sábado, 16 de enero de 2021

Los oscuros orígenes del virus.

Silvia Ribeiro* / I
Con más de 92 millones de personas contagiadas y 2 millones de muertes por Covid en el mundo, aún no se sabe a ciencia cierta el origen del virus que está causando esta debacle global.
Hay consenso científico en que el SARS-CoV2 es derivado de un virus de murciélago, pero a más de un año de haberlo identificado, no hay una investigación internacional independiente de intereses creados, que pueda darnos certeza sobre el verdadero origen de este virus.
El 4 de enero de 2021, el New York Magazine publicó los resultados de una amplia investigación de Nicholson Baker sobre las actividades de gobiernos y científicos de Estados Unidos y China, que aporta datos fundamentales para conocer las hipótesis al respecto (The lab-leak hypothesis, https://tinyurl.com/yxkj2j35).
Así resume sus conclusiones: He llegado a creer que lo que pasó fue bastante simple. Fue un accidente. Un virus pasó un tiempo en un laboratorio, y finalmente salió. El SARS-CoV-2, el virus que causa el Covid-19, comenzó su existencia dentro de un murciélago, luego aprendió a infectar a la gente en una mina y luego se hizo más infeccioso en uno o más laboratorios, tal vez como parte del bien intencionado, pero arriesgado esfuerzo de científicos para crear una vacuna de amplio espectro. El SARS-2 no fue diseñado como un arma biológica. Pero sí fue diseñado, creo.
Es lo mismo que planteó Luc Montaigner, francés y premio Nobel de medicina, en su investigación sobre el VIH, virus del sida (https://tinyurl.com/ybjnfrlc).
Baker explica, con abundantes fuentes científicas, que no existen evidencias definitivas de que haya sido manipulado, pero tampoco las hay para afirmar que fue solamente zoonótico.
La hipótesis de que el virus haya sido diseñado para lograr un alto nivel de infectividad en seres humanos y haya sido un escape accidental, es un tema sobre el que los científicos implicados en Estados Unidos o China no quieren ni nombrar. Pero conociendo las condiciones, la hipótesis del escape es muy plausible y debería ser seriamente investigada.
Varios de los que manifiestan que no es necesario investigar el tema, como Anthony Fauci, director de uno de los Institutos Nacionales de Salud (INS) de Estados Unidos, y Peter Daszak, de la EcoHealth Alliance, han estado involucrados por varios años en la investigación del laboratorio de Shi Zhengli en el Instituto de Virología de Wuhan, China, en un proyecto financiada por el INS para aumentar la infectividad a humanos de un virus de SARS que es el antecedente más cercano que se conoce al SARS-CoV 2 (https://tinyurl.com/yxaw7b44).
La lógica de ese tipo de investigación explica Baker, tiene raíces en los programas del gobierno de Estados Unidos, especialmente después del 11 de septiembre. Poco después del 11/9 hubieron varias cartas-atentado con un polvo que contenía ántrax. Los atentados fueron la base para una enorme expansión de la investigación en armas biológicas y biodefensa, con el argumento de estar preparados con una vacuna u otros medios para prevenir ataques extranjeros. Más tarde se comprobó que las cartas fueron enviadas por un ciudadano estadunidense, uno de sus propios investigadores en bioarmas, que quería que el gobierno comprara su vacuna para el ántrax.
En 2003 el Congreso aprobó el programa BioShield para biodefensa, que en la administración de Obama continuó con el nombre Predict. El presupuesto del rubro se multiplicó por 15. Desde el comienzo, primero con Bush, luego con Obama y después con Trump, Anthony Fauci ha tenido posiciones de liderazgo en el sector. En la pandemia, ha sido la persona oficial de referencia. Desde 2003, Fauci lideró programas de biodefensa que manipulaban virus, incluso colectados en China y los defendió frente a la protesta de cientos de científicos que exigieron que esos fondos debían ser para enfermedades que afectaban mucho más a la población del país.
Hay una línea solamente virtual entre la investigación para biodefensa y la producción de armas biológicas. Para desarrollar antídotos primero desarrollan el virus u otros agentes infecciosos. Desde hace más de una década se han estado usando virus de SARS y MERS (otros coronavirus), recombinándolos en laboratorio, a menudo con sistemas de inteligencia artificial, para producir mayor infectividad en humanos, a ver hasta dónde podrían llegar. A esto se le llama ganar funciones para los virus ( gain-of-function). En 2012, la investigadora Lynn Klotz alertó en el Bulletin for Atomic Scientists que una pandemia producida por seres humanos podría suceder en un máximo de 12 años con 80 por ciento de probabilidades. En ese año, algunos experimentos que se hicieron para lograr que la gripe aviar infectara hurones (que antes no eran susceptibles a la enfermedad) indignó a una gran cantidad de científicos y en 2014 se suspendieron los programas para este tipo de investigación.
Esto precipitó que algunos de los que estaban en este tipo de investigación, como Ralph Baric y Peter Daszak, buscarán más colaboración con laboratorios en otros países, ya que no podían hacerlo en Estados Unidos. Desde entonces, la organización EcoHealth Alliance, que preside Daszak, ha estado canalizando fondos del gobierno de Estados Unidos a varios laboratorios, entre ellos el de Wuhan.
*Investigadora del Grupo ETC.

El Tren Maya y los pueblos originarios
Enrique Calderón Alzati*
El gobierno de López Obrador conoce por experiencia, la fortaleza interna y las capacidades de las comunidades y los pueblos originarios. Sabe de sus valores sociales y personales, así como de su relación simbiótica con la naturaleza, de manera que el proyecto del Tren Maya se convierte en la oportunidad de transformar el sursureste desde las personas, la mayor cantidad de recursos económicos disponibles a impulsar su economía, sin recurrir a los mecanismos tradicionales de endeudamiento, utilizados en forma desmedida por los gobiernos anteriores. Para ello se ha propuesto realizar tres grandes proyectos: la construcción de una gran refinería en Tabasco; el desarrollo del Corredor Transístmico en Tehuantepec, que una a los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz mediante un gran proyecto ferroviario ubicado en territorios de Veracruz y Oaxaca, (proyecto éste, ya planeado por gobiernos anteriores, pero nunca formalizado), y el tercero y más ambicioso en sus objetivos, conocido como Tren Maya, el cual conformará un circuito de mil 500 kilómetros, que abarca a Chiapas, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y parte de Tabasco.
Los dos primeros proyectos han sido motivo de críticas por parte de los principales partidos de oposición, que ahora todo lo ven mal, olvidándose de que en años previos, no había crítica alguna para proyectos de altos costos y dudosos beneficios. El proyecto del Tren Maya también ha tenido críticas crecientes y preocupantes, pero en este caso, principalmente por parte de grupos indígenas y, sobre todo, de integrantes del Ejército Zapatista, así como de algunos líderes de opinión y luchadores sociales progresistas, todos ellos por razones que vale la pena analizar y considerar, siendo la más importante la relacionada con el desarrollo de proyectos en el pasado, los cuales distaron mucho de lograr los objetivos propuestos.
Un ejemplo de ello data del gobierno del presidente Luis Echeverría, quien en la década de los 70 planteaba el desarrollo de un gran proyecto turístico en Cancún, con el cual se pretendía crear fuentes de trabajo y desarrollos gubernamentales, que explotando las enormes riquezas naturales de la región, permitiesen mejorar en todos sentidos la calidad de vida de los habitantes de Quintana Roo. Para comprender la lógica de aquel proyecto que terminó convirtiéndose en una zona de grandes inversiones privadas, sobre todo extranjeras, mientras que la población originaría de la región terminó totalmente marginada y explotada por los altos costos de subsistencia y los reducidos niveles de ingreso para las plazas de trabajo a las que ellos tuvieron acceso, como actividades de limpieza, mantenimiento, preparación de alimentos y otros servicios que en general eran mal pagados.
En este sentido, mal comienzo tuvo el inicio de este nuevo proyecto del Tren Maya para los organismos gubernamentales que intervinieron en él por razones fáciles de comprender: la primera de ellas proviene de la necesidad imperiosa de Andrés Manuel López Obrador de ganar los comicios de 2018, para dar un cambio de rumbo a la nación, luego de intentos infructuosos en 2006 y 2012, cuando hubo gobiernos que llevaron al país al desastre, dados los niveles de corrupción y violencia, así como de enajenación del patrimonio nacional.
Por ello, la nueva estrategia, que esta vez le dio frutos, fue la búsqueda de apoyos y alianzas que dificultaran un nuevo fraude electoral, y ello, como todo en la vida, tiene necesariamente costos. Sin duda, uno de éstos fue el nombramiento de Alfonso Romo como jefe de la Ofici-na de la Presidencia, un conocido industrial de Nuevo León, que pudo lograr que un grupo importante de empresarios le diera su apoyo al hoy Presidente de la República durante su campaña por la Presidencia, siendo altamente probable que sus actividades forestales en Chiapas y Quintana Roo lo llevaran a un conflicto de intereses, lo que da lugar a críticas serias, como la publicadas en números recientes de la revista Proceso.
Su salida del equipo de colaboradores del Presidente seguramente tendrá repercusiones positivas para el proyecto del Tren Maya, pero aun así, son muchos otros los problemas que habrá de enfrentar el proyecto para lograr los objetivos definidos por AMLO para asegurar que la puesta en operación del tren no termine como el caso de Cancún, el cual ahora debiera servir de ejemplo para eliminar los errores cometidos en aquel proyecto multimillonario.
Para ello, será necesario asegurar, en primer lugar, que éste no dañe de manera alguna los ecosistemas de la región; afortunadamente hoy contamos con organismos como el Instituto de Ecología del Conacyt, cuya experiencia en esta nueva rama del conocimiento puede ser un factor importante para eliminar riesgos ecológicos para la naturaleza, y, por otra parte, el establecimiento de la Universidad Benito Juárez en los municipios de Venustiano Carranza, Palenque y Chilón, en Chiapas; de Escárcega, en Campeche; de Ticul, Valladolid y Yaxcaba, en Yucatán, así como de Carrillo Puerto, en Quintana Roo, donde se podrán preparar tanto ecólogos como administradores de empresas, chefs e ingenieros agropecuarios y forestales que harán posible que sea la población rural de la región la que conforme el personal necesario y suficiente para asegurar la dirección y operación de las cooperativas y empresas gubernamentales de servicio que operen en la ruta del tren y en el cuidado de la naturaleza.
*Director del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa