martes, 27 de noviembre de 2018

SNTE: el sindicalismo de los men in black.

Luis Hernández Navarro
¡Slash! La guillotina cayó sobre la cabeza de Juan Díaz de la Torre. Nadie movió un dedo por él. Sus antiguos súbditos, como el mariachi, callaron. Fueron fieles a la máxima de ¡el rey ha muerto!, ¡viva el rey! y de inmediato ofrecieron sus parabienes al nuevo ungido: Alfonso Cepeda. Compromisos son compromisos. En Polanco, Elba Esther Gordillo saboreó la venganza.
De arrepentidos será el reino de Almoloya. Aunque Díaz de la Torre acababa de ser elegido (es un decir) presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en febrero de este año, justificó su licencia para evitar las tentaciones del poder enfermizo de la eterna ambición.
Por primera vez en la historia de los cacicazgos del sindicato magisterial, el poder operó un recambio limpio (por lo menos hasta ahora). Para remover a Jesús Robles Martínez, hombre fuerte del sindicato desde 1949, las huestes del presidente Luis Echeverría tomaron a sangre y fuego las instalaciones del sindicato el 22 de septiembre de 1972. Para deshacerse de Carlos Jonguitud Barrios, su sucesor, el 23 de abril de 1989, Carlos Salinas de Gortari lo hizo renunciar en Los Pinos, en medio de la calurosa primavera magisterial. A Elba Esther Gordillo, su sucesora al mando del gremio, el 26 de febrero de 2013, el gobierno de Enrique Peña Nieto la hizo detener en el aeropuerto de Toluca el 26 de febrero de 2013. Duró casi 24 años en la dirigencia. El pasado 23 de noviembre le tocó el turno a Juan Díaz de la Torre.
De lo que se come, se cría. Alfonso Cepeda, el nuevo hombre al frente del sindicato, se ha alimentado de las tradiciones de su tierra: José de los Nuncio, en Ramos Arispe, Coahuila, venero de caciques. Creció sindicalmente a la sombra de su paisano Humberto Dávila, el títere de Elba Esther Gordillo al frente del SNTE, que cayó en desgracia cuando, en el congreso sindical de Mérida, en febrero de 1998, intentó dar un grito de independencia auspiciado por Los Pinos, y trató infructuosamente de cortar los hilos que lo unían a la cruceta manejada por la mano de la maestra.
Al frente del gremio quedó, en aquel entonces, Tomás Vázquez Vigil, el delfín de Elba Esther que hoy capitanea Maestros por México, el taxi al que los elbistas se han trepado para trasladarse a la reconquista del sindicato.
El profesor Cepeda no es, pues, pieza de Elba Esther Gordillo, aunque la tribu a la que éste perteneció estuviera bajo su dominio en el pasado. Pertenece, en cambio, a la cuadra de otro influyente maestro coahuilense, con el que comparte habilidades y amigos: Humberto Moreira.
Alfonso Cepeda es un talentoso operador sindical y financiero. Durante los periodos de Juan Díaz de la Torre al frente del SNTE, él era quien realmente manejaba en el terreno el control del gremio, el que realizaba las negociaciones más importantes con las autoridades gubernamentales, el que hacía realidad (junto a Bernardo Quezada, el hombre de los departamentos en Miami) los negocios parasindicales. Él era el poder detrás del poder de Juan. Su designación como líder único del sindicato es, lisa y llanamente, el reconocimiento estatutario de una realidad de facto.
Para controlar el sindicato, Cepeda no escatima recursos. Su modus operandi está engrasado. Sirva de ejemplo lo que hizo en Zacatecas el 14 de julio de 2016. Ese día, un grupo de choque agredió violentamente a los profesores zacatecanos democráticos de la sección 34, mientras efectuaban el congreso sindical para nombrar sus dirigentes estatales. Como los maestros democráticos eran mayoría, Alfonso Cepeda, presidente del acto y coordinador del Colegiado Nacional de Administración y Finanzas del Comité Ejecutivo Nacional, envió a poner orden a un equipo de seguridad especializado en brindar servicios a los antros de Torreón. Sus integrantes, vestidos como si fueran Men in black y armados con palos y pistolas eléctricas, disolvieron el encuentro a sillazos y golpes.
Su habilidad para los negocios está fuera de toda sospecha. Especialmente para aquellos en los que fluye dinero en efectivo. A nombre de su esposa e hijos tiene clínicas médicas y una farmacia. Curiosamente, los servicios de salud del magisterio estatal en Coahuila son, en parte, subrogados (la Corte acaba de declarar que es inconstitucional cobrar a los derechohabientes por este ­concepto).
En la mejor tradición del sindicalismo institucional (un eufemismo del charrismo), Cepeda ofreció ya su apoyo al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y a la cuarta transformación.
La nueva centralidad de Poncho (como lo llaman sus cuates) en el sindicato es parte de la transición del SNTE diseñada por el nuevo gobierno, en el que Elba Esther Gordillo, con poderosos aliados en la cuarta transformación (Julio Scherer, Alfonso Romo, Marcelo Ebrard y Esteban Moctezuma), juega un papel protagónico. Con Cepeda al frente del gremio, el sindicalismo de los Men in black y los golpes de chequera se juega su sobrevivencia.
Twitter: @lhan55