Carlos Fernández-Vega
▲ Entre consignas, miles de personas acudieron este domingo al llamado de partidos y empresarios a la marcha; aquí sobre Paseo de la Reforma.Foto Marco Peláez
El objetivo de la dominical marcha blanco y rosa es clarísimo: defender a la oligarquía político-empresarial que dominó y exprimió al país durante casi cuatro décadas, proteger a ese uno por ciento que de México hizo su empresa privada (a costillas de la nación, desde luego), y acapara poder, ingreso y riqueza, de tal suerte que le urge no destruir las instituciones democráticas, con sus dirigentes democráticos a modo que le han permitido todo tipo de tropelías y, sobre todo, impunidad.
¿En serio son democráticos esperpentos como Vicente Fox, que se cagó en el cambio y cargó los dados en las elecciones de 2006 a favor de Felipe Calderón; Borolas mismo, un fraudulento personaje que llegó por la puerta de atrás haiga sido como haiga sido, gracias a las instituciones democráticas; Luis Carlos Ugalde, el crupier en esa ocasión, y sus sucesores Lorenzo Córdova y pandilla que lo acompaña, ambiciosos talladores de casino, todos regenteados por José Woldenberg, a quien de noche le pasaron los Amigos de Fox y el Pemexgate?
¿Lo son Roberto Madrazo (fraude electoral en Tabasco en 1994); Margarita Zavala y sus firmas falsas, amén de garante de la impunidad de sus familiares por la guardería ABC; Elba Esther Gordillo, compradora de votos en 2006 y uno de los íconos de la corrupción del régimen neoliberal; Santiago Creel, el de los casinos a Televisa para que el emporio financiara su fallida campaña por la Presidencia de la República; los tres cochinitos (Alito Moreno –no hay más qué decir de él–, Marko Cortés, el siempre babeante líder panista, y Jesús Zambrano –me vendo a domicilio–); tres partidos políticos que se alquilan al mejor postor; un ejército de ladrones que hace coro y pregona odio y desinformación por todas partes y por todos los medios; y, desde luego, la cereza del pastel: Claudio X. González Guajardo, cara visible de los barones, quien maneja la chequera de esa minoría que atracó a la nación con la que todo lo compra para mantener intocado el estatus?
Qué decir de la democrática cúpula empresarial, la cual financió negras campañas propagandísticas ante el riesgo de cambiar de rumbo, porque apostarle a algo distinto implicaría retroceso (léase que Andrés Manuel llegara, en aquel entonces, a Los Pinos) en los comicios de 2006 (lo mismo hizo en los procesos electorales de 2012 y 2018, más la que está en curso), durante el cual la democrática autoridad electoral la dejó hacer y deshacer por mucho que descaradamente violara la ley.
En aquel entonces, transcurridos seis meses de la campaña electoral por la Presidencia de la República (e igual periodo de la campaña negra pagada por la cúpula), con sólo dos días para los comicios y ante la ostentosa actitud ilegal de esa cúpula, el entonces IFE tímidamente solicitó al Consejo Coordinador Empresarial (CCE, a la sazón con José Luis Barraza a la cabeza, el mismo que poco después apareció como uno de los propietarios de la privatizada, por Felipe Calderón, Aeroméxico) que fuera tan amable de retirar su propaganda sucia y promotora del miedo e invitó a Vicente Fox a que cerrara la boca.
Por aquellos días en este espacio se comentó que, rebasados gobierno, partido y candidato oficiales, el gran capital entró al quite y brincó a la palestra mediática-electoral para reforzar la campaña del miedo promovida por la derecha clerical que se retorcía ante la posibilidad de que su pollo ( Borolas) no llegara a Los Pinos. El CCE se metió hasta la cocina, con la venia de las autoridades e instituciones democráticas, pero nadie lo sancionó.
Consumado el fraude e instalado Borolas en Los Pinos nadie recordó ni castigó al organismo patronal. Debieron transcurrir más de dos años (octubre de 2008) para que el Tribunal Electoral del Poder Judicial sentenciara que siempre sí la salvaje campaña mediática a favor de un candidato chaparro, pelón y de lentes, financiada por los barones del dinero, fue ilegal, por lo que aplicó una suave multa, pero no al órgano patronal, sino a los partidos políticos beneficiados por esa propaganda negra (Acción Nacional y el tal Jelipe en primerísimo lugar). Democracia a manos llenas.
Más democracia: en junio de 1993, Carlos Salinas de Gortari pasó la charola a los más ricos entre los ricos para financiar, ilegalmente, la campaña presidencial del PRI de 1994. Y los barones, sin chistar, firmaron los democráticos cheques.
Las rebanadas del pastel
Entonces, ¿en defensa de la democracia y sus instituciones? Juar, juar, juar.
cfvmexico_sa@hotmail.com
Las deudas
León Bendesky
El endeudamiento entraña a la tasa de interés; son las dos caras de una misma moneda. El interés es el precio del crédito, un factor esencial para determinar al gasto en consumo, en inversión y el gasto público y, así, el nivel de la actividad económica. El interés es por ello un precio clave en la economía.
El proceso de endeudamiento requiere de una provisión constante de liquidez, es decir, que quien presta debe tener los recursos para hacerlo de modo suficiente y oportuno y quien paga también, cuando le toca abonar.
La liquidez la proveen el banco central y los bancos comerciales; ambos crean dinero, cosa que no penetra suficientemente en el entendimiento de lo que es el dinero y el crédito.
Los desfases en la liquidez frenan, o de plano, interrumpen el circuito económico de la producción y el gasto. Por eso se dice que la falta de liquidez mata. El sistema económico puede verse como un gran entramado de deudas.
Las formas del endeudamiento son múltiples: del crédito al mayoreo, como son las tarjetas o los autos, al crédito de las grandes corporaciones o de los gobiernos hay grandes diferencias; pero la esencia de las deudas y la relación entre las partes es la misma.
Siendo un precio clave, hay una relación estrecha entre la inflación (el índice que mide el aumento de los precios) y la tasa de interés. A mediados de 2021 la tasa de interés de referencia (tasa objetivo) fijada por el banco central era de 4 por ciento.
Desde entonces ha subido de modo constante; en particular, el aumento ha sido muy notable desde finales de junio de este año hasta la semana pasada. La tasa ha tenido sólo en ese último lapso un aumento de tres puntos porcentuales, desde 7 a 10 por ciento, con cuatro incrementos consecutivos de 0.75.
Esto sucede hoy en un proceso conjunto con una alta y persistente inflación. A fines de 2020 los precios crecieron a una tasa de 2.2 por ciento y se inició una marcada tendencia al alza que se extiende hasta hoy. En septiembre el índice creció 8.7 y en octubre bajó a 8.4 por ciento.
La confluencia de una elevada inflación con muy altas tasas de interés genera distorsiones en la asignación de los recursos y, por eso, en la distribución de las ganancias y las pérdidas entre los agentes económicos.
Lo que ocurre en la economía revela un fuerte choque monetario y financiero. Las repercusiones de él son de muy corto plazo y, también, tienen un profundo impacto de más largo plazo sobre la estructura económica, lo que tiene siempre una contraparte social. No son estos dos discursos disociados. Los efectos adversos de este choque durarán largo tiempo.
Se discute de modo pormenorizado cada movimiento de las principales variables económicas: el producto, el empleo, el gasto agregado y demás. Lo mismo se hace con las variables financieras y se sigue periódicamente la trayectoria de la inflación y mucho más de cerca, por minutos, los movimientos del tipo de cambio, la tasa de interés y las cotizaciones bursátiles. Todo esto en pantallas que operan sin interrupción y prácticamente sin que la inmensa mayoría de la población del planeta tenga idea del poder que ahí se expresa.
El patrón del endeudamiento ha cambiado la carga entre deudores y acreedores. Desde la crisis financiera de 2008 y por más de una década las tasas de interés en el mundo fueron extremadamente bajas. La Reserva Federal optó por una exorbitante creación de liquidez que rebajó el costo del crédito a prácticamente cero, y con eso generó una estabilidad de precios que ahora finalmente se ha roto. Esto distorsionó el entramado de las deudas, pues en esencia el dinero dejó de tener valor. Una expresión clara de esta distorsión fue la casi irrestricta capacidad de contratar créditos inmobiliarios en Estados Unidos. Finalmente, cuando el mercado colapsó fue uno de los principales detonadores de la crisis.
Otro aspecto de la resonancia de la pérdida de valor del dinero se ha visto en el mercado de las criptomonedas. Primero un espectacular incremento de los precios, como se aprecia claramente en el caso del bitcóin, una moneda emblemática. Las pérdidas ahora han sido billonarias.
Las casas eventualmente caen de precio cuando las deudas (hipotecas) contratadas a tasas muy bajas han crecido tanto que al subir no se pueden pagar. En un mercado plagado de deuda se precipita la crisis. Pero las casas tienen un valor intrínseco. En el caso del bitcóin no hay ningún valor creado, sólo un precio representado nominalmente por una demanda desbocada, mal concebida y muy manipulada. No queda nada. La reciente quiebra de FTX, importante empresa de intercambio de criptomonedas, expresa a las claras una de las manifestaciones de la deuda que colapsa con el alza de las tasas y la ruina que provoca, excepto para los manipuladores del mercado, que siempre existen.
El choque monetario y financiero provocará ajustes muy severos, unos visibles y otros menos, pero igualmente reales.