viernes, 1 de mayo de 2020

El odio es falta de imaginación.

Rosa Miriam Elizalde
Lester Mallory podría haber inspirado a Graham Greene. Corpulento de poco pelo gris, muy corto y gafas con montura negra, estuvo en todos los lugares en que Estados Unidos necesitó una mano dura en América Latina en tiempos de la primera guerra fría. Fue el hombre fuerte de Washington en La Habana, Buenos Aires y Guatemala en la etapa del anticomunismo triunfal, la caza de brujas del senador Joseph McCarthy, el golpe de Estado contra Jacobo Arbenz y el idilio de Washington con los dictadores Rafael Leónidas Trujillo y Fulgencio Batista.
De la trastienda de su paso por el Departamento de Estado poco sabemos, salvo lo que él contó en sus memorias que ha publicado la Biblioteca del Congreso. Quien tenga tiempo en esta cuarentena, que las revise. Descubrirá que la perversión de la política estadunidense no comenzó con Donald Trump.
En 1949 Mallory era el número dos de Washington en La Habana. Su tarea principal consistía en abortar las expediciones que desde América Latina y el Caribe –comenzando por Cuba– intentaban derrocar al dominicano Trujillo.
El 11 de marzo de ese año un portaviones y cuatro submarinos estadunidenses atracaron en las costas de La Habana y en la noche, los soldados se fueron de juerga. Las portadas de los periódicos de la mañana mostraron a un marine sentado sobre los hombros de la estatua del héroe nacional José Martí, mientras otros intentaban trepar con botellas de cerveza en la mano. Uno de ellos se había orinado al pie de la escultura. El escándalo fue mayúsculo, y aquella fotografía nocturna, 71 años después, todavía despierta gran indignación y asco.
Mallory dirigió la operación de limpieza desde La Habana Vieja, donde estaba la sede diplomática. “Nuestro enlace con la policía, en ese momento, era un oficial de FBI. Lo llamamos. Entró con un hombre de Associated Press, se sentó ante la máquina y escribió una pequeña declaración de desagravio... el canciller –Carlos Hevia– nos salvó el cuello, de verdad. Se había graduado con orgullo de la Academia Naval de Estados Unidos, y valió la pena”, narra en sus memorias para explicar por qué los latinoamericanos formados en escuelas militares estadunidenses no siempre resultaron dictadores o gorilas. Algunos, oportunamente, servían como ministros de Relaciones Exteriores.
Pero no terminan ahí las revelaciones de Lester Mallory, que murió apaciblemente en California en 1994, a la edad de 90 años. En 1960, ascendido a subsecretario de Estado durante la administración de Dwight David Eisenhower, se le encargó trabajar directamente en el caso Cuba. “Hubo un momento –dice en las memorias– en el que necesitaban comida y, sobre todo necesitaban arroz. Propuse que detuviéramos todos los envíos de arroz a Cuba. En otra ocasión, hubo un programa donde había un envío de petróleo a Cuba. (La CIA) sugirió incluir ciertos ingredientes en el aceite, lo que destruiría su refinería. Se me presentó y lo aprobé…”
Pero su obra cumbre, por la cual se le recuerda con especial desprecio en Cuba, es su memorando interno del 6 de abril de 1960, que sirvió de base para el inicio del bloqueo estadunidense:
La mayoría de los cubanos apoya a Castro... La única forma posible de hacer que el gobierno pierda el apoyo interno es provocando desilusión y desánimo a través de la insatisfacción económica y las dificultades. Todos los medios posibles deberían ser utilizados inmediatamente para debilitar la vida económica. Debemos negar los fondos y suministros a Cuba para reducir los salarios nominales y reales con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno.
Poco ha variado la composición bioquímica del odio gringo hacia Cuba desde entonces, a pesar de que no funcionó la brutalidad de Mallory ni la de sus imitadores. En 1992, el representante Robert Torricelli impulsó una ley para hacer caer un martillo sobre Fidel Castro y Cuba. Cuatro años más tarde, la Ley Helms-Burton declaró que la inversión extranjera en la isla socava la política exterior de Estados Unidos en un momento en que el régimen de Castro ha demostrado ser vulnerable a la presión económica internacional. El representante de Nueva York, Ben Gilman, añadió que la ley traería el fin del régimen, cortándole el capital que lo mantiene a flote.
Han fracasado una y otra vez, pero repiten hasta el cansancio la fórmula Mallory. El senador Marco Rubio está convencido de que las incontables medidas de Trump contra la isla afectarán el alma financiera de Cuba, y Michael G. Kozak, actual subsecretario del Departamento de Estado, se ha transmutado sin complejos en su predecesor. Las sanciones de Estados Unidos a Cuba están diseñadas para negar recursos al régimen de Castro, chilla.
Los Mallory actuales utilizan todos los medios a su alcance para perseguir con furia criminal el arroz, el petróleo y hasta la colaboración médica cubana en medio de una pandemia. Graham Greene debió inspirarse en este tipo de gentuza cuando le hizo decir a uno de sus personajes en El poder y la gloria: el odio es, simplemente, falta de imaginación.

Pandemia
Washington acusa a La Habana de explotar a su equipo médico
China hace todo lo posible para que pierda la relección: Trump
Reuters, Afp y Europa Press
Periódico La Jornada
Jueves 30 de abril de 2020, p. 4
Washington. El presidente Donald Trump acusó ayer que el manejo del coronavirus por parte de China es una prueba de que Pekín hará todo lo posible para que pierda la relección en noviembre.
Horas antes, su secretario de Estado, Mike Pompeo, criticó a Sudáfrica y Catar por contratar servicios médicos de Cuba para luchar contra el coronavirus, al acusar a la isla de aprovecharse de la pandemia para seguir ganando dinero a costa de su personal sanitario, lo cual La Habana rechazó. Además volvió a responsabilizar a China de la propagación del Covid-19.
En entrevista con Reuters, el presidente republicano, a quien frecuentemente se acusa de no haber tomado medidas a tiempo para preparar a Estados Unidos contra el virus, dijo que creía que China debió ser más activa e informar antes al mundo sobre el coronavirus.
China hará todo lo posible para que pierda esta carrera, dijo Trump al referirse a su campaña para relegirse, y aseguró que Pekín quiere que su rival demócrata, Joe Biden, gane la elección para aliviar la presión que él ha puesto sobre ese país en comercio y otros asuntos, añadió.
En videoconferencia con un reducido grupo de periodistas en esta capital, Pompeo expuso: Hemos notado cómo el régimen en La Habana se ha aprovechado de la pandemia de Covid-19 para seguir explotando a los trabajadores médicos cubanos.
Destacó: Aplaudimos a los líderes en Brasil, Ecuador y Bolivia y otros países que se han negado a hacerse de la vista gorda a estos abusos por parte del régimen cubano, y les pedimos a todos los países que hagan lo mismo, incluidos Sudáfrica y Catar.
Agregó que los gobiernos que aceptan médicos cubanos deben pagarles directamente. De lo contrario, cuando pagan al régimen, están ayudando al gobierno cubano a obtener ganancias de la trata de personas. Washington acusa a La Habana de retener 75 por ciento del salario de los galenos.
Engaño de Washington
En respuesta, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, tuiteó: Estados Unidos engaña deliberadamente cuando ataca la cooperación médica internacional de Cuba con mentiras y calumnias. En otro mensaje, al retuitear artículos de los diarios oficialistas Cubadebate y Granma, señaló que la solidaridad de Cuba aísla aún más a la agresiva política de Estados Unidos.
Sudáfrica, que al igual que Catar tiene relaciones cercanas con Estados Unidos, anunció el pasado lunes la llegada de 217 especialistas y trabajadores de la salud cubanos al país, que registra el mayor número de infecciones de coronavirus en África: 5 mil 350 (con 105 muertes).
Autoridades de la isla informaron que la colaboración médica en el marco de la pandemia alcanza a más de 22 naciones, “como México, Italia, Andorra, Francia o Venezuela–, con más de mil 500 profesionales de la salud.
Estados Unidos es la nación más afectada por la pandemia, al contabilizar 60 mil 853 muertos, un millón 37 mil 970 casos y 120 mil 444 recuperados, de acuerdo con un conteo de la Universidad Johns Hopkins. Especialistas han alertado que el número real puede ser mucho mayor.
Trump ha sido criticado por un posible mal conteo de casos luego de que dijo el pasado lunes que en Estados Unidos se han llevado a cabo más de 5.4 millones de pruebas diagnósticas del coronavirus, cuando las cifras proporcionadas por la Casa Blanca, corroboradas por la Universidad Johns Hopkins, indican que se han aplicado 5.7 millones.
Ante la controversia, el mandatario tuiteó: La única razón por la que Estados Unidos ha reportado un millón de casos de coronavirus es que nuestra realización de pruebas es mucho mejor que la de cualquier otro país del mundo.
Trump, en su conferencia diaria sobre el Covid-19, informó que el gobierno federal no prolongará las medidas de distanciamiento social más allá de este jueves, y aclaró que las normas para el coronavirus se disiparán debido al trabajo que hacen los gobernadores en sus estados.
Anunció que la próxima semana reanudará sus viajes por el país, para promover su relección. Esperemos que en un futuro no muy lejano tengamos algunos actos masivos, y que las personas estén sentadas una al lado de la otra (...) No me puedo imaginar un acto donde haya una persona cada cuatro asientos... Eso no se vería muy bien.
En América Latina y el Caribe, donde lo peor de la crisis sanitaria por el Covid-19 se espera en las próximas semanas, la pandemia ya ha dejado 9 mil 800 muertos y más de 190 mil casos confirmados, según un conteo de la agencia de noticias Afp.