Bernardo Bátiz V.
Estamos viviendo el cambio político más importante en casi un siglo: se trata de una transformación de fondo y la Ciudad de México, tanto en la ruta para llegar como en el triunfo del primero de julio, ha desempeñado un papel eminente, no sólo por que aquí es la sede del poder federal y porque seremos testigos presenciales del acto solemne de entrega del poder entre el presidente que se va al que llega y del cambio de una concepción política que termina y otra que pone a prueba sus principios y tesis.
La ciudad es hoy protagonista y siempre lo ha sido. Lo habitual es que vaya un paso adelante en los cambios sociales importantes, en el progreso y en la justicia social. En 1808 Francisco Primo de Verdad, Fray Melchor de Talamantes y otros mexicanos, desde el cabildo de la capital del virreinato, se adelantaron a declarar nuestra independencia. En tiempo más reciente, en 1997, Cuauhtémoc Cárdenas derrotó al PRI y luego, entre 2000 y 2006 se demostró que es posible un gobierno al mismo tiempo austero y eficaz.
En 2017 se promulgó la Constitución de Ciudad de México, lo que significó un claro quiebre histórico en cuanto a documentos constitucionales; por primera vez en más de 30 años se aprobó una reforma de ese calibre, en sentido diferente al de anteriores de corte neoliberal. La Constitución de la ciudad es un documento de avanzada que crea una comunidad política solidaria, respetuoso de los derechos humanos y participativo; se trata del ejercicio práctico de la soberanía popular.
En 2018 la ciudad continúa al frente de los cambios políticos: se elige por primera vez a una mujer como encargada del Poder Ejecutivo local y a partir del 5 de diciembre los tres cargos de más responsabilidad en la administración pública estarán en manos de tres mujeres, lo que no tiene precedente en la historia de la capital y del país.
A la Jefatura de Gobierno llega la doctora Claudia Sheinbaum, académica de la UNAM y experimentada funcionaria que ha desempeñado cargos en la administración con eficacia y éxito. Conjunta en su formación rigor académico y experiencia en el servicio público. Estas cualidades se manifestaron y enriquecieron en una campaña agotadora, de contacto directo con la gente y sus problemas; pude aquilatarlo porque tuve oportunidad de acompañarla en algunas caminatas y varios mítines de los que celebraba al menos cuatro diarios.
La Secretaría de Gobierno estará en manos de otra funcionaria experimentada en diversos cargos en los tres recientes gobiernos capitalinos: se trata de la Rosa Icela Rodríguez, de firme convicción y vocación de servicio cuyo despegue en la vida pública fue el duro oficio del periodismo, que le dio perspicacia, capacidad de observación y agilidad mental. Conoce al dedillo esta ciudad y todas las áreas del gobierno capitalino; estuvieron a su cargo las coordinaciones de seguridad y justicia y ha ocupado las secretarías de Desarrollo Social y Desarrollo Rural.
La otra integrante del trío es Ernestina Godoy, quien tendrá a cargo la nada fácil función de liquidar a la Procuraduría General de Justicia y crear desde el principio, conforme a la ley, la fiscalía general capitalina. Abogada de profesión, con una carrera política brillante, ha sido diputada local y diputada federal, secretaria jurídica y de gobierno en la delegación Iztapalapa, con fama de difícil y conflictiva; también fue coordinadora de su grupo parlamentario y en su momento destacó en la Consejería Jurídica del Distrito Federal. Su formación se enriqueció con militancia en la aguerrida Asociación Nacional de Abogados Democráticos (ANAD), fundada por el jurista Emilio Krieger Vázquez.
El principio de equidad de género por el que tanto se ha luchado y que fue consagrado en la nueva Constitución local, con estas mujeres en el gobierno capitalino no podría estar mejor cumplido. La ciudad sigue a la vanguardia.
jusbb3609@hotmail.com