▲ Cotización del tipo de cambio en sucursales bancarias de la Ciudad de México.Foto José Antonio López
De La Redacción Periódico La Jornada
Sábado 5 de noviembre de 2022, p. 17
El peso mexicano cerró la semana en su posición más fuerte frente al dólar desde que se confirmaron los primeros casos de covid-19 en el país, a finales de febrero de 2020.
La cotización de 19.52 pesos por dólar en el tipo de cambio fix, registrado al cierre de este viernes por el Banco de México, se encuentra en el mejor nivel desde el 27 de febrero de 2020, cuando se ubico en 19.39 pesos por dólar. En operaciones al mayoreo, el tipo de cambio concluyó en 19.51 unidades por billete verde, también su mejor nivel desde febrero de 2020.
El 28 de febrero del mismo año, cuando se habían confirmado tres casos del nuevo coronavirus en México, el tipo de cambio se elevó a 19.86 pesos por dólar. La moneda mexicana, como muchas otras en el orbe, fue arrastrada por una ola turbulenta que comenzaba a golpear los mercados internacionales ante a los temores que la pandemia afectara una economía globalizada y dañara el crecimiento mundial.
Conforme la crisis sanitaria se extendía a más países en el mundo, se dejaba sentir su efecto en los mercados. Para el 11 de marzo de 2020 –fecha en la que la Organización Mundial de la Salud declaró como pandemia la enfermedad causada por el coronavirus– el tipo de cambio en México se elevó a 21.38 pesos por dólar y en los días siguientes, a partir del cierre de gran parte de la actividad económica para evitar la rápida propagación del virus, el tipo de cambio llegó a 25 pesos por dólar.
Este viernes, la moneda mexicana dio muestra de fortaleza, ligó tres semanas consecutivas de ganancias y se ubicó entre las divisas más apreciadas a nivel mundial.
El peso resultó favorecido por una caída del dólar, al darse a conocer un dato del empleo en Estados Unidos que mostró que la mayor economía del mundo y principal socio comercial de México creó más puestos de trabajo a lo esperado el mes pasado, lo que da elementos a la Reserva Federal para seguir con su política monetaria restrictiva a fin de combatir la inflación.
A las causas que impulsaron esta semana al peso se suman las versiones de que China suavizará su política de cero covid, lo cual quita miedo sobre el crecimiento económico global y sobre la inflación, pues China es la segunda economía más grande del mundo, señaló Gabriela Siller, directora de análisis financiero y económico de Banco Base.
Agregó que al haber menos miedo, los inversionistas dejan al dólar y toman divisas que puedan darles un mejor rendimiento, como el peso. Consideró que si el tipo de cambio sigue a la baja, probablemente se llegue a un nivel de 19.18 pesos por dólar. El peso mexicano es la moneda con más operaciones de América Latina y una de las más usadas a nivel global, de acuerdo con el Banco de Pagos Internacionales.
Hacia la siguiente semana, uno de los aspectos que tendrán impacto sobre el mercado cambiario local será el anuncio de política monetaria del Banco de México.
Por su parte, el principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) ganó 1.91 por ciento y cerró en 51 mil 173.75 unidades, con lo que sumó una ganancia semanal 4.3 por ciento.
La BMV siguió la tendencia del día en Wall Street, donde el índice Dow Jones ganó 1.26 por ciento, el tecnológico Nasdaq 1.28 y el S&P 500 sumó 1.36 por ciento. Sin embargo, en la semana perdieron terreno.
Precios del petróleo suben más de 5 por ciento
Los precios del petróleo subieron más de 5 por ciento en medio de la incertidumbre sobre las futuras alzas de tasas de interés de la Fed, mientras la inminente prohibición de la Unión Europea sobre el crudo ruso y la posibilidad de que China relaje las restricciones por el covid apoyaron a los mercados.
En ese contexto, la mezcla mexicana de exportación repuntó 3.94 dólares a 85.78 dólares el barril; en la semana sumó 3.17 dólares (3.83 por ciento).
El Brent escaló 3.99 dólares a 98.57 dólares el barril, una ganancia semanal de 2.9 por ciento. El estadunidense West Texas Intermediate avanzó 4.44 dólares a 92.61 dólares, con incremento semanal de 4.7 por ciento. Los precios del crudo también se vieron favorecidos por la debilidad del dólar.
Con información de Reuters
Twitter y el debate por las redes sociales
Uno de lo temas más comentados ayer en Twitter fue el despido de miles de empleados de la propia red social en el transcurso de unas horas. Aunque la compañía no ha ofrecido cifras oficiales, un correo electrónico interno avisaba sobre el recorte de la mitad de la plantilla, integrada hasta el jueves por alrededor de 7 mil 500 personas a escala global. En México, se habla de la expulsión del equipo directivo en su totalidad y de la mitad de la nómina general.
La escabechina era esperada desde el jueves pasado, cuando Elon Musk se hizo con el control de la empresa y la privatizó, es decir, la retiró de la bolsa de valores, con lo cual ahora no debe responder a los accionistas y goza de licencia para actuar a su arbitrio. Ese mismo día, despidió a los principales ejecutivos y llevó a personal de otras de sus firmas para hacerse cargo de puestos claves e implementar una reorientación completa en sólo una semana. De acuerdo con entrevistas a trabajadores de Twitter, esto supuso un giro drástico en la cultura laboral, con la sustitución de las dinámicas típicas de Silicon Valley por un culto a la sobrecarga de trabajo y a la persona del magnate. Este proceder se ha justificado por la necesidad de rentabilizar una compañía que hace años se quedó atrás frente a sus rivales en la captación de usuarios.
Desde que se anunció en abril pasado la compra de Twitter por el hombre más rico del mundo se ha levantado toda índole de dudas y controversias. La cuestión central gira en torno a la libertad de expresión, un valor del que Musk se dice un absolutista en sus declaraciones públicas, pero por el cual muestra muy poco aprecio en su conducta personal: varios de sus ex empleados han denunciado que el único motivo de despido fue efectuar críticas al dueño de Tesla. La otra cara de la moneda es que, si bien no tolera ningún cuestionamiento a sus directrices, podría estar dispuesto a dar foro a los discursos de odio que con tanta facilidad aparecen en la plataforma, un riesgo que ya causó una estampida de clientes corporativos que buscan desmarcarse de este tipo de expresiones. Aún están por verse sus medidas en materia de moderación de las publicaciones, pero el aumento súbito de mensajes racistas en cuanto se dio el cambio de propietarios sienta un mal precedente.
La libertad de expresión está prácticamente desaparecida de otras grandes redes sociales, las cuales han apostado por la creación de ambientes seguros en detrimento de este derecho, mientras Twitter se ha movido en la delgada línea entre mantener la libertad al máximo y contener el desbordamiento de discursos ciertamente inadmisibles, como aquellos que promueven o normalizan la violencia racista y sexista; todo ello, al tiempo que permite la actividad de cuentas automatizadas creadas con el propósito de atacar a determinadas personalidades o ideologías e instalar percepciones favorables a otras. Esta permisividad relativa es una de las claves para explicar que hoy por hoy Twitter sea el medio de comunicación por excelencia de las clases políticas con la sociedad, así como el epicentro digital de las conversaciones ciudadanas acerca de los asuntos públicos. Sin embargo, la imparcialidad de la red ante la diversidad de posturas dista de estar garantizada: en nuestro país ha trascendido la cercanía de los directivos locales con el Partido Acción Nacional, y usuarios cercanos al oficialismo han reprochado la disparidad de criterios al momento de dictar sanciones por presuntas infracciones a las políticas de la compañía.
Más allá de la personalidad y las polémicas de Musk –un personaje ciertamente inquietante que llegó a defender públicamente el derecho a dar golpes de Estado para hacerse con los recursos naturales que requiere su empresa de automóviles eléctricos–, el destino de Twitter invita a reflexionar en torno a la idoneidad de dejar las redes sociales a merced de las fuerzas y los caprichos del mercado, pues a estas alturas queda claro que tales plataformas son mucho más que simples fuentes de lucro: son los espacios en que se forma la opinión pública, en los que se decide qué información llega a los ciudadanos y cuál permanece en la oscuridad, en los que se da o se niega legitimidad a los discursos e ideologías en pugna.