El titular de la Comisión Nacional de Protección Social en Salud/Seguro Popular, Antonio Chemor Ruiz, reconoció que no se ha podido establecer el destino de 7 mil 267 millones de pesos. El faltante, por un monto superior a 8 mil millones, se originó entre los años 2007 y 2015, y hasta la fecha sólo se ha podido recuperar una pequeña parte. Casi la mitad de esos recursos perdidos corresponde a Michoacán (más de 4 mil 126 millones), seguido por Veracruz (casi 2 mil 223 millones), Guerrero (arriba de mil 238 millones), Tabasco (más de 181 millones), Morelos (más de 98 millones) y Nayarit (un monto superior a 66 millones). En conclusión, desde su fundación el Seguro Popular ha venido operando en forma manifiestamente opaca y previsiblemente corrupta.
Si la opacidad es inadmisible en cualquier ámbito de las oficinas públicas, en el de la salud resulta doblemente condenable, porque se traduce en la negación de servicios que pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte. Por añadidura, la desaparición de los montos referidos tiene lugar en la rama de la salud pública dedicada a atender a los sectores más desprotegidos, es decir, quienes por su situación de informalidad carecen de afiliación en el Instituto Mexicano del Seguro Social o en el de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado.
Sin embargo, la desaparición de esas partes sustanciales del presupuesto, una constante en la mayor parte de la administración, como lo indican los reportes de la Auditoría Superior de la Federación, no es el único problema del Seguro Popular. Los otros, más preocupantes, si cabe, son defectos de concepción y de origen: en rigor, ese programa no fue concebido para resolver las carencias del sistema nacional de salud pública, sino únicamente para solucionar en términos financieros el acceso de millones de personas a una infraestructura hospitalaria ya existente y previamente saturada, en la que las instalaciones, el personal, los equipos y los insumos son claramente insuficientes para brindar una atención digna y adecuada a sus derechohabientes tradicionales.
Para colmo, la agregación de los incorporados vía el Seguro Popular creó, desde un inicio, un universo de pacientes de segunda que sólo tienen cubierta una pequeña parte de los padecimientos y que, en el resto, siguen tan desamparados, en lo financiero y en lo médico, como siempre; porque, cabe recordarlo, este servicio sólo cubre una fracción de los padecimientos posibles e impone a sus afiliados antigüedades y tiempos de espera para poder acceder a la atención en enfermedades como el infarto en pacientes de más de 60 años, esclerosis múltiple, cáncer de pulmón o insuficiencia renal.
Así pues, a tres lustros de su fundación, se confirman las críticas iniciales al Seguro Popular en el sentido de que tiene mucho de simulación y poco de seguro, y a ello ha de agregarse la opacidad en la administración de los recursos por parte de los gobiernos locales. En suma, el deber del Estado de garantizar el derecho constitucional de todas las personas a la salud sigue siendo, en millones de casos, una obligación no cumplida.
Negocios y empresas
Amazon, ejemplo de descentralizar
Miguel Pineda
La descentralización del gobierno federal propuesta por Andrés Manuel ha generado grandes dudas entre los analistas. Algunos piensan que por lo costoso del proyecto y por lo arraigado que están los trabajadores a Ciudad de México, será difícil de llevar a la práctica; en cambio, otros más piensan que es un proyecto factible, ya que la tecnología permite trabajar en tiempo real sin importar el lugar de residencia.
Un caso de éxito en la descentralización es el de las empresas que usan la conexión a Internet para operar en cualquier parte del mundo. Un ejemplo es el de Amazon, que puso a competir a 238 localidades para que recibieran 50 mil empleados, de un total de 575 mil que administra esa empresa.
Distintas ciudades de Europa y América ofrecieron terrenos, infraestructura, condonación de impuestos, servicios públicos y otras facilidades para atraer a la empresa. Seattle fue la que ganó. Hay que señalar que la firma de Jeff Bezos tiene distintas sedes, comenzando por Long Island, en Nueva York, que antes era una zona industrial contaminada y abandonada y que Amazon reactivó.
Ahora Seattle cuenta con gran actividad y los empleados de Amazon abarrotan restaurantes, centros de espectáculos y tiendas. Es tal la actividad, que día tras día surgen nuevos comercios por distintas zonas de la urbe.
La descentralización del gobierno federal podría generar una reactivación semejante a la de Seattle. La gran ventaja de este proceso es que los servidores públicos llegan con trabajo, un ingreso fijo que les permite consumir bienes y servicios locales y un proyecto de largo plazo.
Si el plan de López Obrador se concreta, muchas ciudades medias de la República Mexicana se beneficiarían con mayor actividad económica, política y vida social y cultural más intensa.
Es cierto que no es fácil lograr la descentralización en México. A diferencia de los jóvenes empleados de Amazon, que lo mismo pueden trabajar en Nueva York que en Seattle, los funcionarios del gobierno ya tienen una vida hecha en la capital y difícilmente se adaptarán al cambio. Sin embargo, quienes acepten este reto mejorarán su nivel de vida y tendrán más tiempo para dedicarse a su familia y a las actividades sociales y culturales de su preferencia.
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