Hace 40 años Reagan estableció que el el gobierno no es la solución, sino el problema, y en 1996 Clinton sentenció: la era del gran Gobierno ha terminado. Republicanos y demócratas exhibieron sin empacho ser prosélitos del mismo credo neoliberal, que sigue rigiendo la vida en la mayor parte del planeta. Biden, que profesaba el mismo credo, es ahora un apóstata declarado y convencido: el gobierno sí es la solución.
Según una encuesta realizada hace unos días por ABC News, 64 por ciento de los estadunidenses encuestados están optimistas sobre la dirección de su país para el próximo año, el nivel más alto desde 2006. Pero Biden enfrenta retos enormes. Se propuso trabajar con los republicanos, pero no ha fraguado ningún acuerdo en el Congreso y sus planes deberán descansar en su exigua mayoría. En tanto, los republicanos han iniciado auditorías sobre la elección de 2020, en demarcaciones que dominan, buscando deslegitimarla, y Trump ya empezó a ganar sus primeros titulares de prensa intentando crear nuevos cataclismos infodémicos con inverosímiles noticias y falsas teorías conspirativas. Hillary Clinton pide un ajuste de cuentas global con la desinformación que incluya el control del poder de las grandes empresas tecnológicas, soporte de unos delirios trumpianos que son verdades efectivas para millones de ignorantes en Estados Unidos (EU).
A la par de sus conflictos internos, Biden quiere retomar el liderazgo de EU en el mundo, apoyado en su fuerza militar. En 1945 podía hacerlo como potencia única. Hoy las cosas son distintas. El 22 de marzo pasado funcionarios chinos y estadunidenses tuvieron un intercambio rijoso en Alaska y, al día siguiente, el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, y su homólogo ruso, Sergey Lavrov, tuvieron una amigable reunión en la que rechazaron las críticas occidentales a su historiales de derechos humanos y emitieron una declaración conjunta en la que ofrecieron una visión alternativa de la gobernanza mundial. El orden internacional liderado por Estados Unidos, dijo Lavrov, no representa la voluntad de la comunidad internacional. Biden tiene problemas severos, dentro y fuera de EU.
Las reuniones señaladas fueron el banderazo de salida a una nueva guerra fría. En los días siguientes Rusia y China realizaron reiteradas maniobras militares en Ucrania y en el mar de China meridional, respectivamente, espacios que EU ve como sus zonas de control e influencia: la producción de semiconductores de Taiwán es estratégica para EU. La guerra fría tiene serios riesgos de convertirse en caliente.
El PIB de EU se convierte en una fracción cada vez más menor del PIB mundial, y el de China en una fracción cada día mayor. EU ha resuelto recuperar su crecimiento y detener el de China, cerrándole el acceso a la tecnología gringa y frenando su comercio con la Unión Europea (UE). Ahora intenta meter una cuña entre China y Rusia, favoreciendo el comercio entre la UE y Rusia, especialmente de petrolíferos, mientras se interpone entre la UE y China.
Desde 1973, el petrodólar –dólar común obtenido mediante la venta de petróleo–, arma financiera con ventajas incalculabes para EU, contraria al resto de las naciones, ha estado debilitándose como divisa internacional, mientras el yuan, que opera como petroyuán aún en un área restringida del comercio mundial, avanza gradualmente; EU ha abierto frentes diversos contra China esa tendencia. En 1971 Nixon, con un decreto imperial, desconoció los acuerdos firmados por EU en Bretton Woods en 1944, y desligó el dólar del oro, por consejo de Milton Friedman. En 1973, después de la guerra del Yom-Kippur, Kissinger acordó con Arabia Saudita que la OPEP vendiera petróleo a todo el mundo sólo por dólares-papel de EU. A cambio los sauditas podrían comprar armas a EU, pero más aún, recibirían protección militar. Además los países de la OPEP depositarían sus altos ingresos en petrodólares en la banca europea y en EU, principalmente, mecanismo por el cual todos podrían comprar petróleo a los árabes. El dólar fiduciario se convirtió así en divisa mundial. Este sistema se encamina a su fin porque una fracción creciente de los intercambios tiene lugar en monedas distintas al dólar.
Biden, de otra parte, debió comprometer a EU con medidas reales para detener el cambio climático, porque de por medio está la vida en el planeta. Señaló que crearía millones de empleos en EU invirtiendo en la reducción de las emisiones netas de gases de efecto invernadero entre 50 y 52 por ciento para 2030. En la medida en que todos se embarquen en energías limpias, el desplazamiento del petróleo jugará en contra del dólar como divisa internacional. Eso no nos hará más felices, porque el debilitamiento relativo de la economía de EU, no significa su debilitamiento militar. Por el contrario, lo convertiría en una potencia más agresiva. Y la consecuencia previsible es una nueva y más amenazante carrera armamentista que ya está a la vista.
Informe MacBride; enseñanza de la comunicación
Fernando Buen Abad Domínguez*
Ya se veía venir una relación conflictiva entre el proceso de monopolización acelerada de los llamados medios de comunicación frente a los modelos educativos de los Estados. La Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicación en su informe de 1980 (conocido como Informe MacBride) advierte: una complicación adicional es el hecho de que las implicaciones de estos desequilibrios no se entienden correctamente y, en consecuencia, encontramos con frecuencia algunas generalizaciones universales y aplicaciones entre culturas que no son válidas, pág. 191.
Como en otros muchos casos paradójicos, la inversión gubernamental en educación otorga a la industria mass media una especie de subsidio bizarro que educa y expulsa a miles de jóvenes a las fauces de la industria mediática monopólica incapaz de ofrecer fuentes de trabajo suficientes, que no tiene interés en pagar salarios dignos y que se acostumbró a explotar a quien acepte (con placer o sin él) las reglas, la ética y la estética del mercado comunicacional. La cosa no es muy distinta cuando el empleador es el gobierno.
Hay una lista enorme de urgencias amontonadas gracias al olvido funcional, la indiferencia y la corrupción. Hay que abrir los libros, en todos los sentidos, mirar qué cuentas manejan en lo económico y en lo académico, ver sus deudas y sus inversiones, sus sueldos y los de todos, ver las tecnologías y las canonjías. Ver las postergaciones y sus razones, los silencios y los corrillos, hay que ver los documentos y los emolumentos. Revisar los contenidos teóricos, las prácticas, los casos concretos, las investigaciones, la experimentación… las publicaciones. A quién sirven, para qué. Abrir los libros para ver cómo se reparten los puntos y ascensos, las vacaciones, becas, apoyos didácticos. Cómo se negocian las investigaciones, las citas mutuas, cuántos puntos vale, cuánto vale asistir a congresos, cursos, posgrados… abrir los libros y sacar las cuentas en público y sin concesiones. Los programas de enseñanza e investigación debieran incluir también el estudio de un nuevo orden mundial de la comunicación: sus parámetros actuales, sus propuestas para cambiar los patrones existentes: Informe MacBride, pág. 187.
Hay que ver en qué estado está la producción y repetición de conocimiento en las aulas, examinar qué se produce, expone, analiza… para enriquecer el conocimiento en colectivo, guiado por un programa científico. Verificar la independencia económica y política de la ciencia frente a ciertos devaneos mercantiles o sectarios, revisar su rigor y su capacidad de intervención social. revisar que el acto fundamental de la producción del conocimiento, de manera colectiva, crítica y dialéctica tenga por certeza la mayor pasión por la verdad y la fortaleza de la ciencia al servicio de la libertad humana y de su comunicación no alienada y desalienante. Verificar que las aulas y los talleres no sean indiferentes a lo que pasa en las calles, en las fábricas, en las cabezas de los pueblos. constatar que cuando el trabajo de producir conocimiento en comunicación se cumpla, con calidad y utilidad social, se pague un salario justo.
Mayormente, la educación en materia de comunicación, pública o privada, es una mercancía más determinada por las leyes del mercado y las necesidades de control burgués sobre las masas. No pocas escuelas acomodan la teoría y la práctica académicas, no para intervenir en los problemas sociales centrales y sí, a cambio, para generar mano de obra acrítica y sumisa. Las ciencias de la comunicación, cuyo rigor suele ser cuestionado, se producen, se venden y se compran como otro artículo cualquiera. Sus productores no son ajenos a la alienación. Fue advertido en 1980 “…la metodología deberá adaptarse a las condiciones, las tradiciones culturales y la estrategia de desarrollo locales”, pág 187.
En las escuelas de comunicación se reproduce la lucha de clases, hay profesionales del arribismo, de la mentira y de la explotación en contubernio con los burócratas (y viceversa). Esto significa que se produce lo vendible, que reina un clientelismo interesado sólo por los puntos, las opiniones positivas y las colegiaturas antes que por el diagnóstico serio de los problemas y la ruta de las soluciones desde la ciencia. Se vende lo rentable, lo que da beneficio a los dueños o directivos. La educación en comunicación es un campo de entrenamiento no sólo para capacitar sirvientes económicos o lebreles burocráticos, ahí el ideal es el endiosamiento de la mercancía para ganar audiencias, vender mucho y consolidarse como caballos de Troya ideológicos en todo lugar y a cualquier hora. Las circunstancias históricas en las que se desarrolló la investigación ayudaron a crear una situación de dependencia, agravada por lo inadecuado de la investigación extranjera para sus necesidades, pág. 190.
Y, sin embargo, en lucha desigual y combinada, también hay docentes, trabajadores, capaces de pelear codo a codo con los estudiantes por una educación emancipadora, científica de verdad y útil contra la alienación. Hay eruditos honestos, catedráticos serios, investigadores comprometidos y especialistas críticos muy diversos, en general mal pagados, mal tratados, ninguneados… docentes militantes de la honestidad teórica y estudiantes en actuación social plena, en lucha permanente por ese Nuevo Orden Mundial de la Comunicación y la Información (NOMIC) reclamado por el Informe MacBride en 1980. ¿Lo veremos?
* Filósofo y director del Instituto de Cultura y Comunicación y Centro Sean MacBride, Universidad Nacional de Lanús