José Blanco
El sujeto neoliberal ignora que está en esa beligerante porfía, aunque está. Están en eso los capitalistas, empresarios de todas las ramas, aunque sin mucho esfuerzo (en este caso). Está en eso, en nuestros días, ofuscada e impetuosamente, la ancha capa de la burocracia dorada, llámense ministros, magistrados, jueces, consejeros o funcionarios. Los gobiernos del prianismo llevaron la corrupción a la orgía y hoy la justicia distributiva se vuelve una empinada cuesta arriba.
Véase una noción básica del monto del ingreso nacional (Y): si al valor del producto nacional bruto restamos el importe de los impuestos indirectos, los subsidios y el consumo del capital fijo (depreciación), obtenemos Y. El Y así calculado representa el monto agregado anual de diversas formas de ingreso: sueldos, salarios, ganancias, intereses, dividendos, rentas…
Cada uno de esos conceptos de ingreso alcanzan un monto anual que es el resultado complejo de la acción de fuerzas sociales, económicas y políticas. Los perceptores de ese tipo de ingresos son personas con distinta ocupación: empleados (sueldos), trabajadores (salarios), capitalistas empresarios del sector agropecuario, del industrial, del comercio (ganancias), capitalistas dueños de acciones de empresas (dividendos), banqueros e inversionistas financieros (intereses), propietarios inmobiliarios (rentas)…
El conjunto de esos capitalistas tiene el propósito y, lo que es más importante, el poder, de llevar siempre al máximo posible sus ingresos (ganancias, dividendos, intereses, rentas). El arma principal de los capitalistas es simple: aumentar todo lo posible sus precios. Sus ingresos, además, se benefician del desplazamiento de ingreso de abajo hacia arriba en la escala social, mediante los mecanismos del capitalismo financiarizado de nuestros días. Las armas de los trabajadores son, en cambio, hoy más que nunca, extremadamente débiles: los sindicatos (cuando existen).
Los sueldos son un tema más complicado porque el arco de los sujetos sociales que los recibe, es muy amplio; por ejemplo, los CEO (chief executive officer) de hoy y sus sueldos exorbitantes son resultado de la gigantesca acumulación de capital a la que se ha llegado y de los mecanismos del capitalismo financiarizado aludidos. Por su parte, los desmesurados ingresos de la burocracia dorada son resultado de la corrupción y del manejo de leyes abusivas en favor de esa burocracia y aún de la violación de la ley, incluida la Carta Magna.
Siendo Y un monto dado, entre mayor sea la parte del león: las formas de ingreso de los capitalistas más los sueldos desmesurados señalados, menor será la parte de Y que percibirán los asalariados, los pequeños propietarios, los campesinos, los perceptores de sueldos bajos.
El número de personas perceptoras de ganancias, intereses, dividendos, rentas, sueldos altos, que forma básicamente la élite mexicana, es muchas veces menor que el número de los perceptores de salarios, sueldos bajos e ingresos de pequeños propietarios y trabajadores del campo. Como Y se concentra en los pocos de arriba, no es extraño que vivamos en un mundo de atroz desigualdad y tengamos una élite que no se sacia de ganancias e ingresos que les exige el consumismo feroz propio del ambiente neoliberal que nos pudre y la gana interminable de acumular bienes y capital a diestra y siniestra.
El gobierno de Morena llegó resuelto a avanzar en la justicia distributiva y, dada la infame desigualdad con la que Y se distribuye, habría grandes márgenes para poder redistribuir, pero el Presidente no hizo sino cruzar el umbral de la puerta de Palacio, y la burocracia dorada ya se había levantado en armas: ha mostrado estar en guerra por llevarse la mayor tajada posible del ingreso nacional. Lamentable la falta extrema de sensibilidad social de esta burocracia; no es extraño: el sujeto neoliberal es asocial, ignora las relaciones que constituyen la sociedad sin la cual nadie percibiría nada.
Adviértase que la proliferación de organismos burocráticos, que irrita al presidente López Obrador, constituye una forma de uso de Y en buena medida inútil, que sólo sirvió para ampliar la burocracia dorada con sueldos abusivos. Cuánto de ese dinero pudo haberse usado para la justicia distributiva…; pero la corrupción es ciega y sólo piensa en la acumulación y en el boato.
La purulencia reventó por la cúspide del Poder Judicial. La puerta ha sido abierta por una contienda por los sueldos impúdicos de los ministros, pero puede ser ocasión para una limpieza mayor de todo el Poder Judicial. México podría vivir una experiencia análoga a la de Mani Pulite iniciada en Italia por el fiscal Antonio Di Pietro en 1992. El proceso descubrió una extensa red de corrupción del Poder Judicial que implicaba a los principales grupos políticos y a una amplia multitud de grupos empresariales.
El Poder Judicial ha sido y es corrupto hasta los huesos, pero también es el poder cuya cloaca no ha sido destapada. Es hora de mani pulite.