viernes, 19 de abril de 2024

EU, cómplice de genocidio.

Washington usó su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para sabotear el ingreso de Palestina como miembro de pleno derecho de Naciones Unidas en el marco de un proceso que llevaba paralizado desde 2011. Pese al abrumador apoyo de 12 de los 15 integrantes del Consejo, a los palestinos se les seguirá negando el derecho a tener su propio Estado y deberán conformarse con el estatus de observador no miembro que tienen desde 2012. Resulta muy significativo que la última vez que un país vetó el ingreso de otro a la ONU fue en 1976, cuando el propio Estados Unidos impidió la admisión de Vietnam tras haber perpetrado el genocidio de más de 3 millones de vietnamitas, de haber arrojado sobre esa nación campesina más bombas que todas las que se emplearon en la Segunda Guerra Mundial y de cometer uno de los mayores crímenes ambientales de la historia: el lanzamiento de napalm y otros agentes químicos que mantendrán la tierra envenenada durante siglos.
Como denunció la Autoridad Nacional Palestina, se trata de un boicot inmoral, injusto e injustificado, que muestra el desprecio de Washington por la vida humana y por la voluntad de la comunidad internacional. Y, en efecto, la agresiva política estadunidense hacia Palestina, su pueblo y sus derechos legítimos representa una agresión evidente contra el derecho internacional humanitario, y alienta la continuación de la guerra genocida israelí contra la población en la franja de Gaza y Cisjordania. Al respecto, debe remarcarse que la masacre no afecta únicamente a los gazatíes, sino que los colonos israelíes establecidos de manera ilegal en Cisjordania asesinan de forma tan rutinaria como impune a la población árabe que sobrevive en los jirones de tierra que la potencia colonial no les ha robado todavía.
El reconocimiento de Palestina como integrante de pleno derecho en la ONU no sólo es un derecho inalienable de su pueblo, sino un auténtico asunto de vida o muerte: en momentos en que sus hogares son arrasados y sus vidas segadas por las bombas, las balas y el hambre convertida en arma, la membresía en ese organismo les brindaría un inestimable recurso de defensa diplomática. Asimismo, haría posible la acción solidaria de organismos y estados que no se encuentran alineados con el sionismo y sus planes de limpieza étnica.
Al impedir este alivio mínimo a bebés, niños, mujeres, ancianos y hombres inocentes que mueren cada hora bajo la agresión israelí, Estados Unidos desnuda la hipocresía y el sadismo que guían su política exterior. La crueldad es tal, que la Casa Blanca cierra a los palestinos cualquier oportunidad de defenderse al mismo tiempo que impulsa el envío de 26 mil millones de dólares en ayuda militar a Tel Aviv; es decir, otorga un veto para atarlos y misiles para matarlos. Ante estos hechos, sólo queda concluir que Washington es el principal patrocinador y cómplice del genocidio contra el pueblo palestino, el más terrible del siglo XXI y el primero transmitido en tiempo real para oprobio imborrable de Occidente.

Persisten los asesinatos del ejército de Israel en Gaza
Afp y Europa Press
Periódico La Jornada  Viernes 19 de abril de 2024, p. 27
Gaza. Israel continuó ayer sus ataques aéreos sobre Gaza, los cuales impactaron el sur de la franja, en las ciudades de Jan Yunis y Rafah, donde se hacinan 1.5 millones de desplazados por la ofensiva.
En Rafah, la defensa civil informó del hallazgo de 12 cuerpos, miembros de la misma familia, incluyendo cinco niños y dos mujeres.
Recuperamos los restos de 12 personas de entre los escombros de una casa golpeada, declaró Abdeljabar al Arja. Había mujeres y niños, hemos encontrado brazos y pies. Todos fueron despedazados. Es horrible, exclamó.
Los bombardeos también alcanzaron el campo de Al Mawasi, cerca de Rafah.
El ejército de Israel anunció que concluyó una operación esta semana sobre el centro de la franja de Gaza, con un balance de unos 40 terroristas abatidos y más de cien tipos de infraestructura destruida, incluida una red de túneles.
Desde el inicio de la cruenta ofensiva militar sobre el enclave palestino, Israel sostiene que ha logrado abatir a más de mil hombres armados de las milicias palestinas, de Hamas y Yihad Islámica, y destruido más de 20 kilómetros de túneles subterráneos.
El balance de víctimas mortales desde el 7 de octubre, cuando comenzó la guerra, continúa en aumento, el Ministerio de Salud de Gaza anunció el nuevo saldo, que se elevó a 33 mil 970 fallecidos.
Denuncian violencia de colonos
En ese contexto, Humans Rights Watch denunció la violencia ejercida por colonos israelíes en Cisjordania en un reportaje publicado en su página de la red social X.
Los asentados israelíes agredieron, torturaron y cometieron actos de violencia sexual contra palestinos. Les han robado teléfonos, coches y ganado; los amenazan de muerte si no se marchaban definitivamente, y han destruido sus casas y escuelas, refiere el texto publicado por la organización no gubernamental. Las fuerzas de seguridad israelíes deberían detener esta hostilidad y frenar a los asentados. Pero no lo hacen, detalló.
El reportaje revela que de las más de 700 situaciones hostiles perpetradas por colonos que la Organización de Naciones Unidas registró entre el 7 de octubre y el 3 de abril, soldados israelíes estuvieron presentes en casi la mitad de ellas y no interfirieron.
Por otra parte, la ONG se preguntó qué hay acerca de la comunidad internacional, que también dispone de herramientas para intentar frenar esta campaña de violencia.

Milei se rinde a China
Raúl Zibechi
Lo mismo le sucedió a Jair Bolsonaro durante su presidencia. Tuvo que tragarse sus insultos a China y reconocer que Brasil depende de sus exportaciones al país asiático, que es el principal socio comercial desde hace más de una década.
Antes de su ascenso al poder, Bolsonaro criticó a China y visitó Taiwán, como evidente provocación a Pekín. Pronto tuvo que dar marcha atrás, recibir a ejecutivos de Huawei en el mismo palacio presidencial y aceptar su participación en la red 5G de Brasil.
¿Comerciarías con un asesino?, disparó Milei en el tramo más irracional de su desbocada campaña electoral. Ahora dice que las relaciones con el dragón no se tocan y que no moverá un ápice los acuerdos comerciales.
Siempre hemos dicho que somos libertarios, si la gente quiere hacer negocios con China, pueden, dijo el presidente argentino al editor en jefe de Bloomberg News el 4 de abril (https://goo.su/eMsi).
Según Bloomberg, Argentina depende financieramente de China, más que ninguno de sus vecinos latinoamericanos. Agrega que los intercambios comerciales y la inversión china impulsan ahora grandes sectores de la economía Argentina, desde las materias primas y la energía hasta los bancos.
Lo cierto es que China tiene proyectos incluso en las zonas más remotas del país: desde minas de litio en la árida frontera boliviana en el norte, hasta planes para construir un puerto a 2 mil 500 millas de distancia, en el extremo sur del país, a sólo un corto viaje en barco de la Antártida. Ese es el punto en que quiere intervenir el Pentágono, para controlar los pasos de su principal adversario y, llegado el momento, poder bloquearlo.
Estamos ante movimientos de avance y retroceso simultáneos. En 2022, Argentina se unió formalmente a la Franja y Ruta de China bajo el gobierno progresista de Alberto Fernández. Milei no pretende sacar a su país de esa alianza, pero decidió no ingresar al BRICS como gesto hacia Estados Unidos.
En rigor, no deberíamos decir que Milei cambió su posición o que se rindió ante China. Lo que hizo, fue ser fiel a su apego a los intereses del capital, de los negocios y las ganancias. O sea, a la clase social a la que sirve. En este punto, ha sido coherente, aunque no nos guste nada de lo que hace.
El presidente argentino, como antes el brasileño, reconocen una realidad geopolítica estructural: hoy los negocios más lucrativos se hacen con China, país que además tiene capacidad par invertir en proyectos de infraestructura (represas hidroeléctricas, centrales nucleares, carreteras y puertos, entre otros), siempre en defensa de sus intereses estratégicos.
La potencia en declive, Estados Unidos, debe acotar las iniciativas chinas porque le están comiendo su patio trasero. Muy clara es la cuestión del litio: desea impedir que China controle los yacimientos y la explotación, aunque no está en condiciones de ocupar ese lugar. Es parte de la dura competencia geopolítica por la hegemonía, ya que ambas luchan por lo mismo con armas parcialmente diferentes.
Hasta ahora, algunos gobiernos de la región se han volcado completamente hacia China. Es el caso de Venezuela y de Nicaragua. Muchos otros mantienen buenas relaciones con el dragón, sobre todo los progresistas, aunque en este sector hay muchos matices. El gobierno colombiano de Gustavo Petro está en proceso de instalar tres bases militares de Estados Unidos, en Gorgona, Pereira y Leticia, plasmando procesos iniciados bajo administraciones anteriores (https://goo.su/lw8CI).
Hay casos como el de Chile, en el que las adhesiones a la política de China se iniciaron bajo gobiernos conservadores, como la integración a la Ruta de la Seda en 2019 bajo el gobierno derechista de Sebastián Piñera. Perú y Panamá son casos similares. Colombia aún no la integra, lo que permite decir que las relaciones con China no se rigen por las coordenadas izquierda-derecha, sino por meras conveniencias ­económicas.
Luego están las confusiones, que no son pocas, en particular las que afectan al campo antisistémico y antiextractivista. Sería bueno repasar aunque sea algunas de ellas.
No pocos movimientos sostienen que China es un aliado en la resistencia al imperialismo estadunidense y que su ascenso es, de algún modo, el del socialismo.
Nada más lejos de la realidad. China es profundamente extractivista y capitalista. Hasta ahora no se comporta del mismo modo que los viejos colonialismos y los imperialismos, no invade países para imponer sus políticas e intereses. Exporta capitales y utiliza su poder económico para imponerse, que son algunas de las facetas del imperialismo desde fines del siglo XIX.
Del mismo modo que ahora no se necesita sacar tanques a la calle para dar un golpe de Estado, tampoco hace falta enviar tropas a una nación para configurar una invasión. El imperialismo actual debe ser analizado según los nuevos modos de dominación.
Sería un grave error difundir la creencia de que las potencias emergentes juegan algún papel a favor de los pueblos.