domingo, 8 de noviembre de 2020

Donald Trump es derrotado; Joe Biden será el nuevo presidente.

El magnate se rehúsa a aceptar que perdió
En su primer discurso, el próximo mandatario retoma su promesa de restaurar el alma de su país
▲ En Detroit, Michigan, cientos marcharon para celebrar la victoria de Joe Biden; Black Lives Matter también se movilizó para denunciar la violencia policial.Foto Afp
▲ Festejo tras ser declarado el ganador de la contienda.Foto Afp
David Brooks.  Corresponsal
Periódico La Jornada.  Domingo 8 de noviembre de 2020, p. 22
Nuevo York., Joseph Biden es presidente electo, pero la noticia que la mayoría festeja es que Donald Trump fue derrotado en una elección que fue, sobre todo, un referendo de su presidencia.
Biden y su compañera de fórmula, Kamala Harris, junto con gran parte de la cúpula política y económica del país, así como casi todos los medios y decenas de mandatarios que enviaron sus felicitaciones alrededor del mundo, de inmediato empezaron a preparar la transición, ignorando por completo la insistencia de Trump en que esto no ha acabado.
Trump rehusó reconocer el resultado, por ahora. Esta mañana escribió en un tuit: Yo gané en grande, y se fue a jugar golf, donde recibió la noticia de que su contrincante fue declarado victorioso por los principales medios. Poco después agregó que el hecho es que esta elección está lejos de acabarse, y mientras repite que la contienda fue robada, informó que a partir del lunes su equipo la estará disputando en tribunales.
A la vez, rompiendo con la tradición, el alto liderazgo republicano guardó silencio sobre el triunfo de Biden, provocando aún más tensión sobre el conflicto que busca detonar el presidente. Pero la atención ya no giraba en torno a él, sino en el inicio de la era posTrump.
Biden ofreció su primer discurso como presidente electo esta noche cerca de su casa en Wilmington, Delaware, y nunca mencionó el nombre del actual mandatario. Declaró: Me comprometo a ser un presidente que no busca dividir, sino unificar, y resaltó su mensaje de campaña, de buscar la presidencia para restaurar el alma de Estados Unidos y que ésta es la hora para sanar.
Afirmó que el mandato de esta contienda es promover las fuerzas de la decencia, la ciencia y la esperanza para la batalla contra la pandemia, por la justicia racial y para salvar al mundo al controlar el cambio climático.
Aseguró que esta elección fue una victoria por nosotros, el pueblo (primera frase del preámbulo a la Constitución) y que se ganó con la mayor cantidad de votos (74 millones) en la historia. Indicó que su campaña fue impulsada por una coalición multirracial amplia y de identidades, incluyendo republicanos, y que como presidente gobernará para todos.
Esta noche todo el mundo está viendo a Estados Unidos, al cual llamó un faro para el mundo, pero no sólo por nuestro poder, sino por nuestro ejemplo, y con ello subrayó que trabajará para recuperar el respeto internacional por este país.
Ofreció una apasionada defensa del mito del sueño americano, y aseguró que su país ofrece una oportunidad igual a todos. Insistió en que “somos un pueblo bueno… Somos Estados Unidos de América, no hay nada que no podamos hacer”. Y concluyó: Seamos la nación que sabemos que podemos ser.
Harris, quien hace historia como la primera mujer, persona de color e hija de migrantes (su madre es de India y su padre de Jamaica) en ocupar la vicepresidencia, declaró al presentar a Biden en el acto de victoria: “Por cuatro años ustedes marcharon y se organizaron por la igualdad y la justicia, por nuestras vidas y nuestro planeta y después votaron… Optaron por la esperanza, la unidad, la decencia, la ciencia, y sí, la verdad”.
Resaltó el papel de las mujeres, sobre todo las de color, que han rescatado esta democracia constantemente. En cuanto al momento histórico de su próximo papel, dijo: Yo seré la primera mujer en este puesto, pero no la última. Ahora empieza la tarea más difícil: combatir la pandemia, el racismo, la crisis económica. Estados Unidos está listo, y también Joe y yo.
El festejo concluyó con fuegos artificiales, configuraciones aéreas con el número 46 y otras realizadas por drones guiados por computadora.
Después de cuatro años de ser considerado por una amplia gama como el presidente más peligroso de la historia de Estados Unidos, caracterizado por la persecución de migrantes, incluyendo el enjaulamiento de niños, el abierto endoso de agrupaciones supremacistas blancas y neonazis, el desmantelamiento de normas ambientales, el deterioro de los derechos civiles y el manejo irresponsable de la pandemia, Trump es ahora también el primer presidente desde 1992 en no ser relegido.
Biden será el presidente de Estados Unidos número 46. Ganó su tercera candidatura con el mensaje de restaurar la unidad y la normalidad política, así como su empatía personal en un país agotado debido al manejo errático de un mandatario distinguido por haber mentido y engañado más de 20 mil veces, incluso sobre su manejo de la pandemia, que fue probablemente el factor principal de su derrota.
Biden, quien cumplirá 78 años este mes, será el presidente de mayor edad al iniciar su mandato. También será el segundo católico, después de John F. Kennedy.
Pero estos comicios no fueron entre candidatos de dos partidos, sino, como repetía el senador Bernie Sanders, entre la democracia y Donald Trump. El presidente electo, cuya carrera de 48 años en Washington lo distinguió como político centrista del Partido Demócrata y campeón de esfuerzos y negociaciones bipartidistas, nunca generó entusiasmo masivo entre el electorado.
Por lo tanto, su tarea de reparación de daños y restauración de normas también tendrá que responder a las diversas corrientes dentro y fuera del Partido Demócrata, un abanico amplio de sectores e intereses que se unieron en su objetivo de derrotar a Trump, pero que no tienen un consenso más allá de eso.
El triunfo electoral no fue de las dimensiones que deseaban los demócratas, quienes esperaban una ola suficientemente masiva como para ahogar la era Trump y proclamar que fue un desvío anormal de esta democracia. Pero aunque Biden obtuvo 4 millones más votos que Trump, su contrincante llegó a más de 70 millones, incrementando la cifra con que ganó en 2016. Por lo tanto, la amenaza del populismo derechista con tintes neofascistas no se ha aniquilado, sino estará más que presente al iniciar la era posTrump.
Pero aun con gran parte de Washington, Wall Street y el mundo reconociendo el resultado, Trump rehúsa ingresar a su postera y procederá a disputar la legitimidad de esta elección, tanto ante tribunales como con sus bases ultraderechistas en las calles, como empezó a suceder hoy en varias entidades, donde coreaban el lema Alto al robo.
El nuevo presidente tiene cita el 20 de enero de 2021 para asumir su puesto. Entre hoy y esa fecha, Trump sigue como residente de la Casa Blanca y todos saben que es capaz de hacer mucho daño en lo que deben ser sus días finales.