miércoles, 18 de julio de 2012

¿Por qué pedir la anulación de las elecciones?

Márgara Millán
Anular las elecciones es la única forma de recuperar la confianza en la democracia electoral y en las instituciones. Si no pedimos que se anule un proceso teñido de inequidad, corruptelas, uso de dinero público para comprar votos, coacción del voto a través de la autoridad laboral, alianzas millonarias con empresas, televisoras y encuestadoras para construir la percepción de ventaja de un candidato, todo ello como mecanismos naturales de las reglas del juego electoral; si no exigimos que se anulen unas elecciones donde el que tiene más dinero es el que tiene más votos, entonces estaríamos consintiendo que ése es el único juego electoral posible y la única forma de institucionalidad; que la cultura política de nuestro país sólo puede ser clientelar y formar electores que se venden y no ciudadanos que se informan; que la elección no es un acto libre, informado y razonado de la ciudadanía, sino que aprovecha, reproduce y manipula la pobreza y la desinformación de la gente, enajenando su voto por unos cuantos pesos, bolsas de cemento, carne para asar, tarjetas prepago de Soriana o rifas de electrodomésticos. Si no se anulan estas elecciones y aceptamos sin chistar, estaríamos reduciendo a eso el momento más importante de la pobre democracia mexicana.
No fue suficiente comprar el largo proceso de construcción del candidato y posicionarlo como ganador de los comicios a priori mediante un espectáculo que incluyó redes para contabilizar votos. No bastó, hubo que dar continuidad a esta estrategia en el momento mismo de la elección: las inconsistencias del PREP (casillas donde sólo había 400 boletas y aparecen 600 en favor del PRI, casillas donde se anula por ilegible las boletas tachadas después de ser votadas por el PRD, casillas donde se rasura el resultado sistemáticamente contra el PRD). Y qué decir de la violencia, los amagos de los golpeadores priístas, los niños fungiendo como controladores del voto… Por qué pasar por alto la propaganda del Partido Verde el mero día de la elección mediante teléfonos celulares o la carita de Peña Nieto y sus cartas dirigidas con nombre y apellido a todos los investigadores del SNI…
Aun a quienes pensamos, y somos muchos, que el horizonte electoral no puede ser el único momento de la participación ciudadana, que ésta tiene que organizarse y crecer para proponer y gestionar las transformaciones nacionales, nos indigna la farsa electoral, el golpe mediático, la burla, la mentira y el cinismo con que estas elecciones, en su exceso, muestran los límites del sistema electoral mexicano. En ese contexto, tenemos que hacer visible lo que hay atrás de cada uno de los 3 millones de votos que dan ventaja al PRI: fue la maquinaria corporativa, clientelar y corrupta; fueron los miles de millones de pesos de origen inexplicable o sustraídos del presupuesto público lo que sostuvo su trabajo hormiga para acarrear, comprar y fiscalizar. Votos fraudulentos que hacen inaceptables los resultados de esta elección.
¿Que si nunca se han anulado las elecciones presidenciales en nuestro país? ¿Que si el Trife nunca hará algo semejante? Y si no empezamos hoy a demandar lo que creemos justo, lo que tendría que hacerse en un país donde las instituciones cumplieran con su trabajo, ¿Cuándo? ¿Cuándo denunciar una práctica que compromete a todo el sistema electoral mexicano y sus partidos?
En respuesta a la obscenidad y descaro de los acontecimientos irregulares del proceso electoral y a su conversión mediática acompasada por las declaraciones del IFE (fue una jornada electoral ejemplar), se expresa gente de todas las edades y grupos sociales, y con fuerza la juventud se manifiesta, denuncia, devela los hechos, los documenta. No sólo toma las calles sino que organiza la vigilancia electoral. El Informe General de la Cobertura Electoral #Yo Soy 132 es un invaluable trabajo hecho por la mera convicción juvenil de que en este país aún es posible sostenerse en y por ideales. Mil 100 reportes recibidos hasta la fecha. De esa cantidad total, hasta el martes 3 de julio contábamos con 635 reportes ciudadanos, de los cuales 325 corresponden a compra de votos, credenciales, fotocopias de credenciales y claves de elector; 131 corresponden a irregularidades sucedidas en la casilla; 123 se refieren a propaganda en la veda electoral; así como 56 pertenecientes a otras subcategorías. Del total de reportes sistematizados, 96 por ciento corresponde a delitos cometidos por el Partido Revolucionario Institucional, mientras que el restante se divide en casos correspondientes a otros actores identificados con funcionarios de casilla u otros actores. En todos los estados se reprodujo la misma mecánica.
Demandar la anulación de las elecciones es un principio y no el fin de este proceso; un principio congruente con los supuestos del mismo proceso aceptados en un pacto de civilidad por todos los contendientes: transparencia, democracia, equidad, libertad.
Hoy nos toca exigir la anulación de las elecciones. Estamos todas, de la Red de feminismos descoloniales, de acuerdo en hacerle a esta idea un espacio en lo posible, indignarnos ante la fiesta de la inequidad y de la transa. Para que la democracia electoral siga siendo una opción social, y para las nuevas generaciones, tenemos que recuperar la institucionalidad y anular este proceso marcado por la herencia y la exacerbación de las peores prácticas clientelares de la dinosáurica experiencia priísta, hoy renovada por los canales televisivos y sus comentadores políticos que convierten todo en espectáculo.
La imposición sólo sucede si nos damos por vencidos
Artistas aliados #Yo Soy 132
Si no ardemos todos juntos ¿quién iluminará esta oscuridad?
#Yo soy 132