lunes, 14 de mayo de 2012

El presidente del “empleo”, un antiobrerista


ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
11 DE MAYO DE 2012 · 4 COMENTARIOS
REPORTAJE ESPECIAL
Felipe Calderón, titular del Ejecutivo.
Foto: Eduardo Miranda
El fracaso de Felipe Calderón en lo referente a la creación de empleos puede verse en realidad como un éxito del mandatario, toda vez que, en los hechos, sus políticas en la materia se enfocaron a la destrucción de fuentes de trabajo y a la aniquilación de las conquistas laborales. Aquel que durante su campaña se promovió como el “presidente del empleo”, hoy es calificado como un “presidente antiobrerista”.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El balance de los casi seis años de gobierno de Felipe Calderón –quien durante su campaña se promovió como “presidente del empleo”– arroja resultados desoladores en materia laboral: las políticas del mandatario fomentaron la subordinación institucional a los intereses de un puñado de particulares, debilitaron el mercado interno y contribuyeron a la pauperización de los trabajadores.
Esta conclusión parte de un diagnóstico realizado por el Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal) según el cual el gobierno calderonista consolidó tendencias originadas en la administración de Vicente Fox y terminó por configurar una “docena trágica” de años para los trabajadores.
Los datos del Cereal distan mucho de las “cifras alegres” que en los últimos meses ha divulgado Calderón dentro y fuera del país para presumir su manejo de la economía.
Por ejemplo, el centro sostiene que durante el actual sexenio la economía mexicana creció en promedio 1.53% por año. También indica que durante la alternancia el Producto Interno Bruto (PIB) tuvo un incremento de 1.7% anual, la cifra más baja en por lo menos siete décadas.
Cifras del Fondo Monetario Internacional establecen que de un conjunto de 183 países, 153 crecieron más que México. Entre las economías que lo superaron se encuentran las de República Dominicana y Haití.
Carlos Rodríguez Rivera, investigador del Cereal, sostiene que Calderón no pudo cumplir con las metas de crecimiento anual, que por lo menos debieron ubicarse en 4%, y afirma que el fracaso se debió a los errores cometidos para enfrentar la crisis de 2008.
Asimismo, dice, el mandatario fue incapaz de generar el millón de empleos que demanda la Población Económicamente Activa (PEA), por lo que a la fecha existe un déficit de 3 millones de plazas y 2 millones 800 mil personas carecen de empleo.
Además, refiere, las tasas de desocupación son superiores a 4% de la PEA y cada día 645 mexicanos pierden su trabajo. Entre las cifras “récord” cita los 14 millones de personas que, asegura, se encuentran en la informalidad; es decir, sólo 1 millón menos que los 15 millones de asegurados permanentes del IMSS.
En entrevista con Proceso, Rodríguez Rivera indica que 2009 fue el peor año para el empleo desde 1995, cuando debido al “error de diciembre” se produjo la peor crisis económica de la historia moderna de México.
Sostiene que Calderón es el presidente que ha sufrido los mayores embates de organismos empresariales, pues Concamin, Canacintra, Canaive y Cmic, entre otros, han cuestionado dos aspectos de la política calderonista: la ausencia de políticas que incentiven el mercado interno y no frenar la desindustrialización del país.
“Estas cámaras esperaban un golpe de timón a partir del quinto informe de gobierno, pero todo el sexenio se quedaron esperando. La desindustrialización representa unos 700 mil empleos perdidos y el cierre de numerosas empresas”, explica.
Con base en datos de la Secretaría de Economía (SE), Rodríguez plantea que en México menos de 1% de los negocios existentes exporta: de 5 millones 144 mil unidades económicas existentes, durante 2010 sólo 35 mil vendieron sus productos en el exterior. Aunque en apariencia son muchas las empresas exportadoras, dice, sólo 1% de éstas (unas 435), la mayoría trasnacionales, concentra 95.9% de las ventas generadas por la actividad exportadora.
“La precarización del trabajo está sucediendo, precisamente, en el universo de las medianas y pequeñas empresas. Cuatro de cada 10 trabajadores asalariados en México carecen de cualquier tipo de prestación social y laboral: desde servicio médico y aguinaldo, hasta vacaciones, reparto de utilidades y prima vacacional”, señala.
Desprecio hacia los trabajadores
El balance del Cereal asegura que las políticas laborales implantadas por los gobiernos panistas no significaron un cambio saludable en la materia.
De hecho, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomendó al gobierno de México que haga lo necesario para establecer una política generadora de empleos de calidad y que eleve el poder adquisitivo del salario mínimo.
Si bien el análisis del Cereal se enfoca al sexenio de Felipe Calderón en tanto continuador de las políticas de Vicente Fox en la materia, no exime de responsabilidad a los gobiernos priistas, pues expone también cifras sobre la precarización iniciada durante las administraciones de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo.
El Cereal considera que durante el actual sexenio la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, encabezada hasta hace poco por Javier Lozano Alarcón, ha sido incapaz de garantizar la seguridad laboral de los trabajadores.
Por ejemplo, indica que hay menos de dos inspectores de seguridad laboral por cada 100 mil trabajadores, cuando la OIT indica que debe haber por lo menos cuatro. Lo anterior implica que sólo hay 1.34% de cobertura de vigilancia en materia de seguridad en los centros de trabajo.
De acuerdo con el Cereal, los 15 programas implantados por Lozano Alarcón sólo lograron cubrir a 39% de los 6 millones de personas que acudieron a la dependencia en busca de apoyos.
Otro aspecto que critica el Cereal se refiere al trabajo infantil y la falta de responsabilidad institucional para atender este problema. El centro estima que 3.5 millones de niños laboran en el sector agrícola, y hasta la fecha no se sabe cuántos son explotados en otros sectores productivos.
“Lozano tuvo en las narices este problema cuando ocurrió el accidente en la mina de carbón de Binsa. Había niños trabajadores y ni siquiera intentó darse por enterado”, sentencia Rodríguez.
Agrega que la intromisión de Calderón y su gente en la vida de diversos sindicatos fue la constante durante la actual administración. Para colmo de males, enfatiza, no mostraron ninguna capacidad para resolver conflictos.
Por ejemplo, indica, no se atendieron las demandas de organismos y deudos de los 65 mineros muertos en Pasta de Conchos en febrero de 2006, lo que ocasionó que el Estado mexicano quedara exhibido ante la OIT, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y otros organismos internacionales por la cadena de mentiras, omisiones y encubrimientos en que incurrió.
A lo anterior se suma el aplastamiento de la huelga de Mexicana de Cananea, en Sonora, el caso del Sindicato Mexicano de Electricistas y el de los trabajadores de la Compañía Mexicana de Aviación.
Para Rodríguez no hay duda de que estos asuntos los manejó el gobierno mediante la violencia laboral. Se trató, dice, de una política de Estado que permitió y exacerbó la discriminación y el abuso hacia los trabajadores. La descalificación y el insulto, abunda Rodríguez, se convirtieron en las herramientas clave del discurso esgrimido por Lozano Alarcón.
El investigador del Cereal asegura que en todos esos casos Calderón permitió que el Estado abandonara sus responsabilidades; al mismo tiempo, añade, su gobierno impulsó una reforma laboral que favorece a los patrones en detrimento de los trabajadores, y exige que éstos renuncien a sus conquistas históricas. Todo ello con el argumento de que debe incrementarse la productividad.