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Jorge Durand
30 de noviembre de 2025 00:03
Hace ya más de cuatro décadas, Ángel Palerm, el gurú máximo de la antropología social mexicana, me llamó para comentar la primera versión de mi tesis de licenciatura, que le había dejado para leer hacía un par de semanas.
Al llegar a su oficina, en la Ibero de Churubusco, me dijo que fuéramos al café a platicar. En mis tiempos de universitario, la cafetería era un espacio fundamental e imprescindible para comentar, discutir, platicar, aprender e incluso hablar con eminentes profesores.
Llegó el café e inmediatamente entramos en el asunto. Me dijo que le había parecido bien la tesis, que había hecho algunas correcciones ortográficas, de una falta recurrente en la que ponía una c en vez de s, y que lo que faltaba era el marco teórico. En mis tiempos, el marco era el cuco y precisamente por eso lo había dejado de lado.
En el fólder que le había dado con la tesis se puso a escribir y me dijo que el tema central de la tesis era la proletarización del campesinado y que para eso debía revisar a los clásicos como Marx, Engels, Lenin y Kautsky; a los campesinistas rusos como Chayanoch, Preobrazhenski, Bujarin, Trotski y Zinóviev; a los marxistas como Meillassoux y Philippe Rey y, finalmente, a los estudiosos del campesinado mexicano como Warman, Bartra, Palerm y otros.
En esos tiempos, ese tipo de literatura era asequible y, en parte, la había revisado, pero no desde el enfoque que me proponía Palerm. Mi tesis trataba del proceso de urbanización y venta de la tierra en el Cerro del Judío en la Ciudad de México. Pero el punto de fondo, el eje conductor de la tesis, era la inevitable proletarización del campesinado, de los ejidatarios, al vender la tierra.
El marco teórico, hecho con sudor al comienzo y luego desvelo, fue de unas 30 páginas y corresponde al primer capítulo de mi libro La ciudad invade el ejido, publicado por La Casa Chata en 1983. Todo esto viene a colación porque hace unos días le pregunté al ChatGTP que me dijera cuál era la posición de los autores mencionados sobre el tema de la proletarización del campesinado y señalara sus coincidencias y diferencias.
En 20 segundos tuve la respuesta y un resumen perfecto de dos páginas, con todo el tema muy bien definido, escrito y estructurado. Obviamente me quedé pasmado. Pero nadie me quita lo sufrido, lo desvelado y lo aprendido, aunque ahora no me acuerde de casi nada de esas lecturas y sea un tema del siglo pasado, que a muy pocos interesa. No obstante, más que tener que leer a esos autores, la tortura, comparativamente hablando, era tener que redactar una tesis en una máquina de escribir.
Un programa como Word me parece un desarrollo tecnológico increíble, que facilitó todo el proceso de escritura; igualmente el acceso a toda la información de Internet, en muchos casos ya no se requiere de una biblioteca, pero el programa sólo facilitaba, no se ahorraba el proceso de investigación y escritura.
Es una perogrullada decir que la investigación es un oficio, una actividad personal, un aprendizaje individual. Poder escribir, resumir, sintetizar, esquematizar, esbozar, plantear hipótesis y concluir forma parte de ese oficio aprendido con sudor y lágrimas. Es de Perogrullo, pero es verdad de Perogrullo.
Me imagino que también se va a requerir de un oficio y aprendizaje para sacarle todo el partido a la inteligencia artificial (IA). Pero el campo donde la IA creo que no puede competir, porque simplemente no tiene información y carece de su fuente fundamental, es en el estudio de la realidad, de lo que vivimos, de lo que pasa aquí, allá y acullá; de lo que hay que conocer, de lo que falta investigar, de lo que hay por desentrañar, de lo que no tenemos información. Ese es el campo de la etnografía, de la antropología social, de las ciencias inductivas y abductivas.
Y para eso se requiere de un oficio aprendido de manera lenta y parsimoniosa, de la prueba y el error, como hacía Pasteur en su laboratorio; de la intuición, de la memoria y la imaginación, como decía Fernand Braudel trabajando su tesis en un campo de concentración; de lo que propone Wright Mills cuando platea la relevancia de la imaginación sociológica; del racionamiento abductivo que propone Charles Sanders Peirce.
Le podemos preguntar a la IA qué es la imaginación sociológica o qué es el racionamiento abductivo y nos dará un magnífico resumen, pero no puede tener imaginación sociológica ni racionamiento abductivo, menos aún sobre la realidad social y cultural contemporánea, porque no tiene datos sobre lo que hace, dice y piensa la gente en este momento.
¿Podrán los algoritmos y la IA suplir y desplazar a la antropología social, al trabajo de campo, a la simple recolección de datos en un diario de campo?
La apuesta está planteada: apaga y vámonos o ponte a trabajar, a leer, a investigar, a pergeñar, a pensar y a salir al campo, donde la vida se vive y cada día es diferente.
Jorge Durand
30 de noviembre de 2025 00:03
Hace ya más de cuatro décadas, Ángel Palerm, el gurú máximo de la antropología social mexicana, me llamó para comentar la primera versión de mi tesis de licenciatura, que le había dejado para leer hacía un par de semanas.
Al llegar a su oficina, en la Ibero de Churubusco, me dijo que fuéramos al café a platicar. En mis tiempos de universitario, la cafetería era un espacio fundamental e imprescindible para comentar, discutir, platicar, aprender e incluso hablar con eminentes profesores.
Llegó el café e inmediatamente entramos en el asunto. Me dijo que le había parecido bien la tesis, que había hecho algunas correcciones ortográficas, de una falta recurrente en la que ponía una c en vez de s, y que lo que faltaba era el marco teórico. En mis tiempos, el marco era el cuco y precisamente por eso lo había dejado de lado.
En el fólder que le había dado con la tesis se puso a escribir y me dijo que el tema central de la tesis era la proletarización del campesinado y que para eso debía revisar a los clásicos como Marx, Engels, Lenin y Kautsky; a los campesinistas rusos como Chayanoch, Preobrazhenski, Bujarin, Trotski y Zinóviev; a los marxistas como Meillassoux y Philippe Rey y, finalmente, a los estudiosos del campesinado mexicano como Warman, Bartra, Palerm y otros.
En esos tiempos, ese tipo de literatura era asequible y, en parte, la había revisado, pero no desde el enfoque que me proponía Palerm. Mi tesis trataba del proceso de urbanización y venta de la tierra en el Cerro del Judío en la Ciudad de México. Pero el punto de fondo, el eje conductor de la tesis, era la inevitable proletarización del campesinado, de los ejidatarios, al vender la tierra.
El marco teórico, hecho con sudor al comienzo y luego desvelo, fue de unas 30 páginas y corresponde al primer capítulo de mi libro La ciudad invade el ejido, publicado por La Casa Chata en 1983. Todo esto viene a colación porque hace unos días le pregunté al ChatGTP que me dijera cuál era la posición de los autores mencionados sobre el tema de la proletarización del campesinado y señalara sus coincidencias y diferencias.
En 20 segundos tuve la respuesta y un resumen perfecto de dos páginas, con todo el tema muy bien definido, escrito y estructurado. Obviamente me quedé pasmado. Pero nadie me quita lo sufrido, lo desvelado y lo aprendido, aunque ahora no me acuerde de casi nada de esas lecturas y sea un tema del siglo pasado, que a muy pocos interesa. No obstante, más que tener que leer a esos autores, la tortura, comparativamente hablando, era tener que redactar una tesis en una máquina de escribir.
Un programa como Word me parece un desarrollo tecnológico increíble, que facilitó todo el proceso de escritura; igualmente el acceso a toda la información de Internet, en muchos casos ya no se requiere de una biblioteca, pero el programa sólo facilitaba, no se ahorraba el proceso de investigación y escritura.
Es una perogrullada decir que la investigación es un oficio, una actividad personal, un aprendizaje individual. Poder escribir, resumir, sintetizar, esquematizar, esbozar, plantear hipótesis y concluir forma parte de ese oficio aprendido con sudor y lágrimas. Es de Perogrullo, pero es verdad de Perogrullo.
Me imagino que también se va a requerir de un oficio y aprendizaje para sacarle todo el partido a la inteligencia artificial (IA). Pero el campo donde la IA creo que no puede competir, porque simplemente no tiene información y carece de su fuente fundamental, es en el estudio de la realidad, de lo que vivimos, de lo que pasa aquí, allá y acullá; de lo que hay que conocer, de lo que falta investigar, de lo que hay por desentrañar, de lo que no tenemos información. Ese es el campo de la etnografía, de la antropología social, de las ciencias inductivas y abductivas.
Y para eso se requiere de un oficio aprendido de manera lenta y parsimoniosa, de la prueba y el error, como hacía Pasteur en su laboratorio; de la intuición, de la memoria y la imaginación, como decía Fernand Braudel trabajando su tesis en un campo de concentración; de lo que propone Wright Mills cuando platea la relevancia de la imaginación sociológica; del racionamiento abductivo que propone Charles Sanders Peirce.
Le podemos preguntar a la IA qué es la imaginación sociológica o qué es el racionamiento abductivo y nos dará un magnífico resumen, pero no puede tener imaginación sociológica ni racionamiento abductivo, menos aún sobre la realidad social y cultural contemporánea, porque no tiene datos sobre lo que hace, dice y piensa la gente en este momento.
¿Podrán los algoritmos y la IA suplir y desplazar a la antropología social, al trabajo de campo, a la simple recolección de datos en un diario de campo?
La apuesta está planteada: apaga y vámonos o ponte a trabajar, a leer, a investigar, a pergeñar, a pensar y a salir al campo, donde la vida se vive y cada día es diferente.
Aún buscamos la utopía en la atención médica
Antonio Gershenson
30 de noviembre de 2025 00:02
Nuevamente nos referimos al asunto del derecho a la atención médica y al acceso a la salud, tema que abordamos el pasado mes de octubre en este espacio de La Jornada. Y, de nueva cuenta, partimos de la idea de que hablar de salud no es únicamente solicitar medicamentos.
Ya hemos publicado cinco artículos diferentes a partir de entonces y continuamos recibiendo observaciones de nuestro público lector. Las sugerencias continúan y consideramos que es un aporte legítimo.
Hemos resumido algunas opiniones y sugerencias considerando que no todas las críticas al sistema de salud actual son en contra, y es claro que son análisis importantes y experiencias que vale la pena tomar en cuenta.
Con respecto al sistema de seguimiento de cada tratamiento, una opinión generalizada es que no podemos continuar con este sistema sumamente lento y de larga espera a la siguiente consulta. Si no cambiamos el método acostumbrado, no esperemos resultados positivos. Las fechas programadas para los estudios clínicos son tan lejanas que, cuando llega el día, las condiciones de salud han cambiado y tal vez ya no se necesiten o sean otros los requeridos.
¿Cuál es la lógica? Expongo mi caso personal. El especialista que atiende un aspecto de mi caso descalifica las indicaciones de otro colega suyo que ordenó tres estudios de imagen: encefalograma, ultrasonido y tomografía. La finalidad es tener mayores datos de mi problema y darme, en consecuencia, un mejor tratamiento. Sin embargo, la opinión de mi otro médico, el descalificador, dice que los estudios no van a mejorar mi salud. Por supuesto que no.
Entiendo que no está de acuerdo en que se realicen, sin importar si el otro médico puede avanzar en mi rehabilitación con el resultado de los tres estudios. Es claro que los análisis clínicos son herramientas necesarias que darán al personal médico mayores datos para actuar con mayor certeza y tratar de mejorar la salud de sus pacientes. Por lo tanto, si no tengo esos estudios quedo más vulnerable y disminuye la oportunidad de salir del problema o, por lo menos, de aminorar mi padecimiento. ¿Descalificar la opinión entre especialistas es una solución? O se complica aún más el problema.
Otros puntos de vista de quienes nos leen son los siguientes: para mejorar la salud de la población es necesaria la educación desde temprana edad para evitar enfermedades concretas. En la escuela, desde los primeros grados es importante que se den a conocer los tipos de plantas y alimentos que pueden evitar determinados padecimientos. No se trata únicamente de prohibir el consumo de golosinas o alimentos. Se trata de concientizar sobre nuestra salud.
En otro punto se habla de la deshumanización del personal médico y del administrativo. La mayoría de quienes nos enviaron su opinión dicen que falta calidez y orientación para quienes recurren a urgencias, por ejemplo. Los pacientes llegan traumatizados por su estado de salud, y al parecer el personal no es lo suficientemente empático con la situación, generando mayor estrés. “No somos ni indigentes ni el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) es un dispensario, tenemos derecho a la atención rápida y de calidad”. “Falta esa conciencia entre el personal. Nuestras cuotas valen y sostienen el servicio de atención médica. Tenemos derechos, todavía.”
Por otro lado, estamos de acuerdo en que (y de hecho es una exigencia) las condiciones laborales del personal médico deben mejorar; eso es indispensable. Las nuevas generaciones de trabajadores de la salud se integran a un sistema viciado y sin un futuro mejor.
Otro de nuestros lectores dice: Las jornadas de pasantes o internos a veces son agotadoras. No cuentan con personal auxiliar y cubren horarios de trabajadores que no han sido contratados. ¿Falta de recursos o de planificación? Quienes sufren la situación son los pacientes. El personal médico, como el administrativo, trabajan cinco días. Tienen dos días de descanso, dejando al descubierto la especialidad y consulta general los fines de semana. Tienen vacaciones pagadas, permisos de incapacidad médica, así como cursos pagados y, como si no fuera suficiente, les pagan trabajen o no, así vean a un solo paciente o a los nueve que les corresponde; dicha situación genera ausencias y falta de atención a pacientes.
En contraste está la base trabajadora con derecho al Issste, la cual tiene que cubrir alrededor de 40 horas cumpliendo con todas las exigencias laborales, aunque su sueldo, dañado por la inflación, no deja de ser afectado por los impuestos ya descontados de su nómina. Tampoco podemos hablar ampliamente de los beneficios de la medicina privada, ya que en este sector los pacientes son clientes que dejan dinero. Ese es otro asunto urgente de revisar, pues en ocasiones los abusos son enormes y la calidad es también cuestionable. Por supuesto, existen excepciones afortunadas. Recordemos que el presidente López Obrador sugirió que la atención general y de especialidad debería ser los siete días de la semana.
En lo personal, reconocemos y agradecemos los esfuerzos de la dirección general del Issste por cambiar y mejorar las condiciones actuales. Los empeños por devolver la dignidad al instituto son loables, es una gran tarea y creemos que la sociedad podemos contribuir al cambio. Repetimos: es cuestión de seguir luchando por mejorar nuestro sistema de salud. Asimismo, agradecemos a nuestros lectores por sus aportes.
(Colaboró Ruxi Mendieta)
Para Ximena Guzmán Cuevas y José Muñoz Vega, la justicia llegará
antonio.gershenson@gmail.com
IA impulsa un gasto récord de 11 mil 800 mdd en Black Friday
Reuters
Periódico La Jornada Domingo 30 de noviembre de 2025, p. 15
Las herramientas de compra basadas en inteligencia artificial (IA) ayudaron a impulsar el gasto on line en Estados Unidos durante el Black Friday, ya que los compradores evitaron las tiendas abarrotadas y recurrieron a los chatbots para comparar precios y asegurarse descuentos en medio de la preocupación por los aranceles.
Los compradores estadunidenses gastaron la cifra récord de 11 mil 800 millones de dólares en Internet, 9.1 por ciento más que en 2024, en el día de compras más importante del año, según Adobe Analytics, que realiza un seguimiento de un billón de visitas que los compradores realizan a sitios web de venta minorista en línea.
El tráfico impulsado por la IA a los sitios minoristas de Estados Unidos se disparó 805 por ciento en comparación con el año pasado, cuando aún no se habían lanzado herramientas de inteligencia artificial como Sparky de Walmart o Rufus de Amazon, destacó Adobe.
Los productos más vendidos en el Black Friday fueron consolas de videojuegos, electrónica, electrodomésticos y productos de Apple.
Aunque los consumidores estadunidenses gastaron más este Black Friday en comparación con el año pasado, el incremento de los precios obstaculizó la demanda en línea, según la firma Salesforce. El volumen de pedidos cayó uno por ciento, mientras los precios en promedio de venta aumentaron 7 por ciento.