¿La pandemia sacudirá a la humanidad y nos obligará a cambiar de rumbo? ¿La democracia pospandémica será más participativa, justa, feminista, ecológica y libre?
Estas fueron las preguntas clave que analizaron más de 50 ponentes provenientes de Grecia, Colombia, Bolivia, Brasil y México en el Seminario Internacional del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (Puedjs) de la UNAM que fue inaugurado por el rector Enrique Graue el pasado 9 de noviembre y para lo cual se registraron 3 mil 296 asistentes de más de 12 naciones del mundo.
La coyuntura global actual es comparable con aquella de la Gran Depresión del 29. Esa crisis fue más que una debacle económica, ya que también significó un punto de inflexión en la historia del sistema capitalista. Se trató, siguiendo a Karl Polanyi, de un golpe final a la utopía del mercado autorregulado que implicó el rompimiento definitivo de la hegemonía del patrón oro y el liberalismo de laissez-faire para abrir paso a la consolidación de los estados de bienestar y mayores regulaciones financieras.
Pero esa gran crisis al principio del siglo pasado también constituyó el caldo de cultivo perfecto para el surgimiento del fascismo en Alemania, Italia y España. La deses-peración de la población frente al rápido derrumbe de los sistemas económicos, sociales y políticos vigentes generó las condiciones para la llegada de líderes profundamente intolerantes, elitistas, racistas y violentos.
¿Estamos viviendo hoy un punto de inflexión mundial de gran calado similar al de hace casi 100 años hacia nuevas formas de organización social?
La constelación de movilizaciones y protestas ciudadanas contra el neoliberalismo en la región, desde el Black LivesMatter en Estados Unidos hasta la aprobación de un nuevo proceso constituyente en Chile, desde la victoria del gobierno popular de Luis Arce en Bolivia hasta el avance de la Cuarta Transformación en México, y pasando por las movilizaciones populares en Ecuador y Colombia y la victoria en Argentina del presidente Alberto Fernández, hablan de que hoy hay un pulso histórico diferente, una nueva época de transformación que va naciendo.
Sin embargo, la pérdida de confianza en las ideas e instituciones que surgieron al amparo de la globalización neoliberal también ha generado múltiples reacciones conservadoras que exacerban la xenofobia, el racismo y la misoginia, así como movimientos políticos que han impulsado líderes y regímenes con tintes neofascistas que amenazan toda forma de democracia. Son horas cruciales para la humanidad, donde los movimientos sociales y las fuerzas conservadoras se disputan las ideas clave, las narrativas y la construcción del sentido común.
Vivimos tiempos de crisis, pero también de oportunidad. Esta crisis de la hegemonía neoliberal representa una gran oportunidad para el restablecimiento de los ideales democráticos de igualdad, libertad, justicia y fraternidad, mediante los cuales las sociedades puedan relanzar nuevos acuerdos y construir entramados políticos que proporcionen bienestar a las mayorías, y que al mismo tiempo conduzcan a la humanidad a formas de vida más sustentables. ¿Qué tipo de acuerdos y entramados globales son necesarios para que la humanidad y cada nación se desarrolle con justicia y equidad?
Nuestro Seminario Internacional se diseñó precisamente con la finalidad de reflexionar y debatir sobre la posibilidad de caminar desde hoy hacia una nueva agenda posneoliberal basada en lo público y la transformación social. Conferencistas magistrales como el gran intelectual brasileño Emir Sader, el ex ministro de Finanzas de Grecia Yanis Varoufakis y el ex presidente de Colombia Ernesto Samper compartieron sus análisis y su visión sobre cómo recuperar la solidaridad, la organización social, la soberanía popular y la unidad latinoamericana como elementos constitutivos de una nueva era más igualitaria y justa con los pueblos del mundo.
Otros ponentes muy destacados, como Jesús Ramírez Cuevas, Nadine Gasman, Rogelio Jiménez Pons, Laura Rojas, Jaime Cárdenas, Ana Esther Ceceña, Hugo Rodríguez, José Ramón Cossío, Alicia Puyana, Martí Batres, Gabriela Warkentin, Alfonso Ramírez Cuéllar, Tamara Martínez, Gabriel Sosa, Frida Guerrera y Sanjuana Martínez abordaron temas clave de la agenda nacional y mundial, como la democracia participativa, la reforma fiscal, las luchas feministas, los retos del desarrollo ecológico, las redes sociales y la libertad de expresión.
Tuvimos el honor también de contar con la presencia del recién electo presidente de Bolivia, Luis Alberto Arce Catacora, quien dirigió un mensaje especial al pueblo mexicano en presencia del canciller mexicano Marcelo Ebrard. Tanto Bolivia como México, sin duda, hoy se encuentran en la vanguardia en materia democrática en el escenario mundial.
Se pueden revivir todas las mesas de debate y análisis del seminario en la página web del Puedjs-UNAM (disponible en http://dialogosdemocracia.humanidades .unam.mx/).
www.johnackerman.mx
Crisis en marcha
León Bendesky
La economía mundial será en 2021 de un tamaño menor que en 2019; se estima ahora que la cifra superaría el 6 por ciento. No podría ser de otra manera por el efecto adverso de la pandemia.
Esto dejará un saldo negativo muy elevado en el empleo y, en general, en la ocupación de la gente, así como en el ingreso y patrimonio de las familias. El entorno será inevitablemente de mayor desigualdad, lo que impondrá nuevas exigencias a los gobiernos, pero igualmente al sector privado. La recomposición post-Covid, cuando sea que ésta ocurra, será en un entorno social muy distinto y que hoy no es posible prefigurar de manera razonable.
Esta situación ha provocado una revisión significativa de los patrones de la política fiscal y monetaria en todas partes, aunque no del mismo signo. Esas redefiniciones son relevantes por su impacto inmediato y también en un plazo más extendido.
Las ramificaciones en el sector productivo, en la prestación de los servicios, el financiamiento, la utilización de los recursos y, sobre todo, la reabsorción de la población desempleada, más los nuevos entrantes al mercado de trabajo, provocarán muchas fricciones. A esto deben añadirse la forma en que se prestarán servicios básicos como los de la salud.
La política pública ya se ha ido redefiniendo desde finales de marzo pasado y deberá cumplir una función activa hacia adelante, aun si se consigue un mecanismo de vacunación efectiva, a gran escala y en el tiempo requerido. Eso es hoy aún desconocido, tanto en términos científicos y, en especial, en un sentido logístico que no puede perderse de vista. Las diferencias entre países y al interior de los mismos serán muy grandes al respecto.
En todo caso, lo que se ha advertido hasta ahora es que una política fiscal expansiva para proteger a la población y los negocios más vulnerables ha tenido un efecto positivo, pero cada vez su rendimiento económico y social es decreciente.
La presión que se genera sobre los recursos públicos es muy grande y el crecimiento de la deuda pública en muchos países es enorme. Esta cuestión impondrá una serie de nuevas condiciones y exigencias sobre los gobiernos.
La disyuntiva fiscal, es decir, sostener la austeridad en el gasto público, provoca otras circunstancias que, si bien consiguen mantener por ahora una relativa estabilidad en las cuentas públicas, genera vacíos de gran relevancia en otros ámbitos que, ineludiblemente, pasarán la cuenta a la sociedad en su conjunto. No puede esperarse que esta situación genere estabilidad económica ni social sostenible.
Hay estimaciones como las del FMI acerca de que aumentar la inversión pública en el equivalente a uno por ciento del PIB podría generar aumentos de mas de 2.4 por ciento en la actividad económica, con hasta 10 por ciento en la inversión privada y más de uno en el empleo.
Por supuesto que esto implica también el destino de esa inversión y su contribución a la productividad. La capacidad política y técnica que esto exige es importante. Lo que es ineludible es que los mercados no se ajustarán por sí mismos con la eficiencia requerida en el entorno económico y social prevaleciente. Un ambiente recesivo podría extenderse. El asunto esencial es que la población esté empleada, generado ingresos y recibiendo la atención que requiere. El balance de las repercusiones de la pandemia es un asunto que aún está pendiente y los escenarios son poco claros.
En México la política fiscal se encuentra definida desde el presupuesto federal de 2019 y las consecuencias están registradas, en 2020 la caída del PIB y del empleo serán grandes y para 2021 se ha previsto en general un escenario de contención fiscal. En el caso de la política monetaria, la gestión ha sido muy convencional en función de lo que ocurre.
Se cuidan, básicamente, las tasas de interés a fin de prevenir la inflación y se gestiona el tipo de cambio con ese mismo propósito y con el objetivo de evitar una mayor salida de capitales. Poco que ver con lo que hacen otros bancos centrales ampliando la liquidez, o sea, recursos para prevenir un colapso mayor en la actividad económica.
Por supuesto que las medidas fiscales y monetarias provocan episodios de alta especulación por los precios relativos de los activos. Mientras las tasas de interés en muchos países son negativas, crecen los precios de las acciones de Amazon y de empresas tecnológicas. Lo mismo pasa con el oro.
El caso es que la tasa de la inversión productiva es muy baja, la capacidad del gobierno de recaudar mediante los impuestos se reduce y la concentración del ingreso persiste.
En la más reciente decisión de política monetaria del Banco de México (12/11/2020) se consigna la recuperación que tuvo la economía en el tercer trimestre, que es un rebote dada la apertura de las actividades; se informa que la inflación aumentó marginalmente en octubre y que la expectativa es de un aumento del índice de los precios para este año. Se reconoce explícitamente que estamos muy por debajo en el uso de los recursos, la famosa holgura crónica de esta economía. En la redacción propia de este tipo de documento se plantea el escenario de los riesgos que enfrenta la economía y en general el planteamiento es sombrío y apocado; da la impresión de una cierta parálisis. La junta de gobierno decidió mantener el objetivo para la tasa de interés interbancaria a un día en 4.25 por ciento.