▲ Anthony Reyes, oficial de policía, durante una toma de muestras con el fin de detectar a posibles portadores de Covid-19, fuera del Hard Rock Stadium, en Miami, Florida.Foto Afp
David Brooks. Corresponsal
Periódico La Jornada. Jueves 7 de mayo de 2020, p. 3
Nueva York. El gobierno de Donald Trump y sus aliados desean reactivar la economía estadunidense lo más pronto posible y para ello realizan explícitamente el cálculo macabro de qué tantas muertes están dispuestos a provocar a cambio de reabrir fábricas, cines, restaurantes y demás comercios.
Tenemos que ser guerreros. No podemos mantener cerrado nuestro país durante años, afirmó el mandatario al responder a preguntas sobre su afirmación de un día antes de que reabrir la economía probablemente resultará en más muertos por la pandemia.
En tanto, Trump y sus representantes acusan que la tasa de mortalidad del virus –que ya superó 72 mil fallecimientos– es exagerada, a pesar de que expertos afirman lo opuesto, que el total es mucho más alto tanto aquí como en otros países.
De acuerdo con varios modelos, duplican sus proyecciones de muertes diarias en Estados Unidos en las próximas semanas.
El doctor Anthony Fauci, principal experto médico en enfermedades infecciosas del gobierno federal, dejó claro el lunes, en entrevista con la CNN, que debilitar las medidas de confinamiento tiene consecuencias letales: Es el balance de una decisión muy difícil, como ¿cuántas muertes y sufrimiento está uno dispuesto a aceptar para regresar a donde quieres estar, algún tipo de normalidad, más pronto que tarde?
La presidenta de la cámara baja y la demócrata electa más poderosa del país, Nancy Pelosi, declaró ayer que la muerte no es motivador económico o un estímulo; entonces, ¿por qué estamos avanzando por ese camino?
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, indicó: La pregunta básica es ¿cuánto vale una vida humana? Lo que haga el gobierno hoy literalmente determinará cuánta gente vive y cuánta muere. Subrayó que sus decisiones estarán basadas en que una vida humana no tiene precio.
En tanto, en el país se observan escenas que pocos imaginaban, con manifestantes blancos, muchos armados, ingresando a capitolios estatales en Michigan, Idaho, Wisconsin, Ohio y el estado de Washington con el fin de exigir la anulación de las medidas de cuarentena en nombre de la libertad.
Promovidos por intereses ultraderechistas, han sido apoyados por el presidente Trump, quien ha dicho que es gente buena y hace unos días los invitó a liberar sus estados. Algunos portaban suásticas.
De forma desordenada, sin coordinación a escala nacional y contra la opinión pública y el consenso de expertos en salud pública, la mayoría de estados, unos 38, han empezado a suspender las medidas de distanciamiento y cuarentenas parciales. Algunos ya permitieron la reapertura de ciertos comercios, a pesar de que por lo menos 26 de esos estados reportan alzas en el número de casos de Covid-19.
Gobernadores republicanos de estados que poco a poco permiten la reactivación de algunos sectores de sus economías proclaman que los trabajadores deben retornar a sus empleos y que ya no podrán recibir beneficios de desempleo y otro tipo de asistencia.
Sin embargo, algunos focos de infección más intensos se ubican en esos estados, sobre todo en rastros y plantas procesadores de carnes, los cuales tienen que reabrir bajo una orden ejecutiva de Trump, a pesar de los cientos de contagios.
Estos focos se localizan en pueblos de Nebraska, Iowa, Ohio, Texas y Iowa, y tienen un nivel de infección per cápita más alto que la ciudad de Nueva York, epicentro de la pandemia, reporta The New York Times.
En tanto, con la población más encarcelada del mundo, el Centro de Control de Enfermedades emitió un informe donde registra casi 5 mil reos contagiados y 88 fallecidos por el Covid-19, así como unos 2 mil 800 guardias y personal de los centros de detención contagiados y 15 muertos.
Ayer se registró la primera muerte de un inmigrante en un centro de detención federal –hay más de 700 casos de infección en las instalacion es de la agencia de migración.
Entre las consecuencias de la pandemia en Estados Unidos –más de 30 millones de desempleados y más de un millón 200 mil contagiados– está el hambre. Casi uno de cada cinco niños menores de 12 años no recibe alimentación suficiente durante la pandemia, un incremento en inseguridad alimentaria sin precedente en tiempos modernos, de acuerdo con un nuevo informe de Brookings Institution. Casi 23 por ciento de los hogares entrevistados indicaron que no tienen suficiente dinero para comprar comida.<