Ángel Guerra Cabrera
“Se fue”, frase que corre de voz en voz ahora en La Habana, donde los habitantes expresan su reacción a la derrota electoral del presidente Donald Trump en los comicios del vecino país norteño, afirma Orlado Oramas desde esta capital, en cable de Prensa Latina.
Parece, continúa, la antesala de más de una celebración entre 11 millones de cubanos a los que las políticas del actual mandatario impusieron castigos que impidieron desde los rencuentros familiares hasta el envío de remesas en medio de la pandemia por el Covid-19 y da la palabra a varios habaneros: Dubier Alfonso, pequeño empresario privado en la barriada del Cerro, dijo que valió la espera para conocer la derrota de Trump. La campaña de Biden prometió retomar las relaciones, bueno para ambos países y para el sector privado en Cuba.
Miguel Achemendi, transportista también privado, se alegró de la derrota de Trump: “Espero que vuelvan los cruceros y turistas, para animar al sector y los tour por La Habana en los almendrones”, dijo en referencia a los autos antiguos de fabricación estadunidense que circulan por esta ciudad. Thais Alfonso, trabajadora del turismo, también expresó su beneplácito: Estamos casi sin trabajo entre la pandemia y las prohibiciones de Donald Trump. Entre tanto, en el Mercado de San José, en la bahía de La Habana, vendedores de artesanía cubana comienzan a alistarse para mejores días.
Los cubanos supieron de la victoria de Joe Biden por los canales Telesur y Rusia Today, pero Radio Bemba, como llaman aquí a la comunicación popular, anda desatada con una noticia que ya comienzan a celebrar en hogares y barrios afectados por el recrudecimiento del bloqueo decidido por el que se fue, Donald Trump.
Vuelve la democracia a Bolivia
Hoy toman posesión Luis Arce y David Choquehuanca como presidente y vicepresidente del Estado plurinacional de Bolivia, elegidos por 55 por ciento de votos. Arce ha dicho que la economía está en un coma inducido, pero la vamos a recuperar. Hay mucha alegría y movilización popular, no es para menos. Mirar al Sur la comparte, mientras observa a la derecha derrotada preparando la arremetida desde su bastión de Santa Cruz.
Twitter: @aguerraguerra
Despertar en la IV República
Fraude electoral bajo la lupa
José Agustín Ortiz Pinchetti
Como parte del Programa Universitario de Estudios Sobre la Democracia (que dirige John Ackerman) ha aparecido el libro de Walter M. Arellano, Bajo la lupa: Análisis de casos relevantes en la elección de 2018.
Con buena presentación y bien escrito, aporta una visión inédita de los fraudes cometidos en 2018. Arellano supone que esas elecciones pudieron darse gracias a un enorme voto popular a favor de AMLO. Contradice mi posición de que en aquellos comicios históricos no hubo el fraude usual y que fueron relativamente limpias. Arellano revisa muchos puntos oscuros, la guerra sucia, campañas del miedo, las brutales irregularidades en las elecciones de Puebla, la candidatura de El Bronco. Aplica el análisis de casos y obtiene hallazgos interesantísimos. Valdría la pena un estudio a las elecciones de 2019 y 2020.
Es muy interesante el rescate de las definiciones del fraude y de las posibilidades de declarar nula una elección (pp 120-130). Los fraudes denunciados son graves y múltiples, pero no al punto de anular los comicios. Todos esos ilícitos están en la ley en un enorme catálogo de conductas aisladas. Pero el gran fraude que se ejerció en México desde 1919 a 2012 fue un operativo desde el gobierno federal. La ley no regula todavía esta conspiración que los expertos llaman el fraude genérico (hay una iniciativa para discutirse en este periodo legislativo). Es apasionante estudiar el gran fraude genérico, tal como se dio en México. En una operación administrativa de alto nivel decidida por el presidente de la República, el secretario de Gobernación y otros personajes protagónicos. Un mecanismo de defensa del viejo sistema, el cual se mantenía en el poder por las buenas o las malas.
Esta operación involucraba no sólo a sectores claves de la administración pública, sino a una legión de donantes privados, en el fondo inversionistas y a otra legión de comunicadores y aliados. El fraude se orquestaba y las acciones se supervisaban. Nunca falló.
En 2018 hubo irregularidades y fraudes como los que señala Arellano, pero no hubo un fraude genérico y los que observábamos el proceso no constatamos la orquestación. Al contrario. El poder público se refrenó y la elección de 2018 fue limpia y justa.
Colaboró: Mario A Domínguez