Alfredo Jalife-Rahme
▲ Los gobernantes de Estados Unidos, Joe Biden (de lado), Francia, Emmanuel Macron, y de Gran Bretaña, Boris Johnson, el 24 de marzo en Bruselas.Foto Ap
La revista globalista neoliberal The Economist, propiedad de los banqueros esclavistas Rothschild de la monarquía neoliberal británica, confiesa la resiliencia de la economía rusa (https://econ.st/3Nbz1O2), pese a las sanciones catastróficas (Biden dixit).
Fuera del triunfo de la guerra de propaganda del eje EU/30-OTAN/27-Unión Europea (UE) en el “mundo occidental (whatever that means, https://bit.ly/3PjtE19)”, en otros rubros, en lo que denominé la “primera guerra híbrida mundial (https://bit.ly/3KVXzZS)”, no le está yendo nada bien a la dupla anglosajona Biden/Boris Johnson, cuya globalización financierista está haciendo agua e implosiona electoral y económicamente en Washington y Londres.
El rublo, tras haber sido devaluado artificialmente por especulativos factores exógenos, entre el 22 de febrero y el 30 de marzo, llegando al pico de 142.64, se sitúa hoy robustamente en 64.6 (https://bit.ly/3Nk7I41). Según el portal globalista Bloomberg, propiedad del jázaro-estadunidense Mike Bloomberg, el rublo se ha revaluado 11 por ciento ante el dólar.
Según The Economist, el 29 de abril el Banco Central (ruso) disminuyó su principal tasa de interés de 17 a 14 por ciento, señal de que el pánico financiero iniciado en febrero se ha aliviado ligeramente. Los agoreros del Apocalipsis ruso hacen el ridículo por enésima vez, y The Economist, propagandista de la energía verde, reconoce que la razón principal de la resiliencia de la economía se debe a los combustibles fósiles ya que Rusia ha exportado por lo menos 65 mil millones de dólares mediante gasoductos y embarcaciones. The Economist concluye que hay que esperar que la economía rusa continúe rodando.
El portal Business Insider dedicó una serie de artículos alusivos a la resiliencia rusa, entre los que destaca un reporte del banco de inversiones rusófobo JP Morgan (https://bit.ly/3sHuOtr), que escrudiña amplios riesgos para sus pronósticos internos cuando el incremento en el consumo de electricidad y los flujos financieros (en)marcan la fortaleza de la economía real de Rusia que aprovecha el alza abrupta del gas y el petróleo, además de los alimentos y los fertilizantes. No pocos economistas serios prefieren la medición del consumo de electricidad a la del PIB, como reflejo verdadero de la actividad económica.
A propósito, JP Morgan había vaticinado el colapso del PIB en Rusia para el segundo trimestre. No comment!
Se pudiera aducir que la dupla globalista de La City (Londres)/Wall Street no pudo aniquilar a Rusia que, al contrario, va ganando la guerra de la economía física basada en las ineludibles materias primas.
Craig Turner, en el rotativo académico de la Universidad de Denver, expone las “externalidades (sic) negativas de las sanciones económicas contra Rusia (https://bit.ly/39URbVN)”. Según Turner, el efecto bumerán es patente: “La rapidez escarpada y el poder de las sanciones recientemente impuestas ponen a prueba la voluntad de la ‘Fortaleza Rusia (Fortress Russia)’. Pero librar una guerra (sic) económica tiene su costo. Especialmente durante un periodo de presiones inflacionarias globales en escalada y de disrupciones de la cadena de suministro. La economía rusa claramente muestra señales de tensión, pero, ¿a qué costo? Los precios del petróleo suben, el sistema financiero se deteriora y la inflación está hirviendo”.
Sin adentrarme en lo militar, donde Rusia supera a EU –no se diga, al resto de 29 países de la OTAN y/o a los 27 de la UE–, en armas nucleares y misiles hipersónicos, ¿cómo pueden dislocar a Rusia de la economía global cuando controla gran parte de los hidrocarburos, los alimentos y los fertilizantes, para citar lo indispensable? El anterior mandamás de la Reserva Federal Ben Shalom Bernanke vaticina la estanflación en EU, al estilo de 1970 (https://fxn.ws/3wyOocB).
Sin contar la caída estratégica de Mariupol, ¿cuál será el epílogo de la “primera guerra híbrida mundial (https://bit.ly/3PrmhEV)”?
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AFP
Un militar del Regimiento de Fuerzas Especiales de Azov, herido durante los combates contra las fuerzas rusas, en la planta siderúrgica de Azovstal en Mariupol, Ucrania. Foto Regimiento de Fuerzas Especiales de Azov / Oficina de Prensa de la Guardia Nacional de Ucrania vía Ap
Infografía de Graphic News
Kiev. Rusia anunció el martes la rendición de 265 soldados ucranios atrincherados en la planta siderúrgica de Azovstal, último reducto de resistencia en la ciudad portuaria de Mariupol, de donde el gobierno de Ucrania trataba de sacar a sus últimos combatientes.
El mes pasado Moscú afirmó tener bajo su control esta estratégica ciudad portuaria tras un asedio de varias semanas. Sin embargo cientos de soldados ucranios seguían atrincherados en túneles subterráneos bajo la enorme zona industrial de Azovstal, cercada por las tropas rusas.
Según el Ministerio de Defensa ruso, 265 soldados ucranios se han rendido, entre ellos 51 heridos que fueron trasladados a un hospital de la región de Donetsk, en el este de Ucrania, controlada por los rebeldes pro-Kremlin.
Por su parte el Departamento de Inteligencia Militar del Ministerio de Defensa ucranio dijo en Telegram que el intercambio de esos soldados "se llevará a cabo para repatriar a estos héroes ucranios lo antes posible", confirmando indirectamente que esos hombres, que "cumplieron" su misión, estaban efectivamente en manos rusas.
La viceprimera ministra ucraniana, Iryna Verechtchuk, también se refirió a un intercambio, pero solo en relación con "52 soldados gravemente heridos". "Cuando su estado se haya estabilizado, los intercambiaremos por prisioneros de guerra rusos", dijo en Telegram.
"Gracias a los defensores de Mariupol, Ucrania obtuvo un tiempo vital para acumular reservas, reagrupar y movilizar fuerzas y recibir ayuda de los aliados", según el ministerio.
Según el ejército ucraniano, la resistencia en la acería permitió retrasar el traslado de 20 mil soldados rusos a otras partes de Ucrania impidiendo así que Moscú capture rápidamente la ciudad de Zaporiyia, en el sur.
La invasión rusa de Ucrania que empezó el 24 de febrero ha dejado miles de muertos y obligó a huir a millones de personas.