▲ Simpatizantes de Donald Trump se manifestaron en Atlanta, Georgia, con pancartas en las que se leía: Detengan el robo, insistiendo en que Joe Biden no ganó legítimamente la elección presidencial.Foto Afp
Reuters y Ap. Periódico La Jornada
Jueves 19 de noviembre de 2020, p. 35
Wilmington. El equipo de campaña que trabajó por la relección del mandatario Donald Trump dijo ayer que quería un recuento parcial de los resultados de las elecciones presidenciales de Wisconsin, como parte de su intento por revertir la victoria proyectada por medios del demócrata Joe Biden.
A pesar de mantenerse fuera de la vista del público, el republicano Trump ha persistido en descargar su enfado en Twitter, donde hizo afirmaciones de fraude electoral en los comicios del pasado día 3, algunas de las cuales no estaban respaldadas por pruebas y otras eran manifiestamente falsas.
Los funcionarios electorales de Wisconsin, así como los de Georgia, dijeron que era muy poco probable que los recuentos en esos estados reviertan las derrotas de Trump.
Las afirmaciones infundadas de Donald Trump sobre la manipulación de las elecciones están fracasando en los tribunales, pero las encuestas de opinión muestran que ofrecen un beneficio político, ya que hasta la mitad de los republicanos las creen, según una encuesta de Reuters/Ipsos.
Su campaña transfirió ayer 3 millones de dólares a Wisconsin para cubrir los costos del recuento de votos en los condados de Milwaukee y Dane, dos zonas fuertemente demócratas, cantidad por debajo de los 7.9 millones de dólares que habría costado un recuento completo de todo el estado.
Biden ganó Wisconsin por más de 20 mil votos, 49.5 por ciento ante 48.8 por ciento de Trump.
El secretario del condado de Dane, Scott McDonell, informó que el recuento comenzaría mañana y terminaría en unos días. Sólo unos pocos cientos de votos cambiaron en el recuento del condado después de las elecciones presidenciales de 2016, sostuvo.
Mi conjetura sería que al concentrarse en Dane y Milwaukee el resultado final será que Biden tendrá un ligero aumento de votos, pero nada terriblemente significativo, ciertamente nada que se acerque a lo que se requeriría para cambiar los resultados, manifestó McDonell.
La negativa de Trump a reconocer la derrota ha impedido una transición fluida a un nuevo gobierno. Biden se comprometió a convertir la pandemia, que ha acabado con la vida de más de 250 mil personas en Estados Unidos y ha costado millones de empleos, en una prioridad máxima cuando asuma el cargo el 20 de enero de confirmarse su victoria.
Biden y sus principales asesores han advertido que la intransigencia de Trump podría complicar los esfuerzos para contener el aumento de casos de Covid-19 y la planificación de la distribución de la vacuna. El demócrata manifestó ayer su esperanza de que los republicanos en el Congreso se animen a avanzar en la legislación de ayuda para el Covid-19 después de que Trump deje el cargo en enero
Tres organizaciones de salud líderes se dirigieron directamente al presidente en una carta abierta antier en la que le instaron a compartir datos críticos del Covid-19 con el equipo de Biden. Como proveedores de cuidado para todos los estadunidenses, vemos el sufrimiento que están pasando nuestras comunidades por el Covid-19 (...) Desde esta perspectiva humana de primera línea le instamos a compartir datos e información críticos lo antes posible, asegura la carta firmada por los jefes de la Asociación Médica, la Asociación de Enfermeras y la Asociación de Hospitales de Estados Unidos.
Trump asegura sin pruebas que fue privado de la victoria electoral por un fraude generalizado y ha presentado una ola de demandas que han sido rechazadas en su mayoría por los jueces.
Biden ganó el voto popular a nivel nacional por más de 5.6 millones de votos, o 3.6 puntos porcentuales, mientras siguen recontándose aún algunos votos. En el Colegio Electoral, que reúne los resultados estatales y determina al ganador, Biden obtuvo 306 votos frente a los 232 de Trump.
Para permanecer en el cargo, Trump tendría que anular los resultados en al menos tres de los estados más disputados de una forma sin precedente para alcanzar el umbral de los 270 votos electorales.
Los estados tienen plazo hasta el 8 de diciembre para certificar los resultados electorales, a tiempo para la votación del Colegio Electoral el 14 de diciembre.
El Congreso tiene previsto contar los votos del Colegio Electoral el 6 de enero, lo que suele ser una formalidad. Sin embargo, los seguidores de Trump en el Senado y la Cámara de Representantes podrían objetar los resultados en un desesperado intento final por privar a Biden de su victoria.
En este contexto, los legisladores demócratas postularon a Nancy Pelosi como la presidenta de la Cámara de Representantes, al frente de una mayoría disminuida e ideológicamente dividida con la que intentará convertir en leyes los planes de Joe Biden. La cámara en pleno elegirá formalmente a su presidente cuando se reúna a principios de enero.
Trump contra los médicos cubanos
Ángel Guerra Cabrera
Los senadores cubanoestadunidenses Marco Rubio y Robert Menéndez despliegan nuevas siniestras aventuras contra su país de origen. Vividores perennes de la industria anticastrista, proponen leyes contra la cooperación médica cubana e impulsan, con fondos federales, una campaña para brindar una imagen falsa y grotesca de ella como vulgar trata de personas y productora de fondos para engrosar las arcas del Estado. Un objetivo importante que persiguen es intensificar la campaña en el seno de la ONU y en Europa para impedir la concesión del Premio Nobel a las brigadas médicas cubanas Henry Reeve, propuesta de cientos de personalidades e organizaciones sociales y humanitarias que cuenta ya con el apoyo de decenas de miles de firmas en el mundo, incluyendo Estados Unidos. El contexto político que hace posible y estimula estas acciones es el recrudecimiento del bloqueo a Cuba por el gobierno de Donald Trump a niveles de asfixia sin precedente.
Esa política se ha llevado a los extremos más crueles durante la pandemia de Covid-19 e incluye un grado insólito de persecución a la cooperación médica cubana en el mundo, descaradas presiones a muchos gobiernos para que prescindan de ella y la expulsión de Brasil, Bolivia y Ecuador de miles de trabajadores de la salud de la isla. Ello implicó un golpe considerable a la economía de Cuba, ya que la exportación de servicios médicos constituye su primera fuente de ingresos. Pero, sobre todo, produjo un sensible y abrupto deterioro de la situación sanitaria de los tres países e hizo que sus frágiles sistemas de salud pública se debilitaran en grado sumo en vísperas de la llegada a América Latina y el Caribe del nuevo coronavirus. El drástico agravamiento del cuadro sanitario y epidemiológico sudamericano a consecuencia de la brutal política de Trump contra la asistencia médica cubana, su hostigamiento a la Organización Panamericana de la Salud, su actitud negacionista del virus y de la ciencia e incluso su recomendación de dudosos remedios para la enfermedad ha tenido tal relevancia que mereció un extenso artículo de The New York Times titulado Donald Trump y Jair Bolsonaro debilitaron las defensas sanitarias de América Latina contra el Covid-19. La nota del diario neoyorquino, que nadie en su sano juicio calificaría de amistoso con Cuba, realiza esta afirmación casi al inicio: Trump y Bolsonaro expulsaron 10 mil médicos y enfermeros cubanos de diversas zonas empobrecidas de Brasil, Ecuador, Bolivia y El Salvador. Muchos se marcharon, sin ser remplazados, sólo meses antes de que llegara la pandemia.
Más adelante sostiene: Luego, ambos líderes atacaron al organismo internacional más capacitado para combatir el virus, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), citando su participación en el programa médico cubano. Con la ayuda de Bolsonaro, Trump casi lleva a la bancarrota a la agencia al retener los fondos prometidos en el momento más álgido del brote, en una medida que no había sido revelada anteriormente.
El gobierno de Trump sigue presionando a otros países para que expulsen a los médicos cubanos. Durante este verano, una organización de Estados caribeños (se refiere a la Caricom, de la que son miembros 15 estados del Caribe y cinco territorios miembros asociados) condenó a la Casa Blanca por amenazar con poner en una lista negra a quienes se niegan a hacer eso”, añade. Conviene recordar que los sistemas de salud de esos estados se han construido con una importante participación de Cuba, que, además, ha formado gran parte de su personal sanitario. Como parte importante de esas acciones, La Habana mantiene gratuitamente una potente brigada médica en Haití desde 1998, que ha sido decisiva en elevar los índices de salud del país protagonista de la primera revolución antiesclavista triunfante de la historia, en el auxilio a las víctimas de huracanes y del terremoto de 2010 y en el combate a la epidemia de cólera del mismo año. El personal médico y de enfermería cubano fue reforzado en esos Estados durante la pandemia como parte de las 52 brigadas que, procedentes de la mayor de las Antillas, han enfrentado al coronavirus en los meses recientes, con aproximadamente 3 mil miembros, en decenas de países de África, Asia, Europa, Medio Oriente y Oceanía.
Los trumpistas están furiosos con el reconocimiento internacional que han ganado la medicina y la biotecnología cubanas, aumentado con la experiencia del Covid-19, y rabian por el éxito obtenido por la isla en el enfrentamiento a la pandemia, con una de las más bajas tasas de infección y letalidad entre muchos países. No se diga en comparación con Estados Unidos, Brasil, Perú, Chile, Bolivia, Colombia y los países europeos.
Trump, pese al pataleo, saldrá de la Casa Blanca, pero se queda al frente de ese horror fascistoide que es el trumpismo. Y queda la mafia cubanoestadunidense, que aunque comulga ideológicamente con aquel, ahora corre a rendir pleitesía a Biden para salvar los millonarios fondos que les proporciona el presupuesto federal para luchar por la democracia en Cuba.
Twitter: @aguerraguerra