jueves, 3 de noviembre de 2022

Migrantes venezolanos no se resignan para alcanzar EU

La Jornada Sin Fronteras
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Foto/AFP
Canaán Membrillo, Panamá, 2 Noviembre .-- Atravesando un camino lleno de lodo, cientos de migrantes venezolanos caminan en fila por la selva del Darién, frontera entre Colombia y Panamá, con la misión de llegar hasta Estados Unidos que recién le cerró la puerta a los viajeros de Venezuela sin papeles.
Con llagas en los pies, golpes y relatando los horrores que vivieron por varios días, llegan por grupos a la comunidad indígena de Canaán Membrillo, el primer control fronterizo panameño de esta región selvática. Varios viajan con niños y bebés.
"Cada quien arriesga su vida por un futuro, pero de verdad no le recomiendo a nadie que se venga por la selva, es muy fuerte, es muy duro", dice a la AFP Jesús Arias, de 45 años.
El hombre, que viste camiseta y pantalones cortos azules, llegó hasta la aldea cargado en las espaldas de otros muchachos tras fracturase la rodilla en su travesía de una semana en la jungla virgen de 575.000 hectáreas.
Cuenta que va hacia Estados Unidos porque "no hay futuro en Venezuela" donde "cada día se pone peor".
Pero su sueño podría quedar truncado por la nueva orden de Estados Unidos, que a mediados de octubre decidió cerrar el paso a los migrantes irregulares de Venezuela que hayan atravesado ilegalmente Panamá y México, y aceptar solo a 24.000 con permiso previo que lleguen vía aérea y que tengan un patrocinador en suelo estadounidense.
"Igual iremos para allá. Nos iremos para Estados Unidos y si hay paso restringido en algún momento pasaremos", dice Jesús, quien trabajaba en una red de pescadería en su país.
- "Muchos muertos" -
La migración de venezolanos por la selva del Darién batió un récord en 2022.
Según datos suministrados a la AFP por el ministro de Seguridad panameño, Juan Manuel Pino, entre enero y mediados de octubre, pasaron por la jungla unas 185.000 personas, de ellas más de 133.000 de Venezuela, pulverizando la cifra de todo el año pasado cuando cruzaron por el Darién 2.800 venezolanos.
Vi "muchos muertos, muchas montañas, muchos ríos que se llevaron a mucha gente (...), eso fue horrible", señala Nélida Pantoja (46). Además de la topografía, los migrantes están a merced de animales salvajes como serpientes venenosas y también de grupos criminales.
Viaja con otras 10 personas, entre conocidos y familiares y a pesar de la orden de Washington de expulsar a los venezolanos irregulares, también afirma que "seguirá intentando" llegar a Estados Unidos.
En Canaán Membrillo, una aldea de casas de madera, muchos migrantes venezolanos y de otras nacionalidades aprovechan para descansar en carpas antes de seguir el viaje. Otros prefieren jugar básquetbol.
"Mi mamá, mi papá, mis hermanos están esperándome (en Estados Unidos), entonces (...) si ya pasó lo más difícil, ya no me queda mucho, tengo que seguir intentándolo", dice convencida Rusbelis Serrano, de 18 años.
De acuerdo con autoridades forenses de Panamá, desde 2018 han muerto al menos un centenar de personas intentando cruzar el Darién, siendo 2021 el peor año con 53 fallecidos.
Con información de AFP

¿Debe la prensa de derecha servir a la izquierda?
Marcos Roitman Rosenmann
De seguro el enunciado es provocador. Pero no son menos las afirmaciones vertidas desde cierta izquierda social y política cuando se pierden elecciones. Siempre acaban por culpar a la prensa de derecha de los malos resultados. Ejemplos: en Chile, los medios de comunicación, en manos de dos grupos empresariales, se dice, han sido los responsables de manipular a la población para rechazar el borrador constitucional. La campaña del miedo y la guerra sicológica, subrayan, crearon el estado de ánimo propicio para arrimar el ascua a su sardina. En España, Podemos achaca su debacle a la persecución mediática. Una campaña premeditada, subrayan, de la derecha a través de sus medios de información y las cloacas del régimen. Dichas campañas tóxicas los insultan y ningunean.
¿Qué ocurre cuando falla la premisa? ¿Acaso en Colombia la prensa de derechas hizo campaña por la izquierda? Más bien lo contrario y aun así no evitaron el triunfo de Gustavo Petro. ¿Y en Perú? Una retahíla de mentiras se lanzaron contra Pedro Castillo, pero fracasaron. ¿Y Bolivia? Luis Arce fue sometido a todo tipo de descalificaciones y también fracasaron estrepitosamente. La evidencia no cuadra.
¿Alguna vez en la historia del capitalismo sus medios de comunicación han tenido un comportamiento democrático? Durante la guerra fría, en el llamado mundo libre, la línea editorial de los mass media públicos y privados actuaron bajo un mismo lema: el anticomunismo. BBC, RAI, Efe, Afp o NBC, CBS, CNN o FOX. Cualquier noticia referida a la URSS, China y aliados se adjetivó como suceso ocurrido en países comunistas. Las imágenes emitidas eran en blanco y negro. Su finalidad, producir, en el ojo del observador, una sensación de ser, los países comunistas, infiernos sumidos en la tristeza. El color fue deliberadamente sustituido por una fotografía tosca, de baja resolución, para proyectar un mundo gris con gente cuya alma les había sido arrebatada por los perversos comunistas. En América Latina, África o Asia, los movimientos de liberación nacional fueron adscritos a ideologías disolutas que atacaban la familia católica y las buenas costumbres. Marxistas, comunistas, socialistas, maoístas o troskistas recibían el mote de terroristas. Hoy, cualquier candidato que no responda su perfil es adjetivado despectivamente como izquierdista.
No conozco medio de comunicación, perteneciente a los grupos de poder, cuya política editorial consista en apoyar candidatos de izquierda. No es su cometido. Más bien actúan protegiendo sus intereses. El doble rasero a la hora de informar es habitual. Veamos. La guerra de Israel contra el pueblo de Palestina, salvo excepciones, se invisibiliza. Sus crímenes se minimizan o convierten en acciones defensivas contra el terrorismo de Hamás. Por el contrario, en otra guerra, hechos de la misma envergadura, en Ucrania, son relevantes para condenar al ejército invasor ruso y pedir la actuación del Tribunal Internacional Penal.
De siempre, en el capitalismo, los partidos de izquierda, los sindicatos de clases y movimientos sociales anticapitalistas han sido vilipendiados. Los mass media del poder deben cumplir: denigrar a sus dirigentes. Nadie escapa a su acción difamatoria. Marx, Engels, Lenin, Bakunin, Rosa Luxemburgo o Gramsci son carne de cañón. Y en América Latina, Sandino, Lázaro Cárdenas, Jacobo Arbenz, Juan Bosch, Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Salvador Allende o Hugo Chávez. La derecha no ha tenido ningún remilgo en usar sus medios de comunicación para desprestigiar a la izquierda. Sus campañas se valen de la mentira y la calumnia. Juegan sucio, buscan manipular y controlar las emociones. Está en su ADN. Otro ejemplo: el EZLN y la campaña contra el subcomandante Galeano .
Para las clases dominantes y las empresas trasnacionales la democracia es un eufemismo. Los medios de comunicación, no nos engañemos, son armas de destrucción masiva. Disparan a discreción y tienen perfectamente calibrado el blanco. Sea contra una reforma fiscal progresiva, una mayor inversión pública en sanidad, vivienda, educación o una subida salarial. Esos y no otros son sus objetivos. Vivimos en un mundo en guerra y, en su interior, los medios de información de la derecha no dan tregua. A ella, hoy se unen los multimillonarios del capitalismo digital. Bill Gates, George Soros, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos o Elon Musk.
En conclusión, ¿alguien piensa que los capitalistas y sus medios de comunicación social deberían hacer publicidad positiva a sus enemigos?, ¿La derecha debería inmolarse en nombre de la izquierda? El poder no renunciará nunca a las campañas del miedo y la desinformación. Jugar con las emociones y el dolor forma parte de la guerra sicológica, para quebrar voluntades y anular la conciencia crítica. Quienes se proclaman víctimas de la derecha mediática harían mejor en diseñar una estrategia que rompa su inercia paralizante. Es necesario asumir responsabilidades. Parafraseando a Paulo Freire, hacer pedagogía política, o como señala Pablo González Casanova: pensar para ganar.