sábado, 2 de mayo de 2020

1918: hablar con la verdad.

Gustavo Gordillo/iii y Último
En recuerdo a El Gran Caifán, por los momentos de alegría que nos regaló.
¿Cuál guerra? Me disgusta que se haga el símil de la pandemia del coronavirus con la guerra, porque es un pretexto que sirve a los intereses de líderes e instancias autoritarias en el propósito de erosionar los derechos fundamentales. Es, también, una mampara tras la cual se eluden los dilemas centrales de este momento: la relación entre emergencia sanitaria y capacidad de atención médica a todos los ciudadanos; la relación entre el impacto económico de la pandemia y las diversas crisis de la globalización económica que venían gestándose; las fragmentaciones sociales que conducen a la anomia frente las expresiones solidarias en el ámbito familiar o comunitario; el egoísmo y el aislamiento internacional frente a la necesidad de idear o reforzar mecanismos de cooperación.
La pandemia como reto. La pandemia representa un conjunto de desafíos a la humanidad. Tiene, desde luego, distintas expresiones, pero dos aspectos en común: la desigualdad como principio articulador y el individualismo egoísta como narrativa. Dado que en esto se resumen los retos que presenta la pandemia, he dado un largo rodeo a llamada gripe española de 1918, la más grave que hemos venido en 100 años.
He seguido el relato detallado que sobre esa pandemia elaboraron tanto el historiador Alfred Crosby (2003) como el reportaje-crónica de Gina Kolata (2001), el artículo de Markel et al (JAMA, 2007) y el libro de John Barry (2005). Quiero enfocarme en los errores de políticas públicas cometidos entonces.
La mayor lección. Para Barry, la mayor lección de la epidemia de 1918 es que los dirigentes deben hablar con la verdad por más dolorosa que sea. Mentir genera miedo, sospechas y aislamiento. El propósito central es construir confianza. Cuando se destruye, la gente pierde rumbo. En 1918 los gobiernos mintieron, porque ahí sí estaban en medio de la guerra. Estados Unidos acaba de declarar la guerra al eje encabezado por Alemania y el triunfo era inminente. Cuando enviaban tropas estadunidenses a Europa comenzó la segunda ola de la pandemia. Más de un millón y medio de soldados fueron embarcados. Para entonces todos los campamentos militares en Estados Unidos, comenzando en Kansas y expandiéndose por varias regiones como Boston, estaban infectados. Se trató de una epidemia de los cuarteles. Sólo hasta octubre de 1918 suspendió el gobierno la siguiente convocatoria para reclutar a soldados. Aún en pleno auge del contagio, ciudades como Filadelfia y San Francisco convocaron a grandes concentraciones denominadas Marchas de la Libertad. Así se convirtieron en centros de contagios y decesos en la población civil también.
Cuando la gente se da cuenta de las mentiras. Desde luego, siempre hay tensión entre decir la verdad y provocar pánico, pero parece ser –así lo cree Barry y yo también– que la gente puede manejar mejor la realidad y la verdad, por dura que sea, que enfrentar la incertidumbre.
¿Cuándo y cómo sales del confinamiento? Algunas ciudades levantaron las intervenciones temprano y experimentaron una segunda ola de contagios, lo que condujo a establecer nuevamente medidas de confinamiento y a efectos disruptivos sobre las cadenas económicas. Un estudio de tres economistas, dos de la Reserva Federal de Estados Unidos (Correia, Luck y Vernier, 2020), compara casos en 30 estados de la Unión Americana y entre 45 y 60 ciudades en 1918, llega a dos conclusiones. Una, que la pandemia tuvo un efecto económico devastador tanto del lado de la demanda como de la oferta. Y, segundo, que las ciudades que implementaron las intervenciones de manera más vigorosa, incluyendo el confinamiento, tuvieron mejores resultados sanitarios y una más consistente recuperación económica.
Con este en mente quiero dedicar mis próximas entregas a la reflexión sobre el Covid-19, su impacto económico, político y cultural.
http://gustavogordillo.blogspot.com/
Twitter: gusto47

El Covid-19 fue creado: Trump
Pandemia
Agencias
 Periódico La Jornada.              Sábado 2 de mayo de 2020, p. 7
Washington. El presidente Donald Trump contradijo a los servicios de Inteligencia de Estados Unidos al asegurar que dispone de evidencias que muestran que el nuevo coronavirus fue creado en el laboratorio de la ciudad china deWuhan, donde se originó la pandemia, pese a que esta versión ha sido rechazada por las autoridades de esa nación asiática e investigadores de Washington.
La Oficina del Director Nacional de Inteligencia, que concentra información de la red de agencias de espionaje del país, sostuvo el jueves en un comunicado que la comunidad de inteligencia coincide con el amplio consenso científico de que el virus del Covid-19 no fue fabricado ni modificado genéticamente por el hombre.
La dependencia indicó que seguirá estudiando rigurosamente los datos que sigan surgiendo para determinar si el brote comenzó debido al contacto con animales infectados o si fue el resultado de un accidente en un laboratorio en Wuhan.
No obstante, al ser interrogado ese día por periodistas en la Casa Blanca acerca de la posibilidad de que el virus hubiera sido creado en el Instituto de Virología de Wuhan, Trump respondió: sí, lo he visto y aseguró que cuenta con información de confianza, aunque descartó dar más detalles porque no tiene autorización.
Podrían haberlo parado, son una nación brillante científicamente. Se les escapó, podrían haberlo parado, pero no lo hicieron, aseguró, aun cuando la comunidad científica coincide en que el virus se presentaba de forma natural en los murciélagos.
El magnate indicó que hay muchas teorías. Vamos a ver dónde está y a ver de dónde viene y agregó que China está intentando ser algo más transparente. Sugirió que podrían tomar medidas económicas en forma de aranceles contra Pekín.
Michael Morell, ex director interino y actual subdirector de la Agencia Central de Inteligencia, explicó que Washington financió al instituto de Wuhan para sus investigaciones sobre el coronavirus y añadió que existen cables del Departamento de Estado que indican que funcionarios estaban inquietos sobre las medidas de seguridad en esta instalación científica.
Si resultara cierto que el virus emanó de ese laboratorio, eso habla mal de China, pero también de Estados Unidos por financiar a un laboratorio con condiciones cuestionables, apuntó el funcionario durante una videoconferencia en la Universidad George Mason.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, declaró el miércoles que no sabemos exactamente. No sabemos si vino del Instituto de Virología de Wuhan. No sabemos si procedía del mercado o de algún otro lugar. No tenemos esas respuestas.
Estados Unidos es la nación más afectada en todo el mundo por la pandemia, al contabilizar ayer 64 mil 789 muertos, un millón 102 mil 703 casos y 164 mil 15 recuperados, de acuerdo con un conteo de la Universidad Johns Hopkins.
Stephen Hahn, comisionado de la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), informó ayer, junto a Trump en la Casa Blanca, que el fármaco experimental Remdesivir recibió la autorización para tratar a pacientes graves de Covid-19.
La FDA tomó esta decisión después de que los resultados preliminares de un estudio financiado por el gobierno reveló que el Remdesivir redujo el periodo de recuperación 31 por ciento, o cerca de cuatro días en promedio, para los pacientes hospitalizados.
Es realmente una situación muy prometedora, explicó el mandatario en la Casa Blanca, junto a Daniel O’Day, presidente de Gilead Sciences –fabricante del medicamento– pero estimó que con suerte el número de decesos por la enfermedad (en Estados Unidos) estará por debajo de los 100 mil.
Paralelamente, con banderas de Estados Unidos, pancartas y gorras alusivas a la campaña de Trump, miles de personas protestaron en California, Chicago y Nueva York para exigir que se levanten las órdenes de confinamiento en vigor desde hace seis semanas.
El jueves, varios manifestantes, algunos armados, ingresaron al edificio del Legislativo en Michigan y exigieron que la gobernadora demócrata, Gretchen Whitmer, ordene terminar con el confinamiento; ante la protesta, algunos legisladores se pusieron chalecos antibalas.
En América Latina y el Caribe la pandemia ya ha dejado 11 mil 548 muertos y 218 mil 824 casos, según un conteo de la agencia de noticias Afp.
En Ecuador, una de las naciones más afectadas, dijo que investiga casos sobre confusiones de fallecidos en los hospitales públicos durante la pandemia, mientras confirmó que la cifra nacional de decesos por el virus ya llegó a los mil 63. La semana pasada, una anciana que aún se recupera de problemas respiratorios en un hospital de la ciudad de Guayaquil, fue declarada muerta por error y su familia recibió un cadáver.