Carlos Fernández-Vega
▲ El presidente Andrés Manuel López Obrador retomó el tema de los pagos que por consumo de energía eléctrica realizan grandes cadenas de negocios como Femsa, Grupo Bimbo y Walmart. Subrayó que al igual que con los impuestos lograban tarifas muy bajas gracias a contratos a modo y jugosos subsidios.Foto José Antonio López
El pasado viernes los consorcios Fomento Económico Mexicano (Femsa, propietaria de la cadena de tiendas Oxxo) y Grupo Bimbo –el monopolio panadero de la siempre pía familia Servitje– reaccionaron de inmediato a las observaciones presidenciales, de que empresas como las citadas pagan mucho menos por consumo de energía eléctrica de lo que cubre una familia de clase popular o media, paga mucho más el dueño de una tienda de abarrotes de una colonia, de un barrio, de un pueblo, que lo que paga un Oxxo. Y al carro subió a la trasnacional Walmart.
Pues bien, Femsa (también la mayor embotelladora de Coca-Cola en América Latina) rápidamente emitió un comunicado en el que aseguró que en 2020 las tiendas Oxxo pagaron a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) mil 576 millones de pesos, a razón mensual promedio de 14 mil 52 pesos por tienda conectada a energía renovable (a cada una de ellas se le subsidia con 26 mil 544 pesos). Por medio de contratos con cinco parques eólicos en el país satisfacemos 69.4 por ciento de nuestras necesidades de electricidad. El suministro de energía renovable que surte a nuestras operaciones nunca ha ido en perjuicio del Estado mexicano. Los contratos correspondientes son legales y legítimos.
A su vez, Grupo Bimbo aseguró que paga en su totalidad sus tarifas eléctricas conforme a la legislación aplicable en cada uno de los países en donde opera, que son muchos, y destacó que posee plantas eólicas que abastecen al corporativo.
Ésa fue su explicación oficial, pero en la mañanera de ayer el presidente López Obrador divulgó un elemento no incluido por los citados consorcios: Femsa, Bimbo, Walmart y muchas más (todas propietarias o principales clientes de empresas eólicas, como Iberdrola) pagan tres tantos menos que los consumidores con tarifa doméstica no subsidiada y la mitad de lo que cubre una tienda de abarrotes de colonia, barrio o pueblo. “Y si lo comparamos con un hogar sin subsidio pues…”, señaló el mandatario.
Reseñó: esto de la industria eléctrica es parecido a lo que sucedía con los impuestos. Pagaba impuesto el pueblo raso, pero no los de arriba o se les devolvían los impuestos, se les condonaban, y una gente humilde, un indígena, un campesino, un obrero, un profesional, un pequeño, mediano comerciante, empresario, tenía que pagar los impuestos, pero las grandes corporaciones no pagaban, se les condonaban, miles de millones de pesos; nada más que esto como que pasó de noche, no se dice nada, pero era una gran injusticia.
Lo mismo el caso de la industria eléctrica, sostuvo, pues los reformistas de Peña Nieto durante mucho tiempo engañaron que el subsidio se lo daban a la gente, al consumidor. Pues no, la mayor parte del subsidio va a las grandes corporaciones. ¿Cómo es posible que una familia de clase popular, de clase media o un dueño de una tienda de abarrotes pague más que lo que paga un Oxxo? ¿Cómo le hicieron? Si lograron contratos especiales porque se reformaron las leyes o porque supuestamente ellos son generadores de energía limpia, pero el resultado al final es que tienen un subsidio. ¿Y quién paga el subsidio? El pueblo, porque se paga con dinero del presupuesto, que es dinero del pueblo.
En el transcurso de la mañanera mostró varias gráficas para documentar su dicho, en especial el relativo a que los grandes consorcios pagan tarifas (tres tantos) menores a las que cubren los mortales. No hay ningún problema con Oxxo, Bimbo y Walmart (todos subsidiados), nada más que entiendan que hay que buscar el diálogo para arreglar este asunto, porque es injusto. Voy a pedir a los de la Comisión Federal de Electricidad que vengan aquí a explicar, e invitó a los consorcios privados a que detallen el porqué del subsidio, que nombren una comisión y que se pueda llevar a cabo un diálogo abierto con los medios.
Las rebanadas del pastel
Quien sigue otorgando suspensiones definitivas como si fuera manda es el juez Juan Pablo Gómez Fierro, ídolo de las trasnacionales de la energía eléctrica que operan en México. Sólo ayer concedió nueve para evitar la reforma eléctrica promovida por el presidente López Obrador. Hasta ahora suman 50, pero no tiene llenadera.
cfvmexico_sa@hotmail.com
La nueva ciencia es subversiva
Víctor M. Toledo
En diciembre de 2012 un investigador de sistemas complejos llamado Brad Werner, de la Universidad de California en San Diego, presentó, con la cabellera pintada de rosa, su conferencia en el congreso anual de la Unión Geofísica Estadunidense celebrada en San Francisco y atendida por unos 24 mil científicos de la tierra y el espacio, bajo el título Is Earth Fucked? ( ¿Está jodida la Tierra?). Para responder a la pregunta, Werner utilizó un sofisticado modelo computacional basado en la teoría de sistemas complejos que incluía variables (incomprensibles para un ciudadano común) como perturbaciones, disipaciones, atrayentes, bifurcaciones y límites. Su conclusión general fue que la Tierra iba hacia el colapso y que sólo un factor de su modelo geofísico ofrecía esperanzas. Él le llamó resistencia e incluía todo movimiento social o ciudadano que cuestionara al capitalismo global, como causa final del estado peligrosamente inestable del planeta, y pasara a la acción mediante manifestaciones, bloqueos y sabotajes. (Naomi Klein: www.newstatesman.com 2013/10). Seis años después, el 26 de octubre de 2018, 94 científicos ingleses publicaron un manifiesto sobre la emergencia climática en el periódico The Guardian, llamando a la acción y apoyando la aparición de Extinction Rebellion, un movimiento de desobediencia civil pacífica. En unos pocos meses las acciones de esta nueva organización se multiplicaron y extendieron como fuego en países como Francia, Alemania, España, Australia, Argentina y Nueva Zelanda, hasta convertirse en un movimiento social mundial cuyo objetivo es influir sobre los gobiernos del mundo y las políticas ambientales globales mediante la resistencia no violenta. Finalmente, en enero de 2020, unos 11 mil científicos de 153 países publicaron un llamado urgente a detener la crisis ecológica y pasar a la acción (BioScience, Volume 70, January 2020: 8-12, https://cutt.ly/MxckD0d y https://cutt.ly/OxckVqC).
En realidad estos acontecimientos proceden de dos procesos, uno epistemológico y el otro político. Por un lado, la aparición del llamado pensamiento complejo que formuló e integró una nueva teoría de carácter holístico o interdisciplinario para remontar el carácter parcelario y especializado del conocimiento científico dominante, que fracciona la realidad de acuerdo con disciplinas y separa el estudio de los procesos naturales de los procesos sociales. Ello dio lugar a una ciencia de la complejidad y en su versión más acabada a una ciencia para la sustentabilidad ( sustainability science) que hoy por hoy publica 12 mil artículos anuales y que ha dado lugar a nuevas e innovadoras comunidades de contracorriente. Éstas han cuestionado los fundamentos teóricos, metodológicos, sociales y éticos de disciplinas como la economía, la historia, la pedagogía, la antropología o las áreas dedicadas a la producción de alimentos. Se trata de la economía ecológica, la historia ambiental, la educación ambiental, la etnoecología y la agroecología, respectivamente. En América Latina, por ejemplo, la agroecología no sólo compite ya con la agronomía convencional que privilegia los sistemas agroindustriales y los agronegocios, sino que agrupa asociaciones y redes nacionales y regionales, realiza gigantescos congresos, publica prolíficamente y, especialmente, acompaña proyectos con productores agropecuarios campesinos, indígenas, de afrodescendientes y de pescadores artesanales que abarcan ya decenas de miles, desde Cuba hasta Brasil, pasando por Argentina, Colombia, el norte de Centroamérica y México.
Por otro lado, la existencia de núcleos de científicos críticos han operado como focos de infección para las comunidades académicas en torno a las tremendas crisis sociales y ambientales del mundo contemporáneo y han hecho conscientes a los investigadores de sus acciones desde una perspectiva moral o ética. Este es el caso de Scientist Warning (Inglaterra), Science for the People (Estados Unidos), la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (México: www.uccs.mx), la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza (Argentina) y especialmente de la Union of Concerned Scientist (Estados Unidos) fundada desde 1969 y con ¡500 mil afiliados! En México, con la llegada del nuevo gobierno, se ha planteado un giro en la política seguida por el Conacyt hacia una ciencia pertinente y ha surgido una nueva manera de enseñar ciencia en las 140 universidades del sistema Benito Juárez (ver www.ubbj.gob.mx).
Esta nueva generación de científicos está develando la ideología que mantenía oculta la perversa relación entre ciencia y capitalismo, y como nuevo agente político se viene a sumar a los tres actores que, según quien esto escribe, son los que están cambiando al mundo: las mujeres, los pueblos indígenas y los ambientalistas. ¡Que así sea!