno, ni la violación de derechos laborales de sus empleados o civiles de la población en general; reducción de impuestos, en especial a quienes obtienen percepciones más altas, y como contrapartida, reducir el gasto social; incrementar sustancialmente el poder del presidente, propuesta en la que la Suprema Corte coadyuvó, incluso violentando el precepto de la división de poderes, una de cuyas implicaciones es la vigilancia que el Congreso debe ejercer sobre las decisiones del Poder Ejecutivo; eliminar la independencia con la que tradicionalmente ha funcionado el Departamento de Justicia traspasando de facto sus funciones directamente a las órdenes del presidente; acabar con la independencia del Banco Central en forma tal que las decisiones en materia monetaria queden bajo las órdenes del ejecutivo.
Comentario aparte merece la política exterior, en especial en aranceles y con la OTAN, que el gobierno de Trump ha implementado para confrontar a un puñado de naciones, destacadamente la Unión Europea y China.
La mayor parte de esos lineamientos de gobierno han sido implementados en los 11 meses en que el presidente del país vecino del norte ha gobernado. En las elecciones de noviembre próximo, posiblemente el Partido Demócrata obtendrá la mayoría del Congreso y pondrá coto a los excesos del presidente. Sin embargo, hay una nube que amenaza el proceso electoral: la posibilidad de que, como lo trataron de hacer en el 2000, Trump y el Partido Republicano intenten desconocer los resultados de la elección, pero en esta ocasión con los medios y recursos extralegales para lograr su objetivo.
Hasta ahí, todo bien, o mal. Ahora hay que esperar que el Partido Demócrata elabore un plan con sus ideas y propuestas para contraponerlos a los del Proyecto 2025.
Una luz de optimismo: para sorpresa de propios y extraños, la Suprema Corte propinó un revés al presidente cuando dictaminó que la utilización de la Guardia Nacional para patrullar las calles de varias es violatoria de la Constitución. Fue una grata noticia para toda la nación y atenúa el temor de que Donald Trump prosiguiera con su intención de militarizar el país entero.
Mis mejores deseos para el año que viene, el aprecio a los lectores y a quienes hacen posible la edición de La Jornada.