lunes, 4 de mayo de 2020

La guerra perdida contra las drogas.

Iván Restrepo
Hace un mes el presidente Donald Trump anunció un gran operativo para impedir el ingreso a Estados Unidos de drogas ilegales procedentes de Venezuela, México, Colombia y el Triángulo Norte. Dijo que su gobierno no permitirá que los cárteles exploten la pandemia del coronavirus para amenazar la vida de los estadunidenses. Para ello, en cooperación con 22 naciones asociadas, el Comando Sur de las fuerzas armadas estadunidenses aumentará la vigilancia, la intercepción y la incautación de los envíos de drogas y brindará apoyo adicional para los esfuerzos de erradicación que se llevan a cabo en varios países. En el operativo intervienen destructores de la Armada, barcos de combate, aviones y helicópteros y patrullas de la guardia costera.
Tres semanas antes, la agencia antidrogas estadunidense (DEA) informó que detuvo en Los Ángeles a más de 700 de miembros del cártel Jalisco Nueva Generación ( CJNG). Según la DEA, es una de las cinco organizaciones criminales más peligrosas del mundo y una de las mayores amenazas para Estados Unidos. Y confía en capturar a su líder, Nemesio Oseguera, alias El Mencho. Ofrece 10 millones de dólares de recompensa a quien dé información que la haga posible. El CJNG también tiene presencia en Nueva York, Chicago, Houston y Atlanta. Diversos analistas criticaron dicha operación y aseguraron que fue más un golpe publicitario de la DEA que contra la sangrienta organización criminal.
La nueva estrategia estadunidense para destruir a las organizaciones que llevan droga a ese país pronto fue olvidada por otro enemigo mucho más letal: el coronavirus. Aunque el gobierno detectó su llegada a principios de enero, Trump negó que fuera una amenaza. Cuando se expandió por todo el país, quiso librarse de su negligencia echándole la culpa a China. Hoy Estados Unidos es el que registra en el mundo más muertos y afectados por la pandemia. No escapan ni los marinos de uno de sus poderosos navíos de guerra, aunque Trump negó que allí hubiera contagio.
La lucha de Trump contra los cultivadores de hoja de coca tiene fieles aliados. En Colombia, el presidente Iván Duque. Su gobierno busca la erradicación forzosa de plantíos en casi 170 mil hectáreas.En medio de la pandemia que afecta a dicho país, esa tarea ocasiona la respuesta de los campesinos que se dedican a cultivar coca como forma de vida. En el acuerdo de paz firmado entre el gobierno y las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se incluye un programa de sustitución voluntaria de la coca en las zonas con más sembradíos. Unas cien mil familias campesinas se acogieron en 2018 a él y arrancaron sus propias matas a cambio de los apoyos ofrecidos por el gobierno para otras líneas de cultivo y que siguen pendientes. Y a diferencia de su antecesor (Juan Manuel Santos), Duque privilegia la erradicación forzosa en lugar de la sustitución voluntaria. Además, es partidario de la fumigación con glifosato, herbicida que afecta gravemente la salud de las personas expuestas y al medio ambiente. Las fumigaciones mostraron no ser efectivas hace años, como documentan varios especialistas.
El uso de brigadas del ejército y civiles para erradicar los plantíos en plena pandemia ya deja víctimas mortales entre los campesinos e indígenas, acosados también por las bandas criminales que protegen el cultivo de la coca y su posterior procesamiento. Las comunidades agrarias temen que los encargados de erradicar los plantíos les lleven el virus.
Ni la erradicación forzada ni el uso de glifosato terminarán con la siembra de una planta de la que viven miles de familias pobres. Lo seguirán haciendo mientras no se les ofrezca alternativas económicas y sociales más ventajosas. Hace 11 años, los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso, de Brasil; César Gaviria, de Colombia, y Ernesto Zedillo, de México, coincidieron en que Estados Unidos debe contener su demanda de drogas para acabar con la escalada de violencia que ésta genera. Pidieron replantear la estrategia mundial ante el fracaso de la guerra que contra ellas encabezan por Estados Unidos y la ONU. La respuesta: más violencia y más demanda de cocaína.
Carlos Monsiváis nació un día como hoy. Cuánta falta hacen sus textos críticos contra el poder político y gubernamental. Más ahora.

Reporte económico
Postneoliberalismo. Una Nación, tres economías (2/2)
David Márquez Ayala
Es a partir de la segmentación sugerida que se hace factible construir una estrategia nacional de desarrollo en la globalidad. No más trato igual a desiguales. Se haría posible diseñar políticas económicas transversales para cada segmento con una visión integral de coexistencia regulada por el Estado, reglas claras hacia cada uno de ellos, y con actividades estratégicas de sustentación básica: educación, capacitación, salud, seguridad social, comunicaciones, agua, energía, ordenamiento de mercados, financiamiento,... Un estado que se rediseñe para ser rector efectivo de la economía, eficiente, ágil, desburocratizado y honesto.
Punto esencial es constituir un centro neurálgico para la planeación democrática de la nueva estrategia y el diseño e implementación de las políticas económicas segmentadas y sectoriales que le den cuerpo. Para los neoliberales – que sólo sabían "seguir los mercados" y obedecer a los monopolios – resultó lógico desaparecer la Secretaría de Programación y Presupuesto (que absorbió Hacienda bajo criterios exclusivamente monetarios), y la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial que se convirtió en la deslactosada Secretaría de Economía básicamente enfocada a abrir fronteras, atraer inversión transnacional y administrar el TLCAN. Más que transformar a esta viciada entidad, lo mejor sería sustituirla por una nueva Secretaría de Desarrollo capaz de entender, diseñar y administrar la nueva estrategia, y de desplegar nuevos consensos y acuerdos (un New Deal mexicano) para la participación de todas las fuerzas productivas del país.
La economía que México y sus habitantes reclaman hoy no existe; si queremos avanzar debemos construirla ya. Es preciso romper la loza corporativa que hoy nos asfixia y liberar el enorme potencial productivo interno para beneficio de nuestra población y consolidación del país. Al efecto, consideramos que existen ciertos elementos clave imprescindibles para hacer posible el cambio; aquí enumeramos 12:
1. Planeación estratégica para la segmentación económica y el diseño de políticas sectoriales para relanzar la economía.
2. Nuevas regulaciones anti-concentración económica por empresas, productos, servicios, ramas y sectores
3. Fortalecimiento fiscal del Estado. Pasar de una captación actual del 22-23% del PIB al 35% (promedio de la OCDE, donde países avanzados como Francia, Bélgica y Dinamarca captan 45% o más), mediante:
A) El cierre de las fisuras que hasta hoy permiten la evasión y sobre todo la elusión fiscal de empresas y capitales. Lo menos que se puede pedir es que por ISR (a ingresos y utilidades) México capte el 11.5% del PIB (promedio de la OCDE) y no el 7.1% (2018); captan el 16% o más por ejemplo Bélgica, Canadá, Islandia, Nueva Zelanda, Noruega y Suiza.
B) El reordenamiento más justo del ISR a las personas físicas, con inclusión paulatina de toda la población aunque sea en forma casi simbólica en los bajos ingresos, con fórmulas simplificadas al máximo. Cuando las personas pagan sus impuestos y aportan a su seguridad social pasan de ser receptores pasivos de dádivas a ciudadanos plenos y exigentes. Lo justo es que quienes concentran el ingreso paguen en proporción.
4. Empleo y ocupación productiva como prioridad absoluta, así como remuneraciones justas y acceso de la "informalidad" a la seguridad social. Privilegiar en todo lo posible a la fuerza de trabajo sobre la mecanización y la tecnificación sería objetivo expreso de los dos segmentos enfocados al mercado interno (el nacional y el rezagado) para una generación masiva de empleo tan superior al millón de plazas como sea posible. Los salarios y el ingreso informal deben representar al menos 60% del PIB.
5. Elevar la inversión productiva del país a cuando menos el 33% del PIB (del 22% actual) con una inversión pública mínima del 10% del PIB (2.5% actualmente). Con ello será posible que la economía crezca a cuando menos 4% anual.
6. Recuperar para el país y garantizar lo básico: alimentos, agua, energía (en especial limpia),... ahorro y sistema de pagos. Asegurar el control del Estado en las áreas estratégicas para dar solidez estructural a la economía, y definir las formas de participación privada (construcción básicamente).
7. Reincorporar el impulso de la sustitución de importaciones adaptado a las condiciones actuales.
8. Terminar con la permisividad en materia de inversiones extranjeras directas: restablecer reglas de control y selectividad para que operen en el segmento global; y transparentar lo que son nuevas inversiones, compra de empresas establecidas (restringida), cumplimiento fiscal, laboral y de compromisos; no depredación ambiental, respeto al país, sus recursos y sus necesidades.
9. Limitar la inversión extranjera de cartera en bonos, cetes y otros valores gubernamentales internos (con saldo a febrero de 124 mil millones de dólares), a no más del 40% de las reservas internacionales (186 mil mdd) para evitar que sus corridas especulativas causen más crisis financieras e inestabilidad cambiaria al país. Restringir el reingreso de capitales foráneos fugados.
10. Establecer con el sector privado nacional acuerdos y compromisos para arraigar los capitales en México a fin de invertirlos directamente o financiar nueva inversión; así como el retorno de capitales invertidos afuera y la canalización al país de las utilidades por inversión directa en el exterior.
11. Concretar sin medias tintas la autosuficiencia alimentaria en básicos, asegurando para el campo el mercado interno, precios justos, inversiones en infraestructura, crédito, seguros, semillas e insumos nacionales; y transformando la estructura monopolística de intermediación campo- agroindustrias-exportación-importación. Dar trato preferencial a los productores de semillas criollas naturales, riqueza base de la reproducción de siembras híbridas. Dosificar a la baja las importaciones con normas estrictas de calidad, inocuidad (no transgénicos ni contaminantes) y caducidad.
12. Establecer fórmulas para que inversiones y compras públicas y privadas otorguen prioridad a empresas, bienes y servicios nacionales.
En el frente externo no se debe descuidar la cooperación e integración con América Latina vía acuerdos comerciales, de inversión, y de desarrollo científico-tecnológico de nueva generación, que respondan no a los intereses y normas de los corporativos globales sino al fortalecimiento regional. Y con el mundo, pugnar por reconstruir un sistema de instituciones democráticas internacionales capaz de regular a los monopolios globales (hoy poderes supranacionales sin control), y apto para establecer un nuevo orden económico mundial (empezando por normas fiscales, financieras y ecológicas) para la supervivencia del planeta y para lograr una vida libre y digna de sus habitantes.
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