A cuatro días de que el premier israelí, Benjamin Netanyahu, visite Estados Unidos, el presidente Donald Trump se manifestó –por medio de su canal habitual: Twitter– a favor de reconocer la soberanía de Tel Aviv sobre los Altos del Golán, territorio sirio anexado de manera ilegal por Israel tras la Guerra de los Seis Días (1967). Apenas en noviembre pasado se llevó a cabo una votación en la Organización de Naciones Unidas para refrendar la nulidad y la carencia de cualquier valor jurídico de dicha anexión, y por primera vez el gobierno estadunidense votó en contra. El resto de las naciones del mundo, con la excepción del propio Israel, votó a favor.
El más reciente dislate del ex presentador de televisión devenido jefe de Estado sienta un precedente nefasto para la estabilidad y la legalidad mundial porque legitima el uso de la fuerza para el despojo territorial y el botín territorial. Para aquilatar lo impresentable de esta postura, baste con señalar que en la perspectiva abierta por Trump, la invasión y ocupación de Kuwait por Irak en 1990 le habría dado al régimen de Saddam Hussein la soberanía sobre la pequeña, pero inmensamente rica nación, y Estados Unidos no habría tenido razón en lanzar la devastadora Guerra del Golfo para liberar al emirato petrolero.
La temeraria irresponsabilidad del magnate, de consecuencias potencialmente catastróficas para Medio Oriente, debe leerse como una más de sus ya típicas maniobras electoreras, en este caso como un regalo a su aliado y gemelo ideológico. En efecto, el mes entrante Israel celebrará elecciones parlamentarias anticipadas a las que Netanyahu se ve obligado a concurrir por la ruptura en su alianza gubernamental, y para las que en las últimas semanas han surgido desafíos políticos –incluidas acusaciones sólidas por corrupción contra el primer ministro– que amenazan la continuidad de la coalición de derechas y ultraderechas que gobiernan en Tel Aviv.
Una implicación adicional de este gesto es que abre la puerta a un posterior reconocimiento de las anexiones de facto que Israel ha perpetrado de buena parte de Cisjordania y la Jerusalén oriental (Palestina), lo que significaría la consumación del despojo más brutal de territorio a una nación en la historia moderna.
Así, la frágil estabilidad regional y mundial es puesta en jaque por un burdo intento de influenciar al electorado israelí a favor del sionismo recalcitrante, a la vez que Trump complace a los sectores islamófobos de su propia base militante.
La comunidad internacional tendría que considerar inaceptable esta maniobra y condenar en los términos más enérgicos esta suplantación de los principios de la convivencia global por el intercambio de favores entre élites reaccionarias y belicistas.
Penultimátum
¿Filantropía en prestigiosas universidades de EU?
Las Universidades de Stanford y Harvard llevan décadas compitiendo para ver cuál recibe más donaciones de particulares. La primera obtuvo el año pasado mil 700 millones, 600 más que Harvard. Ambas compiten con Princeton, Cambridge, los institutos tecnológicos de California y Massachusetts. Yale, Cornell, Columbia, Pensilvania. Y la Johns Hopkins, a la que el magnate Michael Bloomberg donó mil 800 millones de dólares.
Todas ellas destacan por su calidad académica y ser las preferidas por las familias más adineradas, empresas, fundaciones y ex alumnos para hacer gala de ‘‘filantropía’’. Pero las donaciones permiten deducir impuestos.
Se calcula que cada año los 273 centros de educación superior de Estados Unidos obtienen por aportaciones en efectivo, bibliotecas, obras de arte y otros objetos de valor, 40 mil millones de dólares.
Esos regalos facilitan que gocen de becas alumnos brillantes sin recursos para cubrir las altas colegiaturas. Además, aligerar las deudas de los graduados. Mas no pocas veces sirven para que se admita en ellas a los hijos o recomendados de los donantes. Aunque conocida, es una práctica que se ocultó a la sociedad.
Ahora la exhibe el sistema La Llave, manejado por William R. Singer, oscuro personaje que servía para abrir la puerta de varias universidades de élite a los hijos de millonarios y famosos. A los agentes que llevaron la investigación, y luego al juez, les detalló cómo logró ingresos por 25 millones de dólares a través de sobornos y cómo camufló los pagos vía donaciones a los centros de estudio.
La actriz Felicity Huffman y su marido William Macy utilizaron esa puerta falsa para que su hija aprobara el examen de ingreso a la Universidad de California. Pero hay otros 50 ‘‘favorecidos’’. Entre ellos grandes empresarios e inversionistas.
En México, algunos centros de educación privados también aceptan alumnos a cambio de dádivas. Siguen el ejemplo de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo.