jueves, 9 de mayo de 2019

Irán: la construcción de un enemigo.

A un año de que el gobierno de Donald Trump desconoció el acuerdo firmado en 2015 por Estados Unidos, Alemania, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia con Irán para asegurar que el programa de desarrollo nuclear de la república islámica se mantendría exclusivamente enfocado a las aplicaciones pacíficas de la energía atómica, el gobierno de Teherán anunció ayer que en lo sucesivo dejará de aplicar algunos de los compromisos que adquirió con la firma de dicho pacto; en concreto, el de limitar sus reservas de agua pesada y uranio enriquecido, según informó su Consejo Superior de Seguridad Nacional.
La decisión de Irán es una reacción lógica y explícita a las aberrantes e injustificadas sanciones económicas que le fueron impuestas por la presidencia republicana estadunidense poco tiempo después de la llegada de Trump a la presidencia, y que han tenido un impacto desastroso en la economía iraní, y una medida orientada a presionar a Washington a volver al acuerdo de 2015.
En tanto que Rusia y China tratan de salvar ese convenio, los socios europeos de Estados Unidos se encuentran entrampados en una situación difícil: por un lado, en Londres y París saben perfectamente que las sanciones económicas estadunidenses carecen de más fundamentos que la permanente necesidad de la Casa Blanca de inventarse enemigos y desafíos internacionales para mantener a sus bases electorales en un constante estado de agitación patriotera frente a supuestas amenazas externas, y que la determinación de Trump de desestabilizar a Irán es para favorecer a Israel en el contexto regional.
Por lo demás, salvo Washington y Tel Aviv, toda la comunidad internacional –gobiernos y organismos internacionales– considera que el acuerdo de 2015 es un marco suficiente para evitar cualquier intento iraní por desarrollar armas nucleares. En tales circunstancias, el incumplimiento estadunidense de dicho acuerdo resulta peligroso y contraproducente, pues genera en la república islámica la percepción de que ninguna concesión ni garantía será suficiente para Trump y, en consecuencia, la idea de que Teherán debe blindarse por todos los medios a su alcance ante la hostilidad y el injerencismo de la superpotencia. En otros términos, si Estados Unidos se empecina en mantener y reforzar sanciones sin motivo en contra de Irán, este país puede optar por una reorientación de sus programa nuclear con fines pacíficos a la fabricación de armas nucleares, en una ruta de sucesos no muy distinta a la que siguió en su momento Corea del Norte.
La única perspectiva de evitar un nuevo episodio de proliferación atómica parece ser el de la conformación de un frente común entre Francia, Gran Bretaña, Rusia y China, capaz de hacer ver a Estados Unidos el riesgoso disparate de desconocer el pacto de 2015 y la necesidad de suspender las medidas de asfixia económica contra Irán.

Madres en búsqueda, remueven conciencias
R. Aída Hernández Castillo*
Este 10 de mayo por octavo año consecutivo las madres de las y los desaparecidas toman las calles de la Ciudad de México y de muchas otras ciudades del país, para recordarnos a todos que no hay nada que celebrar mientras nos sigan faltando 40 mil mexicanos, mientras la impunidad y la corrupción sigan caracterizando a nuestro sistema de justicia, y mientras 27 mil cuerpos sigan esperando ser identificados y tener una sepultura digna.
Estas mujeres que toman las calles del país, entre quienes se encuentran también madres de migrantes centroamericanos, han politizado sus identidades maternas para convertir a todos los desaparecidos y desaparecidas, en sus hijos e hijas. Las camisetas rotuladas usadas en las marchas o en las jornadas de búsqueda han cambiado de Te buscaré hasta encontrarte por Los buscaremos hasta encontrarlos. Sus voces vienen a desestabilizar los significados tradicionales de la celebración del Día de las Madres, para convertirlo en un día de lucha por la verdad y la justicia.
Estas madres se han convertido en la conciencia de nuestra sociedad, son quienes han roto el silencio de la indiferencia y con picos y palas han develado la verdad oculta en las más de dos mil fosas clandestinas. Si contamos hoy con una Ley General en Materia de Desaparición, es porque ellas se apropiaron de las legislaciones internacionales y las adaptaron a nuestra realidad nacional, hicieron marchas, plantones y no pararon hasta que fueron escuchadas por los diputados y senadores.
El Plan Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas dado a conocer en febrero pasado, retoma muchas de las propuestas que las madres y familiares de desaparecidos han venido elaborando por muchos años. #Sin las Familias No! Es el reclamo del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México que aglutina a más de 70 colectivos en todo el país. En el papel sus voces al parecer estar siendo escuchadas; sin embargo, en las múltiples reuniones que se empiezan a realizar en torno a la implementación de dicho plan, las familias siguen siendo tratadas exclusivamente como víctimas a las que hay que auxiliar y no como poseedoras de conocimientos fundamentales en la búsqueda de los desaparecidos.
Estas mujeres campesinas, maestras rurales, amas de casa, comerciantes, han tenido que dejar sus espacios laborales y familiares, para buscar a las orillas de los ríos, en los canales, para marchar en la capital, para tomar la palabra en el Congreso de la Unión. Ha sido un aprendizaje doloroso, pero ahora son nuestras maestras y resulta fundamental escucharlas y aprender de ellas. Se han convertido en especialistas en el análisis de los contextos de desaparición forzada, en técnicas forenses para la exhumación de cuerpos, en la documentación de hallazgos y en las legislaciones nacionales e internacionales, en torno al problema de la desaparición. No son sólo víctimas secundarias o fuentes de información forense, son un actor clave en cualquier programa de Justicia Transformadora que se implemente en el país. Las madres que hoy toman las calles, son nuestra conciencia y esperan que este nuevo gobierno las escuche y ponga sus experiencias y saberes en el centro de cualquier política pública que busque verdad, justicia y reparación.
* Investigadora del Ciesas