jueves, 25 de marzo de 2021

Mortandad bélico-industrial.

John Saxe-Fernández
A una torpe agresión verbal de Joe Biden, Vladimir Putin respondió con: Le deseo buena salud. ¿Asesino? El león cree que todos son de su condición, pues ¿qué decir de las 22 muertes del bombardeo contra Siria ordenado por Biden, un atropello sin legalidad?
Repleto de Thanatos, Estados Unidos sigue en estado de excepción, desde la masacre contra a Irak (2003). Hace poco los jefes y equipos de la diplomacia de EU y China conversaron. Ahí también hubo la agresiva danza de muerte de EU.
En la base de los enojos de Biden con Rusia y China está la dinámica del complejo militar industrial, además de la voracidad corporativa. Una dosis de marxismo y sicoanálisis viene bien con Herbert Marcuse, quien combinó ambos cuerpos explicativos cuando percibió a EU como un régimen de movilización masiva de la población y de los recursos materiales para la eventualidad de una guerra, interna o externa, contra un enemigo interno o externo, real o imaginario.
Es la danza entre eros y mortandad. Tal es la concepción básica que prevaleció en su seminario sobre el The Warfare State (El Estado bélico, impartido en Brandeis. La multipolarización del sistema internacional acentúa la decadencia del aparato productivo de EU, detectada por Seymour Melman en La economía permanente de guerra (NY. 1976), vinculándola al desvío de recursos de la inversión productiva al aparato bélico-industrial.
Contener esa multipolarización vía ilegales y unilaterales sanciones económicas no ayuda a la magna tarea de frenar el riesgo de guerra o domar la emergencia climática en curso yagravándose.
Tampoco ayudan al deterioro hegemónico los jugosos contratos ( cost-plus) en que la maximización de costos se esgrime, desde tiempos de McNamara, en ciertos contratos de alto vuelo, presuntamente con fines neokeynesianos, es decir, para estimular y sacar la economía de EU de baches recesivos o de plano de la depresión, hoy acentuada por la pandemia, con altos y crecientes costos del deterioro climático por el calentamiento planetario vinculado a la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), emanados de los poco más de mil 500 millones de automóviles en el mundo lanzando al planeta GEI a diestra y siniestra.
Hasta ahora los resultados sobre la economía civil de la movilización bélica, como bien los documentó Melman, no han sido satisfactorios para trabajadores y clases medias. En su libro, Estados Unidos en un mundo en crisis, Ceiich.UNAM/Antropos 2019, Adrián Sotelo muestra la superexplotación y empobrecimiento de la fuerza de trabajo de EU, resultado, entre otros factores, de la homologación salarial a la baja formalizada en el TLCAN y a la canalización hacia arriba de las ganancias del uno por ciento y sus corporaciones. Los costos van a familias de bajo y mediano ingreso, según la Reserva Federal.
El paquete de rescate de 1.9 billones de dólares de los demócratas podría solventar problemas urgentes, pero en el área de crear empleos formales y seguros, las perspectivas no son optimistas, todo depende del impulso que se dé a la infraestructura, por ejemplo, para el transporte de pasajeros en trenes de alta velocidad que, en más de una ocasión, Biden planteó podrían sacar de circulación a millones de automóviles con motores de combustión interna. Algo de interés dada la agudización de la emergencia climática en curso, que es difícil lanzar al baúl de los olvidos, pues se hace presente e intensifica su capacidad catastrófica.
Urge frenar el el colapso climático. Ya Trump no está ahí. pero Biden juega a la guerra mientras se agota el tiempo antes de la irreversibilidad climática: En pos de supremacía en EU están muy ocupados construyendo un arma de destrucción masiva con un costo de 100 mil millones de dólares.
Según informa Elizabeth Eaves desde el Boletín de los Científicos Atómicos es un cohete del largo de una pista de bolos, capaz de recorrer 9 mil 360 kilómetros con una ojiva nuclear 20 veces más destructiva que la bomba lanzada sobre Hiroshima. Esa arma es capaz de matar a cientos de miles de personas con sólo un lanzamiento.
Para captar la magnitud del costo, Eaves ejemplifica: se podrían pagar un año los salarios de 1.24 millones de maestros de primaria; proveer 2.24 millones de becas universitarias durante cuatro años o pagar los gastos de hospitalización por Covid-19 para 3.3 millones de pacientes. Es suficiente para construir una masiva barrera mecánica para proteger a toda la ciudad de Nueva York del alza en aumento del nivel marítimo. También para llegar a Marte.
Agrego que en comparación con el transporte aéreo, el tren de alta velocidad entre Madrid y Barcelona abatió la emisión de GEI en 90 por ciento. Con esos fondos públicos en EU se pondría en operación el tren de alta velocidad entre San Francisco y Los Ángeles y varias líneas más.
P.D. Ante los ataques contra Carmen Aristegui, yo agradezco a ella y su equipo su calidad histórica, informativa y analítica.
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Brasil: amenaza a la salud global
Ángel Guerra Cabrera
El ascenso imparable de los contagios y fallecimientos a consecuencia del Covid-19 y la propagación nacional de la dos veces más contagiosa variante P1 del virus han colocado a Brasil en una situación trágica. El gigante pasó de mil 74 muertes diarias el 13 de febrero a mil 910 el 4 de marzo; y a 3 mil 258 anteayer, 20 días después, y contando. Con más de 12 millones de contagios y 298 mil 676 fallecidos hasta que esto escribo, es sólo superado en este indicador por Estados Unidos, con casi 123 millones de habitantes más. La tragedia fue vaticinada a fines de enero por el médico Enrique Mandetta, ex ministro de Salud echado por el presidente Jair Bolsonaro debido a su promoción de las medidas de bioseguridad, contrapuestas a la agenda política del ex militar en vísperas de las elecciones municipales.
Mandetta declaró entonces que Brasil marchaba hacia una megaepidemia en los próximos dos meses, causada por la diseminación de la variante amazónica, se cree que surgida en Manaos, y por la falta de controles del gobierno. Censuró el envío de cientos de pacientes de ese estado a hospitales de otras entidades. Con esta política vamos a plantar esa cepa amazónica en todos los territorios de la federación y de aquí a 60 días podemos tener una megaepidemia, fue su pronóstico, fatalmente cumplido ante la criminal negligencia de Bolsonaro, quien ha tenido una actitud negacionista, como su ídolo Donald Trump, desde el principio de la pandemia. Llegó a calificar la enfermedad de gripecita, a anunciar su final en diciembre de 2020 e incluso a presentar una petición ante el Supremo Tribunal Federal para impedir que los gobiernos regionales y municipales impusieran medidas conducentes a frenarla, desestimada por esa instancia judicial. Si no fuera por la formidable y creciente amenaza que constituye Lula da Silva para sus planes releccionistas y el severo daño que el descontrol de la pandemia está haciendo a su popularidad, Bolsonaro no habría variado su actitud hacia la vacuna, de negarse a recibirla a hacerle promoción retórica y, ayer, ante el hecho escandaloso de estar a las puertas de los 300 mil fallecidos, a farisaicamente afirmar que la vida es primero y constituir un comité nacional para enfrentar al virus.
Para mayor desgracia, al holocausto que sufren nuestros hermanos brasileños, particularmente los más pobres, se añade la amenaza de extensión de la nueva variante a nuestra región y al resto del mundo. Consultado por la BBC el 9 de marzo, el epidemiólogo Pedro Hallal afirmó: 21 por ciento de todas las muertes ocurridas en el mundo ayer debido al Covid-19 sucedieron en Brasil, un país que solamente tiene 2.7 por ciento de la población mundial. Entonces, esto es enorme. Brasil se está convirtiendo en una amenaza para la salud pública global. En esa misma tesitura se pronunció Carisa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud, en declaración publicada por este diario el miércoles 24: el coronavirus continúa aumentando peligrosamente en todo Brasil, y agregó que este incremento afecta a los países vecinos: Venezuela, Bolivia y Perú, así como a Uruguay, Paraguay y Chile. Esto, unido a reportes que mencionan la llegada de la P1 a Estados Unidos y países de Europa, perfectamente explicable, considerando la gran conectividad aérea de Brasil con el resto del mundo. Una verdadera bomba de tiempo cuando aparecen señales esperanzadoras de reducción del número de contagios y muertes.
Este cuadro pone de relieve la urgente necesidad de las vacunas como solución radical que debe universalizarse mediante la solidaridad con los países pobres, con transferencia de tecnología, de modo que pueda extenderse y diversificarse su fabricación. Este es quizá el mayor problema que enfrenta el combate al Covid, pues sólo 10 estados acaparan la mayor parte del inmunizante. Mientras los países con más ingresos vacunan a una persona por segundo, la mayoría de las naciones aún no han puesto ni una sola dosis, afirma la economista venezolana Pasqualina Curcio en un artículo revelador (https://ultimasnoticias.com.ve/).
En esta coyuntura, refulge el ejemplo de Cuba, que además de enviar médicos de las brigadas Henry Reeve a combatir el Covid-19 en más de 40 países y territorios, hoy despliega cinco candidatos vacunales creados por su comunidad científica, entre ellos Soberana 02 y Abdala, en la fase 3 de ensayos clínicos con cerca de 100 mil personas, y con decenas de miles en Cuba, Irán y Venezuela en la fase de estudios controlados. La isla enfila hacia la inmunización masiva de su pueblo, que llegará entre junio y agosto a 6 millones de personas vacunadas sobre sus 11.2 millones de habitantes. El banco de vacunas del ALBA se nutrirá de fármacos cubanos, los que, además, estarán disponibles para muchos países imposibilitados de tener acceso a ellas.
Twitter: @aguerraguerra