viernes, 8 de mayo de 2020

Generosidad fiscal y subrecaudación crónica.

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es la quinta nación de América Latina y el Caribe que menos ingresos fiscales recauda como porcentaje de su producto interno bruto (PIB), con 16.1 por ciento, que lo sitúa sólo por arriba de Panamá, Paraguay, República Dominicana y Guatemala, y notoriamente por debajo tanto del promedio regional (23.1 por ciento) como del promedio entre los países que integran dicha organización (34.3 por ciento).
En la presentación del informe Estadísticas Tributarias en América Latina y el Caribe 2020, elaborado en conjunto con el Centro Interamericano de Administraciones Tributarias (CIAT), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), también se destaca como una debilidad de la región latinoamericana su alta dependencia de los impuestos al consumo y su baja recaudación por concepto de gravámenes sobre la renta, lo cual reduce el poder redistributivo de los sistemas tributarios y limita el espacio para abordar las vulnerabilidades que son causa principal de malestar social. En el caso par-ticular de México, resalta el bajo porcentaje de ingresos captados en el rubro de cotizaciones a la seguridad social, de apenas 13 por ciento frente al 26 por ciento promedio de la OCDE, lo cual podría reflejar las altas tasas de informalidad de la economía, pero también la sistemática evasión de responsabilidades patronales en la materia.
Los datos mencionados desnudan el brutal déficit de financiamiento que padece el erario a cuenta de una política fiscal que por décadas ha sido más que generosa con los grandes capitales y, a la vez, liquidan cualquier argumento esgrimido por los organismos cupulares de la iniciativa privada para que el gobierno federal les permita diferir o exentar sus obligaciones fiscales como forma de apoyo para capear la profunda crisis económica en que han derivado las medidas de confinamiento y distanciamiento social adoptadas por la emergencia sanitaria del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2). En efecto, resulta no sólo absurdo, sino a todas luces inviable que el sector público sacrifique recursos fundamentales para aliviar las finanzas de quienes se han visto, y todavía se ven, favorecidos por una subrecaudación crónica.
Si a lo anterior se suma la previsión de que los ingresos tributarios se contraigan como resultado del hundimiento en los precios petroleros y de otras materias primas, está claro que es necesario fortalecer la recaudación y que dicho fortalecimiento debe emprenderse a partir del doble entendido de que ningún Estado moderno puede desempeñar sus actividades esenciales si no recibe impuestos de manera suficiente y efectiva y, al mismo tiempo, de que las graves desigualdades socioeconómicas imperantes exigen mirar hacia los impuestos sobre la renta tanto personal como corporativa, y a aquellos que pesan sobre la propiedad, pues sólo de esta manera la política fiscal podrá coadyuvar a una distribución equitativa de la riqueza nacional.

México SA
AMLO: ¿más deuda? Ni lo sueñen // Inmoral rescatar a corporativos
Carlos Fernández-Vega
Crecientes son las presiones de la cúpula empresarial para que el presidente López Obrador se afloje y abra la llave del endeudamiento público, tal cual procedieron los gobiernos neoliberales. Su objetivo es que la autoridad aplique la fórmula de siempre: rescatara los grandes corporativos (que cuentan con voluminosos recursos propios, pero se niegan a utilizar un solo centavo) y pasar la factura alos mexicanos.
El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) insiste en dicha fórmula. El pasado miércoles divulgó un documento (68 ideas para México; recomendaciones para el acuerdo nacional) en el que recomienda una serie de medidas para preservar la salud de los mexicanos, minimizar el impacto económico en las familias y avanzar en la reactivación del país. Sin embargo, como lo reconoce el propio organismo, varias de ellas implican una mayor deuda pública. Debe buscarse que el aumento sea temporal, asegurando que el nivel de deuda sea sostenible y manejable para que se mantenga el acceso a los mercados, mediante un compromiso y plan explícitos para ellos. El endeudamiento ahora ayudará a contar con un programa solido para la recuperación del crecimiento y a la larga ello reduciría la proporción deuda/PIB.
En síntesis, la misma propuesta de siempre, aunque en esta ocasión el CCE recomienda que el gobierno mexicano incremente la deuda pública hasta en 5 puntos porcentuales del PIB, que en castellano simple se traduce en un monto adicional de entre un billón 200 y un billón 500 mil millones de pesos.
Bueno, la idea es magnífica y ahí está el ejemplo del Fobaproa: 50 millones de dólares de ayuda temporal para el rescate de la banca (Miguel Mancera Aguayo dixit), aunque en los hechos sumaron alrededor de 120 mil millones de billetes verdes –que al erario le han costado y le cuestan sangre, sudor y lágrimas– que terminarán por pagar –si algún día sucede– varias generaciones de mexicanos, mientras los banqueros cada día son más ricos. Y solo es un ejemplo.
Por ello, ayer el presidente López Obrador reiteró: ante la pandemia estamos aplicando una política económica, social, distinta a lo de siempre. Antes lo primero era rescatar a los de arriba, endeudar al país, ahora pues estamos actuando con austeridad, no permitiendo la corrupción y no endeudando, al mismo tiempo protegiendo a los más necesitados. Eso es lo que venimos llevando a cabo.
Y en una suerte de aula abierta, el mandatario se preguntó: “¿por qué no queremos endeudar al país como se hacía antes? Porque son deudas que vamos a heredar a las futuras generaciones. A veces se olvida que la deuda pública se traslada de generación en generación. Toda la deuda que se contrajo en la época de Santa Anna en la primera mitad del siglo XIX fue el pretexto para que nos invadieran los franceses. Tan mal estaba la hacienda pública en ese entonces que el presidente Juárez tuvo que declarar una moratoria de pago y por eso la invasión. España, Inglaterra, Francia.
“Como lo sabemos, España e Inglaterra se retiraron, pero Francia quería volver a convertirnos en colonia, como había sucedido durante el dominio español, nos invadió. Luego Porfirio Díaz tuvo que reconocer esa deuda. Estamos hablando casi de un siglo.
El Fobaproa ya lleva mucho tiempo, 1995. ¿Cuántos años han pasado?, 25 y quedan como 50 para terminar de pagar. Hay algo elemental. Las deudas personales se terminan cuando uno se muere. Pero la deuda pública se hereda a generaciones futuras. Entonces, ojalá y se pensara un poco sobre estos temas.
Las rebanadas del pastel:
Y de cereza: existe la rectoría del Estado en la búsqueda del desarrollo; no puede ningún grupo imponer su política; corresponde al gobierno federal. Entonces, con todo respeto, no vamos a continuar con más de lo mismo, no van a haber rescates para potentados. Es una gran injusticia, una inmoralidad utilizar al Estado para rescatar a empresas o a instituciones financieras en quiebra. Ya eso no, que ni lo sueñen … Va un enorme abrazo para mi Chícharo adorado por otra velita en su pastel.
cfvmexico_sa@hotmail.com